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Capítulo 2: Normalidad — Parte 3.

Parte 3 — Biblioteca.

Las clases terminaron.

Justo después de terminar me dirigía hacia la biblioteca, con pasos inseguros dudaba acerca de la razón por la que iba, acerca de por qué fui invitado.

En poco tiempo logré llegar, sin embargo, mi mano se detuvo, dubitativa, al tocar el pomo de la puerta. Tragué saliva con miedo, después de todo, estaría a solas con la maestra. Repito, con la maestra.

Inconscientemente repasé la imagen de la profesora en mi cabeza. ¿Qué tipo de maestra era, en realidad?

A decir verdad, todas sus clases las he ignorado solo para concentrarme en ella. Puedes decir que soy un holgazán, pero hasta yo me siento atraído por ella.

"¿Vas a entrar?".

Una voz femenina vino desde dentro de la habitación. No es necesario decir quién lo dijo.

Apresuré mi mano a abrir la puerta y me dispuse a entrar. Lo primero que vi fue su sombra. Su silueta oculta por sus brazos. Mis ojos siguieron la luz que la proyectaba y dieron con su presencia.

Ciertamente fue satisfactorio montar una escena solo para este momento.

Sacudí mi cabeza para descartar esos tontos pensamientos e intenté darle cierta seriedad al asunto. Después de todo, se comentaba que esta mujer era tan buena con su educación que pocas veces llamaba personalmente la atención de sus alumnos.

Quizás en realidad me llamaba por otra razón distinta de mi rendimiento académico.

"Disculpe por hacerle perder el tiempo".

Lo primero que hice fue establecer un tono educado. Ella se mantuvo en silencio.

"Puedes sentarte".

Sin dudarlo un segundo, hice lo que dijo.

"Bien", dijo para sí misma, "En realidad, la razón por la que te he llamado no es nada especial".

Esa sola frase rompió mi corazón en mil pequeñas partes. Ouch.

"Quizás entonces te preguntes por qué razón te he llamado".

Oh, sí. Ciertamente es así.

"Desde que comenzó el año he estado hablando con cada uno de los estudiantes de las clases en las que enseño, esto porque quiero escuchar sus opiniones acerca de mi clase y mejorar la forma en la que suelo trabajar".

Oh, así que es eso. Suena a algo que haría una profesora novata e inexperta. Pero no por ello es una mala idea.

"Entonces, como tú casi no tienes mucha presencia en mi clase, me gustaría escucharte. Las razones por las que mantienes tu perfil bajo. Tal vez tiene que ver con mi forma de enseñar".

Oiga, maestra, no me diga que cree que la razón por la que no participo en su clase es porque su forma de enseñar es errónea o tiene fallas importantes.

"¿Te importaría comentarme lo que piensas?".

Sus ojos entraron repentinamente en contacto con los míos, lo que me hizo darme cuenta que todo el tiempo estuvo con la mirada en la superficie de la mesa.

Al parecer de verdad esto le causa remordimientos. Ahora me siento un poco mal…

"E-Está bien", dije, casi como para tranquilizarla.

Nuevamente dirigí mi mirada a su expresión en su rostro, parecía algo decepcionada, y con ello, pude confirmar que su apariencia era realmente juvenil. ¿Cuántos años tiene? ¿Entre 20 y 30?

"Ejem-…".

Aclaré mi garganta y con ella mis pensamientos. Era hora de inventar una excusa.

Hasta ahora, en su clase solamente he estado haciendo otra cosa, hablando con Toppe u observándola a ella, pero a su clase no le prestado la más mínima pizca de atención. Por eso, creo que sería irresponsable decir que simplemente su clase es genial y no debe hacer nada para cambiarla.

Ciertamente parece preocupada por su forma de impartir su clase. Yo también debería esforzarme, después de todo, debe haber una razón por la que yo no he estado atendiéndola.

Estoy perdiendo contra mí mismo, ¡debo decir algo!

"Creo que el problema lo acaba de decir", dije, de forma improvisada.

Sus ojos parecieron posarse nuevamente en mí, con interés.

¡Así es, ya está dicho!

"Su forma de educar no tendría que ser el problema de esta discusión, profesora", dije, con completa certeza en mis palabras.

"Eh-".

"Creo que lo que debería mejorar es su forma de ser frente a sus estudiantes", dije, interrumpiéndola. "Si usted se muestra siempre como una maestra amigable, los estudiantes terminarán acostumbrándose a eso y poco a poco perderán el respeto que deberían tener hacia usted".

En una sarta de palabras que salían de mi boca tan rápido como me venían a la mente, hablé.

"Pienso que lo mejor que usted podría hacer es encontrar un equilibrio entre la seriedad y la despreocupación".

"¿E-En serio crees que ese sea un problema tan grave?".

Oh, parece que ya tengo su completa atención. Sus ojos brillan con interés. Esta escena me recuerda justo a cuando Toppe me estaba aconsejando acerca de Saya.

"S-Sí".

Su intensa mirada me puso nervioso y me hizo dudar, provocando que mi voz sonara insegura. Rayos, no puedo permitir que su lindura gane mi batalla de mantener un cierto nivel de credibilidad.

"Quizás ya había pensado usted en esto, pero considero que su actitud influye directamente en su autoridad a la hora de orientar a sus estudiantes, ¿no le parece? Si sus alumnos piensan en usted como una maestra fácil de llevar y que parece en la misma sintonía que ellos, eventualmente la tratarán como una igual y su posición de profesora dejará de serlo".

Miré su rostro, que se acercaba a mí con emoción y con él todo su cuerpo. ¡Está tan cerca…! Parecía que la había convencido con lo que dije, pero esperaba algo más.

"Eso… Eso pasa exactamente igual que con ser una madre o un padre, se debe definir un límite que diferencie accesibilidad y lo amigable de la posición de mamá".

En ese instante, tomó mis manos con las suyas y sus ojos se tornaron en una especie de mirada llena de gratitud y deuda hacia su salvador.

Fue gratificante.

"Todo lo que has dicho… gracias… me has salvado…".

Parecía que a continuación confesaría un spoiler muy importante, pero su mirada se desvió al suelo y decidió guardar silencio.

Por otro lado, mis ojos habían acudido directamente al espectáculo visual que tenía frente a mí. Mi joven profesora con un atractivo impresionante estaba tomando mis manos con las suyas, pude sentir el tacto frío. Su cuerpo estaba sobre la mesa para permitirse acercarse a mí lo suficiente, y esto me dejaba ver un poco su recatado escote.

Detrás de su rostro, como un eclipse, estaba el resto de su cuerpo, desde la curva de su cintura hasta su trasero.

¡No, que el título no te engañe! ¡Esto… lamentablemente no se va a tornar para mayores de 18!

"P-Profesora…".

"…".

Ella inmediatamente pareció regresar en sí, por lo que retiró su cuerpo junto a su delicioso aroma de mí. Qué desperdicio.

"Exactamente de eso le hablaba… Este tipo de actitud provoca malentendidos en los estudiantes", dije. "Aunque preferiría que siguiese habiendo este tipo de malentendidos", pensé.

En voz alta, obvio.

Su rostro se tornó en un candente rojo vivo y sus cejas se fruncieron con disgusto, vergüenza y molestia.

"¡! ¡T-Tú! ¡Olvida esto!".

Pensé que iba a regañarme, pero lo que dijo fue probablemente lo primero que pudo. Está bien, reflexionaré sobre lo que dije, pero claro está que no me atreveré a olvidarlo.

"P-Puedes irte", dijo, aún nerviosa. "Hasta la próxima semana".

Dijo en forma de despedida. Es una mujer muy sincera.

Al final, no volvería a ver a la profesora hasta después de los primeros exámenes del año.

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