Pensé que él era de otro mundo

—Comer desayuno no tardará mucho... —Al ver que ella realmente no quería comer, Gu San hizo una pausa por un segundo y luego se volvió a mirar al hombre que también se había levantado—. Maestro Wang, la Señorita Qiao quiere ir temprano al local de la competición.

Ye Wangchuan levantó la vista hacia la chica con una mirada profunda.

—¿No quieres desayuno?

...

La mirada de Ye Wangchuan tenía fija a Qiao Nian. Últimamente, ella mantenía la ilusión de que él la estaba observando, y no podía tener paz mental. Ni siquiera estaba procesando el contenido de los libros de medicina que la voz femenina en el auricular leía mientras bajaba por las escaleras con el otro auricular en su mano. Sus dedos eran claros, huesudos y hermosos como una obra de arte.

Qiao Nian se quedó en silencio por un momento. Al ver que la mirada de alguien aún estaba sobre ella, se apoyó la cabeza con resignación y lo miró con sus ojos oscuros.

—No es que no quiera comer —respondió con apatía—. Tengo prisa.