Los ojos de Abigail se agrandaron un poco. Estaba impactada, pero la razón detrás de su sorpresa era en realidad porque no esperaba que Alex dijera esa palabra.
—Alex, ya soy una adulta. No soy una niña que necesita ser azotada —argumentó—. Parecía no poder creerle.
—¿Y si te dijera que los adultos también pueden ser azotados?
Sus palabras hicieron que la mandíbula de Abi cayera instantáneamente.
—¿D-de verdad? —preguntó, mirándolo con incredulidad. Alex asintió sexymente hacia ella y esperó con anticipación su próxima reacción.
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