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Compasión

"En el desierto de la región norte de la Nación, entre la ciudad M y ciudad S, a las cercanías de una gasolinera, se puede apreciar una pequeña capilla donde se adoraba a un auténtico Dios"

Esa era la descripción que un creyente de la deidad de la Compasión le dio a la protagonista femenina cuando le mencionaba el fundamento de su fe.

Aseguraba ser uno de muchos creyentes, aunque desconocía el paradero de los demás.

Más tarde, la protagonista femenina y el protagonista masculino lograron encontrar la capilla en el desierto y al resto de los creyentes de la deidad de la Compasión

Al entrar a la capilla, descubrieron que los zombis dentro de ella habían alcanzado el nivel 1.

Estos seres habían perdido toda racionalidad humana y habían derribado la barricada en la puerta, atacando sin dudar al grupo de refugiados que acompañaban a los protagonistas.

Al final de esa batalla, la protagonista femenina obtuvo la Lágrima de Dios, un artículo del tipo sagrado que su sistema descartó como una versión barata del Agua de Manantial del protagonista masculino.

El nombre de Lágrima de Dios fue introducido en el videojuego, nunca se le dio un nombre oficial en la novela. 

En el videojuego, se describió como un pequeño frasco sujeto a un colgante, lleno de un líquido cristalino que ofrecía una leve mejora a las habilidades sobrenaturales.

Este artículo fue olvidado hasta que el tercer clasificado mundial subastó un video donde mostraba cómo logró desentrañar la historia oculta detrás de la Lágrima de Dios y los creyentes de la deidad de la Compasión.

Todo a través de pequeñas pistas que estaban esparcidas tanto en la ciudad M como en la ciudad S.

La narrativa era profundamente trágica y llena de suspenso. Para completar esta hazaña, el tercer clasificado tuvo que reiniciar su partida al menos diez veces, pero la recompensa fue significativa: resolvió uno de los mayores enigmas de la historia de la novela.

La existencia de un dios en el mundo de la novela.

El video se subastó a un precio muy alto y bajo un acuerdo de confidencialidad.

Solo aquellos con los fondos suficientes pudieron hacerse con el poder oculto de la Lágrima de Dios y la historia oculta de los creyentes de la deidad de la Compasión.

La historia comienza en la ciudad S, donde todos los creyentes de la deidad de la Compasión, excepto uno que estaba de viaje en la ciudad M, fueron víctimas de una extraña gripe agresiva que afectaba a toda la ciudad.

Esta gripe era, en realidad, los primeros síntomas de la maduración del virus zombi dentro de sus cuerpos.

Los creyentes de la deidad de la Compasión tenían síntomas más graves que el resto de la ciudad S, por lo que buscaron respuestas a su sufrimiento.

El primer creyente, considerado como el único que podía escuchar la voz de Dios, les dijo que encontrarían la respuesta al construir una capilla en el desierto donde pudieran orar en silencio hasta su inevitable muerte.

En la capilla debían encerrarse, conservando así su humanidad hasta el final, incluso después de la muerte.

Obedeciendo esta instrucción, los creyentes partieron al desierto llevando consigo su mayor tesoro, la Lágrima de Dios, sin saber que este mismo artefacto agravaba su condición.

La influencia mágica de la Lágrima de Dios, así como la de muchos otros artículos, aceleraba el proceso de zombificación de quienes habían estado demasiado tiempo expuestos a ella.

Una vez encerrados en la capilla, comenzaron a orar en absoluto silencio. El virus que los aquejaba finalmente los transformó en zombis de nivel 0.

A pesar de su transformación, lograron preservar un último vestigio de humanidad: su fe inquebrantable en Dios.

De cierta forma haberse aislado así del mundo, logró retrasar el fin del mundo y salvar a muchas personas en la ciudad S.

Según el diario del primer creyente, la Lágrima de Dios no debía ser tocada por manos de un ladrón, o perdería su brillo.

Entonces eso fue lo que nos llevó al presente.

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Los zombis creyentes reconocieron el rosario como un símbolo de fe.

Aunque no estaba ligado a su dios, su doctrina les había enseñado a respetar otras creencias.

Al verlo, se detuvieron, dejando entrever que aún quedaba algo de humanidad en ellos.

Permanecieron quietos, sin dar señales de ataque, como si nos consideraran iguales en lugar de una presa.

Si hubiera llegado después del fin del mundo, no habría conseguido que reaccionaran de esta forma ante el rosario y la cruz.

Para entonces, ya habrían descendido al nivel 1 de zombificación, perdiendo cualquier rastro de humanidad: simples cadáveres andantes.

La persona detrás de mí parece haberse dado cuenta de que sujetar la cruz servía de algo y se aferró con más fuerza a ella.

Según el tercer clasificado mundial, los creyentes sólo podían ser estimulados de esta forma. Tenías que recordarles la existencia de Dios.

Si lo hacías correctamente, podías obtener la Lágrima de Dios sin necesidad de matarlos.

Los objetos simbólicos eran el primer paso para apaciguarlos, lo segundo consistía en recitar versos de algún otro dios popular.

"En un mundo impuro donde su belleza está en lo que no es perfecto. Dios nos guiará y enseñará un camino de muchos".

Al pronunciar estas palabras, el zombi en el altar comenzó a moverse de nuevo.

Esta vez, sus ojos rojos y secos se cruzaron con los míos. Este zombi debía ser el primer creyente. Parecía haber reconocido el verso.

Ahora que estaba cara a cara con el primer creyente, pude notar en su forma de actuar que parecía estar esperando algo de mí.

Este zombi yacía inmóvil en el mismo lugar sin mostrar algún signo de hostilidad.

Los otros zombis lo seguían con la mirada y permanecían obedientemente quietos, a la espera de una orden de su líder.

Finalmente, comprendí que era hora de finalizar esto. Con calma, pronuncié la frase que estos creyentes adoraban como el centro de su doctrina.

"Compasión".

Al pronunciar esta palabra, el primer creyente lanzó un rugido al cielo y se arrodilló, agachando la cabeza. El resto de los creyentes siguieron a su líder e hicieron lo mismo.

Esta era la señal de que estos zombis estaban pidiendo de rodillas que tuviera misericordia de ellos y les diera el descanso eterno.

Al verlos actuar así, no pude evitar sentir lástima por ellos.

Realmente, no me gustaba la idea de arrebatar la vida de estos devotos creyentes.

Pero no podía negar su último deseo como seres racionales que pedían morir en paz y sin culpas. Todo apuntaba a que en algún lugar de sus mentes eran conscientes de que muy pronto se convertirían en monstruos.

Lo mejor sería terminar rápido con esto, se suponía que esto solo era temporal.

Que estuvieran actuando de este modo, en contra de su deseo de supervivencia de zombis de nivel 0, demostraba que estaban usando lo poco de fuerza de voluntad que les quedaba para forzarse a seguir siendo humanos.

En algún momento, sus mentes finalmente se harían pedazos y volverían a ser zombis de nivel 0 sin rastro de humanidad.

Con eso en mente, me acerqué al primer creyente y procedí a quitarle el colgante con la botella que contenía la Lágrima de Dios.

Ni siquiera mostró algún rastro de querer recuperarla. Esto era señal de que había renunciado a su propiedad.

Una vez tuve en mis manos la Lágrima de Dios, tomé un hacha de mi bolso y procedí a cumplir con su último deseo.

Para que no fuera una molestia, dejé el cuerpo inconsciente de mi compañero de asiento en un rincón de la capilla.

Resulta que este punk se había desmayado del miedo en algún momento.

Dejando atrás este inconveniente, uno tras otro, comencé a eliminar la cantidad de zombis vivos en la capilla, hasta que no quedó ninguno.

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Nota: No escriban un diario.

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