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Capítulo 2 - ¿Otro mal comienzo?

Joseph, el maestro herrero. Nació en una humilde familia y vivió toda su vida hasta los veinticinco años solo pensando en templar metales. Él vivía con sus padres en una herrería ubicada en una península al oeste de Roca Casterly. Su casa estaba peligrosamente posicionada sobre un risco, el cual tenía una maravillosa vista al mar. En kilómetros a la redonda no había nada salvo una largo camino que pasaba por fuera de su casa.

Cuando Joseph llego a los veinticinco, su padre murió y como no tenía mas hermanos, heredo el negocio familiar. Por su parte, Joseph era grande, gordo y astuto. Tenía un pelo desgreñado y en su rostro lo único que resaltaba eran un par de ojos verdes. Por otro lado, muchos nobles venían a pedirle espadas y pagaban lo que él pedía, ya que a pesar de ser joven, tenía talento y contaba con la protección de Lord Tytos (el señor de estas tierras). Con el paso del tiempo se hizo famoso y vinieron de todas partes del mundo a comprar sus espadas. Así que no era raro ver una o dos veces al mes a un noble con una larga caravana afuera de su humilde herrería.

En un día de verano, con un cielo despejado y una brisa fresca que ululaba por el risco, llego un noble de otras tierras. Era un tipo alto, delgado y de piel morena. Le encargo a Joseph una espada que pudiera cortar en dos, la que llevaba ceñida a la cintura. Joseph no se hizo problema y lo miro con desdén. Le dijo que se pusiera en guardia y sacara su apestosa espada. Joseph le dijo que le enseñaría lo que es un verdadero acero templado.

El noble arrugo su nariz he hizo lo que le pidió Joseph. El herrero por su parte, saco una de sus espadas que tenía a la venta y en un solo movimiento, le corto la espada en dos. El tipo no lo quería creer, la espada que le costo veinte monedas de oro, se había partido a la mitad como si fuera una ramita. Muchos le advirtieron que el herrero de estas tierras tenía mucho talento, pero nunca se lo tomo enserio y solo vino a probar suerte.

Joseph se rio como un loco y le pregunto -¿vas a comprar la espada o no?-

El noble titubeo y ya no lo miro con desdén, sonrió y le dijo -mi amigo, vengo de la tierra de los Martell, dame algo de respeto y te comprare dos espadas. También te prometo que traeré a nuestras guerreras, te amaran por tu talento-

Pero Joseph no había probado el fruto prohibido. Así que ignorando las palabras del noble, se fue a su fragua y siguió martillando el acero.

El noble corrió a la cola de Joseph en un estado de preocupación y le dijo -amigo mío, es en serio. Nuestras mujeres son guerreras y yo por supuesto comprare tan buen acero. Mira, ando con mi bolsa llena de oro- saco una bolsa de su cintura y la agitó para que sonaran las monedas.

Joseph dejo de martillar, se dio la vuelta y sin apartar el acero de sus manos le pregunto -¿Qué tipo de espada quieres?-

El noble sonrió y le dijo -una espada liviana y flexible-

Joseph asintió y fue a su casa. Busco dentro de su baúl, saco una de las espadas y se la llevo. Mientras Joseph sostenía la vaina, desenfundo la espada y le dijo -esta espada es lo que tu necesitas. Acero valyrio, templado durante dos años y finamente elaborado ¿Cuánto ofreces por esta espada?-

El noble recibió la espada y quedo atónito ante tal maravilloso trabajo. Por otro lado, Joseph lo dejo y siguió templando acero. De vez en cuando le daba una mirada de soslayo. No tenía miedo de que se robara la espada, bastaba con que le dijera a los nobles que lo patrocinan para darle caza a este pequeño noble, pero no estaba de más ser precavido. Ya ha tenido casos de pequeños listillos que lo quisieron apuñalar con sus propias creaciones.

El noble estaba en éxtasi. La espada era preciosa, delgada, pero firme como un muro. Cuando blandía la espada sonaba cortando el aire. No obstante, después de varios intentos, la duda cayo sobre su mente y se pregunto ¿y si esta espada es buena pero no puede perforar un armadura?. Los grandes señores tenían pesados martillos, grandes espadas y fuertes lanzas. Si él fuera al campo de batalla con esta espada ¿no sería cómo ir con un arma ornamental?.

El noble miro al herrero y le pregunto -amigo ¿podemos probar esta espada en una armadura?-

Joseph suspiro, soltó su martillo con fastidio y le respondió -señor, con cada explicación y experimento, la espada sube de precio-

El noble titubeo y le respondió -esta bien, si la espada lo vale, pagare cien monedas de oro-

Joseph sonrió y puso un maniquí con una armadura a las afueras del taller. El viento le movía su descuidada melena. Por otro lado, el noble reviso que todo estuviera en orden, tomo su postura y golpeo la armadura. La espada no se mello, ni doblo, pero la armadura se corto en dos. El noble se sentía dios, miro en un estado de euforia al joven herrero y le dijo -te daré las cien monedas en dos días-

Pero Joseph frunció el ceño y lo miro con un rostro de pocos amigos. Disconforme con las palabras, le quito la espada y se fue a continuar su trabajo. El noble sonrió y le grito -por favor no la vendas, te lo prometo, en dos días volveré-

Joseph lo escucho pero no le dijo nada. Muchos niños nobles vienen a comprar sus obras maestras, pero sus padres los reprenden y nunca más vuelven. Joseph sonrió y se rio pensando en el joven noble y cómo su familia lo mandara a su cuarto sin poder hacer nada.

-o-

Al día siguiente llego una mujer hermosa, tenía una mirada feroz, un cabello oscuro como la noche y su ropa dejaba ver varias partes de su piel color canela. Se bajo del caballo y camino acompañada del noble que vino el día anterior. Busco al herrero y lo encontró sentado en la parte trasera, tomando un poco de vino y contemplando la mar.

A la mujer le gusto, a pesar de que Joseph parecía un oso. Gordo, alto y peludo, le gusto. Le dio unas cuantas miradas mas y le pregunto -¿eres el herrero que quiere estafar a mi hermano pequeño?-

Joseph imperturbable, siguió mirando el vasto mar y le respondió -no le he mentido a tu hermano. Ayer probo la espada y la amo, pero como la mayoría de los jóvenes nobles dependientes de sus padres, no tenía el oro para pagarla-

La joven guerrera asintió y le dijo -mi nombre es Nymeria, quiero ver la espada-

Joseph bufo -¿tienes el oro?- pregunto con desdén -si no lo tienes, piérdete-

-¿Cómo te llamas herrero?-

Joseph tomo la botella, le dio un largo trago, la miro de soslayo y le respondió -Joseph-

Nymeria miro al suelo y se sintió atraída. Ella no era una doncella como las de la corte, ya había probado a varios hombres y matado a otros tantos, pero se pregunto ¿Por qué este gordo herrero la hacía sentir tan atraída?. No lo sabía.

Por su parte, Joseph abandono su comodidad y camino hasta la casa. Se metió en el baúl y saco la espada, tenía otras cinco pero sería peligroso mostrarlas. Camino hasta Nymeria y le paso la espada. Ella quedo fascinada, como guerrera entiende el valor de un arma y esta arma valía su valor y mas. Miro a Joseph y si su hermano no estuviera atrás de ella, lo hubiera besado y quizá, violado.

Nymeria miro el filo, paso su vista por cada pequeño acabado sin dejar nada fuera. Amo la espada y le gustaba su creador. Volvió mira a Joseph y le dijo -quiero la espada, crea otra para mi hermano, pagare cien monedas de oro por cada espada-

Joseph miro a la mujer, era hermosa sin lugar a dudas, pero no le gustaba que pensara que por ser hermosa, él no le cobraría. Se revolvió la mata de pelo y le dijo mirándola a los ojos -mujer, si no traes el oro, no te puedes llevar la espada-

Ella se sonrojo y le dedico una encantadora sonrisa -mañana vendré y te daré el oro- dijo -por favor no la vendas-

Joseph vio esa maravillosa sonrisa y algo en su corazón se movió, la sonrisa de Nymeria lo volvió loco. Pensándolo una vez mas, y con cierta reticencia, le dijo -llévate la espada y mañana ven por la otra, trae el oro y no me decepciones-

Nymeria se sintió más y más atraída, se paro sobre la puntilla de sus pies y le dio un apasionado beso. Joseph por su parte, quedo congelado, sintió que todo se volvió como un sueño. Primero vio a Nymeria contoneando su linda figura al caminar mientras el viento mecía su largo cabello, de vez en cuando ella se daba vuelta y le daba miradas que le robaban el alma. Después se subió a su caballo y se desvaneció a la distancia, como si fuera un espejismo. Solo después de medía hora, Joseph por fin reacciono y salió de su estupor, sintió la soledad y la amplitud de esta tierra. Nunca, desde que su padre y madre murieron, se sintió tan solo.

Joseph no durmió esa noche, se sintió inquieto. Al otro día vino la mujer en una carreta. Solo estaba ella y venía con una túnica que la cubría por completo. Solo su hermoso rostro color canela estaba a la vista. Joseph por su parte, la miro y la encontró más bella que el día anterior, en un arrebato que se llevo su mente, la beso. Ella también lo abrazo y se sintió aliviada de que no tuviera que utilizar los medicamentos que había traído. Guardaron el oro dentro de la casa y cuando compartieron una copa de vino, ella se subió sobre el cuerpo del Joseph.

Él estaba nervioso y no movía sus manos, Nymeria se rio y lo hayó lindo. Ella lo beso y lo exprimió hasta el otro día.

-o-

Joseph se despertó al otro día y vio a la hermosa mujer en su cama. Era bella y le había robado el corazón, el alma, su cuerpo y todo. No tenía nada y todo le pertenecía a ella.

Salió de la casa para pensar, se sentó en la silla y contemplo el cielo azul y el gran océano. Muchos miedos fueron apareciendo en su corazón y se deprimió.

Al rato después, la mujer salió cubierta con una sabana y lo vio cabizbajo, se sentó a su lado y le pregunto -¿Qué te preocupa? Te ayudare en lo que sea-

-Dime ¿esto es por las espadas?-

Nymeria quedo asombrada. Este hombre dominante que la domo la noche anterior, ahora era un pequeño oso. La feroz bestia de anoche estaba escondida dentro de esa masa. Ella se rio con encanto y Joseph dejo caer una pequeña lagrima. Ella paro su risa y se sintió mal por ser malinterpretada. Se puso sería y le contó cómo vive, cómo mata, quienes son su familia y quienes han sido sus víctimas. No le oculto nada, para ella que por fin se enamoro, no le tuvo miedo a parecer frágil.

-Ahora entiendes, gran oso- dijo Nymeria

-Ahora entiendo- respondió Joseph

Ambos se besaron y ella se sentó sobre sus piernas. El sol iluminaba su precioso rostro y mientras el viento le movía el cabello, Joseph la encontró aun mas hermosa.

-Quédate conmigo- le susurro Joseph

-No puedo, gran oso. Eres mi hombre, pero tengo mis lazos y obligaciones, solo podemos vernos de vez en cuando- respondió Nymeria dolida

El hombre derramo algunas lagrimas y la llevo a la cama. Ahí él la amo y ella a él. Pasaron todo un día juntos y al otro día ella se fue.

-o-

Joseph llevaba dos años sin trabajar. Desde que lo dejo su amada, no ha encontrado la motivación y trabajar por trabajar no tiene sentido. Ha gastado todo su oro y vendido todas sus armas, pero no trabaja. Bebe todo el día y la noche. De vez en cuando come, pero eso solo lo hace para seguir bebiendo.

Hoy se levanto temprano igual que esa vez, miro hacía el océano y se armo de valor. Saco un poco de acero que le quedaba y prendió el horno para por fin se ponerse a trabajar. Un hombre de Lord Tytos vino el otro día a decirle que se preparara, porque pronto va a ver guerra. Así que tenía que cumplir con su deber. Por lo tanto, Joseph martillo el acero durante todo el día y solo se detuvo para comer al medio día.

En la tarde, mientras Joseph había retomado su trabajo, un golpe vino desde la puerta de su taller y Joseph reviso quien era. Su princesa había venido. No obstante, ambos habían cambiado y se habían debilitado. Nymeria envejeció un par de años y Joseph ya no era el gran oso, mas bien, era un escuálido oso. Ambos se miraron pero nada importo, se besaron y cuando él la quiso llevar a la cama, ella lo detuvo.

-Gran oso, tengo algo importante que decirte- dijo Nymeria

-¿Qué es, mujer?- pregunto Joseph

Nymeria camino hasta la entrada y Joseph la siguió. Había una carreta, en ella iba el hermano de Nymeria y una mujer que llevaba un bebé. Nymeria tomo a la bebé y le dijo a Joseph -esta es nuestra hija, no la puedo cuidar por como vivo. Tienes que cuidarla-

Joseph suspiro y la miro a los ojos. Nymeria estaba al borde del llanto y lo miraba con tristeza. Joseph por su parte, tomo a la bebé y se dio cuenta de que a pesar de que tenía el mismo color de piel de su madre, tenía sus ojos. La encontró más preciosa que el oro y todas las riquezas de este mundo.

-¿Cómo se llama?- pregunto Joseph

-Nymeros- respondió Nymeria

-Esta bien-

Nymeria paso su mirada desde su hija a Joseph y le pregunto -¿no me vas a preguntar?-

Joseph sonrió y le dijo -aunque no fuera mi hija la cuidaría. Es tu hija y te amo, solo soy un herrero y esto es lo mejor que puedo hacer por ti. Perdón por no poder hacer mas-

Nymeria le dio un gran beso y con lagrimas en los ojos le dijo -va a ver guerra, cuida de nuestra hija-

Joseph, miro a Nymeria mientras se iba y una vez que ya no la pudo ver, cayo sobre sus rodillas y lloro mientras abrazaba a su hija.

Esa fue la ultima vez que vio a su princesa.

-o-

En un abrir y cerrar de ojos habían pasado quince años desde que Joseph vio por ultima vez a su princesa. Ningún Martell vino a buscar a Nymeros y Joseph intuyo que su esposa no era tan importante.

Nymeros creció sana, hermosa y fuerte igual que su madre. En la vida de Joseph, ella era la luz de su vida y él la amaba mas que a su propia vida. Joseph paso muchos sustos, dado que el reinado del rey loco había generado un gran caos. Lord Tywin, un hombre de corazón frio y duro como el hielo, tomo el lugar de Lord Tytos. Lord Tywin como un hombre que valora el talento le dijo a Joseph que podía seguir viviendo en la costa de Roca Casterly, pero le prohibido vender armas a otros nobles.

Desde ahí en adelante, Joseph ha vivido todos estos años tranquilo y ha vuelto a ser el gran oso que su amada vio. Esta un poco viejo, pero su talento no se ha perdido y aunque algunos estúpidos nobles lo han venido a molestar por su hermosa hija, sus patrocinadores los ahuyentan y lo protegen. Su único detrimento en estos momentos es que su hija nació sin el don del habla. A veces la encuentra llorando porque no se puede comunicar, pero él la abraza y le dice que todo va a estar bien.

Por otro lado, hoy vino Lord Tywin a encargarle una espada para su hijo, un joven león de dorada melena. El joven tenía una mirada muy diferente a la de su padre y esto le cayo en gracia al herrero. Sin embargo tuvo miedo, Lord Tywin miro a su hija y se quedo prendado de ella. Este hombre orgulloso no tocaría a una mujer de baja procedencia, pero Joseph lo sabe, él amor nos vuelve locos y nos obliga a ir más allá de nuestros preceptos.

-o-

Durante los pasados cinco meses, Lord Tywin ha venido con habitualidad y a traído todo tipo de regalos para la joven hija del herrero. Joseph esta preocupado, él pelearía por su amada hija ¿pero que puede hacer contra un gran señor feudal?.

Por alguna razón, Nymeros no le tiene miedo de Lord Tywin y este último no muestra nunca una sonrisa, pero siempre es muy atento con la muchacha. Un día le dio un beso y la muchacha puso una sonrisa feliz. Joseph los vio y lo encaro a las afueras de la herrería.

-Lord Tywin- dijo Joseph en un estado de furia -si vas a ser el que traiga mala suerte a mi hija, vete y no vuelvas. Prefiero morir con mi niña a que la destruya tu juego de nobles-

Lord Tywin le dio una fría mirada, pero Joseph no se acobardo. Se acerco y lo miro a los ojos en un estado embravecido.

-No la busques- insistió Joseph

-Sigue haciendo tu trabajo herrero- respondió Lord Tywin con un toque de indiferencia y frialdad -mis asuntos no son de tu incumbencia. Yo sabré proteger lo que es mío-

-Eso espero, si no vendré desde la tumba a atormentarte-

Lord Tywin lo siguió mirando, asintió un par de veces y se fue.

-o-

Hoy era un día de gran dicha para Joseph, pero a su vez de gran tristeza. Su nieto nació y su hija murió. Lord Tywin esta a su lado y mira al bebé. Su piel es igual a la de su madre, pero sus ojos son lazuli y su cabello blanco. Tenía muy poco de él. Miro Nymeros postrada en la cama y no supo qué decir, parece que era su destino perder a sus mujeres a través de sus hijos.

Lord Tywin tomo al pequeño y lo miro durante un tiempo, después asintió y le dijo al herrero -mañana enviare a una nodriza para que cuide del niño, te daré el oro y estas tierras. Qué el niño nunca sepa quién es su padre. Mis otros hijos no se lo tomaran a bien-

Joseph lo miro con los ojos hinchados de tanto llorar. Quería golpearlo, quería matarlo, pero su nieto pasaría penurias si eso sucedía. Le quito al bebé y le dijo -vete, no te olvides, cuando muera vendré a atormentarte-

Lord Tywin se dio la vuelta para darle la espalda y dijo -has lo que quieras, ya he pagado dos veces mi mala suerte- y continuo su camino hasta la puerta.

Joseph miro al niño y le pregunto -¿Cómo se llamara el niño?-

Lord Tywin se detuvo y sin darse la vuelta, dijo -Tytos- y se fue.

-o-

Hoy vino el hijo de Lord Tywin a buscar una espada para regalar a su sobrino, gasto cien monedas de oro sin siquiera pensarlo. Pero quedo petrificado al ver al nieto del herrero. Su semblante frio como el de su padre le dieron escalofríos y su mente corrió salvaje, pero no dijo nada y se fue.

Tytos miro al "león Lannister" marcharse y fue a ver a su abuelo. El viejo canoso y grande como una montaña lo miro con una sonrisa y le pregunto -¿Qué quieres muchacho?-

Tytos sonrió y le dijo -abuelo, "el león Lannister" me miro raro ¿tú sabes porque?-

Joseph se congelo y dejo de respirar. Miro al niño y le respondió -tus rasgos son especiales, tu piel es como la de tu madre, pero tu pelo y ojos son especiales. Debe ser por eso. Ahora dime ¿Qué quieres para tu décimo cumpleaños?-

Tytos lo miro y vio la preocupación en sus ojos, no quiso seguir preguntando y entristecer el corazón de su abuelo. Muchos considerarían mala suerte vivir con un anciano en una choza cerca del mar, pero para Tytos era agradable. Este año ha empezado a trabajar el acero y su abuelo siempre lo elogia y le dice que pronto lo superara. Como su abuelo es famoso, pasa todo tipo de gente y conoce a muchos nobles, ellos le cuentan todo tipo de historias, mientras esperan ganar el favor del futuro maestro herrero.

-Nada abuelo, solo cuida de tu salud. Tienes que vivir muchos años para poder ver a tus nietos- dijo Tytos

El anciano se rio con un enorme estruendo, se agarraba la enorme barriga y se cayo sobre su trasero. Se retorcía en el suelo y de vez en cuando le daba algunas miradas a su nieto y de nuevo empezaba a reír. Después de calmarse, Joseph se acostó sobre el suelo de tierra y miro al techo de la casa, derramo algunas lagrimas y Tytos se acostó sobre su enorme barriga.

Joseph, tosió un par de veces y le dijo -mi muchacho, espero que vivas libre y feliz. Si muero, ve a ver otras tierras y conoce mucho. Ojalá tengas tanta suerte como yo y puedas conocer al amor de tu vida. Pero sobre todo, vive libre y sin remordimientos-

Tytos derramo unas lágrimas mientras escuchaba a su abuelo, su boca tirito y sollozó en silencio.

-o-

Hoy Tytos cumple trece años y esta frente a una tumba. Su abuelo murió. Su abuelo acompaña a su madre y ahora Tytos esta solo en el mundo, apretó sus manos y miro al horizonte. Pensó en cuanta mala suerte ha tenido desde que murió en el primer mundo. Se seco los ojos con la manga y camino hasta la herrería. Martillo durante días y vendió todas las espadas que pudo.

-o-

A las afueras de la herrería, con el sol de la tarde descendiendo y el viento frio de la marejada, Tytos estaba mirando a un hombre de frio rostro. El viene acompañado del "león Lanister", el cual quedo petrificado al ver que el niño cada día se parece más a su padre. Los miro a ambos y dejando afuera la edad, los colores y tonalidades, son el original y su copia.

Lord Tywin se bajo de su caballo y le dijo -quiero 500 espadas ¿Cuántas tienes?-

Tytos lo miro sin cambiar su semblante y en un tono frio y educado, le dijo -tengo mil, ¿Cómo las pagaras?-

-Mañana enviare el oro, serán 30 monedas de oro por espada-

El niño sonrió -me ayudas mucho, sabiendo el valor del producto-

El hombre asintió y le dio una ultima mirada antes de irse. Por su parte, el "león Lannister" estaba estupefacto y solo cuando escucho los cascos del caballo de su padre, reacciono. Se subió a su caballo, hizo un leve gesto de despedida y se fue.

-o-

Hoy el león Lannister, trajo varios cofres con oro. Por otro lado, los soldados de Roca Casterly que ayudaban al león Lannister, miraron a Tytos y se sorprendieron al ver sus características. No obstante, no dijeron nada, decir lo que piensan sería la destrucción de ellos y de sus familia.

El león Lannister se acerco a Tytos y se presento -Soy Jaime ¿Cómo te llamas?-

-Tytos- dijo Kain con un rostro indiferente e inexpresivo

Y Jaime estallo en carcajadas. No podía creer que su padre, el hombre frio y cruel, haya tenido una aventura. Su madre ya había muerto pero el viejo tuvo un amorío a su edad. Tytos lo ignoro y se fue a su fragua, siguió martillando el acero y cuando todos los soldados se llevaron las espadas y acomodaron los cofres en la casa, Jaime lo fue a ver.

-Tytos ¿tienes un minuto?- pregunto Jaime

-¿Qué quieres, león Lannister?- pregunto Tytos mientras examinaba una espada

-¿Sabes quién es tu padre?-

-Tu no lo eres y la única persona que lo sabía esta bajo tierra. ¿eso es todo?-

Jaime asintió y se fue.

-o-

Había pasado una semana desde su trato con los Lannister. Tytos como todos los días se levanto a trabajar. No obstante, antes de que pudiera prender los hornos, lo llamaron desde la calle. Tytos al salir de su casa se quedo congelado. Hoy vinieron 30 soldados con armaduras doradas y tenían rodeada la herrería. Todos lo miraban con una sonrisa y el jefe del grupo le dijo -si me das todas las espadas y el oro, podrás vivir-

Tytos asintió y entro a la choza. Como resultado, todos los soldados se rieron de buena gana. Pero Tytos los defraudo, salió con dos katanas y sin previó aviso, se lanzo a pelear. Corto las gargantas, brazos y piernas sin que nadie lo pudiera detener. Corrió salvaje y cuando llego al ultimo hombre, este tiritaba.

-¿Qué pasa mercenario?- pregunto Tytos -¿sabes a quién le pertenece esta herrería?-

El mercenario asintió y le dijo -nos dijeron que había mucho oro y espadas de buena calidad-

-¿Quién fue?-

Pero el soldado negó con su cabeza y Tytos se la corto.

Desde una colina a lo lejos, un hombre de rostro frio e inexpresivo miraba todo el sanguinario espectáculo. Lord Tywin estaba satisfecho, pensó que el muchacho tenía alguna utilidad mas allá de hacer espadas. No lo avergonzaría. Podría cuidarlo en su castillo y proteger el legado de Nymeros.

Jaime que acompañaba a su padre, después de ver el semblante de su padre, confirmo varias suposiciones y le pregunto -¿Por qué lo haz ocultando todo este tiempo?-

-No es tu problema- respondió Lord Tywin con un tono mordaz, se dio la vuelta y marcho en su caballo. Jaime miro a su padre con un sentimiento de disconformidad, pero que podía hacer. Él mismo no sabía cómo responder a esas palabras. No era porque no tuviera sus propios pensamientos, sino que nunca se atrevería a enfrentar a su padre.

-o-

Pasaron varios días y la calma volvió a la herrería. Al igual que siempre, Tytos estaba martillando en su herrería, su trabajo continuaba y esperaba volverse tan bueno como su abuelo. No obstante, en medio su trabajo lo interrumpieron, alguien golpeo la muralla un par de veces. Tytos interrumpió su trabajo y miro hacia la puerta. Era un hombrecillo parado en el dintel con una apariencia amigable. Tytos le dio una mirada demostrando su molestia y el pequeño hombre se petrifico, pero algo paso en su mente y se rio a carcajadas. Era pequeño, con el cabello rubio y le costaba caminar. Tytos lo siguió mirando sin cambiar su semblante y le pregunto -¿ya te reíste suficiente-

Pero el pequeño hombre al escuchar la forma en la que hablaba se rio con más ganas y le dijo -nunca muchacho, eres realmente parecido. Oh dios maldito, me voy a morir- y el pequeño hombre se siguió riendo a carcajada limpia. Pero no se rio mas cuando Tytos lo tomo y lo saco de la herrería. Después de echar al hombrecillo, Tytos volvió y siguió martillando. Puso el acero en el agua y una gran cantidad de vapor emanó del contacto. Otra vez tomo el metal y lo puso al fuego, paso un tiempo y cuando el metal estaba al rojo vivo, lo iba a volver a martillar, sin embargo justo en ese momento, el hombrecillo apareció de nuevo.

-Lo siento niño, no lo entenderías aunque te lo contara. Oye ¿Cómo te llamas?-

-Tytos-

El hombrecillo se tapo la boca y trato de no ser escandaloso, pero su carcajada salió y esta vez Tytos lo lanzo como quien lanza un cubeta llena de meados. El hombrecillo cayo seco en el suelo pero se seguía riendo y Tytos lo ignoro volviendo a su trabajo.

Tyrion recupero su mente después de un tiempo y miraba al cielo, era raro, este niño era la vivida imagen de su padre, pero era inocente y agradable o por lo menos no despedía esa esencia tan Lannister. Comparado con el viejo león, este niño no era malo. Tyrion se limpio la tierra y camino una vez mas a la herrería, allí estaba el niño moviendo su martillo, su cara era fría y muchos de sus gestos eran iguales. Pensó por un momento (ojalá que mi hermana no se vuelva loca y lo trate de matar).

-Niño, lo siento- dijo Tyrion -oye Tytos ¿Por qué todavía sigues en la herrería? ¿no te cansas?-

-Eso no es tu problema- respondió mientras golpeaba el metal

Tyrion de nuevo se quiso reír, pero al ver a Tytos listo para arrojarlo fuera de la herrería se contuvo. Lo miro y le dijo -lo siento, pero esta vez no me reí- señalo su propio rostro con sus índices -ves, muy serio. Ahora dime ¿Por qué sigues en la herrería?¿no quieres salir de este lugar?-

Tytos lo miro con desconfianza y le dijo -es divertido trabajar el metal, además soy joven, cuando tenga mas edad iré al gran continente-

Tyrion asintió y ya no se rio. Como el niño era un bastardo nadie le impediría viajar, solo necesita oro y fuerza. Se sentó en una silla cerca de la fragua y le pregunto -¿no tienes vino?-

Tytos lo miro como a un idiota y le dijo -ve a comprar tu propio vino, aquí no hay. Solo mi abuelo lo bebía- entonces Tytos miro al suelo y se perdió en sus pensamientos.

Tyrion lo miro y lo comparo, él y su estúpido sobrino tenían casi la misma edad pero eran tan diferentes ¿Por qué lo malo tenía que quedarse en la familia?. Suspiro y camino hasta el poni que estaba afuera de la herrería, saco una botella del morral y camino de nuevo a ver al niño. Tyrion alcanzo a beber dos botellas mientras Tytos estaba trabajaba. Golpeaba y golpeaba el metal y cuando una afilada hoja se pudo ver, Tytos suspiro y la guardo.

Tyrion estaba borracho y le dijo -eres mi hermano ¿lo sabes?-

Pero al ver al hombrecillo mareado diciendo estupideces, Tytos lo ignoro y salió para cocinar su comida. Un delicioso aroma a cerdo despertó a Tyrion de su borrachera y fue a ver al muchacho, se metió en la casa y se sentó en la mesa sin pedir permiso. Lo mas probable es que Tyrion esperaba ser tratado con la deliciosa carne. Lastima que Tytos no lo tenía contemplado y lo ignoro mientras comía.

-¿No sabes ser un buen anfitrión?- se quejo Tyrion con el ceño fruncido.

Tytos detuvo su tenedor a medio camino y le respondió con indiferencia -un huésped es alguien al que uno invita, no alguien que solo se mete en tu casa- y con el ultimo bocado termino su comida.

Tyrion asintió y le dijo -dame comida. Soy un Lannister, en pocas palabras soy tu jefe-

Tytos frunció la nariz, lo dudo un poco, pero la mirada del hombrecillo era parecida a la del león, entonces tratando de no atraer los problemas, camino hasta la cocina. Preparo un poco de cerdo y agrego un par de papas cocidas. Los llevo a la mesa, pero cuando llego el hombrecillo estaba roncando. Tyrion lo miro de reojo y vio al niño dejando el plato sobre la mesa y salir de la casa. Tyrion pensó que su familia era una mierda y este niño no se merecía llegar a un lugar tan feo. Una vez que el niño salió de la casa, Tyrion probo la comida y la hallo sabrosa, mas que cualquier otra que haya probado antes, se pregunto el porque.

Tyrion salió de la casa después de comer su comida y vio al niño cortando leña. Cuando se quiso acercar, se escucharon cascos a la distancia. Miro y se dio cuenta de que eran su padre, su hermano y varios caballeros. El viejo llego primero y miro Tytos desde lo alto de su caballo. No se pronuncio, utilizo a su hermano Jaime como porta voz.

-Tytos el herrero- dijo Jaime en un tono de autoridad -por tu sangre corre sangre Lannister. Desde ahora serás Tytos Hill, ven con nosotros y reclama tu lugar-.

Sin embargo, Tytos los miro con una sonrisa y los ignoro.

No obstante, paso algo que Jaime y Tyrion no esperaban. El viejo se bajo de su caballo y le dijo -ven muchacho, deja esta tierra, hay un lugar mejor para ti-.

Por su parte, Tytos siguió cortando leña y sin apartar la mirada, dijo -no sé que clase de broma es esta, pero el hombrecillo dice que es un Lannister y que es mi jefe. Ahora ustedes vienen y me dicen que soy un bastardo ¿te estas burlando de mi?-

El viejo iba a decir algo pero el "león Lannister" lo interrumpió -no, es la verdad. Eres el hijo ilegitimo de mi padre, ahora acompáñanos-.

Tytos suspiro y clavo el hacha en un tronco, se dio la vuelta y los miro -iré mañana- dijo -primero guardare mis cosas y después veremos. Si no me gusta, me iré-

El viejo lo miro y su piel morena le recordó a Nymeros, era la única que no le temía. Parece que su hijo no sería diferente. Suspiro, le dio la espalda y con un tono suave le dijo -haz lo que quieras-. Esto fue algo que dejo helado a Jaime y a Tyrion. El hombre sin corazón, no presionaría a este muchacho, al parecer.

Todos se fueron y dejaron a Tytos solo. Con el sol desapareciendo en el horizonte y el rugido de las olas ascendiendo por el risco. Tytos miro al horizonte y canalizo un poco de su energía del alma e invoco un anillo azul. Era un artilugio muy útil que lo había acompañado desde su primera reencarnación y también el símbolo de su promesa. No obstante, por haber hecho este pequeño esfuerzo, Tytos vomito una gran cantidad de sangre y tuvo que comer una de las pocas medicinas que le quedaban.

-¿Por qué tuvieron que ponerme Tytos?- se quejo de mal humor -¿no pudo ser un nombre mas agradable? Maldito anciano-

Kain nació en este mundo, no fue la mejor procedencia, pero siempre sería mejor que su anterior reencarnación en donde ni siquiera llego a la adultez. Miro al horizonte, el sol apenas se divisaba en el borde del mar, era precioso, pero algo complicado opacaba esta vista. Este viejo que se decía ser su padre, no era un buen hombre y quizás ¿Cómo sería su familia?. Siguió mirando al horizonte mientras el sol se ocultaba y susurro -este mundo no tiene muchas criaturas mágicas, ojalá me equivoque, de lo contrario no me podré fortalecer-

Bien, que comience la fiesta. No esperaban un inicio así ¿verdad?. Yo tampoco en su momento, pero todas las cosas tienen su razón de ser y veran como este humilde comienzo, da lugar a algo que todos en algun momento han querido. Guarden mis palabras. Bueno, solo lo entenderan una vez que llegue el final, y eso es como en cincuenta capitulos mas. Así que por ahora, disfruten de esta historia.

Mañana mas...

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