Parecía que los niños habían desaparecido por completo. No importaba en cuantos sitios buscara Álvaro, cuantos recursos usara Javier e incluso intervinieron Víctor y su familia, todavía no había noticias de ellos.
Cecilia todavía fue a la compañía a tratar con diferentes personas todos los días, sin ninguna reacción especial. Salieron los resultados de la prueba del medicamento de la botella que tenía Rebeca. Era un veneno mortal que la mataría si lo tomara.
Sin embargo, nadie podía entender el motivo de Cecilia. Ella y Rebeca eran familia, ¿Cómo podría dejar una madre morir a su hija? Si Rebeca muriera, se le podría echar la culpa. En este sentido, parecía que todo podría terminar. Sin embargo, la verdad no se encontraría jamás.
Por ahora, Rebeca no solo estaba viva, sino que también desaparecida con los dos niños. aunque tanto Álvaro como Cecilia los estaban buscando, todavía no sabían nada de ellos. Samara estaba cada día más deprimida, aunque hacia todo lo posible por aguantar.
El día después de que Eduardo desapareció, ella completo el diseño y lo envió a la sede del Grupo HJ en Estados Unidos. La oficina central aprobó por unanimidad su diseño y la cooperación entre el Grupo HJ y el Grupo Ayala comenzó oficialmente.
Álvaro se sentía preocupado viendo que Samara trabajaba sin descansar. Pero no importaba cuanto intentara impedirla, ella no dejo de hacerlo. Finalmente, casi 5 días después del desaparecimiento de Eduardo, Samara cayo enferma.
Álvaro se quedaba a su lado todo el tiempo. En el sueño de Samara, Eduardo estaba en el incendio y le pedía ayuda agitando la mano constantemente.
-¡Eduardo! -Samara de repente se sento sudando profusamente.
- ¿Tuviste una pesadilla? -Álvaro encendió la lampara de cabecera.
Bajo la luz, estaba cubierta de sudor y muy pálida con la mirada perdida. A Álvaro le dolía mucho el corazón.
-Soñé que Eduardo estaba en el incendio. Toda su piel estaba en llamas. Estaba sufriendo. Me dijo que lo salvara, pero no pude acercarme de todos modos. -mientras hablaba, se acurrucaba con una expresión particularmente dolorida.
Después de la desaparición de Eduardo, Samara no pudo dormir. Aunque vivían juntos y descansaban en la misma cama, Álvaro no tenía ningún deseo en absoluto, solo cuidar de ella ya le resultaba agotador. Ahora, escuchando lo que dijo, sabía que ella estaba realmente preocupada por el niño. Lamentablemente, la todavía no tenía ninguna noticia suya.
-He buscado por toda Ciudad H, incluso en cada tienda, pero aún no hay noticias de ellos. Samara, sé que estas ansiosa y yo también. Eduardo es nuestro hijo y es de la familia Ayala. Definitivamente va a estar bien.
Samara se apoyó en el brazo de Álvaro y se puso histérica por completo.
-La última vez lo escondieron en la peluquería, ¿Dónde estará esta vez?
-Voy a investigar. ¡Te lo juro!
- ¡Date prisa! ¡ahora! ¡quién sabe lo que estará sufriendo ahora! Está esperando que lo salvemos. -Samara empujo a Álvaro como una loca.
-Vale, vale, está bien. Me iré. ¡No te preocupes, me iré enseguida! -Álvaro salió de la cama poniéndose la ropa y rápidamente salió.
Samara tampoco seguía quedándose en la cama. También se cambió de ropa y quería seguirlo. Pero ¿Dónde buscaría a su hijo? No tenía ni idea. Los guardaespaldas la siguieron de cerca. Nadie se atrevía a distraerse, temiendo que algo le pudiera pasar.
Álvaro y Josué ya recorrían por todas las calles, pero todavía no había noticias de Eduardo.
-Señor, esto no es razonable. Rebeca no tiene amigos ni muchas conexiones. ¿Por qué de repente es tan capaz de esconderse incluso de nosotros y la familia Montenegro y Serrano? Es increíble. -Josué le conto todo lo que había sucedido en los últimos días.
Álvaro asintió y dijo:
-También noto algo extraño, pero no tengo ni idea de lo que omitimos.
-Señor, está claro que aquella persona escondió al señorito Eduardo para poner ansiosa a la señora. Creo que deberíamos protegerla a ella, por si acaso.
Las palabras de Josué despertaron a Álvaro.
- ¡Volvamos a casa!
De repente el coche giro y rápidamente condujo hacia la mansión de la familia Ayala. En ese momento, Samara estaba caminando descalza sin rumbo, llamando el nombre de su hijo. No tenía mucha gente en el camino en medio de la noche, pero cuando vieron a Samara así, todos pensaron que veían a una loca y la esquivaban. Algunos de ellos querían intimidarla, pero los guardaespaldas detrás de ella inmediatamente se adelantaron, asustándolos para que se fueran rápidamente.
Samara se sentía como un fantasma huérfano ahora. No tenía hijo, ni hogar. No tenía ninguna fuerza para apoyarla. De repente, su móvil sonó. El sonido era especialmente penetrante en la noche silenciosa.
Al instante cogió el teléfono. Cuando vio el número de Eduardo, estuvo a punto de volverse loca.
- ¡Eduardo! -contesto rápidamente, pero no escucho la voz del niño.
-Samara, ¿quieres ver a tu hijo? Ven y te garantizo que lo veras. Recuerda, tienes que venir sola. Si me entero de que traes a alguien más, dejare que veas como tu hijo muere delante de ti. -era Rebeca.
Samara apretar los dientes y dijo:
-El rencor es nuestro, ¿Por qué implicas a mi hijo? ¡Rebeca, estas loca!
- ¡Si! ¡estoy loca! ¡me volví loca hace 5 años! ¡Samara, lo has causado tú! Repito, ven sola a la dirección que te voy a dar. Si traes a cualquier persona o si Álvaro te sigue, te arrepentirás. ¿Quieres saber cómo esta tu hijo ahora? Mira. -Rebeca colgó el teléfono y le envió un video.
En el video, Eduardo estaba encerrado en una cristalera. Había un delgado tuvo colgado de su muñeca. Al lado del tubo había un cubo de madera, en el que se acumulaba la sangre de Eduardo.
- ¡Eduardo! -Samara no podía controlarse más. Se sentó en el suelo con lágrimas corriendo por sus mejillas. ¿Cómo podría Rebeca tratar a un niño con tanta crueldad? ¡Como podía hacer eso!
Rebeca volvió a llamar.
- ¿Lo ves? Mi hijo necesita un cambio de sangre y tu hijo tiene el mismo tipo sanguíneo. Si llegas tarde, no puedo garantizar que siga vivo.
- ¡Rebeca! ¡Si mi hijo muere, tu morirás también!
Nunca hubo un momento en el que deseara matar tanto a alguien. Rebeca quería intercambiar la sangre de Eduardo por la de Adriano. El niño era tan pequeño que no lo soportaría. Samara no podía pensar en nada. De repente se dio la vuelta y le dijo a todos los guardaespaldas detrás de ella:
- ¡No me sigáis!
-Señora, el señor nos dio la orden.
- ¡He dicho que no me sigáis! -Samara de repente tomo la botella al lado y la rompió. Luego, se puso en pedazo en el cuello. -Si me seguís, me suicidare, ahora.
- ¡Señora! -los guardaespaldas estaban perdidos y algunos de ellos empezaron a llamar a Álvaro.
Samara aprovecho ese momento para parar un taxi.
- ¡Por favor, ve a la fábrica de químicos de las afueras!
El lado loco de Samara hizo que el taxista se asustara.
-Señora, yo estaba volviendo a casa. Mire.
- ¿Repítalo? -Samara apunto el fragmento de cristal al cuello del taxista.
El taxista estaba tan asustado que pisó el acelerador. Los guardaespaldas querían seguirlos, pero el taxi salió demasiado rápido y cuando detuvieron a otro taxi, Samara ya había desaparecido.
Álvaro y Josué llegaron rápidamente, pero no vieron a Samara. Álvaro se usó tenso de inmediato.
- ¿Dónde está ella? ¿en qué dirección fue?
-Lo siento, señor, no lo vimos claramente.
- ¡Bastardo! -Álvaro le dio una patada a uno de los guardaespaldas y rápidamente pidió que empezaran a buscar el paradero de Samara. Eduardo ya había estado en peligro. No podía dejar que su esposa sufriera más.
Samara llego a la fábrica de químicos de la que hablaba Rebeca. Cuando llego, descubrió que solo era una fábrica abandonada.
- ¡Rebeca! ¡ya estoy aquí! ¡libera a mi hijo y te daré lo que quieras! -Samara salió del taxi salió del taxi y entro a la fábrica corriendo como una loca, pero no había nadie dentro.
El cubo de madera del video todavía estaba allí y la sangre en el interior todavía estaba caliente. Aunque no había mucha, era suficiente para que las piernas de Samara se ablandaran y todo su cuerpo temblara.
La cristalera había sido abierta y parecía que todavía tenía el olor y la temperatura de Eduardo en su interior, pero él no estaba.
- ¡Eduardo! ¡Eduardo! -Samara estaba consumida y se sentó en el suelo llorando amargamente.
Toda la fábrica abandonada estaba vacía. Aparte de sus gritos, no había otro sonido. Y esto fue lo que vio Álvaro cuando llego. Samara lloraba como si estuviera loca y cayó al suelo. El cubo de madera estaba a sangre y el color rojo hizo que Álvaro se pusiera nervioso.
- ¿Qué es esto?
- ¡Es la sangre de Eduardo! Aquella loca, Rebeca, ¡quiere extraer la sangre de Eduardo para cambiar la de Adriano! Álvaro, ¿no eres muy poderoso? ¿no eres muy capaz? Te ruego, por favor, que salves a mi hijo. Eduardo es tan pequeño, solo tiene 4 años y su sangre no puede salvar a Adriano. Lo sabes, ¿verdad? ¿estás de acuerdo? -Samara agarro a Álvaro y se estaba volviendo loca. Su hijo era lo más importante para ella. Ahora que sabía lo que Eduardo estaba soportando, era peor que matarla.
Álvaro nunca hubiera pensado que Rebeca estaría tan loca. Mirando la sangre en el cubo de madera, Álvaro de repente no podía ponerse en pie.
-Que alguien recoja la sangre y la lleve de vuelta. No perdáis ni una gota. -aunque sabía que esto era inútil, Álvaro todavía lo hizo. Este hombre, por primera vez, apenas podía mantenerse en pie.