Encontramos el coche de Angela escondido detrás de la parte desierta del bosque donde las hierbas crecían exuberantes. El coche estaba bien oculto y en buenas condiciones. No había señales de que algo estuviera allí ni evidencia de que alguien intentara robar el coche.
Catalina Grace alcanzó cuidadosamente la puerta y la tiró, pero no se movió.
El coche estaba cerrado y tampoco teníamos la llave.
Podríamos romper la ventana con una piedra, pero dañaría el interior del coche. Los fragmentos volarían dentro y podrían dañar algún objeto importante.
Pero nuestras opciones son limitadas. Es romper la ventana o encontrar otra manera. Pero no hay una forma más rápida que romper la ventana y forzar la cerradura desde dentro.
—Voy a revisar la ventana del otro lado —dijo Catalina—. Sin esperar respuesta, caminó rápidamente hacia el lado opuesto del coche.
—¡Gracias a Dios! —exclamó, con los ojos abiertos de sorpresa al ver la ventana.
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