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¿Eres un perro?

Pero Eduardo se sentía un poco infeliz.

- ¡Mama, eres mía! -dijo el.

Eduardo abrazo fuertemente el brazo de Samara, haciendo que ella no supiera que decir.

-Siempre seré tuya, pero ¿no crees que a Adriano le falta amor? -pregunto Samara.

-Eso no tiene nada que ver con nosotros. ¡Tiene su propia madre! -dijo Eduardo.

Sabia quien era su madre y no tenía una buena impresión de esa mujer. Al verlo así, Samara quería decir más. Mayra llevo a Samara y Eduardo a la cantina para comer. Samara no sabia cual era la comida hasta qui vio que Adriano le dio dos piernas de pollo a Eduardo din alegría. Sus pequeños ojos seguían mirándolas, como si pudiera comer con los ojos.

Sin embargo, Eduardo las cogió bruscamente y las puso en el tazón de Samara y dijo con orgullo:

-Mama, las gane para ti, come rápido. Solo hay una comida buena al día. -mientras hablaba, comió directamente el pollo, así que su boca estaba llena de aceite.

Adriano no pudo evitar tragar saliva. Aunque era el sucesor de la familia Ayala y no le faltaba el pollo en la familia, aparte del pollo del medio día, las otras comidas eran completamente insoportables para él. Era tan simple. Además, el sabor no era tan bueno como el del cocinero de casa.

Antes pensó que el pollo del mediodía podría satisfacer temporalmente su apetito, pero desde que llego aquí, Eduardo lo intimido muchas veces y le quito su pollo. Sin embargo, todavía era muy valiente y estaba dispuesto a luchar contra él, pero hoy, el realmente quería comer. Viendo a Adriano así, Samara sonrió y le entrego el pollo.

-Come. -dijo ella.

Adriano estaba aturdido e inconscientemente miro a Eduardo. Eduardo fruncio el ceño.

-Mama, ló gane para ti. Además, tiene que admitir la derrota y debe abandonarlo. -dijo Eduardo.

-Eduardo, tienes que sr misericordioso y perdonar a los demás. Aunque quieres motivar a Adriano, la represión opresiva no es un comportamiento sabio. Tienes que ejercer la moderación. Además, este es el pollo que me das, así que tengo derecho a compartirlo, ¿verdad? -pregunto Samara.

Ella no quería tratar bien a Adriano, porque después de todo, el era el hijo de Rebeca, pero ella se sentía movida por él. Mirando los ojos con esperanza de Adriano, parecía ver los ojos de Laura.

Tenían los mismos ojos finos y la apariencia similar, pero vidas diferentes. Tal vez esta era la decisión de dios, pero ¿cuan inocente era este chico? Después de oír las palabras de Samara, Eduardo guardaba silencio.

Adriano seguía mirando a Eduardo, como si no fuera a comer si el se lo permitía. Después de un rato, Eduardo susurro:

-Ya te lo ha dado ella. Te lo puedes comer. Sin embargo, tienes que entrenar una hora más. No puedes compararte con mi fuerza física, así que solo puedes trabajar mas duro. Ningún heredero puede ser perezoso.

- ¡Si, jefe! -dijo Adriano.

El niño rio felizmente. Se dio la vuelta y abrazo a Samara para decir:

-Muchas gracias. Definitivamente me voy a esforzar mucho.

-Vale. -dijo ella.

Al ser abrazada por Adriano, Samara tuvo otro sentimiento, diferente del abrazo de su hijo, diferente del comportamiento coqueto de su hija, pero era un sentimiento cálido y alegre sin ninguna razón.

Adriano comió el pollo y Eduardo también se rio. Los dos chicos hablaron y jugaron. Cuando Mayra vio esta escena, dijo con una emoción complicada:

-En realidad, puedes aprovechar los sentimientos de Adriano por ti para luchar contra Rebeca.

-No soy tan despreciable y soy madre. Aunque Rebeca ha cometido muchos errores, no esta relacionado con su hijo. -dijo Samara.

-Todavía eres tan amable, no puedes tratar así a Álvaro. -dijo Mayra. Estaba un poco preocupada.

Samara retiro su mirada ligeramente.

-No te preocupes, no seré compasiva con él. -dijo ella.

El ambiente de esta comida podía considerarse cálido y feliz. Por la tarde, los niños y profesores continuaron entrenando. Samara no tenia nada que hacer. Después de visitar el campamento, recibió una llamada de Álvaro.

El paisaje era bastante bonito y también estaba con su mejor amiga y con su hijo. De hecho, Samara estaría muy contenta si Álvaro no la llamara. Pero ella no rechazo y contesto.

- ¿Estas acostumbrada con la vida en la isla? -pregunto Álvaro, su voz llevaba un rastro de agotamiento.

-Todo bien. -Samara respondió sin mucha emoción.

Álvaro se froto las sienes, sabiendo que a ella no le gustaba mucho, pero ahora solo quería escuchar su voz.

-He visitado a esa anciana. Ahora esta bien, pero tengo que esperar a que despierte. Tienes que quedarte unos días en la isla y te iré a buscar. -dijo el.

-Vale.

Después de saber que posiblemente Álvaro tenía relación con este asunto por la explicación de Mayra, Samara no sintió ninguna culpa. Era demasiado compasiva y ya no podía serlo.

- ¿Has visto a Eduardo? ¿Cómo te encuentras? -pregunto Álvaro.

Reconoció su superficialidad, pero solo quería escuchar su voz. Acababa de irse y Álvaro sentía que el tiempo no pasaba. Si no tuviera muchas cosas que hacer, realmente iría a la isla en aquel momento. Allí estaban su esposa y su hijo y ahora sentía que no había nada más importante.

Sin embargo, Samara no sabia en lo que el estaba pensando. Ella solo dijo con indiferencia:

-Esta fuerte, oscuro y delgado, pero a Eduardo le gusta mucho.

- ¿Qué te parece? ¿te gusta? -pregunto él.

La voz de Álvaro era un poco baja y encantadora. En el pasado, Samara se sentía hechizada por su voz, pero ahora solo se burló.

-Me vi obligada a venir aquí. No pienso en nada. Si no tienes nada mas que decir, voy a colgar. -dijo Samara, esta vez ni siquiera quería fingir.

Álvaro se sintió impotente. Realmente no había manera de saber lo que había pasado hace cinco años. Era como si alguien lo hubiera ocultado deliberadamente. No pudo encontrar la verdad. En ese momento, Samara estaba justo a su lado y justo frente a sus ojos, pero sentía que era irreal, como si ella se fuera en cualquier momento. Ese sentimiento era terrible.

Álvaro susurro:

-Tengo algo que decirte. Irán dos personas a la isla… por favor, cuida de ellos.

-Tus amigos o invitados no tienen nada que ver conmigo, ¿verdad? Señor Álvaro, no me siento obligada a ayudarte a cuidar de tus amigos. -Samara se negó directamente.

Sin embargo, Álvaro dijo en voz baja:

-Son los mayores de la familia Arias. Ellos son mis suegros. Recientemente, la salud de mi suegra no esta bien y ella necesita en lugar mejor para descansar. Creo que será bueno que vaya a la isla. Los niños están ahí ahora, así que tal vez mi suegra este de mejor humor.

Samara estaba aturdida. Su mano temblaba mientras sujetaba el teléfono e incluso su voz cambio.

- ¿Quién vendrá aquí? ¿Qué le paso a su cuerpo? -pregunto ella y después de decirlo, se dio cuenta de que estaba demasiado ansiosa. Rápidamente cambio el tono y dijo: -Quiero decir, ¿tu suegra estará de acuerdo en venir aquí?

-Hare todo lo posible para convencerlos a que vayan, pero no tengo muchas esperanzas. Después de todo, tienen un profundo rencor contra mí. Solo te lo digo primero. Si se acercan, ayúdame a cuidar bien de ellos. Por favor.

Los ojos de Samara estaban húmedos. A ella no le importaba el problema en absoluto. En realidad, quería volver al lado de sus padres y decirles que todavía estaba viva, pero tenia miedo de estimular a sus padres. Nadie podía entender este humor complicado y ansioso.

-Lo se. -dijo ella temiendo revelar demasiada emoción, por lo que rápidamente colgó el teléfono, pero empezó a esperar en su corazón.

Sabia que sus padres casi habían perdido todo contacto con Álvaro por su decisión. Incluso si la compañía familiar tuviera que cooperar con la familia Ayala, su padre preferiría perder dinero a asociarse con la familia Ayala.

Samara no lo sabía, pero todavía estaba deseando ver a sus padres y divertirse con ellos. Si así fuera, ella no tendría remordimientos. A medida que pasaba el tiempo, Samara estaba llena de expectativa y sentía que todo estaba bien.

Los niños todavía estaban entrenando y nadie le acompañaba. Tenia que quedarse en el dormitorio. De repente algo se golpeo contra la ventana de la habitación. Samara frunció el ceño y se sentó en la cama para vigilar, ella cogió un termo y se acerco a la ventana con cuidado, miro fijamente los movimientos de la ventana.

La ventana se abrió lentamente desde fuera, Samara se sentía nerviosa. Ella abrazo fuertemente el termo, aunque sabía que no podía hacer demasiado daño, era la única herramienta de defensa que pudo encontrar. La ventana finalmente se abrió y una cabeza surgió al instante.

-No. -Samara grito e inconscientemente tiro el termo.

- ¡Dios mío! -un grito familiar resonó y el hombre inmediatamente empezó a gritar. Sin embargo, no se fue, sino que entro directamente en la habitación.

- ¡Ayuda! ¡ayuda! -Samara gritaba, pero al momento siguiente, alguien le tapó la boca.

- ¡No grites, soy yo! -el hombre bajo la voz.

Samara estaba completamente nerviosa ahora. A ella no le importaba quien era, ni reconocía que su voz era familiar. Estaba tan asustada que le dio unas patadas, pero sintió que la fuerza de la mano en su boca se apretaba más. Inconscientemente abrió la boca y mordió ferozmente la palma del hombre.

- ¡Mierda! ¿eres un perro? Por lo general te ves muy elegante. ¿Por qué eres tan irrazonable ahora? ¡Soy yo, soy yo! -todo el cuerpo del hombre tembló de dolor, pero no se atrevió a soltar a Samara. Si ella gritara de nuevo, el personal de Álvaro se enteraría y vendría.

Desafortunadamente, ahora Samara no podía escuchar nada y solo sentía que estaba siendo secuestrada. Cuando pensó en esto, Samara se lleno de fuerza. De repente, golpeo el pecho del hombre con el codo. Aprovechando la relajación temporal por el dolor, se dio la vuelta y dio una patada en la parte baja del hombre.

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