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Buenos instintos 1.8

Viggo tomo las pieles de los venados que cazó y los convirtió en dos conjuntos de ropas casi iguales. Como principiante se equivocó en varias cosas, como la amplitud de la entrepierna y la cantidad de espacio que debía dejar en el cuello para que entrará su cabeza. Sin embargo, la señora Faye, esposa de Kratos, le ayudo a reparar los errores. Ahora Viggo vestía igual que Atreus y Faye, con una chaqueta sin brazos, un pantalón y unas botas. Como era difícil darle una forma firme y estructurada a la caña de las botas, Viggo utilizo cordel hecho de tripa de venado y lo ato alrededor de sus canillas.

Dentro de la casa de Kratos había socavón donde habían construido una fogata mientras mantenía una distancia de 1 con las camas. Esto les servía para cocinar y temperar la choza por las noches.

Faye y Atreus estaban sentados en sus camas, mientras Viggo estaba de pie, al otro lado de la fogata, terminando de ponerse su nueva chaqueta de piel de animal. Una vez que él paso su cabeza, tiro de la parte baja y la acomodo al contorno de su cuerpo, miró a Faye y Atreus y les pregunto -¿Cómo me veo?-

-Bien, igual a mi- dijo Atreus con una tierna sonrisa

Faye al lado de Atreus, le acarició la cabeza en un gesto tierno. Después ella miró a Viggo y le dijo -creo que te ves bien, joven Viggo-

-Gracias tía-

-¿Tía?- pregunto Faye extrañada

-Sí, es una forma de decir. Suena mejor que decir "señora"-

-Entiendo-

-¡Muchacho!- grito Kratos desde el exterior de la choza -date prisa-

Viggo se giró con dirección a la puerta y grito -¡Sí, ya voy!-. Después él miró de vuelta a Faye y Atreus y dijo -lo siento, pero tengo que irme-

-No hay problema, solo ten cuidado en la montaña- dijo Faye

-¿Me puedes traer una de esas astas?- pregunto Atreus colocando sus manos sobre su cabeza y estirando sus dedos como si fueran las astas de un venado.

-Claro- respondió Viggo con una gran sonrisa -si caso un venado te traeré una-

-Gracias-

Viggo sonrió, se dio la vuelta y camino a la puerta de salida sintiendo que esta choza era demasiado oscura para su propio bien. Solo entraba luz por la parte superior a la fogata, donde se podía levantar el techo para dejar salir el humo. Viggo salió de la choza y se encontró a su maestro parado en medio de un campo de nieve. Habían pasado dos días desde que fueron a cazar y el día anterior nevó con tanta intensidad, que Viggo tuvo de ejercicio matutino sacar cuarenta centímetros de nieve con una pala. Eso le quito todo el frio que había ganado ayer en la noche. Puede que él duerma bajo techo, pero el cobertizo solo tenía paredes en dos lados de sus cuatro costados.

-Vamos- dijo Kratos, dándose la vuelta y mirándolo con esos ojos severos. Como siempre, él llevaba su hacha sujeta a la argolla en la parte posterior de su hombrera. También llevaba colgando el arco del mismo hombro y una aljaba colgada de una cuerda de cuero que le cruzaba el pecho. Por alguna razón, también llevaba un gran rollo de pieles sujeto de una gran cuerda atada a cada extremo.

Viggo asintió al comando, camino hasta el cobertizo y busco su aljaba, arco y espada. Una vez que las encontró, llevó su espada en la mano izquierda, se cruzó la cuerda de la aljaba al pecho y colgó el arco de su hombro derecho. Después volvió con Kratos y avanzaron con dirección norte, bajando de la montaña con dirección a una serie de desfiladeros.

Una vez que ellos bajaron a lo más profundo de los desfiladeros, avanzaron por una serie de caminos angostos donde solo se veía tierra, roca y niebla. Kratos lideraba el camino en silencio, mientras Viggo lo seguía y miraba la gran hacha que llevaba colgando de la argolla de la hombrera.

-¿Puedes hacer hielo con esa hacha?- pregunto Viggo mientras avanzaba

-Sí- respondió Kratos

-¿A dónde vamos?-

-Al otro lado de la montaña, donde existen algunos pueblos. Cambiare estas pieles por algunos alimentos-

-¿Por qué debo ir?-

-Para que entiendas cómo funciona este lugar y en donde vives-

-¿Mmm?-

Después de ese breve intercambio, ellos caminaron durante una hora y llegaron a una cueva oscura. El lugar solo era frio y oscuro, pero carecía de cualquier tipo de planta o animal. Sin embargo, una vez que atravesaron la cueva llegaron a una especie de poblado oculto en un pequeño valle. Ellos tuvieron que bajar por una escalinata de diez metros de largo hasta llegar a la altura del suelo. Entonces Viggo pudo ver una serie de chozas hechas de madera y otras hechas con forma de carpa, forradas con pieles de animales.

La gente que estaba cercana a la escalinata se asombró al ver a Viggo, pero cuando vieron al gigante calvo a su lado, se relajaron. En su mayoría, ellos vestían igual que Viggo, Faye o Atreus, con ropas hechas de pieles de animales.

-No molestes a nadie y no toques nada. Solo mira lo que hago y como lo hago- dijo Kratos en un tono bajo

Sin embargo, para sorpresa de Viggo, mucha gente veía a su calvo maestro con mucho respeto en vez de miedo. Viggo se asombró como muchas ancianas se acercaban con cestas con comida y se la ofrecían de buena gana. Esto genero una incógnita en Viggo ¿Qué hacía de bueno su maestro que la gente lo veneraba?

Por otro lado, Kratos veía a las ancianas regalándole comida y otras cosas, pero siempre se negaba. Él avanzó con su mirada puesta en la choza más grande del poblado, al final de un camino bordeado de humildes chozas de madera. Él avanzó con paso firme mientras un grupo de veinte personas lo miraba con cierto fervor divino. Era como si un dios hubiera bajado para deleitarlos con su presencia.

Una vez que Kratos llego a la choza, una anciana de baja estatura abrió la puerta de madera y levantó su envejecida mirada. Ella sonrió mostrando una dentadura con pocos dientes y agacho la cabeza como si fuera una pequeña reverencia. Después camino de vuelta a la choza, balanceando su larga cabellera cenicienta y dejando la puerta abierta. Kratos avanzó detrás de ella y Viggo lo siguió. Adentró de la casa estaba temperado. En el centro de la casa había un socavón en donde había una fogata igual que en la casa de Kratos.

La anciana camino hasta la fogata, la bordeo y se sentó al fondo, sobre una piel de animal. Kratos avanzó mientras Viggo miraba los alrededores. Al igual que la casa de Kratos, todo parecía demasiado oscuro. Solo entraba luz de día por trampilla en el techo que se ocupaba también para ventilar el humo generado por la fogata.

Una mujer de largo cabello oscuro salió de entremedio de la oscura choza. Avanzó con la cabeza gacha y estiro una piel de venado en el suelo, del lado opuesto a la anciana. Después camino igual que como vino y se perdió en una de las paredes oscuras. Se escucho el cierre de una puerta, pero como estaba tan oscuro, Viggo no pudo ver adonde estaba.

Kratos avanzó hasta la piel y se sentó con las piernas cruzadas. Viggo tuvo que quedarse de pie a su lado, ya que su maestro ocupaba casi toda la piel de venado con su enorme tamaño.

-Buenas días, buen dios- dijo la anciana en un tono de voz respetuoso

-Buenas días, anciana- dijo Kratos con su voz ronca y fuerte -mi esposa recibió tu mensaje-

-Como siempre, muchas gracias por venir en nuestra ayuda-

-Ve al grano, no tengo mucho tiempo-

La anciana tomo una profunda respiración y asintió -uno de nuestros jóvenes subió la montaña del troll, más al sur y le robo uno de sus venados. Parece que el troll noto la perdida y ahora anda vagabundeando cerca del poblado. Según contaron nuestros guerreros, está a un día de viaje a pie-

-Entiendo- dijo Kratos -dejare estas pieles aquí y me las cambiaras por la cuota habitual. No quiero extras ni sorpresas, ya conoces como es mi esposa-

La anciana hizo una suave sonrisa y dijo -muchas gracias como siempre-

-Mm- dijo Kratos en una especie de gruñido. Él se puso de pie y se dio la vuelta, le hizo el gesto con la mano a Viggo y camino por delante. Viggo lo siguió y se sorprendió por el breve intercambio. Parece que como siempre, su maestro era un hombre de pocas palabras. Viggo negó y recordó todos los consejos que le ha dado. Kratos era un hombre hablador, pero solo cuando lo ameritaba.

Kratos y Viggo salieron de la choza y caminaron siendo mirados por una cantidad mayor de personas. Sin embargo, salvo por las ancianas en un principio, ninguno más se acercó a Kratos. Parece que la edad te daba un estatus especial en este lugar. Kratos llevo a Viggo fuera del pequeño pueblo que solo contaba con 12 chozas y siguió con dirección sur, hasta alcanzar una ladera accesible y empezar a subir.

Una vez que Viggo llego a la cima de la ladera, entendió que el pueblo estaba en la parte más profunda de un desfiladero, cubiertos por una fina capa de niebla. Eran alrededor de treinta metros de caída.

-¿Qué hacemos ahora?- pregunto Viggo

-Cazar, niño- dijo Kratos -tu trabajo es rastrear un monstruo de diez metros de alto, con pisadas que sobrepasan los dos metros de largo y un metro de ancho. Una vez que encuentres las huellas, me llevaras hasta él y yo me haré cargo. Tu solo miraras y nada más. Si no logras encontrar al monstruo, te quedaras sin cena durante un mes-

-¡¿Aaaah?!- grito Viggo, lleno de incredulidad. Y como pocas veces, Kratos sonrió al ver la cara de tonto que puso. Después su rostro volvió a ser igual de huraño que siempre y avanzó en dirección sur, apartándose de los desfiladeros y dirigiéndose a una montaña diferente a la que vivía.

-¿Hablas en serio?- pregunto Viggo mientras lo seguía

-Siempre hablo en serio- respondió Kratos con voz ronca

-Sí, eso lo sé, pero, apenas tengo experiencia. Una semana sin cenar estaría bien, pero un mes ¿no es demasiado?-

-Entonces esfuérzate, niño-

Viggo soltó un suspiro y miró el hacha de su maestro colgando de la espalda -si lo hago bien déjame usar tu hacha, yo te prestaré mi espada-

Kratos se detuvo y respondió mirando hacia adelante -no- después siguió avanzando

-Vamos, no seas tacaño, es solo una ojeada. Quiero ver de qué es capaz. Ya te dije, te prestaré mi espada-

-Nunca-

-Eres tan egoísta ¿Por qué no puedes ser más amable?-

Kratos soltó un suspiro e ignoro a Viggo durante todo el camino. Medio día después, ellos se detuvieron cuando llegaron a un paso entre las montañas. El lugar era regado por un vertiente que se nutría de los deshielos y bajaba desde la montaña sur hasta el paso. Por otro lado, el lugar era frio, con muchos arboles apegados a cada lado de las montañas y un campo abierto al lado del rio. Unos quinientos metros más arriba de la corriente, pudieron ver a un gran oso dando manotazos al agua y sacando peces.

Kratos se detuvo a unos treinta metros del rio y se sentó en una roca. Quedo mirando a Viggo y espero a que este se acercara. Una vez que estuvo a tres metros, dijo -niño, busca leña-

-¿Está bien que nos quedemos tan cerca?- pregunto Viggo, sin apartar la mirada del oso

-Tiene comida- respondió Kratos, al mismo tiempo que descolgaba su arco del hombro derecho y lo apoyaba en la misma roca en la que estaba sentado -no nos atacara, no vale la pena arriesgarse-

-¿Seguro?-

-Seguro, ahora ve a buscar leña-

Viggo camino hasta el borde de la montaña por donde vinieron y busco entre los árboles algunas ramas secas. Sin embargo, todo lo que pudo encontrar fue leña húmeda. ¡Ni modo! pensó en su mente. Tomo una pila de ramas y las llevo donde su maestro. Después ordeno las ramas y estuvo un par de minutos tratando de encenderla. Una vez que encendió la madera dejo salir una intensa humareda. Viggo tosió como si se estuviera intoxicando, pero Kratos fue totalmente indiferente.

Después de que se pasará la humareda, Kratos se bajó de la roca, busco una piedra con un borde filoso y una vez que la encontró, se puso en cuclillas. Viggo entendió que era momento para compartir información, así que se acercó y se puso en cuclillas.

Kratos dibujo dos monigotes en la tierra húmeda, el primero más grande que el segundo -estos somos nosotros- dijo, y dibujo un monigote cinco veces más grande que el monigote más grande de los dos primeros -y este es nuestra presa ¿Te acuerdas de la criatura que mate la primera vez que nos encontramos?-

-Sí, maestro- respondió Viggo

-Esta es similar- continuo Kratos -tiene cuernos a los lados de su cabeza, piensa como un humano y lo más problemático, es que puede ocupar magia. Sin contar con la fuerza monstruosa que le otorga su gran tamaño-

-¿Magia?- pregunto Viggo

-Es una magia rúnica anclada a su totem (una piedra cincelada de forma rectangular). Si podemos romper el totem perderá su poder. Sin embargo, es más difícil decirlo que hacerlo. Será un buen estudio para ti-

-¿En serio no quieres que te ayude? Parece algo problemático-

-Solo serías un estorbo. No estas preparado para ese tipo de desafió-

Viggo hizo una mueca de resignación y asintió.

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