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Actualidad.

Por accidente mis pensamientos escaparon de mi boca, al notar la mirada de Samanta de inmediato traté de recomponerme.

- N-No es nada princesa… Solo estaba pensando en lo que dijo la señorita Mayida.

- Molly…

Samanta no parecía convencida por esa excusa, sin embargo, su preocupación estaba puesta en mayoría sobre la proposición de la archiduquesa.

- Jefa de sirvientas, ¿Qué tan posible cree que eso sea cierto?

Antes de que pudiera terminar de digerir la idea, August me convirtió en el centro de atención con una peligrosa pregunta.

- Yo…

No sabía qué responder.

Una parte de mí sabía que Roberto realmente podría ser capaz de matar a alguien, mientras que otra me golpeaba con los constantes recuerdos de él mostrando bondad y ayuda a aquellos a su alrededor.

Mi pecho sufriendo dolor con cada segundo que pasaba.

Dependiendo de lo que diga… La vida de Roberto en el castillo será afectada en gran medida... Incluso podría ser puesto en aislamiento de ser necesario…

Mi garganta se cerró, mis ojos divagaban en el cuarto con sudor frio humedeciendo mi espalda.

¡Bam! *

- ¡Padre!, ¡Cargar ese tipo de responsabilidad en Molly es demasiado!

Samanta se levantó de su asiento con sus manos azotando la mesa, su expresión mostrando gran disconformidad.

- Samanta, siéntate y guarda silencio, te deje asistir a la reunión porque serás quien herede el trono, no obstante, debes recordar que sigo siendo yo quien pone las reglas aquí. Asi que guarda esos sentimientos y déjame escuchar lo que Molly tiene que decir.

- Kgh…

Con frustración pintada en su rostro, Samanta regresó a la silla, el guante en su mano sufriendo la ira de su agarre.

- Responda la pregunta jefa de sirvientas. Necesito una respuesta antes de que el héroe regrese. Lo entiende, ¿Verdad?

El cuerpo de August irradiaba leves brizas de viento, las hojas de papel sobre la mesa acompañando con un baile.

Una increíble presión fue ejercida sobre mi cuerpo con sus ojos; era el tipo de presión que solo un rey listo para usar la fuerza podría hacer.

- Majestad… Roberto… Él…

¡Tock! * ¡Tock! *

Alguien llamaba a la puerta, tal acto solo podía hacerse cuando algo urgente aparecía.

- Adelante.

Con el permiso del rey, un caballero entró a la sala y se arrodilló.

- ¡Majestad!, ¡Los elfos han entrado en frenesí!

- ¡!

La noticia era alarmante, más de una persona se levantó de su asiento desenfundando sus armas.

- ¿Cuál es la situación?

- ¡Por ahora hemos podido contenerlos sin ninguna baja con el apoyo de una sirvienta usando un artefacto, pero los elfos muestran una extraña ferocidad que los provoca a autolesionarse!, ¡Los sacerdotes y magos tratan de ayudarlos, pero por más hechizos que lancen no hay resultados!

Tras el informe del caballero, August pone su mirada sobre las mujeres.

- Krieg, cardenal Jeanne, vayan y brinden apoyo a los elfos, hagan lo que sea necesario, está prohibido usar la fuerza letal.

Una con una pipa, la otra con un libro blanco. La maga se arrodillo diciendo "Entendido" mientras la cardenal se alistaba.

Cuando estuvieron listas para partir se miraron mutuamente.

- Vamos a echar un vistazo, palomita.

- Haré todo lo que pueda, búho.

Siempre me resultó extraña la amistad que estas personas mantenían, sin embargo, no me atreví a dar comentarios en voz alta expresando ese sentimiento.

- Jefa de sirvientas, llévenlas y protéjanlas, los demás esperaremos aquí por sus noticias.

- A sus órdenes, rey August.

Volví a ponerme mi mascara y preparé mi espada, con mis objetivos a proteger delante de mí salimos corriendo de la sala de reuniones siguiendo al caballero y otros miembros del clan.

Un golpe de suerte… ¿O un desafortunado accidente?... De cualquier manera, me alegra no haber respondido…

***

¡HAAAAARGH! ¡RARGH! ¡AAAARGH! *

- ¡Este también se hace heridas!, ¡Necesito un sacerdote!

- ¡Alguien sostenga su cuello!, ¡Creo que intenta rompérselo!

- ¡Otro pedazo de tela!, ¡Intenta morderse la lengua!

Cuando llegamos a donde estaban los elfos, una escena caótica nos dio la bienvenida.

Saliva, sudor y sangre cayendo al suelo, heridas que iban desde raspones hasta cortes y moretones negros.

Mientras los caballeros y otros miembros del clan inmovilizaban a los elfos, los sacerdotes y magos corrían de derecha a izquierda sanando a los heridos a la vez que intentaban disipar la magia que los afligía.

- ¡Molly!

Una voz conocida.

Cuando miré a la fuente, vi a Lea sosteniendo las cadenas que restringían al menos a 10 elfos retorciéndose en el suelo.

Junto a ella se encontraba Iris sentada sobre el suelo con el cuerpo inconsciente de su hermana.

¿No se supone que estaba Roberto con ellas?

- Veo que tienes las cosas bajo control.

- Afortunadamente puedo tener mi artefacto de mazmorra dentro del castillo, de lo contrario hubiese sido más difícil.

Las manos de Lea estaban cubiertas por guanteletes dorados llamados "Castigador de Atlas".

En el dorso de sus manos tenían un compartimento capaz de disparar cadenas que Lea podía controlar a voluntad.

Casi nadie además de ella era capaz de controlar ese artefacto, principalmente por el enorme peso que tienen las cadenas, y lo difícil que es controlarlas. Ya que Lea había nacido con un cuerpo más fuerte que la mayoría de hombres bestia y tenía un peculiar talento para el uso de cadenas, se volvió la mejor usuaria del artefacto.

Ver a Lea usando su artefacto nuevamente brindo una sonrisa a mi rostro, hacía ya bastante tiempo que no veía esa poderosa figura.

- Hagan pasooo~, despejen el caminooo~.

Krieg caminó a uno de los elfos retorciéndose en el suelo.

- ¡HRARH! ¡ARRGH! ¡RRAAAAGH!

El hombre se movía con locura buscando una manera de lastimar a alguien, y puede que pronto a sí mismo.

- Iisshhh* Lo mejor será ponerlos a dormir. Fuuuf*

El humo saliendo de su boca comenzó a acumularse en el techo formando una nube, el dedo de la maga manipulando el fenómeno gaseoso.

- Tapen su boca y nariz, si respiran esto quedaran dormidos al instante.

Todo aquel con una pizca de razón se cubrió.

Krieg dirigió el humo a todos los elfos, uno a uno dejaron de moverse tras inhalar la nube morada que pasaba por sus rostros.

Cuando todos quedaron dormidos y el humo había sido dispersado, descubrimos nuestras caras.

Lea retiró sus cadenas mientras los caballeros se alejaban de los cuerpos inconscientes.

Krieg depositó su mirada en Lea, Jeanne acercándose junto a la maga para inspeccionar al elfo frente a ellas.

- ¿Sabes por qué están asi?

- No conozco los detalles, Roberto dijo que tenían algo en sus espaldas, probablemente sea un hechizo de control mental.

- ¿El héroe se nos adelantó?, ¿Dónde está?, ¿Acaso huyo en medio de la confusión?

Krieg volteó boca abajo al elfo y descubrió su espalda, en ella había un círculo mágico brillando.

Con maná fluyendo desde sus manos, Krieg puso su mano sobre el círculo, en cuestión de segundos desapareció sin dejar rastros.

- Bueno, eso debería ser suficiente por ahora.

Cuando Krieg terminó, Jeanne de inmediato comenzó a conjurar magia sagrada con su libro, cada palabra hacía brillar más al objeto con una deslumbrante luz blanca.

- ¡Él no huyo de nada! ¡Se desmayó debido a la fatiga, pero se las arregló para advertirme a mí y a Iris sobre los elfos!

Lea hablaba con un tono indignado, casi como si la hubiesen insultado a ella.

Llegados a éste punto ya no hacía falta ocultar sus sentimientos por Roberto, me quedo claro que ese era su pensamiento.

Siempre fuiste más sido más honesta que yo… Supongo que por eso eres más rápida…

Pensé tratando de ignorar la pequeña presión en mi pecho.

- ¿Iris?, ¿Quién es esa?

Aunque fue hace solo unos minutos de haberla conocido, Krieg ya tenía problemas para recordar a la chica.

- U-Um, esa sería yo…

Iris, la chica elfo que fue defendida por Roberto se acercó a nosotros, a mis ojos parecía un animal pequeño saliendo de su escondite.

- Ah, Iris, sí, tú. ¿Puedes contarme qué paso? No excluyas ningún detalle sobre el héroe.

- E-Eso es…

La elfa miró al suelo insegura de cómo responder.

- ¿No creen que han sido suficientes interrogatorios?, solo mírenla, está exhausta, ya es bastante sorprendente que pueda mantenerse en pie ahora mismo.

Lea dio un paso frente a la elfa, cortando la línea de visión entre los agudos ojos de Krieg y la chica.

- … ¿Estás de acuerdo con ello, jefa de sirvientas?

- …

Krieg me miró como diciendo "Controla a los tuyos o hazlos desaparecer".

Antes de responderle miré a los alrededores. No eran tan malos ya que se pudo prever la situación con un poco de tiempo, de todas formas, era obvio que la moral y la energía estaban bajas.

Intercambie miradas con Lea, ella tenía un frente solido que expiraba una fuerte negación a proceder.

Finalmente miré a la elfa, justo como Lea había dicho, parecía estar al borde de un colapso mental y físico, presionarla más sería desastroso e ineficiente.

- Lea tiene razón, ahora mismo nadie está en condiciones de responder preguntas, tenemos que centrarnos en atender a los elfos, cuando Iris y Roberto hayan descansado lo suficiente podemos obtener respuestas de ambos.

- Hmph. ¿Es asi? Bien, lo que digas.

Aunque rehacía, Krieg acepto mi decisión y procedió a seguir atendiendo a los elfos junto con Jeanne.

Lea me sonrió un poco antes de ir con Iris para llevarla a un lugar donde pueda descansar. Su hermana siendo revisada por Krieg y Jeanne.

- ¿Pero qué dem...? Sí, hola, um, necesito que los lleven a mi laboratorio, a todos ellos.

- ¡Ya la oyeron! ¡Traigan las camillas y preparen las carretas voladoras!

¡Sí! *

Con las instrucciones distribuidas, todo mundo comenzó a hacer su trabajo.

Enfundé mis armas y fui a la sala de reuniones a reportar lo sucedido, es seguro que la reunión se pospondrá, asi que puedo usar el tiempo restante para ir con Krieg y Lea a obtener algo de información acerca de la condición de Roberto.

Una tragedia se evitó en gran parte porque que Roberto se adelantó al evento…

La imagen del hombre enmascarado llegó a mi mente, no pude evitar relacionar a ambos en esencia.

- Más te vale decir la maldita verdad… Idiota…

Con éste evento me di cuenta que no podía dudar más, era tiempo de ser decisiva y exigir respuestas, incluso si significa ganarme su odio.

Por su bien, por el mio.

Por el de todos.

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