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ch 20

Mar del Verano 297 AC

Las suaves olas del mar mecían casi de manera cariñosa al «StarWolf», el cual surcaba velozmente las aguas en dirección hacia el sureste… o al menos ese debería de haber sido su objetivo, pero en realidad se encontraban navegando hacia el noroeste. Este improvisto cambio de destino se debió a que partían hacia esa dirección como petición final de la sacerdotisa que habían conocido en la isla de Tall Trees Town.

'Aun no comprendo cómo es que logró que yo aceptara esto.' pensó Jon con molestia mientras miraba el mar frente a sus ojos. Al ver como el mar reflejaba el casco del barco, Jon puso una mirada de nostalgia mal disimulada, pues se sentía algo raro al saber que estaba yendo de manera voluntaria a la tierra natal de su madre. 'Aunque eso está un poco lejos de la verdad. Si bien es cierto que me dirijo a Dorne, no me estoy dirigiendo a Starfall, sino que me dirijo a Sunspear.'

La razón por la que se dirigían a ese lugar era simple, y es que una de las conocidas de Jasalla había reconocido la marca del herrero una de las armas que habían logrado recuperar de aquella fortaleza subterránea que habían asaltado no hace mucho. Según las palabras de la mujer, dicha marca le pertenecía a un herrero que vivía en Sunspear y este era famoso por fabricar y vender armas de factura simple, pero de buena calidad en cantidades muy altas.

Al oír aquello, Jasalla les pidió un último favor, aquel favor fue el de descubrir a ese hombre y hacerle saber que había perdido a su cliente en Tall Trees Town. Por mucho que quisiese negarse, el pago por esta pequeña misión ya había sido entregado.

'Fue muy lista esa mujer, incluir el pago de este trabajo con el pago de la ayuda anterior, fue una buena forma de contratar nuestra ayuda de manera discreta.' pensó Jon con una sonrisa algo molesta en el rostro. 'Supongo que, si dejo de lado esta misión algo absurda, es algo interesante conocer la capital de Dorne. Tal vez, si tengo suerte es posible que me tope con algún conocido de mi madre o tal vez con algún miembro de la casa Dayne.'

Tras aquel pensamiento, el aprendiz del último Dovahkiin se levantó de donde estaba apoyado y se dirigió a ritmo moderado hacia la sala de navegación, pues quería visualizar cuantas millas faltaban para su llegada a Westeros.

Mientras Jon y el resto hacían los suyo en el barco, en medio de la bodega de carga, en una habitación secreta cuya entrada solo podía ser vista por los tripulantes del «StarWolf», se encontraba Daenerys. La joven Targaryen iba vestida con su ropa normal, solo que, sin el corse de cuero endurecido, lo que permitía ver que su camisa blanca era más grande de lo que debería ser, quedándole muy holgada.

La descendiente de una de las cuarenta familias del feudo franco se encontraba haciendo su tarea cotidiana en el barco, la cual se trataba de mantener el barco limpio y ordenado…. bueno, la verdad es que solo debía de mantenerlo ordenado, ya que este barco estaba encantado para casi limpiarse de manera automática. Fue gracias a ello que ella tenía bastante tiempo libre para poder entrenar con su espada y para aprender con Samwell sobre muchas cosas de Westeros. Sin embargo, si bien su cuerpo estaba que hacia las tareas que tenía que hacer, su mente estaba enfocada en otra cosa. Y es que ella, al igual que el resto de la tripulación, había recibido un regalo por parte de la sacerdotisa.

Los regalos que cada uno de los miembros de la tripulación fueron un poco de dinero y varios objetos hechos de «Aurocorazon». Aunque, no solo recibieron eso, pues todos recibieron una especie de profecía sobre el amor. Las profecías de cada uno fueron dichas en secreto. Al pensar en esa profecía, la mente de Daenerys comenzó a viajar hacia ese momento en específico.

Flashback

Los ojos de Daenerys estaban fijos, viendo a Jasalla, la cual estaba sentada con las piernas cruzadas y los ojos cerrados frente a una estatua de una mujer, la cual tenía varios pechos. La habitación donde se encontraban era muy, pero muy lujosa, poseyendo el piso cubierto de puro mármol pulido, junto con incrustaciones de oro y joyas preciosas en todos los pilares, dando formas de vides y otras plantas exóticas. El incienso llenaba el lugar, permitiendo que el a nariz de Daenerys hormiguease ante el aroma de este, pues este olía como a frutas del bosque.

Mientras Daenerys esperaba su profecía, Jasalla estaba en comunión con la diosa del amor y de la fertilidad de su pueblo, esperando recibir de ella algún susurro que le permita saber cuál sería el futuro amoroso de la joven princesa. Mientras su mente estaba en trance, un suave viento ingresó a la cámara, provocando que la sacerdotisa abriese los ojos, pues había escuchado los susurros de su diosa, la cual le había dicho cuál sería el destino amoroso de la joven. Poniéndose de pie, Jasalla comenzó a caminar hacia Daenerys y cuando estuvo frente a ella, movió sus manos y tomó las de la princesa de manera amable.

"Parece que ya se cual será tu futuro amoroso…. Pero antes de decírtelo, quiero saber algo. ¿Estas dispuesta a conocerlo o prefieres que siga siendo un secreto?"

La forma en que la sacerdotisa hablaba causó preocupación en Daenerys, la cual no supo que contestar de manera inmediata. Sin embargo, traes llenarse de valor decidió preguntarle, pues quería saber que le deparaba el futuro. Si bien su futuro amoroso no era algo muy importante para ella ahora mismo, quería saberlo para tratar de discernir que es lo que podría pasar con ella en otros aspectos, ya que después de todo, el amor a veces suele ir ligado a otros temas.

"Si, quiero saberlo." Respondió Daenerys de manera seria, sin ningún tipo de titubeo en su voz.

"Ya veo…" Dijo Jasalla mientras soltaba un suspiro. "Tu destino antes era más claro, amarías a tres personas, cabalgarías tres monturas, una para el lecho, otra para la muerte y una para el amor. Encenderías tres fuegos, uno por la vida, otro por la muerte y otro por el amor… sin embargo, las alas de un dragón han cambiado las corrientes del tiempo. Tu futuro es cambiante, pero hay algo fijo en todo, tu estas en una habitación con paredes purpura cuyas velas altas iluminan las paredes y estás sentada en un simple banco de ébano. Ahora, se perciben tres futuros, uno donde estas sola en aquella sala, tu rostro muestra la severidad de una reina, pero tus ojos muestras tristeza y soledad. El segundo, te muestra a ti junto a una pequeña niña de cabellos plateados y ojos purpuras, en esta visión, tu rostro muestra felicidad, pero hay ocasiones donde se ve algo de tristeza en ellos. Finalmente, el tercero, en esta visión no estás sola, sino que tienes a la misma niña de antes contigo, pero ahora hay un hombre a tu lado."

Daenerys, quien había estado escuchando atentamente todo esto, entendió un poco a lo que se refería Jasalla con cada una de las profecías que mencionaba. Al parecer, ella tenía tres destinos en su futuro, uno donde terminaría sola, otra donde tendría a una hija, pero cuyo padre no estaría con ella, mientras que la última era donde ella tendría a su familia completa. El saber que llegaría a amar a alguien al punto de formar una familia con el provocó que ella sintiese curiosidad por el hombre que la acompañaría. Así que, mirando a Jasalla, le preguntó por él.

"Me temo que su rostro no me es visible." Respondió Jasalla con un poco de pesar en su voz.

"Ya veo…"

"Sin embargo, pese a que no se me es posible ver su rostro, si puedo ver que es alguien en quien confiaras plenamente."

Fin Flashback

"Ahh…. Si bien sé que posiblemente terminare casándome con alguien por conveniencia o por mi supervivencia, si me dieran a elegir, creo que elegiría a Jon." susurró Daenerys luego de soltar un suspiro.

La idea de casarse con Jon era algo que ella esperaba que se cumpliera, ya que dejando de lado el nacimiento de Jon, una unión con el traería muchos beneficios a largo plazo, tal como una posible alianza con el Norte que debilitaría un poco al «Usurpador», esto en caso de que deseara recuperar el trono de hierro. Además, Jon de por sí ya era un elemento a tener en cuenta. Si bien ella nunca lo había visto pelear, ella sabía que él era muy fuerte, hasta qué punto, esperaba verlo algún dia.

Sin embargo, sintiendo que estaba pensando de más en esto de su futuro amoroso, Daenerys negó con la cabeza y volvió a enfocarse en lo suyo. Asi que, siguiendo con su labor, Daenerys limpio la habitación hasta que su escoba tocó algo. Mirando al objeto con el que la escoba impactó, la joven se asombró al ver que había golpeado un estante. Dicho estante parecía más un exhibidor, pues permitía ver lo que allí dentro había.

El interior del exhibidor permitía ver el contenido del mueble, el cual era las dos de las cinco piedras sellas que necesitaba Jon para ir a Valyria.

"Asi que estas son las famosas piedras sello." Dijo Daenerys, la cual dejó de estar haciendo lo que hacía y se acercaba a la vitrina. Cuando estuvo frente a las piedras, sus ojos se maravillaron con lo hermosas que eran, pues parecían gemas que no habían sido pulidas por manos humanas.

La belleza de estas piedras fue tal que provocaron que Daenerys extendiera de manera inconsciente una de sus manos, en un intento de tocar una. La mano de la princesa se acercó a una de las gemas y cuando la tocó, sintió que su mente se desvanecía.

Cuando ella volvió a abrir los ojos, vio con asombro que ya no estaba en el barco.

Ante los ojos de una sorprendida Daenerys se encontraba lo que se podría llamar una gran planicie llena de verdes pastos, los cuales se extendían hasta donde llegaba la vista. Al ver este paisaje, Daenerys se sintió rara, ya que sintió que este lugar era como un hogar para ella. Sin embargo, cuando estuvo por dar unos pasos, escuchó una voz susurrar.

«Descendiente del conquistador, tu destino antes fijo incierto ahora es. Cuando a las tierras del mar verde llegues, una elección que al mundo cambiara deberás de tomar. Tres arpías sobre el cielo vuelan, cuya sombra al mundo de cadenas llena, dejando hijos con llantos que solo una madre consuela. Tu corazón y amor a un lobo querrás dar, pero el corazón de este muy fragmentado esta. Al final del viaje solo tres opciones para el quedaran, soledad y aventura sin fin, una fortaleza y una esposa o una corona y una gran familia. Para un buen final obtener, no solo a los dioses habrá que rezar, sino que al lobo se tendrá que domar.»

Cuando la última de las palabras fue dicha, Daenerys fue envuelta por una gran luz, la cual le hizo volver a la realidad.

Al percatarse de que estaba en la sala donde estaban las piedras sello, Daenerys parpadeó confundida, pues no entendía lo que esas palabras significaban. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar en ellas, pues escuchó las pisadas de alguien acercándose. Alejando su mano de manera rápida, Daenerys tomó su escoba y comenzó a barrer por el lugar suavemente.

La puerta de la habitación se abrió y Daenerys pudo ver que las pisadas le pertenecían a Jon, el cual solo parpadeó confundido al verla.

"Daenerys… no esperaba verte aquí." Dijo Jon con un ligero toque de sorpresa en su voz.

"H-hola Jon." saludó Daenerys mientras trataba de calmarse, pues ella había roto una de las reglas que Jon había impuesto. Dicha regla era que no tocaran de manera continua dichas piedras, sobre todo la segunda ya que no sabían que podía pasar. "¿Qué te trae por acá?"

La forma en como le hablaba Daenerys provocó que Jon levantara una ceja con curiosidad. Por lo que, comenzó a acercarse a ella y cuando estuvo a escasos centímetros, llevó una mano al hombro de la joven.

El cuerpo de Daenerys se sintió raro, pues sintió una corriente eléctrica lo recorría por completo. Aquella sensación la dejó confundida, pero para su mala suerte, en aquel momento su mente recordó una de las palabras que escuchó hace unos instantes. Al recordar que su corazón a un lobo iba a intentar dar, ella comprendió que ella intentaría formar una relación con Jon. Al pensar en ello, sintió su corazón acelerarse y sus mejillas arder.

Jon miró confundido como el rostro de Daenerys se volvía rojo, lo que conllevó a que sintiera preocupación por ella. Asi que, acercando su mano a la frente de la princesa, le hizo una pregunta. "Daenerys, ¿Estas bien?"

Las palabras de Jon provocaron que Daenerys regresara a la realidad. Lo que causó que ella mirase a Jon y negara con la cabeza mientras hablaba. "Tranquilo. No es nada solo me sentí un poco mareada nada más."

Aquellas palabras provocaron que Jon levantara una ceja en confusión y preocupación, lo que hizo que le preguntase si estaba segura.

"Si, tranquilo. No es nada." Respondió Daenerys con una sonrisa.

"Si tú lo dices."

Tras aquellas palabras, ambos se quedaron en un cómodo silencio, el cual fue roto por Daenerys.

"¿Cuánto falta para que lleguemos a Sunspear?" preguntó Daenerys, sintiendo un poco de alegría por estar en otra región de Westeros, una que se había mantenido leal a su familia durante la rebelión de Robert.

"Un par de horas. ¿Qué planeas hacer cuando lleguemos?" preguntó Jon, quien miró de manera analítica a Daenerys. Puede que la haya hecho parte de su tripulación, pero eso no quiere decir que no desconfié de ella un poco, sobre todo cuando estén en un lugar que había sido leal a los Targaryen hasta el final.

"No lo sé, tal vez pasear algo por la ciudad y comprarme algunas cosas." respondió de manera simple Daenerys, pues eso era lo que quería hacer.

"Ya veo…. ¿Te parece si envió a Fantasma contigo para que te sirva de protección extra?"

"Claro." respondió Daenerys con una sonrisa en su rostro, ya que pese a que se había asustado con el lobo cuando lo conoció, ahora mismo le encantaba estar con él.

"Vale. Supongo que lo mejor será dejarte con lo tuyo, para que termines pronto y puedas ir a asearte y cambiarte para cuando lleguemos a Dorne."

"Está bien."

Tras aquella respuesta, Jon asintió y se fue del lugar, dejando a Daenerys sola con sus pensamientos.

Sunspear 297 AC

El implacable sol de Dorne estaba en todo lo alto, iluminando tanto el palacio como el pueblo que estaba a sus pies. Caminando por uno de los callejones de la infame «Shadow city», se podía ver a Jon, el cual estaba solo en esta ocasión el resto de sus amigos estaban en otras zonas de la ciudad, buscando al herrero, ya que no sabían dónde estaba, mientras que Daenerys se encontraba con fantasma curioseando por el lugar.

Los pasos de Jon eran firmes, pero rápidos. El actualmente vestía la ropa que solía vestir cuando estaba en zonas de mucho calor, una túnica con capucha, la cual no tenía mangas y era de color negro, junto con pantalones marrones oscuro, siendo ambas prendas de lino, lo que permitía que fuesen más frescas que muchas de sus otras prendas. Sin embargo, eso no hacía nada por Jon, el cual sentía que quedaría tan seco como una pasa muy pronto.

'Nota personal, por muy medio dorniense que sea, no estoy hecho para tanto calor.' Pensó Jon mientras doblaba por una esquina, llegando a una herrería.

La herrería que tenía en frente se diferencia de muchas otras que Jon había visto, pues no era un gran edificio en cuanto a riqueza o diseño, pero si en tamaño. La puerta parecía ser de simple roble y las chimeneas que se encontraban al extremo más alejado de la construcción emanaban constantemente humo, lo que indicaba que las fraguas estaban en ese lugar y estaban muy activas.

"Probemos con esta fragua." Dijo Jon mientras se acercaba a la herrería y tocaba la puerta.

Tras esperar unos pocos segundos, el hijo de Ned Stark vio que la puerta se abría y se asomaba por allí una cabeza. La cabeza le pertenecía a un joven de unos veinte años, el cual tenía la piel aceitunada y los cabellos negros.

"Si, ¿Qué desea?" preguntó el joven, el cual tenía un muy marcado acento dorniense.

"Buenas, estoy buscando al herrero que ha hecho esta espada." Respondió Jon mientras desenfundaba la espada que llevaba atada a su cinturón, para luego entregársela al joven.

El joven tomó la espada y miró la marca del herrero y asintió mientras hablaba. "Si, mi maestro es el herrero que ha forjado esta espada."

"Ya veo. ¿crees que podría hablar con él?" preguntó Jon, usando un tono amigable en su voz.

"¿Por qué motivo?"

"Quisiera saber si está disponible para que me forje algunas armas?"

El joven miró a Jon tras aquellas palabras y tras meditar unos segundos, asintió, permitiéndole a Jon entrar una vez que la puerta estuvo completamente abierta.

Jon siguió al joven aprendiz por la herrería, cuyo interior consistía en paredes cubiertas de yeso y pintadas de blanco, donde docenas de estantes que exhibían armas de todo tipo, maniquíes con armaduras de placas, escamas o cotas de malla, junto con brazales, gorjales, grebas y cascos. Todos de aspecto simple, pero de calidad más que decente a simple vista.

Tras caminar varios metros, Jon terminó llegando a donde estaba el lugar donde sucedía todo y lo que Jon vio lo asombró. Cuando escuchó que este herrero podía sacar varias piezas de armaduras en pocos días, el no supo cómo lo lograba, pero al ver el taller, entendió como sucedía. El herrero había implementado una simple, pero efectiva cadena de producción donde se podía ver a sus ayudantes trabajar en diversas partes de armaduras cuyos aspectos eran similares.

'Ya veo, trabaja con moldes para darle forma al acero cuando este está caliente. Una idea más que increíble, ya que así reduce mucho el esfuerzo y el tiempo necesario para cada pieza.' Pensó Jon mientras caminaba hacia donde estaba el maestro herrero.

El maestro herrero era un hombre de unos treinta años, casi llegando a los cuarenta. Su cabeza estaba casi calva, llevando una pequeña ristra de cabello negro con vetas plateadas. En su rostro, una espesa barba negra con vetas plateadas escondía una pequeña papada, pues el maestro herrero tenía un pequeño vientre, signo inequívoco de que estaba subido algunos kilos. La ropa del herrero era como la de muchos dornienses, es decir colorida. Su túnica era de color verde brillante y sus pantalones eran negros. Un mandil de cuero negro complementaba su vestimenta.

"Maestro, este joven trae una espada con su firma. Dice que está aquí para contratar sus servicios."

La voz del joven provocó que el herrero lo mirase. Al posar sus ojos en Jon, el herrero dejó lo que estaba haciendo y se acercó a él. Sus pasos eran lentos y algo pesados, pero firmes. Cuando llegó a estar frente a Jon, este le saludo de una manera un tanto seca.

"Buen dia, joven. Me llamo Ambrose y soy el jefe herrero de este lugar."

Jon miró al herrero y sonriendo mentalmente, se dio cuenta de que él era un hombre practico y simple, el cual parecía que aceptaría cualquier trabajo si el cliente tenía el dinero para pagarlo.

'Ya veo…. Un hombre discreto y algo de fiar…. Algo poco común en esta época.' Pensó Jon con algo de diversión. Tras aquel pensamiento, Jon decidió presentarse. "Buenas, buen herrero. Me llamo Jon y de ser posible quisiera tener una charla privada con usted."

"Una petición algo desmedida para un simple comprador." Dijo el herrero con algo de desagrado en su voz. "Si solo ha venido para molestarme con eso, le pido que se vaya. Mi trabajo es pesado y no tengo tiempo para desperdiciarlo con un simple comprador como usted."

Tras aquellas palabras, Jon vio como Ambrose se daba la vuelta y volvía a lo suyo. Al ver que comenzaba a caminar hacia donde había estado previamente, Jon decidió detenerlo en secó haciéndole saber que sabía de aquel trato que tenía con Koroxhar.

"Bueno, la verdad es que no venía a comprar nada. Solo vine a decirle que dejé de enviar armas a Koroxhar ya que su comprador esta… digamos que esta indispuesto de forma permanente."

Las palabras de Jon provocaron que Ambrose se detuviera en seco y girara su cabeza lentamente. El bronceado rostro del dorniense se había vuelto tan pálido que fácilmente podría haber pasado por un norteño.

"¿Q-q-q-qué quieres decir?" preguntó Ambrose con algo de temor.

"Lo que escuchaste. Tu comprador ha muerto, por lo que tu pacto para recibir madera de aurocorazon como parte del pago de tus armas ya no está vigente." Respondió Jon acercándose con pasos lentos, a la par que lanzaba sobre sí mismo un hechizo llamado «Aura de terror», el cual era un hechizo creado por Edzard fusionando los hechizos de «miedo» y de «manto de ceniza». Este hechizo creaba una fina capa de Magicka, la cual estaba hecha de una ceniza de color rojo, la cual enviaba pequeñas motas de ceniza, las cuales se expandían por el lugar, provocando que todos aquellos que estaban en su área de efecto viesen al lanzador con miedo. "La sacerdotisa de la isla me envió para hacerte saber que tu plan para obtener madera de Aurocorazon como recompensa por financiar ese intento de toma de poder ya no es viable y si persistes en comprar madera de contrabando, lo mejor que puedes hacer es dormir con un ojo abierto desde ahora."

"N-no te tengo miedo… Hablare con el príncipe D-Doran… y hare que te a-a-arresten..."

Al oír aquellas palabras, Jon vio con ligera sorpresa que el herrero, el cual estaba obviamente aterrado de solo verlo, se mostraba algo valiente y desafiante. Aquello provocó que Jon pusiese una sonrisa de oreja a oreja en su mente. Sintiendo que podía hacer algo más para terminar de amedrentar a este sujeto, comenzó a caminar por el lugar hasta que llegó a donde estaba un yelmo de placas de acero. Mirando al herrero, la mano derecha de Jon tomó el yelmo y colocándolo entre sus dos manos, comenzó a ejercer presión en dicho objeto.

El sonido del metal chirriante se hizo presente mientras los ojos de los que estaban en la herrería miraban con total horror como el metal cedía lentamente. Para cuando terminó de hacer eso, Jon dejó caer la pieza de armadura, la cual hizo un ruido sordo al chocar con el suelo.

El sonido del otrora casco, el cual se había convertido en una especie de pelota mal hecha de acero, fue acompañado de otro sonido. Dicho sonido era el que hacían los intestinos cuando se aflojaba. Esto era el signo inequívoco de que el herrero se había cagado en los pantalones por el miedo. Sin embargo, la peste que llenó las fosas nasales de Jon le confirmaron que no fue el único, ya que parecía que todos los que estaban en la herrería se habían cagado en los pantalones.

Tras aquel suceso, jon comenzó a caminar hacia el herrero y cuando estuvo frente a él, se acercó a su oído y le susurró. "Espero que no me obligues a hacer eso con tu cabeza."

El herrero dio unos pasos hacia atrás tras oír la amenaza de Jon y terminó tropezando, lo que lo llevó a caer de trasero contra el suelo.

"S-si… dígale a esa mujer que no hare otro trato de ese tipo con nadie de la isla." Respondió entre tartamudeos el herrero, el cual seguia presa del pánico generado tanto por el hechizo como por lo que vio a Jon hacer hace unos instantes.

"Bien." Dijo Jon para comenzar a caminar hacia la salida de la herrería.

Cuando puso un pie fuera de aquel edificio, Jon caminó rápidamente hacia uno de los callejones que había por la ciudad. Cuando vio que estaba solo, se apoyó en la pared y sacándose la capucha, dejó soltar una sonora carcajada.

"¡Ja, ja, ja! ¡Por los dioses! ¡La cara de ese hombre no tenía precio!" rio divertido Jon. Puede que lo había hecho hacer estuviera mal y que fuera poco honorable, pero él no había ido con la intención de matarlo, no, solo había ido con la intención de darle un buen susto. Y la reacción que hizo el hombre al recibir el mensaje fue divertida.

Cuando por fin terminó de reír, Jon miró hacia el cielo y comenzó a pensar.

'Si bien el negocio de ese tipo fue algo turbio, conocer a alguien que puede forjar tal cantidad de armaduras y armas es algo que debo de tener presente, pues nunca se sabe cuándo pueden ser necesarios estos contactos.' Tras aquel pensamiento, Jon se volvió a poner la capucha y comenzó a irse del lugar.

A la par que Jon y sus amigos estaban buscando en las diversas herrerías, Daenerys se encontraba caminando por el bazar o el mercado de la Shadowcity. Los ojos de la joven Targaryen estaban llenos de emoción mientras veía las tiendas llenas de mercaderías, a la par que miraba como los mercaderes intentaban llamar la atención de los posibles clientes.

"¡Por aquí señorita! ¡Tenemos telas provenientes de Myr y de Volantis!"

"¡Aquí solo vendemos el mejor vino dorniense, no esa agua roja del Reach!"

"¡Venga, venga! ¡Aquí tenemos las mejores naranjas sanguínas de este lado del Greenblood!"

"Vaya…. Todo es tan colorido." Dijo con asombro Daenerys mientras miraba los puestos y a las personas, cuyas vestimentas eran coloridas. "Tu tambien crees que es colorido, ¿Verdad Fantasma?"

Tras aquella pregunta, la joven Targaryen miró al lobo que la acompañaba.

Fantasma estaba sentado plácidamente al lado de Daenerys, la cual estaba en medio de toda la plaza. SI bien la apariencia del infame lobo huargo habría llamado la atención de varias personas que estaban pululando por la zona, el lobo no había causado revuelo gracias a que Jon lo había reducido de tamaño para que pasase algo desapercibido. Sin embargo, todos podían ver que no era un perro, sino que era un lobo, algo que, si llamaba algo la atención, menos que un huargo, pero lo suficiente como para que los niños y adultos cercanos se preguntaran porque ella tenía un lobo de mascota.

"Je, je, je… parece que creen que soy tu dueña, fantasma." Rio divertida Daenerys mientras miraba al lobo, el cual soltó un resoplido divertido al escuchar aquello.

La forma en como respondió fantasma provocó que ella si sintiese indignada. Asi que, acercándose al lobo, se agachó y haciendo un puchero, comenzó a regañarlo con voz baja.

"Fantasma, malo. No te comportes así."

Pese al regaño de Daenerys, la única respuesta que dio el lobo huargo fue la de bostezar perezosamente, para luego levantarse y comenzar a caminar, alejándose de ella.

Por un instante, Daenerys se preocupó cuando lo vio alejarse de ella, pero al ver que el ritmo con el que se iba era lento, entendió que él se había aburrido de estar allí. Sintiendo que podía estar en peligro sin su protector animal, Daenerys comenzó a seguirlo.

El dúo de bestia y mujer caminaron por los polvorientes callejones de la Shadowcity, observando sus casas. A diferencia de las ciudades que había visto Daenerys en Essos, esta ciudad podía considerarse como fea y extraña. Esto se debía a que las casas no estaban construidas de manera ordenada, sino que todas estas se construían siendo apiladas sobre las otras. Sin embargo, pese a eso, la ciudad tenía un encanto único.

Mientras continuaban caminando por las calles de la ciudad, Daenerys y fantasma ingresaron a una calle, en la cual había varias tiendas. Sin embargo, a diferencia de las tiendas del mercado, estas parecían estar dirigidas a nobles, ya que todas las casas que ofrecían productos mostraban cierta opulencia.

Sintiendo que su curiosidad por lo que allí había, Daenerys comenzó a caminar hacia una de las tiendas y cuando llegó a ella, vio que se trataba de un lugar donde ofrecían vinos.

"¿Hay algo que desee comprar, bella dama?" llegó la voz del mercader, la cual sonaba como suave como la seda y melosa como la miel.

La repentina aparición de este mercader tomó por sorpresa a Daenerys, la cual se sobresaltó y se llevó una mano a la parte trasera de su cinturón, lugar donde tenía una daga. Dicha daga era un arma simple, es decir, era un arma con una hoja de doble filo de unos quince centímetros de diámetro, el cual tenía una especia de nervio en medio de la hoja, el cual servía apa darle más resistencia. La guarda era una simple pieza de acero pulido, el cual tenía pequeñas cabezas de dragón talladas en cada extremo, mientras que la empuñadura era de madera de pino, cubierta de cuero negro, el cual era suave al tacto. Finalmente, el pomo tenía la forma de cabeza de dragón y estaba hecho con obsidiana rellana de plomo, para así darle balance al arma.

Al ver que solo era el vendedor, Daenerys volvió a guardar el arma, pues no la necesitaría. Asi que, ya con su arma enfundada, comenzó a tomar pequeñas respiraciones con las cuales comenzó a calmarse. Cuando estuvo lo suficientemente calmada, ella miró al mercader y sintiendo curiosidad por lo que vendía, le preguntó qué era lo que ofrecía.

"Solo los mejores tintos dornienses, jovencita. Verdaderos vinos con mejor sabor que esa agua roja de la que tanto se enorgullecen los del Reach." Dijo el mercader, casi escupiendo al mencionar lo del agua roja del reach.

Si bien Daenerys casi nunca había probado vinos en su vida, de los pocos vinos que había bebido, uno era el famoso albor Gold, por lo que no sabía que decir a lo que mencionaba el comerciante. Sin embargo, sintiendo que debía de saber si era cierto, decidió comprar uno de los mejores vinos que tuviese. Asi que, metiendo su mano en su bolsa mágica, la cual le había regalado Jon recientemente. De dicha bolsa, sacó unos cuantos dragones de oro y los colocó sobre el mostrador.

"Quiero que me des la mejor botella de vino que tengas por esta cantidad de dinero." Dijo Daenerys con voz firme y segura, con la cual trataba de mantenerse orgullosa frente al mercader.

Los ojos del mercader brillaron como estrellas en la noche cuando escuchó a Daenerys decir eso. Con una velocidad que se esperaría en alguien como el, pues era un hombre gordo, comenzó a moverse por su tienda, dándole órdenes a sus ayudantes.

Tras varios minutos, el mercader volvió con una botella de vino, la cual estaba cubierta de polvo.

"Esta es la mejor botella que tengo para el dinero que ofertas, jovencita." Dijo el mercader con una sonrisa de orgullo. "Este vino fue embotellado durante el reinado del rey Jaehaerys II, por lo que tiene un añejamiento de más de treinta años "

Al escuchar el nombre de su abuelo, Daenerys se sintió en conflicto. Por una parte, estaba feliz por ver algo que había sido hecho durante el reinado de su familia, pero tambien sintió algo de ira, pues Sam le había contado que sus padres habían sido forzados a casarse por su abuelo, todo porque había oído de una bruja del bosque que el príncipe que fue prometido nacería del linaje de Rhaella y de Aerys, provocando que su madre sufriese mucho durante su vida. Sin embargo, queriendo tener esa botella en su poder, le entregó el dinero al comerciante y tras tomar la botella, comenzó a alejarse.

Ella y fantasma caminaron por las otras tiendas viendo que otras cosas ofrecían. Si bien la mayoría ofrecía vinos y joyería, había algunas que vendían otro tipo de mercadería. Dicha mercadería era ropa dorniense, la cual era muy atrevida ante los ojos de Daenerys, ya que de algunos de los atuendos que se exhibían se podía ver un poco más de piel de la que la decencia permitía. Sin embargo, pese a que verlos la hacían sentir un poco incomoda, por un segundo se imaginó con uno de ellos puesto, caminando de la mano de Jon por las playas de la costa de Dorne. Lamentablemente, tan pronto como esos pensamientos llegaron, tambien se esfumaron, pues ella sintió que alguien chocaba con ella.

Girando su cabeza, la hija del rey loco miró a quien había chocado con ella y se sorprendió mucho al ver a un joven que llevaba una pieza de armadura, más precisamente un peto. El muchacho no parecía tener más de diez años y tenía el cabello rubio claro, casi siendo platino, sus ojos eran azules, pero parecían ser purpuras si se miraban desde cierto ángulo.

"Hay, eso dolió." Dijo el joven mientras se paraba, pues tras golpear a Daenerys había caído al suelo. Cuando el joven se levantó, miro a Daenerys y estuvo por hablarle, pero se quedó en completo silencio cuando vio a fantasma.

Los ojos del joven se abrieron en shock cuando vio al lobo, pues por un segundo creyó ver a un lobo huargo. Sin embargo, cuando vio mejor, se dio cuenta de que era un lobo normal. Aun así, el no miró a la bestia con miedo, sino que lo hacía con curiosidad.

"Lamento haberla golpeado, mi lady." Dijo el joven, llamando la atención de Daenerys.

"No te preocupes…"

"Oh, cierto, olvide presentarme. Me llamo Edric, Edric Dayne. Soy el hijo de Lord Ulrik Dayne y a su vez su heredero."

Al momento en que Daenerys escuchó aquel nombre sus ojos se abrieron gracias a shock de saber que frente a ella tenía al primo de Jon, pues la madre de este era la hermana del Lord de Starfall. La mente de la joven no sabía que hacer, una parte de ella quería decirle a este joven que Jon estaba aquí, pero otra no. La parte que no quería decir nada de Jon argumentaba que era posible que los Dayne no quisieran saber nada de Jon. Sin embargo, no pudo pensar mucho en la relación de Jon con su familia materna, pues Edric le hizo una pregunta.

"Disculpe, pero quisiera saber. ¿Cómo se llama tu lobo?"

"Se llama Fantasma y no es mi lobo." Respondió Daenerys con una sonrisa.

"Ya veo…" Dijo Edric mientras veía alobo nuevamente y ponía una mirada triste en su rostro, la cual fue notada por Daenerys.

"¿Sucede algo, Lord Dayne?" preguntó Daenerys, queriendo saber que pasaba con el joven.

"Ahh… no, solo que este lobo me hace pensar en los lobos huargos y como son un tema un poco complicado en mi familia." respondió Edric, tratando de poner una sonrisa, pero fallando horriblemente.

"¿Cómo así?"

"Mi familia al igual que la mayoría de los dornienses no tienen ningún amor por el rey baratheon, pero a diferencia de muchos de los que viven en Dorne, no tenemos el mismo resentimiento con una de las casas que lo llevaron al poder."

"Ya veo… así que supongo que esta casa tiene algo que ver con los lobos huargo, ¿verdad?"

"Asi es. Por la forma en como no pareces conocer sobre las casas de Westeros supongo que eres de Essos, ¿verdad…? Disculpe mi falta de modales, pero se me olvido preguntar su nombre. ¿Podría por favor decirme como se llama, mi lady?"

"Me llamo Dany." Respondió Daenerys, usando el nombre con el que su hermano solía llamarla en el pasado.

"Ya veo. Es un gusto entonces, Lady Dany." Dijo Edric con una sonrisa, para luego comenzar a contarle la relación que tenía su familia con los miembros de la casa que tenía como emblema un huargo.

Daenerys puso una sonrisa al ver como el joven Dayne comenzaba a hablar sobre la casa de Jon, contándole también algo más personal para él. El joven Dayne le había contado como su tía Allyria le había contado como es que Lord Eddard y Lady Ashara se había enamorado en Harremhall. Le contó cómo es que, en medio de la rebelión de Robert, después de que mataran a Brandon Stark, la princesa Elia Martell había despedido a Lady Ashara de su servicio como dama de compañía y como su tía en vez de volver rápidamente a Starfall, se había dirigido hacia Riverlands, esperando llegar al campamento Stark para hablar con Lord Eddard. Sin embargo, pese a que su tía había llegado justo antes de la batalla del Trident, ambos nobles no solo hablaron, sino que esa noche compartieron un momento de pasión, momento en el que su primo Jon Snow había sido concebido. Tras aquello, el joven Dayne comentó lo que ya sabía sobre la guerra, llegando hasta la fecha en que Lord Stark había llegado a Starfall. Sin embargo, el joven no pudo continuar, pues en ese momento recordó algo importante y eso era la razón por la que estaba corriendo en un principio.

"¡AHHH! ¡Lord Beric se va a enojar por no llevarle su peto a tiempo!" gritó Edric mientras comenzaba a hiperventilar. Cuando logró calmarse un poco, miró a Daenerys y mientras movía sus pies de manera incomoda, se despidió de manera apresurada. "Lamento cortar esto de manera abrupta, pero tengo que irme. Soy el escudero de un Lord y él me había pedido que le lleve su peto para que se prepare para el torneo que se celebrara en una semana. Asi que tengo que llevar esta armadura para que se la pruebe Lamento esto, Lady Dany, pero tengo que correr. Hasta otra ocasión."

Daenerys miro con cierta diversión como el joven corría hacia el castillo de Sunspear. Mientras lo veía correr, la mente de la joven Targaryen estaba sumida en la historia de amor de Lord Stark y lady Dayne. Sabía que ella podía contarle a Jon esto, pero sintió que lo mejor sería hacer que lo oiga de sus parientes.

'Por la forma en que habló, es posible que los Dayne aprecien a Jon. Asi que lo mejor sería reunirlo ahora, aprovechando que hay un miembro de esa casa aquí. Sin embargo, la pregunta es… ¿Cómo?' pensó Daenerys mientras se llevaba la mano a la barbilla pensado. Estuvo pensando un buen momento, pero al final recordó algo en especial. 'Claro, parece que habrá un torneo en unas semanas. Si Jon participa con su verdadero nombre es posible que pueda reunirse con su familia materna. Afortunadamente, el me prometió que participaría en un torneo, para que pueda ver cómo es todo el trajín.'

Tras aquellos pensamientos, Daenerys comenzó a pensar en cómo hacer que Jon se inscriba.Mar del Verano 297 AC

Las suaves olas del mar mecían casi de manera cariñosa al «StarWolf», el cual surcaba velozmente las aguas en dirección hacia el sureste… o al menos ese debería de haber sido su objetivo, pero en realidad se encontraban navegando hacia el noroeste. Este improvisto cambio de destino se debió a que partían hacia esa dirección como petición final de la sacerdotisa que habían conocido en la isla de Tall Trees Town.

'Aun no comprendo cómo es que logró que yo aceptara esto.' pensó Jon con molestia mientras miraba el mar frente a sus ojos. Al ver como el mar reflejaba el casco del barco, Jon puso una mirada de nostalgia mal disimulada, pues se sentía algo raro al saber que estaba yendo de manera voluntaria a la tierra natal de su madre. 'Aunque eso está un poco lejos de la verdad. Si bien es cierto que me dirijo a Dorne, no me estoy dirigiendo a Starfall, sino que me dirijo a Sunspear.'

La razón por la que se dirigían a ese lugar era simple, y es que una de las conocidas de Jasalla había reconocido la marca del herrero una de las armas que habían logrado recuperar de aquella fortaleza subterránea que habían asaltado no hace mucho. Según las palabras de la mujer, dicha marca le pertenecía a un herrero que vivía en Sunspear y este era famoso por fabricar y vender armas de factura simple, pero de buena calidad en cantidades muy altas.

Al oír aquello, Jasalla les pidió un último favor, aquel favor fue el de descubrir a ese hombre y hacerle saber que había perdido a su cliente en Tall Trees Town. Por mucho que quisiese negarse, el pago por esta pequeña misión ya había sido entregado.

'Fue muy lista esa mujer, incluir el pago de este trabajo con el pago de la ayuda anterior, fue una buena forma de contratar nuestra ayuda de manera discreta.' pensó Jon con una sonrisa algo molesta en el rostro. 'Supongo que, si dejo de lado esta misión algo absurda, es algo interesante conocer la capital de Dorne. Tal vez, si tengo suerte es posible que me tope con algún conocido de mi madre o tal vez con algún miembro de la casa Dayne.'

Tras aquel pensamiento, el aprendiz del último Dovahkiin se levantó de donde estaba apoyado y se dirigió a ritmo moderado hacia la sala de navegación, pues quería visualizar cuantas millas faltaban para su llegada a Westeros.

Mientras Jon y el resto hacían los suyo en el barco, en medio de la bodega de carga, en una habitación secreta cuya entrada solo podía ser vista por los tripulantes del «StarWolf», se encontraba Daenerys. La joven Targaryen iba vestida con su ropa normal, solo que, sin el corse de cuero endurecido, lo que permitía ver que su camisa blanca era más grande de lo que debería ser, quedándole muy holgada.

La descendiente de una de las cuarenta familias del feudo franco se encontraba haciendo su tarea cotidiana en el barco, la cual se trataba de mantener el barco limpio y ordenado…. bueno, la verdad es que solo debía de mantenerlo ordenado, ya que este barco estaba encantado para casi limpiarse de manera automática. Fue gracias a ello que ella tenía bastante tiempo libre para poder entrenar con su espada y para aprender con Samwell sobre muchas cosas de Westeros. Sin embargo, si bien su cuerpo estaba que hacia las tareas que tenía que hacer, su mente estaba enfocada en otra cosa. Y es que ella, al igual que el resto de la tripulación, había recibido un regalo por parte de la sacerdotisa.

Los regalos que cada uno de los miembros de la tripulación fueron un poco de dinero y varios objetos hechos de «Aurocorazon». Aunque, no solo recibieron eso, pues todos recibieron una especie de profecía sobre el amor. Las profecías de cada uno fueron dichas en secreto. Al pensar en esa profecía, la mente de Daenerys comenzó a viajar hacia ese momento en específico.

Flashback

Los ojos de Daenerys estaban fijos, viendo a Jasalla, la cual estaba sentada con las piernas cruzadas y los ojos cerrados frente a una estatua de una mujer, la cual tenía varios pechos. La habitación donde se encontraban era muy, pero muy lujosa, poseyendo el piso cubierto de puro mármol pulido, junto con incrustaciones de oro y joyas preciosas en todos los pilares, dando formas de vides y otras plantas exóticas. El incienso llenaba el lugar, permitiendo que el a nariz de Daenerys hormiguease ante el aroma de este, pues este olía como a frutas del bosque.

Mientras Daenerys esperaba su profecía, Jasalla estaba en comunión con la diosa del amor y de la fertilidad de su pueblo, esperando recibir de ella algún susurro que le permita saber cuál sería el futuro amoroso de la joven princesa. Mientras su mente estaba en trance, un suave viento ingresó a la cámara, provocando que la sacerdotisa abriese los ojos, pues había escuchado los susurros de su diosa, la cual le había dicho cuál sería el destino amoroso de la joven. Poniéndose de pie, Jasalla comenzó a caminar hacia Daenerys y cuando estuvo frente a ella, movió sus manos y tomó las de la princesa de manera amable.

"Parece que ya se cual será tu futuro amoroso…. Pero antes de decírtelo, quiero saber algo. ¿Estas dispuesta a conocerlo o prefieres que siga siendo un secreto?"

La forma en que la sacerdotisa hablaba causó preocupación en Daenerys, la cual no supo que contestar de manera inmediata. Sin embargo, traes llenarse de valor decidió preguntarle, pues quería saber que le deparaba el futuro. Si bien su futuro amoroso no era algo muy importante para ella ahora mismo, quería saberlo para tratar de discernir que es lo que podría pasar con ella en otros aspectos, ya que después de todo, el amor a veces suele ir ligado a otros temas.

"Si, quiero saberlo." Respondió Daenerys de manera seria, sin ningún tipo de titubeo en su voz.

"Ya veo…" Dijo Jasalla mientras soltaba un suspiro. "Tu destino antes era más claro, amarías a tres personas, cabalgarías tres monturas, una para el lecho, otra para la muerte y una para el amor. Encenderías tres fuegos, uno por la vida, otro por la muerte y otro por el amor… sin embargo, las alas de un dragón han cambiado las corrientes del tiempo. Tu futuro es cambiante, pero hay algo fijo en todo, tu estas en una habitación con paredes purpura cuyas velas altas iluminan las paredes y estás sentada en un simple banco de ébano. Ahora, se perciben tres futuros, uno donde estas sola en aquella sala, tu rostro muestra la severidad de una reina, pero tus ojos muestras tristeza y soledad. El segundo, te muestra a ti junto a una pequeña niña de cabellos plateados y ojos purpuras, en esta visión, tu rostro muestra felicidad, pero hay ocasiones donde se ve algo de tristeza en ellos. Finalmente, el tercero, en esta visión no estás sola, sino que tienes a la misma niña de antes contigo, pero ahora hay un hombre a tu lado."

Daenerys, quien había estado escuchando atentamente todo esto, entendió un poco a lo que se refería Jasalla con cada una de las profecías que mencionaba. Al parecer, ella tenía tres destinos en su futuro, uno donde terminaría sola, otra donde tendría a una hija, pero cuyo padre no estaría con ella, mientras que la última era donde ella tendría a su familia completa. El saber que llegaría a amar a alguien al punto de formar una familia con el provocó que ella sintiese curiosidad por el hombre que la acompañaría. Así que, mirando a Jasalla, le preguntó por él.

"Me temo que su rostro no me es visible." Respondió Jasalla con un poco de pesar en su voz.

"Ya veo…"

"Sin embargo, pese a que no se me es posible ver su rostro, si puedo ver que es alguien en quien confiaras plenamente."

Fin Flashback

"Ahh…. Si bien sé que posiblemente terminare casándome con alguien por conveniencia o por mi supervivencia, si me dieran a elegir, creo que elegiría a Jon." susurró Daenerys luego de soltar un suspiro.

La idea de casarse con Jon era algo que ella esperaba que se cumpliera, ya que dejando de lado el nacimiento de Jon, una unión con el traería muchos beneficios a largo plazo, tal como una posible alianza con el Norte que debilitaría un poco al «Usurpador», esto en caso de que deseara recuperar el trono de hierro. Además, Jon de por sí ya era un elemento a tener en cuenta. Si bien ella nunca lo había visto pelear, ella sabía que él era muy fuerte, hasta qué punto, esperaba verlo algún dia.

Sin embargo, sintiendo que estaba pensando de más en esto de su futuro amoroso, Daenerys negó con la cabeza y volvió a enfocarse en lo suyo. Asi que, siguiendo con su labor, Daenerys limpio la habitación hasta que su escoba tocó algo. Mirando al objeto con el que la escoba impactó, la joven se asombró al ver que había golpeado un estante. Dicho estante parecía más un exhibidor, pues permitía ver lo que allí dentro había.

El interior del exhibidor permitía ver el contenido del mueble, el cual era las dos de las cinco piedras sellas que necesitaba Jon para ir a Valyria.

"Asi que estas son las famosas piedras sello." Dijo Daenerys, la cual dejó de estar haciendo lo que hacía y se acercaba a la vitrina. Cuando estuvo frente a las piedras, sus ojos se maravillaron con lo hermosas que eran, pues parecían gemas que no habían sido pulidas por manos humanas.

La belleza de estas piedras fue tal que provocaron que Daenerys extendiera de manera inconsciente una de sus manos, en un intento de tocar una. La mano de la princesa se acercó a una de las gemas y cuando la tocó, sintió que su mente se desvanecía.

Cuando ella volvió a abrir los ojos, vio con asombro que ya no estaba en el barco.

Ante los ojos de una sorprendida Daenerys se encontraba lo que se podría llamar una gran planicie llena de verdes pastos, los cuales se extendían hasta donde llegaba la vista. Al ver este paisaje, Daenerys se sintió rara, ya que sintió que este lugar era como un hogar para ella. Sin embargo, cuando estuvo por dar unos pasos, escuchó una voz susurrar.

«Descendiente del conquistador, tu destino antes fijo incierto ahora es. Cuando a las tierras del mar verde llegues, una elección que al mundo cambiara deberás de tomar. Tres arpías sobre el cielo vuelan, cuya sombra al mundo de cadenas llena, dejando hijos con llantos que solo una madre consuela. Tu corazón y amor a un lobo querrás dar, pero el corazón de este muy fragmentado esta. Al final del viaje solo tres opciones para el quedaran, soledad y aventura sin fin, una fortaleza y una esposa o una corona y una gran familia. Para un buen final obtener, no solo a los dioses habrá que rezar, sino que al lobo se tendrá que domar.»

Cuando la última de las palabras fue dicha, Daenerys fue envuelta por una gran luz, la cual le hizo volver a la realidad.

Al percatarse de que estaba en la sala donde estaban las piedras sello, Daenerys parpadeó confundida, pues no entendía lo que esas palabras significaban. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para pensar en ellas, pues escuchó las pisadas de alguien acercándose. Alejando su mano de manera rápida, Daenerys tomó su escoba y comenzó a barrer por el lugar suavemente.

La puerta de la habitación se abrió y Daenerys pudo ver que las pisadas le pertenecían a Jon, el cual solo parpadeó confundido al verla.

"Daenerys… no esperaba verte aquí." Dijo Jon con un ligero toque de sorpresa en su voz.

"H-hola Jon." saludó Daenerys mientras trataba de calmarse, pues ella había roto una de las reglas que Jon había impuesto. Dicha regla era que no tocaran de manera continua dichas piedras, sobre todo la segunda ya que no sabían que podía pasar. "¿Qué te trae por acá?"

La forma en como le hablaba Daenerys provocó que Jon levantara una ceja con curiosidad. Por lo que, comenzó a acercarse a ella y cuando estuvo a escasos centímetros, llevó una mano al hombro de la joven.

El cuerpo de Daenerys se sintió raro, pues sintió una corriente eléctrica lo recorría por completo. Aquella sensación la dejó confundida, pero para su mala suerte, en aquel momento su mente recordó una de las palabras que escuchó hace unos instantes. Al recordar que su corazón a un lobo iba a intentar dar, ella comprendió que ella intentaría formar una relación con Jon. Al pensar en ello, sintió su corazón acelerarse y sus mejillas arder.

Jon miró confundido como el rostro de Daenerys se volvía rojo, lo que conllevó a que sintiera preocupación por ella. Asi que, acercando su mano a la frente de la princesa, le hizo una pregunta. "Daenerys, ¿Estas bien?"

Las palabras de Jon provocaron que Daenerys regresara a la realidad. Lo que causó que ella mirase a Jon y negara con la cabeza mientras hablaba. "Tranquilo. No es nada solo me sentí un poco mareada nada más."

Aquellas palabras provocaron que Jon levantara una ceja en confusión y preocupación, lo que hizo que le preguntase si estaba segura.

"Si, tranquilo. No es nada." Respondió Daenerys con una sonrisa.

"Si tú lo dices."

Tras aquellas palabras, ambos se quedaron en un cómodo silencio, el cual fue roto por Daenerys.

"¿Cuánto falta para que lleguemos a Sunspear?" preguntó Daenerys, sintiendo un poco de alegría por estar en otra región de Westeros, una que se había mantenido leal a su familia durante la rebelión de Robert.

"Un par de horas. ¿Qué planeas hacer cuando lleguemos?" preguntó Jon, quien miró de manera analítica a Daenerys. Puede que la haya hecho parte de su tripulación, pero eso no quiere decir que no desconfié de ella un poco, sobre todo cuando estén en un lugar que había sido leal a los Targaryen hasta el final.

"No lo sé, tal vez pasear algo por la ciudad y comprarme algunas cosas." respondió de manera simple Daenerys, pues eso era lo que quería hacer.

"Ya veo…. ¿Te parece si envió a Fantasma contigo para que te sirva de protección extra?"

"Claro." respondió Daenerys con una sonrisa en su rostro, ya que pese a que se había asustado con el lobo cuando lo conoció, ahora mismo le encantaba estar con él.

"Vale. Supongo que lo mejor será dejarte con lo tuyo, para que termines pronto y puedas ir a asearte y cambiarte para cuando lleguemos a Dorne."

"Está bien."

Tras aquella respuesta, Jon asintió y se fue del lugar, dejando a Daenerys sola con sus pensamientos.

Sunspear 297 AC

El implacable sol de Dorne estaba en todo lo alto, iluminando tanto el palacio como el pueblo que estaba a sus pies. Caminando por uno de los callejones de la infame «Shadow city», se podía ver a Jon, el cual estaba solo en esta ocasión el resto de sus amigos estaban en otras zonas de la ciudad, buscando al herrero, ya que no sabían dónde estaba, mientras que Daenerys se encontraba con fantasma curioseando por el lugar.

Los pasos de Jon eran firmes, pero rápidos. El actualmente vestía la ropa que solía vestir cuando estaba en zonas de mucho calor, una túnica con capucha, la cual no tenía mangas y era de color negro, junto con pantalones marrones oscuro, siendo ambas prendas de lino, lo que permitía que fuesen más frescas que muchas de sus otras prendas. Sin embargo, eso no hacía nada por Jon, el cual sentía que quedaría tan seco como una pasa muy pronto.

'Nota personal, por muy medio dorniense que sea, no estoy hecho para tanto calor.' Pensó Jon mientras doblaba por una esquina, llegando a una herrería.

La herrería que tenía en frente se diferencia de muchas otras que Jon había visto, pues no era un gran edificio en cuanto a riqueza o diseño, pero si en tamaño. La puerta parecía ser de simple roble y las chimeneas que se encontraban al extremo más alejado de la construcción emanaban constantemente humo, lo que indicaba que las fraguas estaban en ese lugar y estaban muy activas.

"Probemos con esta fragua." Dijo Jon mientras se acercaba a la herrería y tocaba la puerta.

Tras esperar unos pocos segundos, el hijo de Ned Stark vio que la puerta se abría y se asomaba por allí una cabeza. La cabeza le pertenecía a un joven de unos veinte años, el cual tenía la piel aceitunada y los cabellos negros.

"Si, ¿Qué desea?" preguntó el joven, el cual tenía un muy marcado acento dorniense.

"Buenas, estoy buscando al herrero que ha hecho esta espada." Respondió Jon mientras desenfundaba la espada que llevaba atada a su cinturón, para luego entregársela al joven.

El joven tomó la espada y miró la marca del herrero y asintió mientras hablaba. "Si, mi maestro es el herrero que ha forjado esta espada."

"Ya veo. ¿crees que podría hablar con él?" preguntó Jon, usando un tono amigable en su voz.

"¿Por qué motivo?"

"Quisiera saber si está disponible para que me forje algunas armas?"

El joven miró a Jon tras aquellas palabras y tras meditar unos segundos, asintió, permitiéndole a Jon entrar una vez que la puerta estuvo completamente abierta.

Jon siguió al joven aprendiz por la herrería, cuyo interior consistía en paredes cubiertas de yeso y pintadas de blanco, donde docenas de estantes que exhibían armas de todo tipo, maniquíes con armaduras de placas, escamas o cotas de malla, junto con brazales, gorjales, grebas y cascos. Todos de aspecto simple, pero de calidad más que decente a simple vista.

Tras caminar varios metros, Jon terminó llegando a donde estaba el lugar donde sucedía todo y lo que Jon vio lo asombró. Cuando escuchó que este herrero podía sacar varias piezas de armaduras en pocos días, el no supo cómo lo lograba, pero al ver el taller, entendió como sucedía. El herrero había implementado una simple, pero efectiva cadena de producción donde se podía ver a sus ayudantes trabajar en diversas partes de armaduras cuyos aspectos eran similares.

'Ya veo, trabaja con moldes para darle forma al acero cuando este está caliente. Una idea más que increíble, ya que así reduce mucho el esfuerzo y el tiempo necesario para cada pieza.' Pensó Jon mientras caminaba hacia donde estaba el maestro herrero.

El maestro herrero era un hombre de unos treinta años, casi llegando a los cuarenta. Su cabeza estaba casi calva, llevando una pequeña ristra de cabello negro con vetas plateadas. En su rostro, una espesa barba negra con vetas plateadas escondía una pequeña papada, pues el maestro herrero tenía un pequeño vientre, signo inequívoco de que estaba subido algunos kilos. La ropa del herrero era como la de muchos dornienses, es decir colorida. Su túnica era de color verde brillante y sus pantalones eran negros. Un mandil de cuero negro complementaba su vestimenta.

"Maestro, este joven trae una espada con su firma. Dice que está aquí para contratar sus servicios."

La voz del joven provocó que el herrero lo mirase. Al posar sus ojos en Jon, el herrero dejó lo que estaba haciendo y se acercó a él. Sus pasos eran lentos y algo pesados, pero firmes. Cuando llegó a estar frente a Jon, este le saludo de una manera un tanto seca.

"Buen dia, joven. Me llamo Ambrose y soy el jefe herrero de este lugar."

Jon miró al herrero y sonriendo mentalmente, se dio cuenta de que él era un hombre practico y simple, el cual parecía que aceptaría cualquier trabajo si el cliente tenía el dinero para pagarlo.

'Ya veo…. Un hombre discreto y algo de fiar…. Algo poco común en esta época.' Pensó Jon con algo de diversión. Tras aquel pensamiento, Jon decidió presentarse. "Buenas, buen herrero. Me llamo Jon y de ser posible quisiera tener una charla privada con usted."

"Una petición algo desmedida para un simple comprador." Dijo el herrero con algo de desagrado en su voz. "Si solo ha venido para molestarme con eso, le pido que se vaya. Mi trabajo es pesado y no tengo tiempo para desperdiciarlo con un simple comprador como usted."

Tras aquellas palabras, Jon vio como Ambrose se daba la vuelta y volvía a lo suyo. Al ver que comenzaba a caminar hacia donde había estado previamente, Jon decidió detenerlo en secó haciéndole saber que sabía de aquel trato que tenía con Koroxhar.

"Bueno, la verdad es que no venía a comprar nada. Solo vine a decirle que dejé de enviar armas a Koroxhar ya que su comprador esta… digamos que esta indispuesto de forma permanente."

Las palabras de Jon provocaron que Ambrose se detuviera en seco y girara su cabeza lentamente. El bronceado rostro del dorniense se había vuelto tan pálido que fácilmente podría haber pasado por un norteño.

"¿Q-q-q-qué quieres decir?" preguntó Ambrose con algo de temor.

"Lo que escuchaste. Tu comprador ha muerto, por lo que tu pacto para recibir madera de aurocorazon como parte del pago de tus armas ya no está vigente." Respondió Jon acercándose con pasos lentos, a la par que lanzaba sobre sí mismo un hechizo llamado «Aura de terror», el cual era un hechizo creado por Edzard fusionando los hechizos de «miedo» y de «manto de ceniza». Este hechizo creaba una fina capa de Magicka, la cual estaba hecha de una ceniza de color rojo, la cual enviaba pequeñas motas de ceniza, las cuales se expandían por el lugar, provocando que todos aquellos que estaban en su área de efecto viesen al lanzador con miedo. "La sacerdotisa de la isla me envió para hacerte saber que tu plan para obtener madera de Aurocorazon como recompensa por financiar ese intento de toma de poder ya no es viable y si persistes en comprar madera de contrabando, lo mejor que puedes hacer es dormir con un ojo abierto desde ahora."

"N-no te tengo miedo… Hablare con el príncipe D-Doran… y hare que te a-a-arresten..."

Al oír aquellas palabras, Jon vio con ligera sorpresa que el herrero, el cual estaba obviamente aterrado de solo verlo, se mostraba algo valiente y desafiante. Aquello provocó que Jon pusiese una sonrisa de oreja a oreja en su mente. Sintiendo que podía hacer algo más para terminar de amedrentar a este sujeto, comenzó a caminar por el lugar hasta que llegó a donde estaba un yelmo de placas de acero. Mirando al herrero, la mano derecha de Jon tomó el yelmo y colocándolo entre sus dos manos, comenzó a ejercer presión en dicho objeto.

El sonido del metal chirriante se hizo presente mientras los ojos de los que estaban en la herrería miraban con total horror como el metal cedía lentamente. Para cuando terminó de hacer eso, Jon dejó caer la pieza de armadura, la cual hizo un ruido sordo al chocar con el suelo.

El sonido del otrora casco, el cual se había convertido en una especie de pelota mal hecha de acero, fue acompañado de otro sonido. Dicho sonido era el que hacían los intestinos cuando se aflojaba. Esto era el signo inequívoco de que el herrero se había cagado en los pantalones por el miedo. Sin embargo, la peste que llenó las fosas nasales de Jon le confirmaron que no fue el único, ya que parecía que todos los que estaban en la herrería se habían cagado en los pantalones.

Tras aquel suceso, jon comenzó a caminar hacia el herrero y cuando estuvo frente a él, se acercó a su oído y le susurró. "Espero que no me obligues a hacer eso con tu cabeza."

El herrero dio unos pasos hacia atrás tras oír la amenaza de Jon y terminó tropezando, lo que lo llevó a caer de trasero contra el suelo.

"S-si… dígale a esa mujer que no hare otro trato de ese tipo con nadie de la isla." Respondió entre tartamudeos el herrero, el cual seguia presa del pánico generado tanto por el hechizo como por lo que vio a Jon hacer hace unos instantes.

"Bien." Dijo Jon para comenzar a caminar hacia la salida de la herrería.

Cuando puso un pie fuera de aquel edificio, Jon caminó rápidamente hacia uno de los callejones que había por la ciudad. Cuando vio que estaba solo, se apoyó en la pared y sacándose la capucha, dejó soltar una sonora carcajada.

"¡Ja, ja, ja! ¡Por los dioses! ¡La cara de ese hombre no tenía precio!" rio divertido Jon. Puede que lo había hecho hacer estuviera mal y que fuera poco honorable, pero él no había ido con la intención de matarlo, no, solo había ido con la intención de darle un buen susto. Y la reacción que hizo el hombre al recibir el mensaje fue divertida.

Cuando por fin terminó de reír, Jon miró hacia el cielo y comenzó a pensar.

'Si bien el negocio de ese tipo fue algo turbio, conocer a alguien que puede forjar tal cantidad de armaduras y armas es algo que debo de tener presente, pues nunca se sabe cuándo pueden ser necesarios estos contactos.' Tras aquel pensamiento, Jon se volvió a poner la capucha y comenzó a irse del lugar.

A la par que Jon y sus amigos estaban buscando en las diversas herrerías, Daenerys se encontraba caminando por el bazar o el mercado de la Shadowcity. Los ojos de la joven Targaryen estaban llenos de emoción mientras veía las tiendas llenas de mercaderías, a la par que miraba como los mercaderes intentaban llamar la atención de los posibles clientes.

"¡Por aquí señorita! ¡Tenemos telas provenientes de Myr y de Volantis!"

"¡Aquí solo vendemos el mejor vino dorniense, no esa agua roja del Reach!"

"¡Venga, venga! ¡Aquí tenemos las mejores naranjas sanguínas de este lado del Greenblood!"

"Vaya…. Todo es tan colorido." Dijo con asombro Daenerys mientras miraba los puestos y a las personas, cuyas vestimentas eran coloridas. "Tu tambien crees que es colorido, ¿Verdad Fantasma?"

Tras aquella pregunta, la joven Targaryen miró al lobo que la acompañaba.

Fantasma estaba sentado plácidamente al lado de Daenerys, la cual estaba en medio de toda la plaza. SI bien la apariencia del infame lobo huargo habría llamado la atención de varias personas que estaban pululando por la zona, el lobo no había causado revuelo gracias a que Jon lo había reducido de tamaño para que pasase algo desapercibido. Sin embargo, todos podían ver que no era un perro, sino que era un lobo, algo que, si llamaba algo la atención, menos que un huargo, pero lo suficiente como para que los niños y adultos cercanos se preguntaran porque ella tenía un lobo de mascota.

"Je, je, je… parece que creen que soy tu dueña, fantasma." Rio divertida Daenerys mientras miraba al lobo, el cual soltó un resoplido divertido al escuchar aquello.

La forma en como respondió fantasma provocó que ella si sintiese indignada. Asi que, acercándose al lobo, se agachó y haciendo un puchero, comenzó a regañarlo con voz baja.

"Fantasma, malo. No te comportes así."

Pese al regaño de Daenerys, la única respuesta que dio el lobo huargo fue la de bostezar perezosamente, para luego levantarse y comenzar a caminar, alejándose de ella.

Por un instante, Daenerys se preocupó cuando lo vio alejarse de ella, pero al ver que el ritmo con el que se iba era lento, entendió que él se había aburrido de estar allí. Sintiendo que podía estar en peligro sin su protector animal, Daenerys comenzó a seguirlo.

El dúo de bestia y mujer caminaron por los polvorientes callejones de la Shadowcity, observando sus casas. A diferencia de las ciudades que había visto Daenerys en Essos, esta ciudad podía considerarse como fea y extraña. Esto se debía a que las casas no estaban construidas de manera ordenada, sino que todas estas se construían siendo apiladas sobre las otras. Sin embargo, pese a eso, la ciudad tenía un encanto único.

Mientras continuaban caminando por las calles de la ciudad, Daenerys y fantasma ingresaron a una calle, en la cual había varias tiendas. Sin embargo, a diferencia de las tiendas del mercado, estas parecían estar dirigidas a nobles, ya que todas las casas que ofrecían productos mostraban cierta opulencia.

Sintiendo que su curiosidad por lo que allí había, Daenerys comenzó a caminar hacia una de las tiendas y cuando llegó a ella, vio que se trataba de un lugar donde ofrecían vinos.

"¿Hay algo que desee comprar, bella dama?" llegó la voz del mercader, la cual sonaba como suave como la seda y melosa como la miel.

La repentina aparición de este mercader tomó por sorpresa a Daenerys, la cual se sobresaltó y se llevó una mano a la parte trasera de su cinturón, lugar donde tenía una daga. Dicha daga era un arma simple, es decir, era un arma con una hoja de doble filo de unos quince centímetros de diámetro, el cual tenía una especia de nervio en medio de la hoja, el cual servía apa darle más resistencia. La guarda era una simple pieza de acero pulido, el cual tenía pequeñas cabezas de dragón talladas en cada extremo, mientras que la empuñadura era de madera de pino, cubierta de cuero negro, el cual era suave al tacto. Finalmente, el pomo tenía la forma de cabeza de dragón y estaba hecho con obsidiana rellana de plomo, para así darle balance al arma.

Al ver que solo era el vendedor, Daenerys volvió a guardar el arma, pues no la necesitaría. Asi que, ya con su arma enfundada, comenzó a tomar pequeñas respiraciones con las cuales comenzó a calmarse. Cuando estuvo lo suficientemente calmada, ella miró al mercader y sintiendo curiosidad por lo que vendía, le preguntó qué era lo que ofrecía.

"Solo los mejores tintos dornienses, jovencita. Verdaderos vinos con mejor sabor que esa agua roja de la que tanto se enorgullecen los del Reach." Dijo el mercader, casi escupiendo al mencionar lo del agua roja del reach.

Si bien Daenerys casi nunca había probado vinos en su vida, de los pocos vinos que había bebido, uno era el famoso albor Gold, por lo que no sabía que decir a lo que mencionaba el comerciante. Sin embargo, sintiendo que debía de saber si era cierto, decidió comprar uno de los mejores vinos que tuviese. Asi que, metiendo su mano en su bolsa mágica, la cual le había regalado Jon recientemente. De dicha bolsa, sacó unos cuantos dragones de oro y los colocó sobre el mostrador.

"Quiero que me des la mejor botella de vino que tengas por esta cantidad de dinero." Dijo Daenerys con voz firme y segura, con la cual trataba de mantenerse orgullosa frente al mercader.

Los ojos del mercader brillaron como estrellas en la noche cuando escuchó a Daenerys decir eso. Con una velocidad que se esperaría en alguien como el, pues era un hombre gordo, comenzó a moverse por su tienda, dándole órdenes a sus ayudantes.

Tras varios minutos, el mercader volvió con una botella de vino, la cual estaba cubierta de polvo.

"Esta es la mejor botella que tengo para el dinero que ofertas, jovencita." Dijo el mercader con una sonrisa de orgullo. "Este vino fue embotellado durante el reinado del rey Jaehaerys II, por lo que tiene un añejamiento de más de treinta años "

Al escuchar el nombre de su abuelo, Daenerys se sintió en conflicto. Por una parte, estaba feliz por ver algo que había sido hecho durante el reinado de su familia, pero tambien sintió algo de ira, pues Sam le había contado que sus padres habían sido forzados a casarse por su abuelo, todo porque había oído de una bruja del bosque que el príncipe que fue prometido nacería del linaje de Rhaella y de Aerys, provocando que su madre sufriese mucho durante su vida. Sin embargo, queriendo tener esa botella en su poder, le entregó el dinero al comerciante y tras tomar la botella, comenzó a alejarse.

Ella y fantasma caminaron por las otras tiendas viendo que otras cosas ofrecían. Si bien la mayoría ofrecía vinos y joyería, había algunas que vendían otro tipo de mercadería. Dicha mercadería era ropa dorniense, la cual era muy atrevida ante los ojos de Daenerys, ya que de algunos de los atuendos que se exhibían se podía ver un poco más de piel de la que la decencia permitía. Sin embargo, pese a que verlos la hacían sentir un poco incomoda, por un segundo se imaginó con uno de ellos puesto, caminando de la mano de Jon por las playas de la costa de Dorne. Lamentablemente, tan pronto como esos pensamientos llegaron, tambien se esfumaron, pues ella sintió que alguien chocaba con ella.

Girando su cabeza, la hija del rey loco miró a quien había chocado con ella y se sorprendió mucho al ver a un joven que llevaba una pieza de armadura, más precisamente un peto. El muchacho no parecía tener más de diez años y tenía el cabello rubio claro, casi siendo platino, sus ojos eran azules, pero parecían ser purpuras si se miraban desde cierto ángulo.

"Hay, eso dolió." Dijo el joven mientras se paraba, pues tras golpear a Daenerys había caído al suelo. Cuando el joven se levantó, miro a Daenerys y estuvo por hablarle, pero se quedó en completo silencio cuando vio a fantasma.

Los ojos del joven se abrieron en shock cuando vio al lobo, pues por un segundo creyó ver a un lobo huargo. Sin embargo, cuando vio mejor, se dio cuenta de que era un lobo normal. Aun así, el no miró a la bestia con miedo, sino que lo hacía con curiosidad.

"Lamento haberla golpeado, mi lady." Dijo el joven, llamando la atención de Daenerys.

"No te preocupes…"

"Oh, cierto, olvide presentarme. Me llamo Edric, Edric Dayne. Soy el hijo de Lord Ulrik Dayne y a su vez su heredero."

Al momento en que Daenerys escuchó aquel nombre sus ojos se abrieron gracias a shock de saber que frente a ella tenía al primo de Jon, pues la madre de este era la hermana del Lord de Starfall. La mente de la joven no sabía que hacer, una parte de ella quería decirle a este joven que Jon estaba aquí, pero otra no. La parte que no quería decir nada de Jon argumentaba que era posible que los Dayne no quisieran saber nada de Jon. Sin embargo, no pudo pensar mucho en la relación de Jon con su familia materna, pues Edric le hizo una pregunta.

"Disculpe, pero quisiera saber. ¿Cómo se llama tu lobo?"

"Se llama Fantasma y no es mi lobo." Respondió Daenerys con una sonrisa.

"Ya veo…" Dijo Edric mientras veía alobo nuevamente y ponía una mirada triste en su rostro, la cual fue notada por Daenerys.

"¿Sucede algo, Lord Dayne?" preguntó Daenerys, queriendo saber que pasaba con el joven.

"Ahh… no, solo que este lobo me hace pensar en los lobos huargos y como son un tema un poco complicado en mi familia." respondió Edric, tratando de poner una sonrisa, pero fallando horriblemente.

"¿Cómo así?"

"Mi familia al igual que la mayoría de los dornienses no tienen ningún amor por el rey baratheon, pero a diferencia de muchos de los que viven en Dorne, no tenemos el mismo resentimiento con una de las casas que lo llevaron al poder."

"Ya veo… así que supongo que esta casa tiene algo que ver con los lobos huargo, ¿verdad?"

"Asi es. Por la forma en como no pareces conocer sobre las casas de Westeros supongo que eres de Essos, ¿verdad…? Disculpe mi falta de modales, pero se me olvido preguntar su nombre. ¿Podría por favor decirme como se llama, mi lady?"

"Me llamo Dany." Respondió Daenerys, usando el nombre con el que su hermano solía llamarla en el pasado.

"Ya veo. Es un gusto entonces, Lady Dany." Dijo Edric con una sonrisa, para luego comenzar a contarle la relación que tenía su familia con los miembros de la casa que tenía como emblema un huargo.

Daenerys puso una sonrisa al ver como el joven Dayne comenzaba a hablar sobre la casa de Jon, contándole también algo más personal para él. El joven Dayne le había contado como su tía Allyria le había contado como es que Lord Eddard y Lady Ashara se había enamorado en Harremhall. Le contó cómo es que, en medio de la rebelión de Robert, después de que mataran a Brandon Stark, la princesa Elia Martell había despedido a Lady Ashara de su servicio como dama de compañía y como su tía en vez de volver rápidamente a Starfall, se había dirigido hacia Riverlands, esperando llegar al campamento Stark para hablar con Lord Eddard. Sin embargo, pese a que su tía había llegado justo antes de la batalla del Trident, ambos nobles no solo hablaron, sino que esa noche compartieron un momento de pasión, momento en el que su primo Jon Snow había sido concebido. Tras aquello, el joven Dayne comentó lo que ya sabía sobre la guerra, llegando hasta la fecha en que Lord Stark había llegado a Starfall. Sin embargo, el joven no pudo continuar, pues en ese momento recordó algo importante y eso era la razón por la que estaba corriendo en un principio.

"¡AHHH! ¡Lord Beric se va a enojar por no llevarle su peto a tiempo!" gritó Edric mientras comenzaba a hiperventilar. Cuando logró calmarse un poco, miró a Daenerys y mientras movía sus pies de manera incomoda, se despidió de manera apresurada. "Lamento cortar esto de manera abrupta, pero tengo que irme. Soy el escudero de un Lord y él me había pedido que le lleve su peto para que se prepare para el torneo que se celebrara en una semana. Asi que tengo que llevar esta armadura para que se la pruebe Lamento esto, Lady Dany, pero tengo que correr. Hasta otra ocasión."

Daenerys miro con cierta diversión como el joven corría hacia el castillo de Sunspear. Mientras lo veía correr, la mente de la joven Targaryen estaba sumida en la historia de amor de Lord Stark y lady Dayne. Sabía que ella podía contarle a Jon esto, pero sintió que lo mejor sería hacer que lo oiga de sus parientes.

'Por la forma en que habló, es posible que los Dayne aprecien a Jon. Asi que lo mejor sería reunirlo ahora, aprovechando que hay un miembro de esa casa aquí. Sin embargo, la pregunta es… ¿Cómo?' pensó Daenerys mientras se llevaba la mano a la barbilla pensado. Estuvo pensando un buen momento, pero al final recordó algo en especial. 'Claro, parece que habrá un torneo en unas semanas. Si Jon participa con su verdadero nombre es posible que pueda reunirse con su familia materna. Afortunadamente, el me prometió que participaría en un torneo, para que pueda ver cómo es todo el trajín.'

Tras aquellos pensamientos, Daenerys comenzó a pensar en cómo hacer que Jon se inscriba.

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