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Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 442

Kain se detuvo delante de la casa de Reika Uchiha. El frontis tenía una pequeña reja de madera de un metro de altura. Un jardín cuidado con islas de pasto con un centro florido.

Kain llamo un par de veces y Reika abrió la puerta corredera de la entrada. Ella sonrió hermosa, su cabello purpura peinado, apoyado sobre su hombro y cayendo por delante de su pecho hasta la rodilla. Reika tomo su cabello y lo echo hacia atrás. Lo tenía lo suficientemente largo para que le llegara hasta la rodilla. Hoy llevaba un kimono verde claro con un obi dorado. Figura curvilínea y sobre todo alta, con sus 1.8 mts de estatura.

—Kain-sama— dijo Reika con una hermosa sonrisa.

Kain la espero en la puerta de la reja de madera, ella se apoyó por detrás de la reja y acercó su rostro. Kain no lo pensó dos veces, miró los labios gruesos y la beso. Kain apartó su rostro y la quedó mirando. Reika miró hacia los lados y se puso roja, se relamió los labios y sonrió de forma coqueta. Había pocas personas deambulando por este sector, pero debe ser porque la mayoría de sus vecinos estaban trabajando, los niños en la Academia y el resto en la estación de policía. Así que no había nadie para que la mire.

Reika abrió la puerta, se hizo a un lado y dejo entrar a Kain. Reika cerró la puerta, se apoyó en el brazo de Kain y lo guio al interior de la casa. Ellos se detuvieron delante de la puerta corredera, Reika la abrió y lo invito a entrar. Kain entró, Reika lo siguió y cerró la puerta.

La casa de Reika era de un piso, pero bastante grande. Tenía que albergar a sus dos padres y cinco hijos. Reika era la menor, pero fue la primera en casarse. Por otro lado, sus hermanos mayores estaban casados con su trabajo de policía.

Reika llevó a Kain a su habitación y se la mostro. Por lo usual no sería bien visto, pero como era su último día en esta casa, Reika quiso pasar con él. En muchos sentidos, fue una visión bastante simple. Techo con vigas a la vista, murallas de corredera y puertas con cuadritos de papel. Piso de tatami y un armario para guardar la ropa y el futón. Kain echo de menos un espejo de cuerpo completo y un tocador. Desde que tenía uso de razón, su madre y abuela lo hicieron cuidar de su apariencia. No obstante, eso explicaba los pocos cuidados de Reika.

Kain miró una viga a un lado de la puerta. Eran las marcas de estatura de Reika. Como ella dijo, siempre fue grande, pero al entrar a la adolescencia creció demasiado. Una niña de trece años con 1.75 era mucho para que los otros niños lo dejaran pasar. Tenían que ser niños, tenían que ser crueles y dañar su autoestima.

Reika señalo su última medición 1.8 mts de altura —de lo único que me alegro es que no seguí creciendo. Eso fue a los quince años—

Kain soltó una risita y respondió —por lo general, las mujeres solo crecen hasta los catorce años, por eso se dice que maduran antes que los hombres. Por otro lado, los hombres podemos seguir creciendo hasta los veinte años—

Reika soltó un suspiro y dijo —ojalá haberlo sabido en esa época. Tenía mucho miedo de seguir creciendo y ya no poder entrar a la casa—

Kain soltó una risita, abrazó a Reika por la cintura y ella apoyo su cabeza en el hombro de Kain.

Reika miró a Kain y le dijo —ya tengo todo guardado en los sellos, pero me da cosa dejar esta casa. Siento que nunca más voy a volver—

—Sería bueno— dijo Kain

Reika apartó su cabeza del hombro de Kain y frunció el ceño. Él sonreía, pero a ella no le hizo mucha gracia su comentario.

—Sería bueno— repitió Kain —porque eso quiere decir que las cosas entre nosotros están bien. Por otro lado, puedes venir a visitar a tus padres todos los días. Si quieres, dejemos programados unos días para venir al distrito Uchiha juntos. Yo voy a ver a mi okaa-sama y tú a tus padres—

Reika sonrió, asintió y le dio un profundo beso. Ella apartó su rostro y volvió a mirar su habitación. Estaba vacía y lo único que había en el armario era el antiguo futón.

—No pongas esa cara, Reika— dijo Kain, ella lo miró con ojos acuosos. Kain le acaricio la mejilla y continuo —no es como si te alejaras de tus padres para siempre—

—Es que, siento que ya nada será como antes—

Kain hizo una sonrisa agridulce, la abrazó y ella oculto su rostro en el cuello de Kain. Este último susurro —Aoi y Kaoru te están esperando ¿Todavía estás interesada en el laboratorio?—

Reika apartó su rostro del cuello de Kain y lo miró con ojos amplios y asombrados —por supuesto, vamos— dijo

Kain soltó una risita, Reika se mordió el labio inferior y se ruborizo. Kain llevó su mano, le acaricio la mejilla y acercó su rostro. Reika correspondió su beso y lo prolongo todo lo que pudo. Después de un par de minutos, Kain apartó su boca. Reika respiraba con dificultad, las mejillas ruborizadas y la mirada lánguida.

Kain sonrió mostrando la hilera de dientes blancos, acercó su boca al oído de Reika y le susurro —podríamos ocupar esta oportunidad…—

Reika escuchaba a Kain y su corazón latía rápido, entre asustada y emocionada. Ella se relamió el labio inferior, agacho su rostro, miró a Kain. Reika abrió su boca para responderle, pero su sonrisa solo incrementaba y la risa apareció. Esa risa que siempre le venía cuando estaba nerviosa.

Reika tomo una profunda respiración, miró a Kain. El cabello blanco, el rostro cuadrado, esos ojos azules, hermosos ojos azules. Después bajo a la nariz y se enfocó en los labios. Ella acercó su rostro, se mordió el labio inferior y lo beso. Eran de un mismo porte, así que no fue difícil que sus labios coincidieran. Tampoco su cuerpo, ni el calor. Todo era compatible y le daba paz mental a Reika con respecto a su estatura.

Kain correspondió el beso de Reika, puso sus manos en la cintura y la llevó al interior de la habitación. Cerró la puerta de corredera y avanzaron hasta el centro de la habitación. De todos los hermanos, ella era la única que tenía una habitación individual. El resto de sus hermanos dormían de a dos por habitación.

Kain apartó su rostro y le preguntó —¿Dejaste el futon en el armario?—

Reika sonreía y asintió de forma suave y coqueta —dame un momento— dijo. Ella se apartó de Kain, camino al armario, lo abrió y sacó el futon y las frazadas. Lo extendió en el tatami, arreglo las ropas de cama y todo quedó preparado en tiempo récord. Reika nunca, en sus diecisiete años de vida, había ordenado su cama tan temprano en la mañana.

Reika se puso de pie, camino hasta Kain y lo abrazo y besó al mismo tiempo. Kain respondió a sus avances, pero fue cuidando de los besos para disminuir un poco el ritmo de forma natural. Reika se volvió más tierna, sus besos más cuidadosos y su sonrisa creció por la excitación.

Kain llevó su mano al obi y lo aflojo. La tela dorada cayó al suelo y el kimono se abrió. Dejo ver parte de la clavícula, los senos envueltos en un sostén deportivo blanco. Los senos eran de un tamaño abundante, pero con la estatura de Reika no se veían tan desproporcionados como en el caso de Kaoru. El estómago era plano, con los músculos marcados por el entrenamiento shinobi. Una braga deportiva cubría su entrepierna y le daba movilidad. Y, por último, sus piernas eran exquisitas y largas.

Esta era Reika, poco refinada, pero hermosa en su sencilles.

Reika se agarró las manos como si estuviera rezando y miró a Kain, como si esperara su reacción —yo quería utilizar…— dijo

Sin embargo, Kain se acercó, ella se calló y él la beso. Él no la dejaría disculparse. Reika era de mucho disculparse, incluso si no había cometido errores. Todo sea por no ser odiada por las personas.

Kain apartó su rostro, le dio varios besos pequeños, uno detrás de otro —está bien— dijo —otro día puedes mostrarme como te queda—

Reika sonrió, acercó su rostro y lo beso. Ella trato de guiarlo al futon, pero Kain tuvo que regular la fuerza o los dos se caerían sobre el tatami. Una vez que ellos se sentaron sobre el futon. Kain llevó sus manos a la cintura, subió por el estómago, paso por los senos, dibujo su contorno con las manos dimensionando en su mente el tamaño. Siguió subiendo hasta el cuello, apartó su rostro y deslizo sus manos hacia los lados. Arrastrando el kimono y dejando al descubierto los hombros. El kimono cayó sobre el futon y Reika quedó en ropa interior.

—Kain-sama— dijo Reika, tenía una mirada lánguida y un rubor que subía por su cuello hasta las orejas. Ella sonreía de forma coqueta —déjeme atenderlo—

Kain sonrió y le dijo —ok—

Reika acercó sus manos, toco el pecho y trato de imitar el movimiento de Kain al quitarle el kimono. Parece que sus manos estaban hechas de seda porque el movimiento fue tan fluido y suave que se sintió agradable. Reika trato de quitar el haori, pero como debajo estaba el kimono, no se deslizo de la misma manera como si hubiera habido piel por debajo. Eso la hizo sentirse torpe y mal. Se mordió el labio inferior y mostro una sonrisa nerviosa.

Kain la quedó mirando: el hermoso cabello purpura, el rostro con forma de corazón, los ojos almendrados, el iris purpura, la nariz fina y una boca pequeña, pero con labios gruesos. Alta, con un cuerpo entrenado, senos y trasero grande, piernas largas. Era una mujer que lo tenía todo para sentirse confiada, al menos, físicamente, pero su mente aún era débil al fracaso, demasiado concentrada en lo que le faltaba y demasiado ignorante de sus puntos fuertes.

Kain le acaricio el rostro, suave, limpio. Reika sintió su tacto, el dedo pulgar dibujando la forma de sus labios. Eso le producía cosquillas, anticipando lo que iba a pasar.

Kain sonrió y le dijo —está bien, Reika, hazlo a tu ritmo, hazlo como tu puedas. Poco a poco, no importa si no es como tu piensas. Solo hazlo como tú quieras y aprende de la experiencia. Es como la ropa interior que te di. Era bonita ¿Verdad?— Reika asintió y Kain continuo pasando su pulgar por los labios de Reika, suave, provocativo. Ella se encendió, abrió la boca y Kain introdujo su dedo. Reika lo comenzó a lamer. Kain continuo —pero otro día podemos ver cómo te queda. Lo mismo pasa con esto, lo que importa es la situación, otro día podemos hacerlo como soñamos con hacerlo. Este momento es para disfrutarlo y aprender—

Reika tomo la mano de Kain, la apartó de su boca y asintió. Ella se acercó, lo beso y lo empujo sobre el futón. Kain respondió a sus cuidados, pero dejo que ella tomara la iniciativa.

Reika lo besaba con toda la pasión, era lo que más le gustaba después de hacer el amor, pero no podía hacer el amor en todos lados y a toda hora, pero podía besar a Kain cada vez que ella quisiera, incluso si era un poco vergonzoso como los miraban los demás. Reika llevó sus manos al kimono y deslizo sus manos por el cuerpo de Kain. Le acaricio el estómago, paso sus manos de forma abrasiva por los abdominales y después por el pecho mientras lo besaba. Reika se recostó sobre Kain, su mano izquierda bajo al estómago y siguió su camino hasta el hakama. Metió su mano al interior y lo comenzó a estimular.

—Kain-sama solo debe disfrutar, déjelo a Reika-chan— dijo Reika con una tierna sonrisa, ella bajo hasta la entrepierna, sacó el pene y lo comenzó a lamer mientras miraba a Kain. Este último sonreía, estiro su mano y la paso por el cabello de Reika.

Reika lo lamia como podía, no tenía mucha experiencia, pero quería hacer sentir a Kain lo mismo que él le hacía sentir a ella cuando lo hacía. Reika amaba cuando Kain comía su sexo. Reika no pudo esperar más y se quitó la braga deportiva. Un triángulo de cabello purpura señalo su entrepierna. Ella se movió encima de Kain, se sentó sobre él y comenzó a mover sus caderas. Dejo que entrara hasta donde pudo, después levantó su trasero y lo volvió a bajar haciendo un poco de presión para que él entrara más. Reika soltó un gemido, miró a Kain por debajo de ella. Le gustaba tenerlo así, a su merced. Ella sonrió de forma coqueta, levantó su sostén deportivo dejando caer sus enormes senos, pero no se quitó el sostén. Ella tomo las manos de Kain y las llevó a sus senos. Él las acaricio y ella se concentró en mover sus caderas.

—Kain-sama, Kain-sama, Reika-chan lo quiere— dijo Reika, acercó su rostro y lo beso mientras movía sus caderas de arriba para abajo.

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