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22 de Octubre (2)

Anastasia y la Calamidad del Mundo

Segunda Parte

"Era febrero de 1888. En la Siberia azotada por el frío y la nieve, nació una niña de pelo rubio como el trigo, ojos azules como el cielo, y una mirada magnética, cautivante. O al menos así dice la leyenda.

Sus padres eran humildes campesinos; hacía treinta años, habrían sido poco más que esclavos, siervos de la gleba. Ahora eran independientes sólo de nombre, todavía sujetos a los caprichos del señor terrateniente, y del clérigo del pueblo. La vida era dura. Pero al menos se amaban, y tenían salud, voluntad y fe en su Dios. El nombre elegido para la pequeña fue Anastasia, que significa resurrección. Y estoy segura de que, hasta el último momento de sus vidas, nunca vieron a su hija como una maldición, o una carga.

Anastasia, de esta manera, creció en un ambiente duro, pero lleno de amor y fe en que las cosas podían ir mejor, si uno ponía todo de sí mismo. Así lo atestiguaban la casa, que iba ganando comodidades con el tiempo; el pequeño establo; la vaca que, aunque vieja, seguía dando leche; y los pocos árboles frutales que conseguían arraigar y dar cosechas en un páramo tan helado y severo. La pequeña, a sus escasos seis años, sabía usar la hoz para segar el trigo, el hacha de mano para cortar ramas, y su padre hasta le había fabricado una tosca caña de pescar con sus propias manos. Su fortaleza era tremenda para su edad, el orgullo de cualquier padre, y un leve motivo de preocupación para la madre, que veía que su hija era más un terco y resistente cardo que una tímida florecita. Porque así son las madres, Kali".

La Hechicera sonrió, e hizo una pausa para tomar otro sorbo de té. Cerró sus ojos por un par de segundos, luego los volvió a fijar en mí, y continuó:

"Pero ambos padres tenían un motivo de preocupación más serio, más urgente. Anastasia no sólo era decidida y aventurera, sino también inteligente. Demasiado inteligente para su propio bien.

Los intentos para darle una educación religiosa fallaron miserablemente. Anastasia sólo quería leer y codearse entre los adultos. Devoraba todo periódico o libro que pudiera caer en sus manos...salvo la Biblia. Obligaba a su padre a hacer viajes a la ciudad sólo para poder encontrar algo que leer. Y hacía muchas preguntas. Muchísimas.

El anciano de la comuna ya estaba harto de escucharla.

Expusieron el caso ante el clérigo del pueblo. Craso error. El religioso, cuyo nombre se perdió en la historia, como los nombres de casi todos los protagonistas de la infancia de Anastasia, solicitó ver sin demora a esa mocosa que le gustaba desafiar a los adultos. Pensaba ponerla en su lugar.

Lo que no tuvo en cuenta el viejo sacerdote, fue lo incisiva que podía ser la pequeña. Usaba la lógica mejor que muchos hombres adultos y con puestos importantes, y para cada argumento que podía usar él, ella tenía un razonamiento contrario. Incluso llegó a percibir cierta malevolencia, cierto placer en causar ese sufrimiento moral de no dejar ganar una discusión. La actitud de la niña lo espantaba por dentro.

"Necesito tratar el caso de su hija con mis pares" sentenció el religioso, derrotado y rencoroso.

Anastasia se convirtió en una pequeña sensación en el pueblo. Las esposas de los funcionarios le regalaban libros y vestidos, maravilladas ante las capacidades de la chica, que también comenzaba a despuntar en belleza. Muchos decían que "podría ser la futura esposa de algún noble"; "cualquiera en su sano juicio querría tenerla de consejera", y demás lindezas.

Pero un mes y medio después, llegó un carruaje negro a la humilde casa. Dentro iban tres religiosos, incluido el clérigo del pueblo. Los padres rogaron a la niña que se dejara vencer en las discusiones, que diera el brazo a torcer. Pero su hija era tan orgullosa como brillante.

A partir de allí las cosas fueron a peor. Hubo un mes de tensa calma. El clérigo ordenó, bajo orden de excomunión, que nadie hablara con la niña, y, menos aún, terminara de pervertir su delicada mente con "la basura de los intelectuales y los juntaletras". Anastasia empezó a quedarse aislada, pudiendo hablar sólo con sus padres y, a escondidas, con algún otro vecino o vecina. Cuando no podía más, soltaba sus "¿Por qué?" entre sollozos a su vaca, que no iba a contestarle nunca, pero tampoco la traicionaría".

—¿Espere un poco, como saben que Anastasia hablaba con una vaca?

—Eso dice la leyenda.

—Suena raro, sabe.

—¿Lo dice una chica criada en la India?

—Eso no es justo.

—Por favor, déjame terminar. Por lo menos, antes de que mis discípulos se coman toda la fuente ellos solos.

Suspiré como toda respuesta.

—De acuerdo...

La anciana prosiguió:

"La calma terminó de romperse a principios de 1895. El clérigo volvió, pero acompañado de un grupo de soldados. Y no venía precisamente a dialogar.

Exigió que Anastasia fuera llevada sin demora a un convento, para "enderezar su mente extraviada y su espíritu rebelde", con o sin el consentimiento de sus padres. La leyenda cuenta que el clérigo, vengativo, también exclamó: "y tal vez haya que hacerle algún exorcismo".

Su padre enloqueció de furia. Tomó una horquilla para heno, y se interpuso entre el religioso y la pequeña. Los soldados, sin demora, apuntaron sus rifles con bayoneta. Una descarga ensordecedora rompió la noche, y una nube de humo se adueñó de la humilde sala. Cuando ésta se disipó, el papá de Anastasia estaba en el piso, boqueando sangre, buscándose con las manos las dos tremendas heridas que le habían hecho. Su camisa estaba empapada en rojo.

Algo en la madre se quebró por dentro al ver la escena. El amor de su vida agonizaba en el suelo, y un viejo supersticioso quería llevarse al fruto de su vientre. Y hacer quién sabe qué con ella. ¿Con qué derecho? ¿Qué mal habían hecho ellos?

Se lanzó contra uno de los soldados, desarmada. Quería tomarlo por las solapas, preguntarle por qué hacían eso...

La hoja de una bayoneta la detuvo en seco. Del otro lado, un tembloroso muchacho, de no más de dieciocho años, mantenía su rifle en posición de ataque. La punta del arma blanca estaba firmemente enterrada en el pecho de la mujer, que temblaba. La madre, con los ojos fijos en la mirada del soldado, comenzó a mostrar los estertores de la agonía. La cuchilla le había traspasado el corazón.

Se dice que el clérigo amonestó duramente al soldado por quedarse quieto mirando, y le ordenó sacar la bayoneta del cuerpo de la mujer, de una vez.

Kali sintió arder su sangre por primera vez. Había una hoz de siega cerca de la entrada de la cocina...cerca de su manita derecha. Ya no podía perder más nada.

La primera víctima fue la pierna del soldado que había matado a su mamá. El filo de la hoz cortó músculos y ligamentos con pasmosa facilidad, haciendo aún más difícil que el chico pudiera apuntar el pesado y largo rifle que era su arma principal. El siguiente golpe de Anastasia fue de abajo hacia arriba, aprovechando que el soldado se había agachado para buscar su pequeño objetivo. La punta de la hoz encontró la garganta del muchacho, perforándola y abriendo un tajo hasta la mitad del cuello. Un surtidor de sangre empezó a salpicar su uniforme.

Sonó otro gran estampido, y otra nube de pólvora llenó la habitación de una niebla acre. La enorme bala impactó la espada del soldado atacado, buscando en vano el cuerpito de Anastasia. El disparo destrozó el uniforme y la carne por igual, levantando un rocío rojo. La confusión impidió al soldado atacante ver más...hasta que sintió un agudo dolor en uno de sus riñones. Cuando atinó a mirar, una hoz estaba enterrada en su cuerpo hasta la mitad de la hoja. Instintivamente, fue a buscar su cuchillo. Pero no estaba en la funda.

Lo próximo que sintió fue algo trepándose hasta sus hombros...una cría de demonio con sed de sangre. Los pequeños pero poderosos dientes de la niña se hundieron en la suave carne de su oreja. La hoja de un cuchillo, dura y fría, se desplazó por su tráquea, impidiéndole gritar.

El otro soldado lloraba, cubriendo al clérigo mientras éste intentaba escapar por la estrecha puerta. Anastasia dio un golpe hacia la entrepierna del último militar...pero con la hoz en lugar de su menudo puño. El soldado soltó un aullido que llenó la sala.

Ni siquiera se dignó en rematarlo. Mientras la niña avanzaba hacia él, el religioso intentaba protegerse con su crucifijo, en una mezcla de fervor y miedo.

—¡Estás poseída, hija del demonio...te ordeno que te retires de...!

Se dice que estas fueron sus últimas palabras, antes de que la hoz le atravesara las mejillas. Todavía enfurecida, Anastasia tiró con fuerza de la herramienta, abriéndole la boca hasta nuevos límites. El crucifijo siguió apretado contra el pecho del viejo, hasta que se desmayó del dolor y el shock.

Pero no bastó con eso. Anastasia dedicó un cuarto de hora a mutilar dedos, ojos, orejas y bocas de sus víctimas, algunas de las cuales no habían terminado de morir. Hasta abrió el estómago del soldado que había matado a su madre. Su sed de sangre sólo se detuvo al oír ruido de caballos, gritos de los vecinos, ladridos de perros. Y al ver el resplandor de las antorchas y lámparas de keroseno.

Vagó los siguientes días por el bosque, mientras partidas de búsqueda peinaban la zona con soldados y aldeanos armados. Cuando necesitaba carne, la pequeña, convertida en una salvaje, bajaba de algún árbol y se deshacía, con poco ruido, de alguno de sus verdugos. Prefería eso, a matar alguna ardilla o zorro. Los animales no le habían hecho ningún daño; las personas sí.

A veces se divertía mutilando alguna oreja o vaciando alguna cuenca ocular, para que los compañeros del muerto maldijeran y temieran. Para Anastasia, el ser humano había perdido su derecho a ser tratado con misericordia.

Así pasaron dos semanas. Buscando agua en un manantial cercano, aprovechando el deshielo, se encontró con un monje muy serio y de mirada inquisidora. Muy despacio, éste hizo una señal con la mano a la figura desprolija, con el vestido roto, el pelo duro, y la carita sucia, que antes había sido Anastasia.

La pequeña supo al instante que ese hombre SÍ merecía ser llamado como tal. Un gorrión se detuvo en el hombro derecho del monje, con total confianza".

—No pretenderá que me crea eso, ¿verdad?

—Kali, no sé si eso es verdad o mentira. Pero suena como una buena historia. ¿Proseguimos?

"El caso es que ese monje tosco, humilde y de mirada penetrante, no era otro que Grigori Yemimovich Rasputín. Hasta el día de hoy no se sabe qué hacía allí. Tal vez había oído los rumores de una niña superdotada y carismática, y había llegado demasiado tarde. Tal vez fue casualidad, pero eso no se podía saber con Rasputín. Lo que se sabe de manera cierta, es que Elena Blavatsky tuvo una revelación en sueños, acerca de una niña inmortal que había nacido en el lejano norte de Rusia. Eso fue en 1889.

—¿Blavatsky intentó buscarla?

—Se dice que sí, pero en ese tiempo Rusia estaba muy aislada. Ten en cuenta que el telégrafo apenas se estaba extendiendo en el país, comunicarse era una tarea muy difícil. Y ni hablemos de llegar hasta zonas como Siberia. Para cuando tuvieron datos certeros de la ubicación de la niña, ya Rasputín se la había sacado de las manos. Y estaba criándola a su manera".

—Ese jodido monje pervertido...

La Hechicera se mojó los labios con un sorbo de té.

—Kali, no quiero sonar como que estoy defendiendo a un ser tan...repugnante, pero no se tienen datos de que tocara niños de manera indecente.

—O sea que el único peligro era estar en manos de un loco religioso mesiánico. Uau, qué alivio.

"Los años pasaron. Grishka Rasputín comenzó a vagar por las ciudades, con la encantadora, pero extraña niña a su lado. A veces peregrinaba solo a algún monasterio, dejando a Anastasia al cuidado de un vecino o de algún amigo que hubiera hecho en el camino. Pero siempre volvía.

Hasta que en 1902 encandiló a unos altos prelados de la Iglesia Ortodoxa de Kazán, muy allegados a los dirigentes religiosos de San Petersburgo...y a su vez muy cercanos al Zar. Allí su vida cambió. Y la de su pequeña compañera"

—Un momento, la historia oficial no menciona ninguna niña que estuviera al cuidado de Rasputín.

La anciana hizo un leve mohín de fastidio.

—El concepto de "cuidado paternal" que podría tener este tipo no es el mismo que el nuestro. Para darte una idea, abandonó a su esposa e hijos en 1892, sin importarle nada. Si te digo que alcanzan los dedos de una mano para contar las veces que volvió a visitarlos hasta el día de su muerte, no estaría exagerando. Además, Anastasia tenía también dotes hipnóticas. Suma eso, y...

—La historia oficial miente. O fue alterada.

—Claro. Como casi siempre —La Hechicera guiñó un ojo, tratando de mostrarse más alegre.

"El caso es que en 1905 Grigori Rasputín fue presentado al Zar Nicolás II. Y, más importante aún, a la Zarina Alejandra. Y me imagino que ya conoces la historia del zarevich Alexei..."

—Sí. El mocoso hemofílico que fue tratado por ese curandero durante años.

—Kali…

—¿Qué?

—No hay necesidad de ser tan brusca…

—Perdón.

—Bien. Supongo que podemos obviar el papel del monje loco en la Corte de Nicolás II, entonces.

"El asunto es que, como curandero y consejero "oficial" de los Zares, su influencia no era bien vista ni entre la nobleza rusa, ni entre los gobiernos que pensaban que Rusia podía ayudarles a combatir a la Alemania del Káiser Guillermo II. Hay que recordar que el starets se oponía fervientemente a la guerra, porque la mayoría de los muertos y heridos eran jóvenes y campesinos".

—Bueno, una a favor de ese fanático.

"Anastasia, entretanto, ya era conocida entre el círculo más cercano a Nicolás II. Las hijas del Zar adoraban a esa pequeña rebelde y suelta de boca, que en un momento podía ser tan salvaje como un chico, para después parecer tímida y sofisticada. Era capaz de simular a la perfección, y convencer a cualquiera de cualquier cosa. Y la Zarina trataba a la "hija del corazón" de Rasputín como a las suyas propias. Pero en el fondo, la niña sentía asco de la nobleza y sus tejemanejes, al igual que su padre adoptivo.

El monje loco, en tanto, veía con extrañeza que Anastasia no crecía. De alguna manera, su cuerpo había parado el reloj en unos eternos ocho años. No es que estuviera enferma, al contrario. Su salud era férrea. Rasputín pensó que tal vez ese estancamiento se debiera al shock de la muerte de sus padres, que había marcado su alma para siempre. Pero sólo eran elucubraciones, no tenía cómo saber más".

—Me dijo que Blavatsky había "sentido" la presencia de esa chica. Su gente, ya sabes…los teósofos, ¿no intentaron contactarse?

—Se dice que la Orden de la Estrella en el Este (1) despachó un enviado a San Petersburgo, para negociar la entrega en custodia de la niña. No sé qué habrán hablado esos dos, pero el caso es que el cuerpo del hombre apareció a los tres días, desnudo, en un río con aguas heladas.

—Supongo que eso fue un gran "NO".

—Creemos que el enviado confesó a Rasputín, probablemente bajo hipnosis, que la niña era un ser inmortal. Eso hizo que la atesorara aún más.

"Pero bueno, vayamos ahora hasta 1916. El monje loco de Rusia había recibido ataques e intentos de asesinato, incluso por parte de los propios prelados que lo habían apoyado al principio. Sabía que su final se acercaba. No sólo la nobleza se la tenía jurada, sino también los servicios secretos de países como Inglaterra y EEUU".

—Ajá. Pero tenía un as en la manga...

—Exacto. Anastasia, su sucesora.

La anciana continuó:

"El caso es que, sintiendo el peligro, Rasputín mandó a Anastasia a vivir un tiempo en la casa del ministro Protopov, que había sido elegido gracias a sus manipulaciones. Y no estaba errado. El 16 de diciembre de 1916, una conjura entre un grupo de nobles, políticos, y hasta un espía del Servicio Secreto inglés, logró su objetivo. Fue necesario envenenarlo, dispararle en tres ocasiones, atar su cuerpo con cadenas y tirarlo a un río congelado, para asegurarse que muriese de una vez por todas.

Los Romanov estaban inconsolables, pero Anastasia terminó de quebrarse en ese instante. Cualquier poca piedad que pudiera albergar su corazón para con la raza humana, desapareció del todo con la muerte de su mentor.

No obstante, esta vez no explotó en furia. Rasputín le había enseñado a manejar su rabia de un modo más frío. A ejecutar su venganza de un modo más eficaz.

Tres días después de la muerte del starets, del monje loco de Rusia, la Zarina Alejandra fue a visitar de urgencia al ministro Protopov. La razón era simple y llana: llevarse a Anastasia de esa casa. Ahora su hogar sería el elegante Palacio de Alejandro. Y hasta le darían el apellido Romanov.

Habían metido un lobo en su casa, sin saberlo.

Anastasia tuvo dos caras a partir de entonces: la que mostraba a los Romanov, dulce y algo triste, y la conspiradora, que se movía en las sombras, enviaba cartas y telegramas a bolcheviques declarados, y usaba los sellos oficiales que había robado a Protopov, para falsificar documentos del gobierno.

En 1917 todo empezó a venirse abajo, lo que Anastasia celebró en secreto. La dinastía Romanov caería. Pero sería sólo el comienzo.

La niña inmortal cumplió su papel con devoción, quedándose con la familia del Zar hasta los últimos momentos...para asegurarse de que todo saliera según sus planes. Al mismo tiempo, algunos dirigentes bolcheviques notaron —con extrañeza— la figura de una niña que intervenía en sus discusiones, sugería planes de acción... ¡Y a veces hasta se atrevía a dar órdenes!

El resto es historia sabida. Vladimir Ilich Lenin volvió de Alemania como un regalo envenenado de los germanos, para terminar de una vez con la participación rusa en la Gran Guerra. La victoria de los soviets en octubre selló esa orden para la Historia".

—Y con Anastasia conspirando entre las sombras...

—Digamos que esta niña se convirtió en la soberana oculta de Rusia. Sus habilidades de hipnotismo habían mejorado mucho al cuidado de Rasputín, al punto de que podía aparecerse por tu despacho un día, convencerte de que hicieras algo, y luego desaparecer de tu memoria, como si nunca hubiera entrado por la puerta.

—Y dejarte convencido de que tuviste una idea genial, sólo tuya y de nadie más.

—Correcto. Se cree que sólo Vladimir Lenin y alguno que otro líder más conocían de su existencia. Lenin era pragmático y tolerante mientras los demás fueran en su misma sintonía, así que se puede decir que casi eran amigos...sin saber el grado real de manipulación que podía ejercer esa niña tan rara.

La anciana carraspeó.

"Pero luego llegó Stalin. Y créeme, Kali, ese tipo era de una clase totalmente diferente.

Para empezar, era un psicópata redomado, ególatra y narcisista. Sumémosle a eso una inteligencia e intuición naturales, capaz de detectar traiciones e intrigas a kilómetros de distancia, y el apoyo de una cruel y cada vez más eficaz policía secreta, la Cheká. Y finalicemos con cierta resistencia a la hipnosis, incluso por parte de seres tan versados en ella como nuestra pequeña niña rubia".

—Así que se encontró con la horma de su zapato.

La anciana bebió otro sorbito de té.

—Bueno…su enemigo jurado, en realidad.

"El tío Iosif no planeaba dejar que Anastasia interfiriera en sus asuntos de gobierno, ni de ninguna clase. Nuestra pequeña esquivó varios intentos de secuestro y asesinato, cuyos fracasos enfurecieron cada vez más a Stalin. En 1939, Anastasia tuvo que recluirse en la clandestinidad por un tiempo. Por lo menos, hasta el último intento de deshacerse de ella por parte del líder.

Cuenta la leyenda, una vez más, que Anastasia se presentó, sin escolta, ante el despacho de un triunfante Stalin, que ya se frotaba las manos pensando en su victoria. Le ordenaría que se exiliara, ya fuera a la Siberia, o al extranjero, donde ya había enviado a glorias anteriores de la revolución, tales como León Trotsky. Ya era agosto de 1940, y la bota de la Wermacht nazi ahogaba a Polonia, Francia y los Países Bajos.

Anastasia ofreció a Stalin un regalo. Un regalo que esperaba hacía mucho tiempo. El dictador ruso rió, pensando que esa extraña infante no tenía nada que fuera de su interés.

Se cuenta que le dijo: "a no más tardar de esta semana, la cabeza de León Trotsky será atravesada por una piqueta. Espero que tomes eso como una ofrenda de paz. Porque si no, no pasará mucho antes de que la siguiente cabeza sea la tuya"

La guardia personal de Stalin casi se lleva a rastras a la niña. Una mirada suya bastó para que se detuvieran, pero el dictador ya sostenía un revólver Nagant entre sus manos. Se cuenta que le dijo:

"Si estás mintiendo, mocosa, estos serán los últimos días de tu vida. Te juro por mis hijos que voy a bombardear hasta la última piedra de esa cueva de ratas donde te escondes"

Pues bien, Trotsky fue asesinado el 21 de agosto de 1940, lo que hizo meditar a Stalin sobre las capacidades de esa pequeña manipuladora. Y por "meditar" me refiero a quedar blanco del susto y no poder dormir bien durante varios días.

No obstante, eso sería una tregua, más no la paz. Hitler invadió Rusia. Anastasia vio, impotente, como su amada "casa de muñecas" —como llamaba a su patria —era quemada, destrozada y pisoteada por los invasores, y cómo se tomaba una mala decisión tras otra por parte de unos altos mandos corruptos, lamebotas o ineptos. La marea recién comenzó a cambiar en 1942, en parte por causa de una guerra secreta en la que intervinieron tanto políticos, militares de alto rango de los países aliados, como miembros de la Orden de los Inmortales de todo el mundo".

—Y hasta Anastasia... —aventuré—.

—Exacto. Ella también colaboró, sin saber que era parte de algo mucho más grande.

"Pero no podía cantar victoria, pues seguía exiliada y en la clandestinidad. Recién en 1953, tras la muerte del monstruo, se dignó salir a la luz. Un sonriente Lavrenti Beria, otro monstruo (2), la recibió en sus oficinas de la poderosa NKVD, la sucesora de la Cheká.

No duraría mucho antes de ser fusilado.

El período desde finales de los 50 hasta mediados de los 70 fue la época dorada de Anastasia. La URSS ahora era una potencia espacial, sus fuerzas nucleares y convencionales eran cada vez más poderosas, y gobernaba con puño de hierro sobre la mayoría de Europa Oriental. Se dice que la rusita estaba convencida de poder superar a los países capitalistas, a los que odiaba. Primero sería el turno de ellos, y luego...del resto de la "calamidad del mundo", como ella llamaba a la humanidad.

El estancamiento y la caída de la URSS, sin embargo, trastocaron sus planes, y tuvo que guarecerse en las sombras, una vez más. Sin embargo, había considerado intacta su capacidad de titiritera de la Rusia moderna. Tuvo que sufrir, como un mal menor, el gobierno del sinvergüenza de Boris Yeltsin, mientras esperaba que la Rodina (3) se recompusiera. Cuando su delfín de la KGB estuvo listo..."

—¿Vladimir Putin?

—Elemental, mi querida Kali. Como decía, cuando su delfín de la KGB estuvo listo, comenzó la segunda época de oro de Anastasia. Ahora es ella es quien mueve los hilos, asistida de manera magistral por algunos altos cargos elegidos a dedo.

—¿Cómo se supone que supo de la Orden?

—Suponemos qué mediante espías, porque la presencia de los tuyos no era precisamente un hecho de lo más conocido. A partir de allí, fue tirar de la cuerda hasta encontrar el paradero del Consejo de los Inmortales. Y en 1999...

—Se fue todo a la mierda...

La anciana rechistó.

—Cuida esa boca, chica. Estás en mi casa todavía.

—Mis disculpas. ¿Y…porqué me iría a buscar justo ahora?

—Anastasia aprovecha los momentos de convulsión en el mundo para tomar ventaja. Es una oportunista como pocas.

—Aunque no es la mejor para elegir sus soldados —solté sin pensar.

—Kali... —la voz de la Hechicera ya no era tan dulce.

—¿Sí...?

—¿En realidad había necesidad de cortar a Iván en pedazos como lo hiciste? Sabes, yo llegué a conocer a ese pequeño...

—Primero de todo… ¿Cómo supo eso?

—Kali, soy amiga de Qu Go Linn desde hace años…

Suspiré.

—Escuche. No sé las instrucciones que le habrá dado Anastasia a ese chico, si es que fue ella —reconocí—, pero nadie que llegue con siete guardaespaldas y una katana a la espalda puede esperar paz. Si así pretendía que confiara en él, pues mal negocio.

La anciana me miró con fijeza.

—Y después dicen que Anastasia es sanguinaria...

—Señora, yo sólo quiero saber dónde puedo encontrar a la dichosa rusa esa. Y busco una respuesta puntual a eso, no toda la historia de mi rival.

—Bien —contestó bruscamente, como soltando una cuerda en el interior de su mente—. Entonces, supongo que debes dirigirte a la mansión de los mellizos Camerotti. Tuvieron algún trato con Anastasia en los años 90, aunque dudo que sigan en contacto. Pero una pista es mejor que ninguna.

Hice la reverencia de rigor.

—Gracias. Disculpe las molestias que le pueda haber causado, Hechicera. A usted y sus "muchachos".

La Hechicera, algo cabizbaja, buscó una pequeña agenda, la abrió y dirigió su dedo a la letra "C". Tras comprobar un par de anotaciones, arrancó el último registro de la hoja. Estrujó un poco el papel antes de dármelo.

—Supongo que después que pases por allí, no necesitaré más este número —añadió con tristeza.

—Téngame un poco de fe, señora.

—Eso intento, Kali. Eso intento.

La despedida fue un poco agridulce. La Hechicera no me pasó sólo el teléfono de los Camerotti, sino también el de Qu-Go Linn, el cual yo no había agendado por no llevar encima uno de esos benditos teléfonos celulares. Tomé dos galletas que los "muchachos" me habían apartado, mientras la Hechicera daba órdenes en voz baja a Walther y al silbador.

Mi próximo destino sería, nuevamente, el aeropuerto.

Y después, Italia.

 

Notas al pie:

(1) La Orden de la Estrella en el Este (Order of the Star in the East, en inglés, también conocida como O.S.E) fue una organización internacional con base en la India, creada por la Sociedad Teosófica, y activa entre 1911 y 1927. Se suponía que esta orden se encargaría de preparar la llegada al mundo de un nuevo mesías espiritual, el Maestro del Maitreya, y eliminar todos los posibles obstáculos en su camino. Éste "mesías" no sería otro que el místico y filósofo Jiddu Krishnamurti, en ese entonces un adolescente. Sin embargo, Krishnamurti -que no deseaba verse asociado a ninguna religión, filosofía, nacionalidad ni casta-, acabaría rechazando su rol de mesías, repudiando la misión de la orden, y disolviendo la sucesora de la O.S.E, la "Orden de la Estrella", en 1929.

(2) Lavrenti Beria fue un prominente dirigente político comunista, y jefe de la policía secreta y servicio de inteligencia soviéticos (la NKVD, la predecesora de lo que serían luego el MVD —una especie de policía secreta, operando dentro las fronteras de la URSS— y el KGB —el conocido servicio de inteligencia exterior de la URSS—). Conocido y ambicioso hombre de confianza de Stalin, y tan despiadado a la hora de obtener resultados como el "tío Iosif", fue visto tanto como un enemigo como un obstáculo a la hora de superar la herencia estalinista, tras la muerte del líder en 1953. Como tal, fue removido del poder por intrigas políticas del entonces dirigente Nikita Kruschev, con la ayuda del Mariscal y héroe de guerra Georgi Zhukov, y otros. Beria sería arrestado en junio de 1953, enjuiciado, y posteriormente ejecutado por "traición a la patria", "actividades contrarrevolucionarias" y otros delitos, que incluían desde violaciones —incluso a niñas—, hasta asesinatos ejecutados por mano propia.

(3) Es el apodo que le dan los rusos a su país. Vendría a querer significar algo así como "la Madre Patria".

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