—No podemos soltarlo, Luna —dijo Pax—. Él es… un poco más salvaje de lo que esperábamos.
Dean y Pax habían sido arañados algunas veces por este tigre de diamante blanco cuando intentaban acercarse a él, su cuerpo se tensaba y sus ojos se llenaban de temor cada vez que uno de ellos se acercaba más. Por eso, no podían sacarlo de la jaula, tampoco podían desencadenarlo.
Esto era lo que Caña había predicho. Como cambiaformas, tendrías este instinto animal y si viviste para sobrevivir, tu instinto animal sería más profundo que tu lado humano. Eso era lo que pasaba con este tigre de diamante blanco.
—He intentado hablar con él, pero no creo que escuche —Dean inclinó su cabeza—. No estoy seguro si entendió.
Él entendió. Iris sabía que él entendió. Pero, su condición era peor que la última vez que ella lo vio. Parecía, su miedo se había convertido en rabia y su instinto de protegerse le había convertido en más bestia que humano.
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