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Remanentes de otra Era 1.81

Después de lograr vender la mansión y el barco, Semiramis pago para que los transportaran a la isla de Lemnos, ubicada al noreste de la isla de Eubea. El viaje fue tranquilo, pero como el barco carecía de camarotes, fue un poco duro para Sakura. Después de llegar a la isla descansaron durante dos días y se embarcaron hacia la isla de Lesbos, lugar de la última prueba de Viggo.

Cuando el barco estaba llegando al puerto de Ereso, en Lesbos, eran las cinco de la tarde y se veía un cielo semi nublado con una fuerte marejada. Viggo había salido a la cubierta para asegurarse de que el barco llegará con seguridad al muelle. A lo lejos se veía una ciudad al borde de la playa y rodeada por grandes murallas de piedra. Sin embargo, lo que le llamó la atención de Viggo fue el gran grupo de guerreros a lo largo del muelle. Todos tenían una apariencia similar a la de los otros misthios que se encontraron en Knossos, región de Mesara. Vestían corazas de bronce, llevaban barbas desarregladas y pelos desgreñados, algunos tenían adornos estrafalarios como una calavera de toro a modo de hombreras.

El instinto de Viggo gritó de inmediato y fue corriendo a la bodega en donde estaban las chicas descansando. Él bajo las escaleras y camino a paso rápido hasta llegar a la bodega -La bolsa- dijo con voz potente

-¿Qué sucede?- preguntó Semiramis, sentada sobre una pila de paja.

-Hay una gran cantidad de misthios en el puerto. Ahora, la bolsa-

Semiramis se desabrocho la bolsa del cinturón con manos temblorosas y se la tiró. Viggo la atrapo en el aire y metió su mano dentro de la bolsa. Entonces pensó en su hacha y pudo sentir el mango con la punta de los dedos. Él tomo el mango y jalo el hacha fuera de la bolsa. Después él le lanzó la bolsa de vuelta a Semiramis y miró a Ana -tú te quedas aquí protegiendo al resto. Debería ser relativamente fácil ya que solo hay una entrada. En cuanto sientas que alguien viene a por ustedes, los matas y punto. No dejes que se junten más de uno o dos ¿entendido?-

-Entendido- dijo Ana sentada sobre una pila de paja. Se puso de pie y desenfundando sus dagas

Viggo asintió y se dio la vuelta para ir afuera. Él subió las escaleras, avanzó hasta la cubierta y miró de nuevo a los misthios parados en el puerto. Para ese momento, el barco estaba a cincuenta metros del muelle. Al mismo tiempo, la tripulación que estaba maniobrando para atracar, notó que el muchacho pelirrojo había sacado una hermosa hacha, con intrincados grabados rúnicos y franjas doradas. Un objeto por el cual muchos generales pagarían una gran cantidad de dracmas. El barco se apegó al muelle y muchos se querían acercar a Viggo para preguntarle de adonde había sacado el hacha. Lo único que tenían que hacer era inculparlo de robo y el resto de la tripulación, corroído por la avaricia, lo intimidarían. Sin embargo, antes de que cualquier marinero pudiera decirle algo a Viggo, los misthios del muelle alzaron sus arcos al cielo y lanzaron flechas de forma indiscriminada.

-¡Ataque!- grito uno de los marineros que vio a uno de sus compañeros caer con una flecha clavada en la cabeza. El resto reacciono corriendo a buscar sus espadas y escudos mientras esquivaban las flechas.

Por su parte, Viggo se escondió detrás de la borda del barco de un metro de altura y hecha de madera. Una vez que cesaron las flechas, Viggo saltó por la borda y cayó en el muelle. Entonces corrió en dirección a los misthios y estos desenfundaron sus espadas, otros prepararon sus hachas de batalla y corrieron para interceptarlo.

Viggo avanzó por el muelle y cuando llegó su primer enemigo, el tipo levantó su espada para atacar, pero Viggo fue más rápido y le abrió el pecho de un hachazo. Después Viggo siguió avanzando y se topó con dos misthios, los cuales le lanzaron espadazos uno detrás de otro, como si estuvieran coordinados. Viggo retrocedió con un hábil juego de pies mientras esquivaba. Una vez que él entendió el patrón de ataque, vio una oportunidad y los dejo atacar una vez más. Cuando ellos lanzaron un nuevo corte vertical, Viggo se movió a un lado, casi al borde del muelle y alzo su ancha con ambas manos, para después descargarla en un rápido movimiento y cortarle el brazo a uno de ellos. El misthios perdió su brazo y el otro intento atacar al Viggo. Sin embargo, Viggo se movió hacia un lado y le cortó el brazo igual que al otro. De esa manera, Viggo avanzó por el muelle, dejando brazos, piernas y entrañas roseadas por todos lados. El muelle de madera húmeda se volvió rojo y la fetidez a sangre y viseras atrajo de inmediato a las gaviotas.

Al poco tiempo, Viggo había acabado con más de veinte misthios mientras que él se había cubierto de la sangre de ellos. Con su gran físico, su cabello rojo hasta los hombros y el hacha se veía más salvaje que nunca.

Viggo reviso los alrededores buscando más enemigos, pero como no sintió más amenazas, miró hacia el barco, en donde los marineros lo miraban muertos de miedo. Viggo parecía inamovible, como el propio dios de la guerra. Avanzaba con la seguridad del que puede vencer a cualquiera, como si jurara a los cielos que todo aquel que se cruce en su camino, morira. Así que cuando saltó del muelle al barco y subió a la cubierta, los marineros lo apuntaron con sus armas mientras retrocedían. Sin embargo, como nadie lo ataco, Viggo los ignoro y solo siguió caminando hasta la bodega. Él se perdió durante unos minutos en los que ningún marinero quiso bajar a ver qué estaba pasando. Una vez que Viggo volvió a la cubierta, se había limpiado la sangre y cargaba a una muchacha de cabello purpura en sus brazos mientras ella sostenía el hacha. Detrás de él lo seguían la hermosa mujer de cabello oscuro, la otra mujer que siempre andaba cubierta por una túnica oscura y una hermosa muchacha de cabello purpura parecida a la chica que iba en brazos.

-Coloquen la plancha- dijo Viggo con voz autoritaria. Todos los marineros se quedaron en blanco, pero cuando Viggo los miró a los ojos y volvió a rugir su orden, ellos se movieron de inmediato y colocaron la plancha. De esa manera, los marineros conectaron la cubierta con el muelle y Viggo y su grupo avanzaron entre sangre, extremidades y entrañas.

-Viggo- dijo Semiramis mientras avanzaba por el muelle y se cubría la boca con la mano aguantándose el asco que le proporcionaban los muertos y las extremidades cercenadas.

-No es momento de preguntas, solo avanza y mantente alerta, puede que haya más enemigos que no hemos visto- respondió

Viggo guio a las chicas a través del muelle, salieron al mercado de la ciudad y ahí compraron de manera rápida tres caballos. Viggo montó llevando a Sakura en sus brazos, Semiramis se subió a otro caballo y Ana se subió con Scheherezade abrazándola de la cintura. Una vez que Viggo comprobó los alrededores, galoparon a la salida de la ciudad antes de que las polis de la ciudad los interceptara y les diera problema.

Una vez que salieron de la ciudad, Viggo vio que en al norte se elevaba una gran montaña rocosa y aposto a que ese era el lugar del que había hablado Kiara. Así que Viggo le indico a las chicas el camino y todos continuaron galopando hasta llegar a un camino de tierra al lado de una vertiente que bajaba de las montañas. Ese camino se extendía con dirección noreste hasta llegar a la base de un desfiladero con murallas de roca solida a cada lado. El camino se veía oscuro y poco transitado, pero Viggo les dijo que ese era el camino correcto.

Media hora más tarde, Viggo supo que había viajado por el camino correcto, ya que la niebla se elevaba por todo el lugar. Las paredes del desfiladero se abrieron y dieron paso a un valle brumoso. Solo se podía ver dentro del rango de cincuenta metros, lo demás estaba oculto por la niebla.

Viggo detuvo su caballo y miró a Sakura que iba entre sus brazos. Ella jadeaba mientras le corrían grandes gotas de sudor por la fiebre. Al parecer, el viaje y el galope a caballo la había empeorado. Como aún estaban en la entrada del valle brumoso, Viggo se acercó a una muralla de roca y se bajó del caballo. Después él tomo a Sakura en sus brazos y la bajó del caballo.

-Una manta por favor- dijo Viggo mientras miraba a Sakura en sus brazos

Todas se bajaron de sus caballos, Ana se acercó a Semiramis y ella sacó una manta de la bolsa. Ana la tomo y corrió hasta donde estaba Viggo. Ella tendió la manta, él la extendió en el suelo y recostó a Sakura.

-Scheherezade, por favor- dijo Viggo

Scheherezade ya preparada con una bolsa con medicinas, camino hasta Sakura y la comenzó a revisar.

Al mismo tiempo, Viggo camino hasta Semiramis y le dijo -saca una jarra con agua, comidas, frazadas y traten de protegerse-

-¿Y tú?-

-Yo voy a terminar cansado, así que tendré que descansar de todos modos. No te preocupes- dijo Viggo, paso por al lado de Semiramis, ella lo miró y lo vio detenerse a cinco metros de ella. Entonces ella lo vio realizar aquella magia tan misteriosa.

Viggo se detuvo con nada más que el aire delante de él y levantó su mano derecha. Entonces extendió su dedo índice y apuñalo el aire, después apareció una luz brillante en la punta de su dedo y él dibujo una línea diagonal, de derecha a izquierda y la conecto con otra línea diagonal, pero esta vez de izquierda a derecha. De esa manera se formó un carácter desconocido para Semiramis y escucho a Viggo decir -Kenaz-(<)

El viento se arremolino alrededor de Viggo y después de unos segundos se dispersó como una suave brisa expandiendo la niebla hacia todos lados. A los pocos segundos, Viggo apoyo sus manos sobre sus rodillas y jadeo como si hubiera corrido una gran maratón.

-Debemos, irnos- dijo Viggo entre jadeos -hay, inmortales más, adelante-

-¿No puedes hacer algo?- preguntó Scheherezade mientras levantaba a Sakura con una mano y con la otra le daba de beber una medicina en polvo.

-No, son muchos, más de cien- dijo Viggo -puedo defenderme, pero, ellos las pueden, alcanzar-

Viggo soltó un largó suspiro de cansancio mientras le corría una larga gota de sudor por la frente. Él se sentó en el suelo, mirando hacia adelante por si alguien venía a su encuentro. Se suponía que los inmortales estaban a más de trecientos metros por delante, ocultos en una especie de bosque gigante, en donde los troncos y las raíces crecían torcidos.

Al mismo tiempo, Semiramis se acercó a Viggo y lo abrazo por la espalda.

Viggo sonrió y le preguntó con una sonrisa y medio en broma -No me iras a decir que te deje aquí sola ¿verdad?-

Semiramis apoyo su rostro en la espalda de Viggo, negó con la cabeza y sintió el calor de su piel -¿Lo harías?- preguntó

-Jamás- respondió Viggo con una sonrisa audaz, llevo su mano derecha al hombro y busco la mano de Semiramis. Una vez que la encontró, él acercó el dorso de la mano a su boca y la beso con delicadeza -tranquila, ellos están lejos, mientras no nos acerquemos jamás nos encontraran-

-Está bien, creeré en ti-

-Vaya- dijo una voz femenina y juguetona produciendo un eco. Las chicas se pusieron en alerta de inmediato; solo Viggo sonrió.

-¿Adónde anduviste jugando todo este tiempo?- preguntó Viggo mientras enderezaba su espalda. Las chicas lo miraron un tanto confundidas. Sin embargo, Viggo miró a la niebla y comenzó a buscar al objeto de su deseo con todas sus fuerzas.

-¿Celoso?-

-Nunca, pero me hiciste falta-

-Me alagas- dijo Kiara apareciendo entre la niebla vestida con sus túnicas blancas, su ropa interior fucsia y esos enormes cuernos de color obsidiana.

-Digo la verdad- respondió Viggo con una gran sonrisa y camino a su encuentro fascinado por esa sonrisa cautivadora. Una vez que ellos llegaron frente al otro, se miraron a la cara durante unos segundos. Viggo la encontró igual de hermosa que siempre. Dejando de lado los estrafalarios cuernos obsidiana y esas marcas rúnicas, todo en ella era perfecto. Desde su cabello oscuro, sus ojos de pupilas amarillas, su rostro ovalado, su estilizada nariz y esos gruesos labios color cereza. Sin contar con ese cuello delgado, la clavícula y esos enormes senos del tamaño de melones. Su piel se veía tersa por todo su cuerpo, mientras en los senos se veía blanda como un malvavisco.

-Viggo, también te he extrañado- susurro Kiara con una sonrisa cautivadora.

Viggo se acercó, puso sus manos en las caderas y la beso. Kiara se colgó del cuello de Viggo y lo beso. El intercambio fue suave primero y después frenético como si le quisieran comer la boca al otro. Sin embargo, una tos los interrumpió.

Viggo siguió besando a Kiara, pero abrió los ojos y miró hacia atrás. Entonces él noto que Semiramis lo miraba llena de molestia. Así que Viggo empezó a detener sus besos, hasta que le dio uno último y se separó de Kiara.

-Lo siento, hay otros otras prioridades- dijo Viggo con una sonrisa incomoda

-Lo sé- respondió Kiara con una agradable sonrisa mientras rosaba la punta de su nariz con la de Viggo. Después ella se separó de Viggo y camino pasando por al lado de Semiramis -¡ma! Te ves bastante bien, querida-

Semiramis sintió que le palpitaban las cejas, pero en lugar de pelear con este demonio del sexo, solo asintió. Kiara soltó una risita que irrito a Semiramis, pero ella apretó los puños para evitar pelear.

Kiara llego frente a Ana, quien se arrodillo delante de ella y Scheherezade se puso de pie e hizo una reverencia -veo que también lucen mejor que antes- dijo -bueno, salvo Sakura, quien tuvo un accidente ¿no?-

-Sí, maestra- dijo Ana -fue nuestra indulgencia y poca previsión, lo sentimos-

-No te preocupes, jamás dejaría que esto pasará a mayores. Para la próxima, eviten que los sentimientos les nublen el juicio-

-Sí, lo recordaré y lo grabare en mi corazón-

Kiara asintió, miró a Sakura quien estaba durmiendo gracias a las medicinas de Scheherezade. Entonces ella paso su mano por el aire como si la pasara por el cuerpo de Sakura y asintió -listo- dijo -una vez que se despierte estará como nueva. Debo decir que hiciste un gran trabajo Scheherezade. No solo evitaste el peor final, si no que supiste estabilizar a Sakura y mantenerla en el mejor estado posible. Tienes mi reconocimiento-

-Son palabras demasiado amables viniendo de usted-

-Bien, hecho eso- dijo Kiara, se dio la vuelta y miró en dirección a Viggo, pero mucho más allá, a donde la niebla se volvía espesa -es hora de poner en su lugar a un pequeño emperador que se le fueron los humos a la cabeza-

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