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Eres muy valiente

Samara se quedó sin palabras. Solo tenia una cita, ¿Por qué dijo que era una desvergonzada? Además, no tenia ninguna relación especial con Álvaro.

-Anabel, Álvaro puede ir a ver a Rebeca y yo también puedo salir, ¿Por qué me has dicho esto? Además, no tengo ninguna relación con Álvaro. Lo que has hecho a sido demasiado brusco, ¿no? -dijo ella.

Samara no tenia hostilidad con esta sirvienta. Después de todo, las dos se llevaban muy bien antes, pero ahora no podía soportar la actitud que tenia Anabel.

La criada se puso todavía mas enfadada cuando escucho lo que dijo Samara.

-El señor Álvaro te ha traído aquí, así que eres su mujer. Además, te trata tan bien, ¿Por qué actúas así? La señora Rebeca dio a luz a un hijo para esta familia, por lo que naturalmente el señor Álvaro necesita verla. ¿Eres tan egoísta que no puedes aguantarlo? -pregunto la mujer.

Samara se enfado al oírlo.

-Anabel, te lo digo otra vez. No necesito que te preocupes por mi y tampoco tienes el derecho. En primer lugar, no me he casado con Álvaro… soy libre. En segundo lugar, la relación entre Álvaro y yo no tiene nada que ver contigo. Si sigues así, se lo diré a Álvaro. ¿A quien crees que va a culpar? -dijo Samara, no quería mostrar una actitud tan dura, pero lo que había hecho esta sirvienta la había enfadado mucho.

Sala quería salir de allí rápidamente, pero sus palabras hicieron que Anabel se enfadara mas.

-Ya te digo, no importa como el señor Álvaro te trate, siendo la mujer de esta familia, siempre tienes que ser considerada con el. A igual que nuestra dueña anterior, tienes que ser respetuosa con tu marido. De lo contrario, no eres digna de ser su mujer. -dijo la criada.

Samara se quedo aturdida al escuchar esto. Resulto que el motivo por el que Anabel la trataba tan bien antes era porque se había puesto en un lugar inferior al de su marido.

Anabel era la nodriza de Álvaro y le había criado, por lo que naturalmente siempre protegido a Álvaro. Fue Samara quien era demasiado inocente. Ahora entendió que, para esta señora, Álvaro era como su hijo, mientras a ella la tomaba como su nuera.

La suegra no era como la madre real, así que no protegería a su nuera frente al interés de su hijo. Samara lo entendió todo y se puso muy triste, la forma en que miraba a Anabel cambio. Al final, ella fue tan inocente y tonta que se había equivocado y dijo burlonamente:

-Anabel, no tengo ningún interés en ser la mujer de vuestra familia. Dile a Álvaro que quiero que me deje ir lo mas rápido posible.

- ¡Que desvergonzada eres! -Anabel no sabia que decir.

Anabel se puso muy ansiosa, de repente levanto el brazo con la intención de golpear a Samara, pero la fría mirada de esta mujer la sorprendió.

- ¡No me trates así! No soy Rebeca y no me quiero casar con Álvaro. Si me golpeas, no importa que reacción tendrá Álvaro, ¡te cortare la mano! -dijo Samara, le lanzo miradas llenas de frialdad haciendo que Anabel se quedara parada.

Samara empujo la silla de ruedas y se fue. Tan pronto como vio a Víctor puesto de pie en la puerta con una sonrisa encantadora. El hombre dijo:

-Señorita, eres muy valiente.

-Has entrado aquí sin permiso. ¿No tienes miedo a Álvaro? -pregunto ella, luego sonrió, cogió las rosas y las olfateo antes de decir: -Huelen bien, ¿son para mi?

-Por supuesto. -contesto el hombre.

Víctor creía que lo que había hecho Samara era impresionante. El empujo a Samara y los dos salieron de allí. En el camino, se encontraron con algunos sirvientes de la familia. El hombre incluso silbó unas cuantas veces como un rufián.

-Señor Víctor, ¿se puede comportar como una persona normal? -dijo Samara.

- ¿Qué tengo que hacer? Siempre actuó de esta manera. -contesto el hombre. Mientras hablaba, llevo a Samara al coche, le puso bien el cinturón de seguridad y dejo la silla de ruedas en el maletero. -Vámonos guapa. Te llevo a desayunar. Dime, ¿Qué quieres desayunar?

-Se dice que las empanadas de aquí son muy ricas, ¿vamos a probarlas? -pregunto ella.

-Muy bien. -dijo el hombre, encendió el coche y se fueron.

Anabel recupero la consciencia mucho después de que Samara se fuera y los observo por detrás. Recordó la mirada de Samara y se dio cuenta de que la había asustado. Rápidamente cogió el teléfono y llamo a Álvaro.

-Señor, la señora Catalina se ha ido con un hombre arrogante, quien vino con rosas. ¿Por qué estas con una mujer así?

Álvaro estaba en el camino de vuelta cuando escucho las palabras de Anabel, lo que hizo que se pusiera muy serio.

- ¿Qué hombre? -pregunto.

-Parece que es de la familia Ribeiro, no lo vi claramente. -respondió la mujer. Anabel sabía que Víctor y Álvaro no se llevaban bien. El hecho de que Samara se haya ido con este hombre molesto mucho a la sirvienta. -Señor, los dos estaban hablando y riendo con mucha alegría. Están muy familiarizados. No podemos dejar a esta mujer quedarse aquí. Señor no sea tonto.

-Ya lo se, ¿ella ha desayunado? -respondió Álvaro.

Álvaro se froto la cabeza y estaba algo cansado. Cuando la señora Anabel encontró que Álvaro todavía estaba preocupado por aquella mujer, se quedo ansiosa.

-Señor, ¿escucho mis palabras? Esta mujer no es lo suficientemente buena para ser tu esposa. Preparaste la comida para ella sin descansar, pero no te ha aceptado. Lo que ha hecho no es nada agradable. -dijo Anabel.

Álvaro frunció el ceño ligeramente. Subconscientemente no quería que nadie hablara mal de Samara, ni siquiera la señora Anabel.

-Anabel, espero que esta sea la ultima vez que digas algo así. Hoy te diré la verdad. Solo ella podrá ser mi esposa. No importa si te gusta o no, no voy a cambiarla. Si no puedes soportarlo, puedes irte con mi madre. Esta muy sola en el extranjero y ya es hora de que la vayas a cuidar.

Al escuchar a Álvaro, Anabel se quedo muy sorprendida.

-Señor, ¿quiere echarme por esa mujer? -pregunto la sirvienta.

Álvaro no había notado la tristeza en su voz y tampoco se sentía bien.

-No te estoy echando. Solo espero que te puedas llevar bien con ella. Mientras te calmes, encontraras que ella y Samara tienen muchas similitudes.

- ¿Cómo podría ser? ¡Samara no seria tan cruel! A Sanara solo le importaba usted, pero esta mujer sale con otro hombre cuando ve que no estas. ¡Ellas no pueden compararse en absoluto! -la señora se enfado mucho.

Álvaro sintió que le dolía mas la cabeza.

-Piensa en mi propuesta. Si te resulta incomodo servirle, te enviare al extranjero a acompañar a mi madre. Estoy ocupado aquí, así que vamos a hablar de ello luego. -dijo Álvaro.

El hombre colgó el teléfono después de hablar. La señora se sorprendió.

Se fue para calmarse, al mismo tiempo, Álvaro tampoco podía quedarse tranquilo. Rebeca fue enviada al hospital por la intoxicación alimentaria, aunque la situación ya no era muy grave, no se había despertado. No la amaba, pero tenia que ser responsable. No podía irse en este momento, pero al pensar en que Samara había salido con Víctor, se puso ansioso.

El hombre encendió un cigarrillo y se paro en la escalera. Esto fue lo que Josué vio cuando llego. El asistente estaba preocupado y dijo:

-Señor, el desayuno esta aquí. Cómalo o vuelva a descansar. Si la señora Rebeca despierta, le llamare.

Al principio pensaba que Álvaro estaría de acuerdo, pero después de respirar hondo, Álvaro apago el cigarrillo y susurro:

-Quédate aquí, tengo algunos asuntos privados que atender y saldré ahora.

- ¿Asuntos privados? -pregunto el asistente. Estaba un poco sorprendido.

A lo largo de los años, Álvaro prácticamente había tomado la compañía como su casa. Casi siempre llevaba todos sus trabajos allí. Sin embargo, Josué reacciono rápidamente porque creía que seria Catalina quien podía dejar a este hombre tan ansioso.

Aunque no se llevaba bien con ella, Josué conocía su deber. Asintió y le devolvió las llaves del coche.

-Señor, cuídese. -dijo.

- ¡Claro! -respondió Álvaro.

Álvaro cogió las llaves del coche y salió del hospital. Después de subir al coche, Álvaro vio la matrícula del coche de Víctor a través de la videovigilancia que había en su teléfono. El hombre frívolo continúo actuando de manera arrogante. Cuando vio a aquel hombre llevar a Samara al coche abrazándola, Álvaro se puso furioso.

Saco el teléfono y llamo directamente al responsable de la brigada de policía de trafico.

-Señor Oscar, ayúdeme a buscar un numero de matricula. Quiero saber a donde fue este coche y donde esta aparcado ahora. -dijo el hombre.

Esta fue la primera vez que Álvaro había aprovechado su identidad para conseguir algo. Cuando el agente de policía de trafico escucho la voz de Álvaro, se puso muy atento. Rápidamente encontró los videos gravados para buscar la ubicación del coche de Víctor. Tan pronto como la obtuvo, dijo:

-Señor, este coche esta actualmente aparcado en la entrada del Imperial Food Garden.

Cuando Álvaro escucho esto, frunció el ceño de nuevo. Recordó que había cocinado para Samara.

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