Mindy y Gideon llegaron al podio que se había construido para esta ocasión.
En medio había un altar con un fuego encima que estaba crepitando desde esa tarde.
Gideon inmediatamente se ocupó de arreglar algunos objetos en el altar, y Mindy quería echar un buen vistazo a la gente reunida. Con solo una mirada estaba segura de que había más de tres mil personas. Si este fuera la manada del Río Azul, probablemente sería toda la manada, pero aquí la gente seguía llegando. Era impresionante.
El ánimo de Mindy se vio atenuado por el hecho de que no conocía a nadie. Creció como la princesa de la Manada del Río Azul y allí al menos las caras le eran familiares mientras todos conocían su nombre, pero ahora cada mirada que encontraba era inquisitiva, ya que la gente claramente se preguntaba qué hacía ella allí arriba.
Era extraño estar rodeada por la multitud y aun así sentirse sola.
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