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Preludio del cambio 2.190

Jason, Odiseo y Aquiles fueron llamados por Hera para acompañar a la salida al grupo de enanos que trataban de realizar una venta fraudulenta a la diosa más prominente de Orario. Sin embargo, no fue en malos términos, solo los escoltaron como si fuera un acto de cortesía.

Al mismo tiempo, Viggo acunaba a Uriel en sus brazos. Ella se había mantenido jugando y cuando se cansó, se durmió. De eso ya habían pasado treinta minutos, pero de repente alguien golpeo la puerta y Uriel abrió sus enormes ojos azules. Quedó mirando a Viggo con inusual tranquilidad. Por lo general, ella era de llorar solicitando su comida, ósea Semiramis. Pero ahora solo lo miraba.

Alguien abrió la puerta de la habitación, Viggo volteo su rostro y vio Hitomi, de largo cabello rojo y orejas puntiagudas. Ella mostraba una sonrisa tranquila y caminaba en su dirección.

-Señor Viggo- dijo Hitomi -la señora lo llama a la habitación de la dama Hera-

-Entiendo- dijo Viggo, se puso de pie y puso a Uriel en vertical mientras la abrazaba. Después movió su mano izquierda a un costado del sillón y tomo la bolsa de Uriel con todos sus juguetes y necesidades.

-¿Necesita ayuda?- preguntó Hitomi algo preocupada por verlo sujetar a Uriel con una mano y con la otra llevar la bolsa

-No, para nada, te voy a pedir que me abras las puertas, eso es todo- respondió Viggo

Hitomi asintió y camino por delante de Viggo, abriendo la puerta de la habitación y cerrándola después de que él paso con Uriel y sus cosas. Después caminaron por el pasillo hasta la puerta de la habitación de Hera. Un lugar solo reservado para los que ella podía confiar.

Hitomi abrió la puerta, Viggo entro y escucho que Hera decía -es bueno que hayas mantenido la compostura. Uno ya no puede confiar en los antiguos compañeros de negocios-

Viggo vio a Hera y Semiramis sentadas en un mismo sillón y mirándose a la cara. Hera vestía el largo vestido blanco con el que bajo a la tierra, de cabello rubio y ojos de un color celestial. Por otro lado, Semiramis vestía un quitón blanco con bordes dorados, pero con el cabello oscuro. Ambas mujeres le quitarían el aliento a los hombres.

-Es una lástima- dijo Semiramis -a lo mejor ellos pensaron que porque estabas embarazada, no tendrías buen juicio-

-Bueno, no hay nada de qué preocuparse- dijo Hera -se evitó el peor escenario y ahora les haremos pagar este insulto-

-¿Hablara con los otros dioses y la guild?- preguntó Semiramis

-Mejor aún, hare correr el rumor por el bajo mundo y sus posibilidades de hacer negocios se verán terriblemente reducidas. Eso es lo que se merece por intentar estafarme- dijo Hera con cierta frialdad

Viggo tosió para llamar la atención y las dos mujeres lo vieron sosteniendo a Uriel. Hera mostro una placentera sonrisa y estiro sus manos. Viggo supo lo que ella quería, paso por el espacio entre los sillones alrededor de una mesita de centro, vio a Scheherezade sentada en un sillón con un respaldo alto que la hacía casi invisible si la mirabas por detrás. Se acercó a Hera y le entrego a Uriel.

-Gracias, Viggo- dijo Hera y sostuvo a Uriel en sus brazos -¿Cómo estás preciosa?-

Viggo miró a Semiramis y ella le guiño un ojo, como si le dijera que su esfuerzo fue positivo. Bueno, el hecho es que evitaron una trampa que le hubiera costado varios cientos de millones de valis a Hera. Viggo le guiño un ojo de vuelta y se fue a sentar junto Scheherezade. Esta última se apoyó contra su hombro y le tomo la mano.

Hera hizo pararse a Uriel sobre su regazo y admiraba su delicado cabello rojo, ojos azules y mejillas regordetas. Ella dijo como si fuera algo natural -gracias, por tu anterior ayuda, Viggo. No sabía que habías despertado tu poder divino-

-En cierto sentido no lo he despertado, solo lo ocupo de acuerdo con las circunstancias, todavía no soy un dios- dijo Viggo con modestia

-Lo siento, si tan solo supiera como volverse un dios podría ayudarte, pero ya ves, nosotros nacimos así-

-Padre menciono algo similar, dijo que nacieron perfectos, siendo dioses-

-Así es- respondió Hera -¿Qué más puedes hacer?-

-Ver a la distancia es mi única habilidad de momento-

-No me mientas, niño- respondió Hera mirándolo a los ojos con una sonrisa juguetona -tú tienes tus instintos, yo tengo mi experiencia e intuición-

Viggo hizo una sonrisa incomoda y respondió -he visto el futuro-

Eso llamo la atención de todos. Scherezade y Semiramis ya lo sabían, pero era algo nuevo para Hera y Hitomi. Hera era la esposa de Kain, así que Viggo lo tomo como algo normal hablar de algo tan importante con ella. Por otro lado, Hitomi parecía de confianza y no sentía ningún mal sentimiento viniendo de ella.

Sin embargo, lo que para Viggo estaba bien, no significaba que para Hera lo estuviera, así que ella miró a Hitomi y le dijo -por favor, ve a descansar. Puedes ocupar la habitación del lado como quieras. Necesito hablar largo y tendido con el joven Viggo-

-Entiendo, señora- dijo Hitomi tomando los bordes de su vestido y haciendo una reverencia. Ella camino a la puerta y salió de la habitación.

Hera le entrego Uriel a Semiramis y después se dio la vuelta para mirar a Viggo, quien estaba sentado en el sillón del frente, junto Scheherezade -joven Viggo, te digo joven porque eres demasiado descuidado. Tú habilidad o poder divino no es normal, incluso entre los dioses. Muchos matarían para tener tu poder y desarrollarlo en la dirección correcta para que les diera una ventaja abrumadora. Tienes que saber que con poder destructivo se crea un reino, con inteligencia se retiene ese reinado y con sabiduría se hace prosperar ¿Eso qué quiere decir? Que la información y como se utiliza es más valioso que el poder destructivo. Dime ¿Qué has visto?-

-Yo- dijo Viggo un tanto temeroso, miró a Semiramis sosteniendo a Uriel entre sus brazos. Ella asintió y él continuo -vi la destrucción de la ciudad de Orario y la torre de Babel derrumbada-

-¿Qué más?-

-Una persona, deduje que era un hombre por su voz y postura. Esa persona me reclamaba que todo era mi culpa. Bueno, creo que era mi culpa, ya que no podía interactuar con el entorno ni mover mi cuerpo. Solo veía y oía lo que otra persona veía y oía. Aquel a que llaman, dios Rey-

-Yo entiendo- respondió Hera con una pequeña sonrisa, como si le pareciera de lo más natural -si ese es tu futuro, estoy orgullosa de ti y me siento agradecida del destino por ser benevolente con el mundo. Eres hijo de tu padre, sé qué harás todo lo que este en tus poderes. Sin embargo, dejando de lado mis pensamientos personales ¿Sabes que vas a hacer con esa información?- Viggo negó con la cabeza, en un gesto indefenso e indeciso. Hera soltó un suspiro y asintió viéndolo de lo más natural. Aunque Viggo nació siendo un semi dios, él fue niño y a pesar de sus vivencias, sigue siendo ignorante e inocente. Creyendo que lo puede hacer todo y que nada le puede salir mal -¿has anotado lo que has soñado? ¿Los detalles, nombres, personas, cuanto tiempo y los cambios?- Viggo volvió a negar con la cabeza. Hera soltó un suspiro y le preguntó por última vez -¿Has hablado con tu padre?-

-Sí- dijo Viggo mirándola a los ojos -él dice que no me vuelva loco creyendo todo lo que veo. Ese futuro puede ser cambiado en un segundo, ya sea por la caída de una hoja o el de una gota de agua. En pocas palabras, dicho futuro puede ser cambiado, pero primero hay que saber el dónde, el cuándo y el qué-

-¿Algo más?-

Viggo negó con la cabeza y Hera soltó un suspiro de cansancio. Ella también negó con la cabeza y murmuro -hombres-. Hera miró a Viggo y le dijo -desde ahora en adelante, registraras cada uno de tus sueños en una libreta que mantendrás solo para ti y no la compartirás con nadie-

-¿Nadie?- preguntó Viggo

-Exacto, nadie- dijo Hera -el peso del futuro y la información que ello conlleva vuelve loco a los mortales. Se desesperan tratando de cambiarlo con acciones estúpidas e irreversibles que solo pavimentan el destino anticipado. Lo siento por Semiramis y Scheherezade, pero no es prudente que sepan del futuro-

-¿Y dejar que Viggo cargue con todo?- preguntó Semiramis con una expresión de enojo

-Sí, dejar que Viggo cargue con todo- dijo Hera mirándola a los ojos con indiferencia -eres mortal, tus días están contados, eso te hará tomar decisiones tontas que pueden lastimar tu futuro, el de Viggo, de tu hija y todos tus seres queridos. No es prudente que un mortal sepa del futuro. Créeme, lo he visto, nunca hacen nada inteligente-

-Entiendo- dijo Viggo, Semiramis y Scheherezade le dieron una mala mirada, pero él no cambio de parecer.

-Eso es bueno- dijo Hera, llevando su mano a su vientre abultado por el bebé -el futuro viene sin pedir permiso ni disculpa. Solo viene y lo único que podemos hacer es estar preparados para lo peor. Cuidar lo que amamos y mejorar nuestra posición- ella miró a Viggo con una sonrisa astuta y le dijo -sé que serás sabio, solo es cosa de tiempo. No te ahogues pensando en planes enrevesados y no creas que todos los que se muestran en tus sueños son tus enemigos. Si piensas correctamente, puedes transformar una desventaja en una ventaja. Como dice tu padre, tienes que saber el dónde, cuándo y qué. Soy una diosa, lo he sido por mucho tiempo y mi único error fue amar a quien no lo merecía. Pero por lo demás, puedo estar orgullosa de mis acciones y de lo que hecho. Bueno, aunque a tu madre no le haya agradado. He visto muchas civilizaciones, así que mi palabra te puede ser de guía-

-Veo, gracias- respondió Viggo

-Ahora, con respecto al futuro, una vez que tomes notas de lo que pueda pasar, nos reuniremos con tu padre, solo los tres y te iremos dando consejos. Sin embargo, tienes que saber que al final, tú serás quien tome la elección. Eso quiere decir que, si algo sale mal, tú serás el responsable y tendrás que vivir para soportar las consecuencias-

-Eso no es agradable-

-Por supuesto que no es agradable- dijo Hera y soltó una risita -ser dios significa que tienes que tomar muchas decisiones difíciles. Incluso si haces feliz al noventa por ciento del mundo y triste al diez por ciento. Al final, ese diez por ciento contagiara su tristeza y te odiaran ¿Acaso ya no te paso eso?-

Viggo recordó las palabras de aquel hombre que lo detuvo cuando caminaba por Orario en ruinas. Viggo asintió y Hera hizo una sonrisa astuta.

-Yo, tuve un sueño en donde un hombre me echaba la culpa- dijo Viggo -él dijo que podía haber hecho más. Sin embargo, le conteste que lo deje hacer lo que él quería y el resultado fue culpa de él. Aquella persona se desmorono por el resultado-

-Ya ves, incluso si dejas a los demás hacer las cosas a su modo, ellos te echaran la culpa porque estás en una posición de poder. Lo mejor es hacer lo que consideres correcto. De esa manera, si te echan la culpa será con razón y no un acto cobarde por no asumir la responsabilidad. Viggo, vivirás mucho y aprenderás a vivir con resentimiento de los mortales. Ellos siempre se quejarán de ti y tus tratos, pero cuando lleguen a un final satisfactorio, pensaran que solo fue su suerte. Así de mal agradecidos son-

-Yo no soy así- dijo Semiramis a su lado

Hera la miró a los ojos y no se dejó intimidar por su mirada ofendida -por ahora, puede que continues siendo devota a tu marido, pero ¿Qué pasara a futuro? ¿Lo seguirás amando con la misma intensidad? A lo mejor sí y es la bendición de Viggo. A lo mejor no y tú lo culparas por cada cosa que haya salido mal-

-Eso, no pasará-

-Espero que sea así-

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