```
—Sr. Marino... esto es demasiado. No puedo... por favor, deténgase —susurró Elliana.
No se detuvo. Al contrario, Sebastián pellizcó sus pezones juntos, forzando sus manos sobre sus muslos, sus ojos cerrándose en éxtasis propio cuando ella clavó sus uñas en sus muslos enviando escalofríos de placer en las regiones que tanto querían salir y penetrarla.
—Shhh, pronto terminará, lo sientes acumularse aquí, ¿verdad? —presionó su abdomen con su mano mientras golpeaba con sus dedos dentro de ella.
Elliana arqueó sus caderas, pero sus manos la mantuvieron en su lugar.
—Esto no está bien. Nos estamos ensuciando —susurró ella, su cuerpo temblando, y Sebastián enredó sus piernas con las de ella para separarlas adecuadamente y tener un acceso más fácil a su coño.
—Estoy dispuesto a ensuciarme contigo cada segundo de mi vida si nos brinda este tipo de placer. ¿No lo entiendes, Princesa? ¿Aún ahora no lo comprendes? —preguntó él.
在webnovel.com支援您喜歡的作者與譯者