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¡Al final, tenía razón, lo hizo por diversión!

Adam trató de no pensar mucho el asunto y movió el tablón para entrar dentro del hexágono, parecía que la mayoría de lámparas adentro estaban rotas, por lo cual los pasillos de este hexágono estaban muy pobremente iluminados y algunas zonas estaban en la oscuridad absoluta.

Los pasillos estaban llenos de polvo y mugre, por lo que parecía que este era un hexágono abandonado o muy poco cuidado como el hexágono en que Adam vivía con su padre cuando era un niño.

El cuerpo del oso comenzó a brillar como una calcomanía fluorescente y Adam pudo seguir al osito hasta uno de los pasillos: las puertas de este pasillo eran de madera y estaban algo rotas.

Algunos trozos de huesos y muebles rotos podían hallarse desparramados por el suelo del pasillo, por lo que Adam tenía que ser muy cuidadoso de no pisar nada que pudiera provocar algún ruido que atraiga a la bestia.

El oso lo llevó hasta una puerta, la misma no estaba cerrada, por lo que Adam pudo entrar sin problemas. Dentro de la habitación la oscuridad era absoluta, por lo cual no sería fácil encontrar la caja para cualquier otra persona, pero Adam solo tenía que dirigirse hacia el lugar en donde el osito fluorescente se había detenido para hallar la caja con facilidad.

La caja en realidad era un maletín algo grande y pesaba bastante, por lo que para el joven héroe no estaba siendo nada fácil llevarlo hasta la salida.

Con mucho esfuerzo el niño fue arrastrando el maletín por el suelo, era una lástima que Adam no haya sido más fuerte, porque el ruido del maletín arrastrándose atrajo al habitante de este hexágono.

*Puff, Puff, Puff* ... La puerta de la habitación se cayó al suelo con violencia y algo entró en la sala.

En la oscura habitación, Adam solamente pudo notar el contorno de una persona cubierta con bultos de carne por todo su cuerpo. Los bultos eran como granos, pero del tamaño de naranjas, por lo cual la persona tenía un aspecto muy poco humano.

El niño asustado por el ruido repentino, soltó la maleta y buscó un buen escondite. La bestia buscó por la sala por un buen rato y cuando estuvo por encontrar a Adam, el oso salió de la habitación y empezó a gritar en los pasillos como un loco.

El Corruptus salió corriendo a una velocidad sorprendente por el mal estado de su cuerpo y persiguió al oso por los pasillos. Adam se dio cuenta al instante que probablemente por este truco esta parte iba a ser más fácil que la anterior.

El joven héroe volvió a buscar la maleta y aprovechó el caos que estaba provocando el oso para correr lo más rápido que pudo mientras arrastraba la maleta por el suelo: ahora lo importante era salir, el oso ya tapaba el ruido de la maleta al ser arrastrada.

Con mucho esfuerzo, Adam logró salir del hexágono con la maleta. Al joven no le fue nada fácil sacar la maleta por el tablón, pero el oso estaba entreteniendo al Corruptus lo suficientemente bien para darle todo el tiempo necesario. Una vez afuera, Adam se quedó esperando a que el oso volviera.

Cuando el oso salió, Adam le gritó con odio:

—¿Pero por qué carajos nos matamos tanto obteniendo el aroma si podías hacer eso? ¡Siendo una pegatina es imposible que te agarre! ¡Podrías haberte pegado al techo y hacer que salte por horas! ¡Casi muero al pedo!

—Chico, ¿acaso de verdad crees que lo haría por diversión?—Respondió el oso con enojo por los gritos— Sabes como se ponen los Corruptus si sienten el aroma a carne viva sin corromper. ¡No importa cuánto ruido hiciera, siempre correría hacia tu cabeza colorada!

Adam no contestó, pero siguió maldiciendo por dentro. El joven héroe nunca había insultado a nadie, pero este oso se merecía mucho más que un insulto si de verdad lo mandó al piso infectado de jugueteros sin ningún sentido.

Sin embargo, Adam no sabía la verdad y aunque este osito sí lo podría haber hecho por diversión, era mejor desconocer la verdad y lograr cumplir la misión. Actualmente, el joven solo necesitaba que esta maleta de verdad sirviera para obtener unos librillos.

—Por lo demás: hay que llevar la maleta hasta el piso 4 de 5 —Dijo el oso con una sonrisa vengativa en el rostro.

—¡¿Me estás diciendo que tengo que subir 200 escalones con esta maleta?!—Gritó Adam, casi muriéndose del disgusto al saber la información.

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