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Familia y Diosa 2.175

El día de la invocación llego y Hitomi se presentó temprano en la mansión para asistir a tal evento. Ella entro a la mansión con ayuda de Ester, viajo por los largos y elegantes pasillos hasta el comedor, donde la esperaban Viggo y Hephaestus. Gracias a las breves siestas que se tomaba Uriel, Semiramis dormía en estos momentos. Scheherezade se fue a hacer cargo de los negocios mientras Sakura y Ana fueron a trabajar a la herrería de Tsubaki.

Hitomi, la elfo pelirroja llevaba un elegante vestido de una pieza de color turquesa. Sus enormes senos habían sido escondidos bajo la tela, pero eso no aminoraba su figura similar a la de un reloj de arena. Ella se detuvo a dos metros de la mesa, tomo los extremos de su vestido e hizo una reverencia -buenos días, señora Dragonroad, señor Viggo- dijo

-Buenos días, Hitomi- respondió Viggo sentado a la cabecera de la mesa. Él llevaba puesto una camisa, pantalón y botas. Si no fuera por su prominente musculatura, estatura y rasgos masculinos, sería una versión más alta de su madre.

-Buenos días- respondió Hephaestus con una agradable sonrisa mientras sostenía una taza de té. Ella estaba sentada del lado derecho.

Hitomi quedó mirando a Viggo y le dijo -se ve muy elegante-

-Gracias, pero no fue mi elección-

-No seas así- dijo Hephaestus con una gran sonrisa -te ves apuesto, como tu padre-

-Sí, solo te recuerdo que será solo por hoy-

-Viggo, no puedes vestir de la misma manera todo el tiempo, ya no eres un niño-

-Madre- dijo Viggo en un tono molesto

-Sí, sí, lo sé, eres tan quisquilloso con esa forma de vestir-

-Es mi estilo, madre-

-Sí, sí, estilo, lo que tu digas- respondió Hephaestus. Ella miró a Hitomi, elfa, de cabello rojo y hermosa figura. Mucho mejor que Semiramis, pensó. Ella se preguntó porque su hijo no busco a una mujer más adecuada, como Hitomi. Hephaestus negó y dijo -muchas gracias por llegar antes ¿Desayunaste?-

-Sí, no se preocupe- dijo Hitomi con una sonrisa cortes

-En ese caso, porque no te sientas con nosotros a la mesa. Terminamos nuestro desayuno y vamos al templo de invocación. Hera nos estará esperando ahí-

-Sí, bueno, con su permiso-

-No te hemos visto últimamente en la mansión- dijo Viggo de forma casual, le dio una mordida a su tostada con mantequilla

-Sí, con el nacimiento de Uriel todo se ha complicado y entre Scheherezade y yo no damos abasto. Ahora es cuando más se echa en falta la presencia de la señora Semiramis-

Viggo mostro una pequeña sonrisa, feliz de que hablara tan bien de su esposa -Semiramis es una mujer con muchas habilidades. Muy eficiente-

-¿Que dices, Viggo?- preguntó Hephaestus con una sonrisa burlesca -ella solo está siendo amable con el esposo de su jefa-

Viggo frunció el ceño y le dio una breve mirada a Hephaestus. Ella torno los ojos al cielo en un gesto de exasperación. Realmente no sabía que le encontraba de bueno su hijo a esa mujer.

Viggo soltó un suspiro y miró a Hitomi con una mueca incomoda -si hay algo en lo que pueda ayudar, avísame- dijo -no me puedo considerar un experto en ventas ni en negocios, pero puedo ser muy persuasivo-

-Sí- dijo Hitomi soltando una melodiosa risita -Scheherezade y Samantha ya me contaron lo sucedido la vez que trabajo en la joyería-

-Aaaaah ¿Eso?- dijo Viggo algo avergonzado -solo le mostré a aquel caballero cual era el mejor camino para recuperar el amor de su amada-

Después de eso estuvieron conversando durante unos minutos hasta que terminaron el desayuno y se levantaron de la mesa. Viggo fue todo el tiempo al lado derecho de Hephaestus y ella se afirmó de su brazo, como si él la estuviera escoltando. Detrás de ellos iba Hitomi, quien no sabía realmente como interactuar con la diosa. Era como si ella fuera invisible y solo existiera Hephaestus y su hijo. De vez en cuando le hablaban, pero en su mayoría era para darle indicaciones. El único realmente amable fue Viggo, quien se preocupó de ella y la introdujo en las conversaciones.

Una vez que se subieron a un elegante carruaje, viajaron al altar de invocación por el cual la mayoría de los dioses llegan a la tierra y se encontraron con Hera en la entrada. Ella vestía su usual toga griega blanca, la corona de oro y sus sandalias. Sus ojos celestiales resaltaban con un brillo especial, haciendo ver aún más tiernas las pequeñas pecas sobre su nariz. Su mirada era compasiva y su sonrisa deslumbrante. Ahora ella tenía un vientre abultado donde estaba el hermano de Viggo, Dorian.

-Buenos días- dijo Hera con alegría, pero manteniendo su comportamiento calmado y cortes.

-Buenos días, Hera, es bueno saber que estas en buena salud- dijo Hephaestus en un tono despectivo

-Lo mismo digo, Hephaestus- respondió Hera, después miró a Viggo y Hitomi -buenos días a ti también, Viggo. Tú eras, Hitomi ¿Cierto?-

-Buenos días, tía- respondió Viggo con una gran sonrisa al ver el gran estomago de Hera. Ahora que se había convertido en padre entendía la alegría que traería la persona dentro de Hera

-Así es, dama Hera- dijo Hitomi

-Oh, querida, puedes llamarme señora Dragonroad- dijo Hera de forma insidiosa, devolviendo la mala actitud a Hephaestus

-Bueno, eso es un poco- dijo Hitomi nerviosa al pasar su vista desde Hephaestus quien cada vez fruncia más el ceño y después mirar a Hera, con una sonrisa complacida.

-Ya hay aquí una señora Dragonroad, la primera-

-¿Perdón? Recuerdo que aquella señora Dragonroad le otorgo a una mortal el título de primera esposa. Así que no eres la primera, querida-

-Suficiente- dijo Viggo y las dos dieron un respingo. Viggo frunció el ceño y continuo -perdón, no quise hablar tan fuerte. Sin embargo, no es momento para discutir, hay visitas por si no se dieron cuenta-

Hera y Hephaestus se miraron a los ojos, mostraron una mirada cargada de superioridad y mirando a la otra como su inferior.

-Viggo, hijo- dijo Hephaestus en calma -solo estamos conversando, no te interpongas cuando hablan los adultos-

-Viggo, pensé que te habías vuelto más maduro, me decepcionas- añadió Hera

Viggo torno los ojos al cielo, soltó un suspiro y dijo -vamos, entremos a la capilla para recibir a la diosa-

Hephaestus y Hera asintieron, se posicionaron a los lados de Viggo y él les ofreció sus antebrazos. Ellas se apoyaron en él y caminaron los tres por delante. Viggo volteo su rostro para mirar a Hitomi y le hizo el gesto con la cabeza para que los siguiera. De esa forma, los cuatro entraron a la capilla con largos candelabros de oro a los lados del camino que llevaba directo al altar de invocación. Ellos se detuvieron delante del altar de invocación, con nadie más en los alrededores.

-¿Tú o yo?- preguntó Hera desde el lado derecho de Viggo

Hephaestus la miró desde la izquierda de Viggo y respondió -tú, es tú amiga. Yo solo vengo en representación de la casa Dragonroad, como madre de Viggo y suegra de Semiramis-

-Entiendo- dijo Hera, ella dio un paso al frente y junto sus manos para rezar durante unos minutos. Todo se mantuvo en silencio mientras Hephaestus, Hitomi y Viggo la quedaban mirando.

Hera bajo sus manos, se dio la vuelta y volvió al lado de Viggo -en cualquier momento bajara- dijo

Viggo y el resto asintieron, esperaron durante unos segundos y de repente un haz de luz lleno la capilla. Todos cerraron los ojos de forma involuntaria y cuando sintieron que la luz se había desvanecido, abrieron los ojos poco a poco. Entonces vieron a una mujer rubia y de hermosos ojos purpuras. Era esbelta y piernas largas. Se cubría el busto con un sarashi hecho de vendas blancas y llevaba un kimono purpura con detalles florales. Solo llevaba puesta la manga izquierda mientras la manga derecha caía por debajo de las costillas y era sujetaba por una cuerda de shimenawa alrededor de su cintura, como si fuera un cinturón.

-A sido un tiempo, Bishamon- dijo Hera con una sonrisa cómplice

-A sido un tiempo- respondió Bishamon con una sonrisa rebosante de anticipación, ella bajo del altar mirando a Hera y después miró al resto. Entonces se enfocó en Hephaestus y el joven pelirrojo a su lado. Por la forma del rostro y el cabello, era claro que era su hijo -a ti también, Hephaestus, ha sido un tiempo. Veo que muchas cosas han cambiado en este breve lapsus de tiempo-

Hephaestus sonrió complacida y tomo la mano de Viggo -así es, muchas cosas han cambiado- dijo

-¿Tu debes ser la persona?- preguntó Bishamon avanzando hasta Viggo y deteniéndose a un metro de él. Ambos eran de un mismo porte.

-No sé qué le han hablado de mí, pero si es malo, lo niego con todas las fuerzas de mi corazón- dijo Viggo con una sonrisa amigable

La sonrisa de Bishamonten se mantuvo tranquila, después miró a Hera y se dio cuenta de su enorme vientre -tú también has cambiado- dijo

-Orario está lleno de gente especial en estos momentos- dijo Hera de forma juguetona y moviendo sus ojos hacia a Viggo en un rápido y casi imperceptible movimiento. Bishamon asintió y solo sonrió.

-Viggo, hijo, preséntate- dijo Hephaestus, Bishamon miró a Hephaestus y su hijo

-Mucho gusto, diosa Bishamonten- dijo Viggo con voz profunda, llevando su mano al corazón y haciendo una reverencia -soy Viggo Dragonroad, hijo de la diosa Hephaestus y Kain Dragonroad-

-Sí, entiendo que eres el hijo de Hephaestus, tu cabello es casi el mismo que el de tu madre, solo que más liso. Sin embargo, aquí debía estar otra persona-

-Lo lamento, diosa- dijo Viggo con una expresión de disculpa -pero mi esposa dio a luz hace una semana y es muy pronto para sacar a la bebé de la mansión. En su lugar he venido yo, lo siento y espero que no lo tome a mal-

-Veo que no pierdes el tiempo- dijo Bishamon

-Es algo que decidimos con mi esposa en conjunto. Uriel es alguien que nos ha hecho muy feliz a los dos, bueno, también al resto de nuestra familia ¿Cierto madre?-

-Así es- dijo Hephaestus con una gran sonrisa -cuando la veas la vas a amar-

-Veo, en ese caso no hay nada que hacerle- dijo Bishamon, después miró a Hitomi quien estaba por detrás de todos y preguntó -¿Y está joven?-

Viggo se hizo a un lado y dejo que Hitomi se pusiera al frente. Ella asintió con una sonrisa y se presentó -mucho gusto, diosa Bishamon. Estoy aquí en representación de la parte legal de Semiramis. Yo la ayudare a realizar todo el papeleo en la guild y con el dios Uranos. También me preocupare de su lugar de residencia y de sus otras necesidades-

-Es bueno saber que estoy tratando con alguien tan confiable y previsor. Semiramis me agrada más a cada momento-

-Mi esposa es una mujer muy inteligente, con el tiempo lo aprenderá- dijo Viggo con confianza

-¿Y tú?- preguntó Bishamon de forma desafiante

-Todavía estoy aprendiendo algunas cosas, pero se me podría considerar mínimamente competente. Nací con la suerte, así que la vida me ha tratado bien y me dio una esposa maravillosa-

Bishamon quedó mirando a Viggo, ella era diosa de la guerra y sabía perfectamente quien pertenecía al campo de batalla y quien no. Viggo era del campo de batalla, por supuesto. Su cuerpo gritaba por todos lados disciplina, casi al borde de destruir su propio cuerpo. No, eso fue hace mucho tiempo, pensó ella, pero la disciplina se había alojado en sus huesos y carne como si fuera parte de él.

-Estoy contando contigo, Viggo- dijo Bishamon

-Por favor, déjelo en mis manos, pondré todo de mi parte para que esto funcione y se sienta satisfecha con haber bajado a Orario-

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