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Midgar y el templo de Tyr 2.266

Viggo y Rosewisse habían viajado de vuelta al templo de Tyr en el bote que habían ocupado en un principio para transitar el extenso rio que conectaba las diferentes zonas. Todo mantenía su aspecto tranquilo, salvo que el cielo se había ensombrecido como si fuera de noche. La vegetación primaveral era más hermosa que nunca, sobre todo las pequeñas plantas con pétalos que brillaban de un azul intenso como si fueran luciérnagas.

Rosewisse y Viggo llegaron a la playa cercana al templo de Tyr, caminaron con tranquilidad hasta alcanzar una rampla que ascendía tres metros y los llevaba a la entrada del puente. Todo continúo estando en tranquilidad, pero ahora el paisaje era diferente. Había un montón de cadáveres blancos empalados en los tridentes de los elfos oscuros. La gran diferencia entre las dos razas era que los elfos blancos cortaban sus cuernos y se vestían completamente de blanco a diferencia de los elfos oscuros que vestían de forma tribal con un taparrabos.

Viggo y Rosewisse avanzaron por entremedio de los cadáveres y haciéndose camino a través del puente de roca obsidiana. Las estaturas a los lados del camino seguían completas, también de piedra obsidiana, pero su casco, lanza y escudo estaban hechos de oro. Algo que tampoco había cambiado eran las estructuras de esa extraña materia arenosa y frágil.

—¿Esto es serio?— preguntó Viggo, recordaba que Rosewisse había mencionado que no era bueno que el cielo se oscureciera

—En términos de meternos en un posible problema, no es bueno, pero si consideramos las veces que ha cambiado de dueño la luz, es lo normal— respondió Rosewisse un tanto repugnada por tanta matanza —al final, la guerra es por necesidad o codicia ¿No?—

Viggo asintió y miró hacia adelante, las construcciones que parecían las paredes de un panal a los lados del puente se extendían a lo largo, mucho más que cuando llegaron y ahora habían emitido unas membranas luminosas que cortaban el paso.

En ese momento, en medio del puente apareció un portal oscuro similar a las grietas dimensionales. El portal se expandió y salió un guerrero de gran estatura con una armadura robusta. Sus pisadas hacían temblar el puente y generaban un gran estruendo. Aquel guerrero llevaba un ultra espadón tan grande y casi tan grueso como él. Lo cargaba sobre su hombro derecho y lo sostenía del mango con una mano.

—Rosewisse— dijo Viggo algo preocupado por el nuevo camino que había aparecido delante de ellos —¿Esto es malo?—

—¿Qué cosa?— preguntó Rosewisse, apartando la mirada de los cadáveres de los elfos blancos y mirando hacia el frente. Entonces vio las esculturas de los guerreros con lanzas y escudos a los lados formando un camino custodiado y al final de ese camino un guerrero que se podría considerar blindado.

—No es bueno— dijo Rosewisse —es uno de los seguidores de Odín, un viajero—

—¿Qué es un viajero?—

—En este momento no, ocupo tu touki, si te golpea con ese espadón será como recibir un martillazo de Thor—

—No es bueno— confirmo Viggo y se concentró en el enemigo que avanzaba a paso lento como si le costara mover dicha armadura. Viggo se recubrió con el touki rojo y Rosewisse hizo lo propio con su refuerzo mágico.

—¿Me dejas intentarlo?— preguntó Viggo

Rosewisse miró a Viggo, de cabello rojo hasta los hombros y vibrantes ojos azules. Por alguna razón él sonreía. Ella asintió, pero de todos modos convoco su varita de plata en su mano derecha.

Viggo camino al encuentro del viajero, un tipo más alto que el propio Viggo, blindado con una poderosa coraza de color turquesa y portando un ultra espadón casi tan grande como él. Viggo alcanzó los cinco metros de distancia y el viajero que se movía con lentitud, bajo su ultra espadón al suelo y se lanzó en una carrerilla. Por la envergadura del viajero en su armadura Viggo tuvo la impresión de que lo iba a aplastar una montaña, pero se recuperó de inmediato y se preparó para el encuentro.

El viajero se detuvo, levantó su ultra espadón con ambas manos y lo descargo como si fuera una enorme guillotina lista para partir a Viggo a la mitad. Este último dio un paso a un lado y esquivo el corte por un pequeño margen. El viajero volvió a levantar el ultra espadón otra vez y lo descargo con igual fuerza. Viggo de nuevo esquivo, pero el viajero parecía imparable y lo atacaba sucesivamente hasta que lanzó cortes horizontales. Viggo paso por debajo de la hoja, esquivando todos los cortes y una vez que entendió el patrón de movimiento del viajero, comenzó a atacar.

Viggo se agachaba como un boxeador, dejaba pasar el ultra espadón por encima de su cabeza y lo castigaba con un poderoso puñetazo. La armadura del viajero poco a poco comenzó a resquebrajarse, pero nada de eso le importaba al viajero, él continuaba atacando con cortes verticales y horizontales. El movimiento del arma cortaba el aire y cuando se estrellaba contra el suelo de roca obsidiana del puente producía un sonoro tañido que lo llenaba todo en varios metros a la redonda.

El viajero tomo su ultra espadón y lo volvió a levantar con ambas manos para descargarlo contra Viggo. Este último se movió hacia un lado, esquivo por un pequeño margen y el ultra espadón choco contra el suelo soltando un tañido. Viggo apretó su puño, concentro el touki y golpeo con mucha fuerza, eso destrozo la coraza del viajero y se cayó a pedazos.

El viajero reacciono al impacto y retrocedió por la fuerza, pero parecía indiferente al dolor. Solo le quedaban los guanteletes, las botas y el ultra espadón. Una vez más avanzó contra Viggo, lanzando cortes verticales y cuando parece que se cansaba, lanzaba cortes horizontales. No había perdido fuerza, pero había perdido protección.

Viggo esquivó pasando por debajo del ultra espadón, conecto un puñetazo y eso fue suficiente para romper el ritmo del viajero. Este último retrocedió por el impacto y dolor, miró a Viggo y soltó un rugido de furia. Era un humano tatuado, calvo, barbón y embrutecido por la magia Seidr, como muestra de eso sus ojos eran blancos, dándole la apariencia de un espectro vengativo. Viggo continúo acercándose, evitando los ataques con gran maestría y golpeando al punto en el que el viajero cayó de rodillas y soltó el ultra espadón.

—¿Algo que decir antes de tu muerte?— preguntó Viggo avanzando a paso lento mientras pensaba que perdió su oportunidad para empezar a evaluar a este guerrero. Sin embargo, para eso necesitaba experimentar sus ataques y no era el momento para salir herido.

—Es inútil— dijo Rosewisse caminando en su dirección.

Viggo volteo su rostro y vio la valkiria en su armadura ornamental dorada con el cabello de plata y las alas envueltas en la aparatosa armadura. Viggo volvió a mirar al viajero que seguía arrodillado en el suelo, sin fuerzas para poder levantarse.

—Se dice que los viajeros, aquellos que rinden culto a Odín, han perdido su humanidad a cambio del don de Odín—

—Magia seidr que los embrutece, haciéndolos más resistentes y fuertes—

—No hay mucha diferencia entre ellos y los draugrs— añadió Rosewisse

Viggo asintió, se agacho y tomo el ultra espadón por el mango recubierto de tiras de cuerpo. Era una buena arma, solida, pesada y balanceada. Viggo la levanto con las dos manos y lanzó un corte horizontal. El viajero cayó partido a la mitad y su sangre manchó el puente del templo de Tyr.

Viggo miró la espada manchada por la sangre del viajero, la levanto con ambas manos con la punta apuntando para el cielo y asintió, como si le trajera un sentimiento nostálgico —me gusta— dijo

—Bueno, eres grandote— dijo Rosewisse —así que combina contigo, déjame verla, no vaya a tener un maleficio o algo—

Viggo le tendió el ultra espadón con una mano y Rosewisse lo tomo, pero al instante, la punta de la hoja cayó al suelo.

—Esto es demasiado pesado— dijo Rosewisse sosteniendo el ultra espadón por el mango. Ella bajo la espada y la soltó en el suelo. Después miró las runas inscritas en una franja en el centro de la hoja que abarcaba desde la empuñadura hasta la punta —nada raro— murmuro ella —solo es un conjuro enano para darle durabilidad al ultra espadón—

—En ese caso, me lo quedó— dijo Viggo, él se agacho y toco con la mano derecha el ultra espadón. Al instante siguiente fue absorbido por el anillo y desapareció del suelo. Viggo camino hasta donde estaba el torso superior del viajero.

—¿Qué vas a hacer?— preguntó Rosewisse

—Pigmentos— dijo Viggo como si nada, se agacho, saco varios frascos de vidrio, un cuchillo y una jeringa. Él comenzó cortando el dedo pulgar del viajero, después tomo un frasco y vertió sangre. Cortó un trozo de piel de la cara, le saco un ojo y varias otras partes que las almaceno.

Los cuadros pintados de la diosa Hera eran un regalo hecho por una diosa de la creación, podían seguir añadiéndosele más pigmentos. Eso quiere decir que al cuadro de la violencia se le podrían añadir nuevos enemigos, solo había que pintarlos utilizando los pigmentos que correspondían a dicho enemigo.

—Viggo, tenemos visitas— dijo Rosewisse con un tono de voz preocupado

Viggo guardo los frascos en su anillo, se puso de pie y miró hacia adelante. Sin embargo, en lugar de preocuparse, sonrió —no te preocupes, Rosewisse, son amigos—

Desde el otro extremo del puente venía un hombre calvo, tatuado, muscular y grande. A su lado iba un niño de unos diez años de cabello cobrizo y vestido con pieles de animales. El hombre tatuado iba vigilando los alrededores mientras el niño iba pateando las cosas sueltas que había en el suelo. El hombre tatuado capto a las personas que venían en su dirección y se detuvo mientras ponía una mano en el hombro del niño para que también se detuviera. El hombre tatuado dijo algo, el niño miró hacia adelante y sin prestar atención a lo que decía el hombre tatuado, salió corriendo mientras mostraba una increíble sonrisa.

—Viggo— grito Atreus mientras Kratos lo regañaba por detrás, pero él no puso cuidado y corrió hasta encontrar al hombre pelirrojo. Todavía recordaba su cabello, era lo más rojo que jamás había visto en su vida.

—jajajajaja, Atreus— Viggo rio y se agacho para abrazarlo

—Viggo, Viggo— decía Atreus y de repente se puso a llorar amargamente. Viggo lo abrazó, pero escucharlo llorar así le partió el corazón.

—¿Qué pasa, pequeño hermano?— preguntó Viggo con voz suave, se separó un poco de Atreus y lo miró a los ojos —¿Qué sucede?—

Atreus tenía los ojos rojos y las lágrimas no paraban de caer por las mejillas. Su expresión triste hablaba de un dolor más allá de todo entendimiento. Algo de lo que era difícil hablar, pero que lo hería más fuerte que cualquier arma o puño.

Viggo puso una mirada triste y se mordió los labios, paso sus dedos grandes y toscos por los ojos del niño. Lo abrazo de nuevo y recordó lo que debería pasar. Faye ya le había dicho, pero Viggo estaba tan concentrado en sus cosas que se había olvidado por completo de Atreus.

—Lo siento, pequeño hermano, lo siento— dijo Viggo mientras las lágrimas caían por sus mejillas.

Al poco rato los alcanzaron Rosewisse y Kratos, ambos mirándose el uno al otro con desconfianza, pero unidos por las dos personas que lloraban en frente de ellos.

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