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El pasado de un imperio I

Tendido sobre una cama, el cuerpo de Crow estaba semidesnudo solo cubierto por una manta.

En la habitación, algunas medicinas mezcladas en fuentes llenaban con un aroma relajante cada rincón.

— Porque debo ser yo quien lo cuide, ¿que es lo que espera Eleine dejándome con él?—

Cruzando sus brazos, Aisha miraba la sonrisa tranquila en el rostro de Crow lo que la hacía sentir más molesta.

— Tal vez si algo te pasara a Eleine no le importaría, ¿verdad?—

Acercándose lentamente, Aisha saco una pequeña daga de su cintura y la apunto al cuello de Crow, pero cuando sintió que era capaz de arrebatar su vida se detuvo guardando la daga y parándose al costado de la cama observando a Crow.

— Cuantas veces ya has intentado quitarle la vida, cinco veces, tal vez diez?—

Sorprendida, Aisha se giro para mirar a su amiga sentada en la ventana de la habitación.

— Sabes que no me gusta ser una niñera, porque me mantienes a su lado si después de dos días aún no se despierta—

Eleine solo miraba sonriente a su amiga, quería molestarla dejándola de niñera viendo cuanto tiempo podría aguantar.

— Sabes en el peligro que estamos, no tengo tiempo para quedarme aquí si puedo ayudar afuera—

— Y por eso estoy aquí, me ha llegado información que ha aumentado la cantidad de avistamientos de goblins de bajo rango en el bosque. Es probable que hayan levantado un campamento cerca de nosotros y necesito que lo encuentres—

Sonriendo la joven quiso salir inmediatamente de la habitación, pero mirando hacia la persona en la cama pregunto.

— Y que pasara con el—

Con una mirada curiosa Eleine miro a su amiga y no creyendo lo que pensaba le pregunto.

— No me digas que le has tomado cariño—

Al ver la reacción exagerada de su amiga, Eleine no quiso darle más problemas que pudieran afectar su nueva misión.

— No te preocupes, ya encargué a dos personas que lo cuidaran, es necesario que partas pronto—

Habían pasado dos días desde que Crow había perdido la conciencia, durante esos días en el poblado de la decimosexta avanzada se mantuvo un estado de alerta de máximo nivel.

Eleine había usado dos gemas de ficorita naranja para activar una línea de comunicación con la sede del ejército en la capital de Asturias. En el mensaje ella comentó sobre la aparición de un trasgo junto a un grupo de lagartos cornudos.

Como si hubiesen lanzado una piedra en un lago, las noticias se esparcieron a todos los lugares provocando un caos en el ejército.

— Ah vuelto a aparecer el señor de los goblin—

En una habitación subterránea de la capital de Asturias, Aleha, los líderes del ejército junto al rey de Asturias observaban un pergamino extendido en un mesón.

— Majestad, si el señor de los goblins volvió a aparecer, debemos enviar a nuestro ejército para destruirlos antes de que recupere sus fuerzas—

Mirando al rey, un joven comandante quería ser enviado para contener al señor de los goblins.

— Aunque el pensamiento de Lian es correcto, espero que su majestad pueda considerar bien la situación. Si es que el enemigo ya recuperó sus fuerzas, los soldados podrían morir sin representar una verdadera amenaza—

La persona que había hablado era Dante, el consejero de confianza del rey Erick de Asturias. El rey había sido acompañado por Dante desde antes de heredar el trono y escuchaba la mayoría de ideas de él sin pensar que pudiera traicionarlo.

— Dante, sabes claramente lo que significa la aparición de un trasgo y ahora que perdieron uno de ellos es un buen momento para tomar la ofensiva —

Sin esperar que Dante contestara, Lian alzó su voz esperando ser elegido para controlar la aparicion del señor de los goblins.

— Majestad, solo necesita ordenar y comandare a diez mil soldados bajo mis órdenes para eliminar a ese molesto goblin—

Dante solo río en su interior mientras escuchaba las ingenuas palabras del comandante Lian.

— Si así lo deseas. Comandante Lian, en este momento te permitimos dirigir diez mil soldados hacia el bosque de hierro—

— Gracias su majestad, no defraudare sus expectativas—

Luego de terminar la reunión, Dante esperaba las palabras de su rey, el estaba seguro que no solo enviaría a Lian a su muerte si no tenía algo más planeado.

Con un gesto de las manos del rey, cinco de sus espías aparecieron en la sala bajo el manto de las sombras.

— Mis pequeños, es momento de que conozcan el futuro campo de batalla. Su nueva misión es conseguir toda la información del resurgimiento del señor de los goblins—

Los ojos de los espías brillaron revelando un aura asesina pensando en cómo ayudaran a su rey a destruir al molesto señor goblin.

Cuando los espías se retiraron de la sala subterránea, el rey Erick sacó un libro desgastado por el tiempo que entregó a su consejero.

— Majestad, ¿esto es?—

— Ese es el libro que mi abuelo obtuvo antes de enfrentar al señor goblin en el pasado—

Dante quedó sorprendido de que el rey le pasara un libro muy especial. En la actualidad del reino de Asturias, todo registro publico de las calamidades han sido eliminados de la historia, solo en momentos específicos esta informacion seria liberada para enfrentarlas si volvieran a aparecer.

Mientra leía el libro Dante pudo conocer más de lo que sucedió antes de la aparición del señor de los goblins.

...

Hace mas de dos mil años, en el continente Deos al este de Aios, un imperio unifico más del ochenta por ciento del continente.

En ese tiempo, el emperador goblin Alef obligó a todas las familias reales de las distintas razas entregar a las mujeres que tengan mayor pureza en su línea de sangre y mando a asesinar a todos los varones dejando solo algunos de ellos a los que castraron y los mantuvieron para controlar a su raza.

Durante esos años, a las concubinas imperiales se les prohibió tener hijos hasta que la emperatriz diera luz a un sucesor. Cada vez que una concubina quedaba embarazada, la emperatriz a espaldas del emperador llamaba a sus guardias más leales y mandaba a secuestrar a la concubina encerrandola en una jaula lejos de la capital imperial.

Todas las mujeres que sufrieron el destino de caer en las manos de la emperatriz sufrieron terribles castigos hasta el momento en que perdieron sus vidas.

El emperador después de enterarse de los actos de su mujer decidió no involucrarse y le permitió que continuara con sus actos, solo esperaba que ella pronto le diera un sucesor.

En una noche completamente a oscuras, en la habitación de la emperatriz sonidos de hombres y mujeres perdidos en el placer resonaban dejando sonrojadas a las doncellas que cuidaban detrás de las puertas.

Después de varias horas, una de las doncellas aguantó su verguenza y llamó a la emperatriz.

— Señora, uno de sus espías le ha enviado una carta—

Al abrirse la puerta, un apuesto joven rubio con definidos rasgos elficos tomó la carta en sus manos y volvió a la habitación.

En la cama, la emperatriz miraba lujuriosa a uno de sus guardias más queridos, sin tomar en consideración la carta en sus manos ella quiso traer al joven a sus brazos.

— ¿Que sucede, porque no te acercas a esta emperatriz o es que te haz aburrido de mi cuerpo?—

Dejando a un lado la carta, el joven continuó abrazando a la emperatriz mientras en su mente no podía dejar de pensar en lo que pudo leer en la carta.

Durante el tiempo que el emperador viajó a través del continente para verificar el estado de sus nuevos territorios, en el palacio imperial la emperatriz se olvidó de las concubinas y se dejó llevar por su lujuria descargandola en sus guardias.

Sin saberlo la emperatriz, un rumor se extendió entre los miembros del palacio que afectaba a su emperador.

Enfurecida con sus espías por ser la última en enterarse, ella los llamó a todos para que le explicaran lo que sucedió.

— Mi señora, el emperador mantuvo bien escondida a esa mujer, tanto que ni siquiera sus consejeros íntimos sabían de ella—

Sin permitir que el espía continuara con sus palabras, la emperatriz tomó una espada y la enterró en el corazón del joven, que se mantuvo de rodillas sin demostrar ningún signo de renuencia.

— Te hemos mantenido bajo nuestra protección por tanto tiempo, y aún así no fueron capaces de evitar que otra mujer diera a luz un hijo para el emperador—

Sin vacilar, la emperatriz arrancó la espada del cuerpo inerte del espía que cayó muerto al suelo y se quiso asesinar a otro de ellos, pero una voz joven la detuvo.

— Mi señora, aún no es tarde, han pasado más de seis lunas desde la última vez que visito visito a la sacerdotisa mayor, es posible que este embarazada y pueda usar eso contra el emperador—

Sintiendo que unas palabras mágicas entraban en sus oídos, la emperatriz se acercó dándole un beso al guardia que le avisó.

Corriendo hacia la salida del palacio, la emperatriz pensaba en cual sería su siguiente movimiento si de verdad estaba embarazada.

— Solo espera, aún si haz dado a luz a un hijo para el emperador, como emperatriz mandare que te quiten la vida si estoy embarazada—

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