-Haz que alguien siga a ese niño. Los demás, compórtense como de costumbre. ¡No dejes que nadie descubra que pasa algo aquí! -dijo Alana en voz baja, después de todo, ella tenía mucha experiencia en afrontar estas escenas.
Tenía tanto dolor que podría desmayarse, pero la ira en su corazón no se extinguió. Antes, era una persona con mucha importancia, pero hoy, no pensó que fracasaría contra un niño. ¡Efectivamente era el hijo de Álvaro!
Había aprendido maneras de salvarse a esta edad. Si fuera un poco mayor, ¿Qué haría con él? Alana ya no tenía ni un ápice de bondad. Ahora deseaba golpear a Eduardo para aliviar su odio.
Al oír que disminuían las personas que lo perseguían, Eduardo pensó que llegaría su oportunidad. En realidad, no estaba lejos de la recepción. Sería conveniente abalanzarse hacia fuera y pedir ayuda. Pero no se atrevió a garantizar que la persona que entraba seria compasiva.
Si a esta persona no le importara su vida o incluso escapara, ¿no estaría expuesto a Alana otra vez? Considerando esta situación, Eduardo apretó los dientes y abandono la idea de correr a recepción. Se dio la vuelta y entro directamente en la sala VIP para esconderse bajo la cama.
No sabían correctamente cuantas habitaciones VIP había aquí, así que no entrarían para registrar una por una. Además, Eduardo había entrado en una con el cartel de No molestar, lo que indicaba que había alguien dentro.
Esas personas no se atreverían a buscarlo sin escrúpulos cuando había invitados. Se escondió bajo la cama y escuchaba que había alguien en el baño.
Al entrar en la peluquería después de disfrazarse, Samara se sentía rara. No había nadie allí.
- ¿Hay alguien? -Samara grito y quiso entrar.
En ese momento unas camareras salieron.
-Hola, ¿en qué puedo ayudarte? -La camarera estaba sonriendo. Se sentían incomodas, pero al mismo tiempo impedían a Samara entrar.
Samara sintió una frustración, pero dijo sonriendo:
-Me recomendaron su masaje facial, por lo tanto, voy a echar un vistazo. ¿Cómo se recarga? ¿Cuándo venga le pago o necesito recargar mi tarjeta de socio? ¿tiene alguna actividad de experiencia? -miro alrededor como si estuviera mirando los posters de la pared. De hecho, presto atención a la disposición de todo en el local.
Era solo una peluquería, pero con muchas cámaras ocultas. Las salas de belleza suelen dar importancia a la privacidad de sus clientes. Aunque era el salón, no había necesidad de poner tantas cámaras.
Samara tenía la intuición de que algo andaba mal. Tal vez Eduardo podría estar aquí. De repente se emocionó. Si pudiera salvar a su hijo, haría cualquier cosa sin dudarlo. La camarera se adelantó rápidamente, saco el menú y empezó a explicarle todo.
Samara no la escucho en absoluto, pero fingió que lo hacía con atención. En realidad, estaba ansiosa. Justo cuando estaba a punto de perder la paciencia, el timbre sonó otra vez.
-Señorita Rebeca, ¿Cómo esta? -dijo la camarera con entusiasmo.
Samara temía que Rebeca la reconociera por su disfraz. Al escuchar estas palabras, apretó fuertemente las manos. Rebeca miro a Samara subconscientemente y dijo perezosamente tras confirmar un rostro desconocido:
-Quiero ver a Miguel. No me siento bien estos días, así que me gustaría que me dé un masaje.
La camarera dijo de prisa y sonriendo:
-El técnico Miguel se ha ido por unas cosas. ¿Qué le parece esperar en la sala VIP? Le notificaremos cuando vuelva.
-Vale, date prisa. Todavía tengo cosas que hacer esta tarde. No retrases mis negocios.
- ¡Si! -la camarera la acompaño a su habitación privada.
Rebeca era una cliente habitual, se podía ver por la actitud de la camarera. Samara frunció el ceño ligeramente y dijo descontenta:
-Ella es su cliente, ¿acaso yo no? Vengo con antelación. ¿Me despreciáis dejándome aquí para cuidar de ella? ¿Crees que no tengo dinero? -en ese momento la voz de Samara era aguda y áspera.
Rebeca ya había entrado, pero dio un paso atrás al escuchar el grito de Samara y dijo con desdén:
- ¿Quién eres? ¿puedes compararte conmigo? ¡Déjame decirte, soy la futura anfitriona de la familia Ayala! ¡Mi hijo es el sucesor de la familia Ayala! Toda la ciudad estará bajo nuestra soberanía. Dejarte esperar ya ha sido una muestra de aprecio. Voy a llamar a alguien para que te eche si sigues gritando.
Samara estaba extremadamente enfadada.
- ¿También has dicho que, en un futuro, ahora no lo eres? Además, la Ciudad H no está compuesta apenas por la familia Ayala. Se dice que ha desaparecido su hijo, que no es tu hijo. Por lo tanto, no se puede confirmar el sucesor en el futuro. Señorita, le aconsejo que no sea demasiado aguda.
- ¡Tu! -Rebeca no podía pelear contra Samara, pero no se olvidó su propósito y dijo ferozmente:
- ¡Vaya! Hoy estoy de buen humor y no voy a discutir contigo. Ese bastardo no se puede comparar con mi hijo. Espera y veras, tal vez ese bastardo no tiene la fortuna de cargar con la familia Ayala. -se dio la vuelta de repente y entro en la sala privada.
La palma de Samara había sido perforada por sus propias uñas. Pudo concluir que Rebeca estaba relacionada con el desaparecimiento de Eduardo. Pero ahora no podía actuar a la ligera. Samara miro a su alrededor rápidamente, con ganas de encontrar alguna pista.
En ese momento, la camarera llamo al técnico Miguel.
-Miguel, ¿Dónde estás? Date prisa y vuelve. La señorita Rebeca está aquí y quiere que le den un masaje. ¿Qué? ¿Alana? Parece estar en la tienda.
Samara no había escuchado mucho, pero cuando dijo Alana se puso rígida. Desapareció sin huellas por lo que no esperaba que se escondiera aquí. Efectivamente había algo inusual en esta peluquería.
Samara no se atrevió a actuar en privado ahora, tenía miedo de que su imprudencia hiciera daño a Eduardo. Respiro hondo y dijo con tono enfadado:
- ¿Qué tipo de peluquería sois? ¿me injuriáis porque soy una nueva cliente? ¡Vale! No existe solo una peluquería en Ciudad H. ¡Os valoráis con bastante orgullo! Ya no quiero hacer nada aquí. -después de decir eso, se levantó enfadada, pateo una silla y salió de la tienda con su bolso.
La camarera no la detuvo, en cambio, lanzo un suspiro de alivio.
-Date prisa a ver si encuentran al niño. Cuelga la señal para suspensión del negocio fuera. No dejes que entre nadie otra vez, en caso de que pase algo. -Paula, la encargada del local, hablaba en serio. Los otros camareros la siguieron rápidamente.
Samara vio que la peluquería colgaba el signo de suspensión justo cuando ella salió y verifico aún más su suposición. Viendo que había salido en perfecto estado, Álvaro la metió rápidamente en el coche y la abrazo con fuerza.
-Qué bueno que estas bien. Me has asustado mucho.
-Álvaro, esta peluquería está en problemas. ¡Creo que Eduardo realmente está allí! -Samara estaba un poco emocionada así que lo empujo sin darse cuenta.
Álvaro estaba un poco incomodo, sintiendo que sus brazos estaban vacíos. Pero presto atención al oír la noticia sobre Eduardo.
- ¿Cómo?
Samara le conto sobre el excesivo número de cameras que había en la recepción e incluso que escucho como hablaban de Alana. Cuando el escucho todo esto, su cara ya no era la mejor.
-Nunca pensé que habría tantos secretos en una peluquería.
- ¿Qué hacemos ahora? Sospecho que Eduardo está dentro. Rebeca busca al técnico Miguel. Aunque no lo conozco, debe estar relacionado con la desaparición de Eduardo. -Samara estaba muy ansiosa. Había pasado un día sin ver a su hijo. No se atrevió a imaginar lo que Eduardo había sufrido considerando como Rebeca lo odiaba.
Álvaro también estaba ansioso, pero dijo calmamente:
-Ir ahora no sería juicioso. Después de todo, Eduardo está en sus manos y si los provoca, amenazara su vida. Isaac dijo, que Eduardo había aprendido mucho de autodefensa. Debe soportar un periodo más y estar tranquilo. Necesitamos un plan.
El corazón de Samara estaba fuertemente anudado. Aunque estaba muy ansiosa, tuvo que admitir que lo que decía Álvaro era correcto.
Josué trajo los planos de la peluquería rápidamente.
-Señor, este es el plano que encontré. Lo he visto antes. En aquel entonces era solo un barrio con chabolas y este salón fue renovado después con una ventilación arriba. Podemos enviar a alguien para salvar al pequeño. No obstante, se necesita que alguien atraiga su atención antes.
Álvaro miro el plano y dijo con precisión:
- ¡Voy a entrar!
- ¡No! -Samara le impidió en el mismo momento. -Tienes heridas, no puedes ir. Esta ventilación es tan estrecha que solo permite que vayas arrastrándote. De esta manera es inevitable empeorar tus heridas…
Antes de que Samara pudiera terminar sus palabras, Álvaro la abrazo y la detuvo con un beso. Ella se quedó aturdida por un momento, podía sentir la locura y la posesión de Álvaro. Pero no tuvo más remedio que decir enfadada:
- ¿En serio? ¡No tenemos ninguna noticia de nuestro hijo todavía!
-Como has dicho, es nuestro hijo. No he hecho nada por el en toda su vida y ahora, es probable que este ahí dentro. No me puedo imaginar el miedo que está sintiendo. Para cualquiera que entre, Eduardo estará a la defensiva, excepto yo. Samara, no te preocupes, definitivamente sacare a mi hijo de allí.
-Ok…
Álvaro se giró y miro hacia la peluquería con frialdad y crueldad.