Cielo miró a su alrededor mientras estaba parada en medio del foso de lucha. Había ganado, y ahora la multitud se levantaba y coreaba su nombre. Tenía una extraña sensación de logro a pesar de saber de antemano que ganaría.
Cuando se volvió hacia el Rey Rufus, él obligó una sonrisa en su rostro. Cielo sabía que él no estaba feliz. Derrotar a su espadachín más hábil significaba avergonzarlo también. Estaba disgustado.
Cielo se preguntaba si él desahogaría esa ira en ella o si sería cuidadoso para no comenzar una guerra con su padre. Solo el tiempo lo diría.
Devolver las armas, sus guardias vinieron a escoltarla fuera del foso. —Estoy muy orgulloso de usted, Su Alteza —dijo Oliver en su camino a la salida.
Calum asintió en acuerdo.
—Sí. Lo hiciste bien —Zarin añadió.
—Gracias —respondió Cielo.
Se sentía extraño verlo vestido como un guardia. Estaba acostumbrada a verlo vestido elegantemente.
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