—Saludos a todos —Elliana sonrió y se inclinó ante Abramo y Aubrey en cuanto se acercó a la mesa del comedor, y la pareja de ancianos que estaba hablando con sus hijos y nietos, levantaron la vista con una sonrisa amable.
—¿Cómo te sientes ahora, cariño? Por favor perdónanos. Debimos haber tenido en cuenta tu salud y cuidarte mejor —dijo Aubrey.
Elliana sonrió antes de negar con la cabeza.
—No es culpa de nadie. Quizás estaba demasiado emocionada por conocerlos a todos, y luego bailé sin parar así que... —sonrió impotente y de manera infantil, haciendo sonreír a Aubrey.
—Bueno, bienvenida al palacio de nuestra familia —dijo Victoria con una sonrisa maliciosa.
—La forma en que lo dices, hermana Victoria, es casi como si quisieras hacerme sentir que no somos parte de la familia. Como soy la nuera de los reales, ¿no debería ya ser un miembro? —preguntó Elliana con astucia, y la sonrisa en el rostro de Victoria se congeló.
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