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Ino Yamamoto 2

Pero ya terminaron: la campana suena, y algunos compañeros de clase guardan todo en sus mochilas, se levantan de sus pupitres y se van.

—Hey, chicos, no se olviden de su tarea; es para mañana —dice Horinomi-sensei mientras los ve alejarse. Bueno, no es como si pudiera hacer algo más por ellos, por lo que cierra sus libros y cuadernos, los guarda en su bolso y se levanta —Adiós a todos. Nos vemos mañana —se lleva la mochila al hombro y se va.

Yo también me levanto de mi pupitre, me llevo la mochila al hombro y:

—¡SOTOKA-CHANNNNNNNNNNNNNN! —Izumi corre hacia Sotoka-san, que está quitando los volantes que quedan en el pizarrón, y la abraza por la espalda. En respuesta, Sotoka-san grita y avienta los volantes que había recogido.

Y se vuelve hacia Izumi.

—Ah, eres tú, Izumi-san.

—¡Chan! ¡Izumi-chan! ¡Y vamos a repartir volantes!

—Pero, Izumi-chan, tenemos que quitar todos estos —Sotoka-san se refería a los volantes que aún había en las paredes y en el pizarrón y en el suelo.

—Ok —Izumi comienza a recoger los del suelo—. Estos nos van a servir después.

Sí, lo sé, es extraño ver a Izumi tan animada cuando hace unas horas se estaba muriendo de sueño. Pero, al parecer, dormir en clases (y durante todas las clases) hace maravillas.

Eso sin mencionar que ella siempre apesta a café.

Creo que antes profesores, directivos, padres de familia y miembros del consejo estudiantil o del comité disciplinario la regañaban porque según ellos el café no es un hábito recomendable para una alumna de preparatoria, o algo así.

Pero ya la dejan hacer lo que quiera. Lo más seguro es que ya se cansaron de que ella no les hiciera caso (aunque no es como si les importara, a decir verdad).

Bueno, como sea, creo que debería ayudarles; digo, tengo muchas cosas que hacer en mi casa, pero las puedo hacer después.

Así que comienzo a arrancar volantes de las paredes.

Y los podría arrancar todos, pero algunos de los compañeros de nuestra clase aún no se van. Ellos siguen riendo y platicando y a centímetros de casi todos los volantes que quedan. ¿Por qué no se van de una vez? ¿Qué no ven que estamos trabajando? ¡LÁRGUENSE; ESTORBAN!

—¡Oigan, ¿se quieren unir al mejor club del maldito universo?! —grita Izumi, ¿quién más? Y los que aún no se han ido la miran molestos y por fin se van. No sé si ese era tu plan, Izumi, pero gracias— ¡Sotoka-chan! —Izumi abraza a Sotoka-san por la espalda, y Sotoka-san grita y avienta los volantes que había recogido.

Sotoka-san se vuelve hacia Izumi.

—Ah, eres tú, Izumi-chan. Pero ya te dije que no me abraces así.

—Pero es que estoy tan feliz, Sotoka-chan, porque voy a estar en un club contigo, y ya no puedo reprimir mis emociones.

—No somos un club —tenía que decirlo.

Izumi se vuelve hacia mí y:

—Claro que sí... ¡ANIME LIFE! —Izumi suelta a Sotoka-san, levanta la mano y nos mira expectantemente.

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—Ah, sí —Sotoka-san choca la mano de Izumi.

Y ahora Izumi me mira expectantemente.

—No somos un club —le repito.

Izumi baja la mano.

—No somos un club oficial, pero eso no significa que no seamos un club.

—Sí, sí significa eso. No existe algo como un club no oficial.

—Eso dices tú.

—Sí, porque así son las cosas.

Izumi me mira enojada.

Se me acerca.

Se detiene a un paso de mí.

Y me lanza todos los volantes que había recogido, y estos me golpean en la cara y caen por todas partes.

—¡ANIME LIFE! —grita ella.

Muy bien, si eso es lo que quieres. Le lanzo todos los volantes que yo había recogido, y estos chocan contra ella y se esparcen por el aire. Yo rápidamente me agacho y agarro todos los que puedo.

Izumi inmediatamente hace lo mismo.

—Oigan, ¿qué hacen? Ya no se avienten volantes —dice Sotoka-san, pero:

—¡ANIME LIFE! —Izumi me lanza unos cuantos, y estos se esparcen por el aire y ni siquiera me tocan.

Yo, mientras tanto, sigo recogiendo tantos volantes como puedo.

Y ya tengo muchos.

Me levanto y me acerco a Izumi.

—¡aNiMe LiFe! —le digo.

Ella corre hacia Sotoka-san.

—¡SOTOKA-CHAN, TASUKETE! —y se esconde detrás de ella.

Yo me detengo frente a Sotoka-san. Ella me mira fijamente.

—No los avientes —me dice.

—Quítate —le respondo.

—No —dice ella, pero apenas levanto los volantes, cierra los ojos, se encoje y se cubre la cara con ambas manos.

Creo que hasta está temblando un poquito.

Ah, pero querías defender a Izumi.

Ni modo, vas a acabar con un montón de volantes en la cara.

Pongo las manos detrás de la cabeza para aventar los volantes lo más fuerte que pueda.

Lo siento, Sotoka-san, pero esto es lo que ganas por fingir ser amable con todo el mundo.

En 3...

2...

1...

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Está bien. A diferencia del resto del mundo, yo no soy una hija de la chingada, así que:

—Tú ganas, Izumi. Ahora ayúdame a recoger estos —me siento en el suelo y continúo recogiendo volantes.

Sotoka-chan da media vuelta y arranca los volantes que quedan en el pizarrón o en las paredes.

Izumi se sienta cerca de mí y comienza a recoger volantes.

Y yo le lanzo en la cara todos los que tengo.

—Ya estamos a mano, y recógelos; tú estás más cerca.

Izumi me mira enojada.

Y comienza a recoger volantes lo más rápido que puede.

Y me sonríe.

—Izumi, no me los vayas a aventar.

Izumi recoge volantes aún más rápido.

Y me sonríe aún más.

—Izumi, ya estamos a mano, y si sigues no vamos a acabar nunca —y esa es una promesa, por lo que yo también comienzo a recoger volantes lo más rápido que puedo.

Y le sonrío.

Izumi recoge los últimos volantes que tiene cerca.

Y yo también.

Ella me mira.

Y yo la miro a ella.

¡¡¡¡THUMP!!!!

Izumi y yo nos volvemos para ver fue ese sonido, y resultó ser es una pila enorme de volantes que seguramente Sotoka-san dejó caer en un pupitre lo más ruidosamente posible.

—Terminé —dice Sotoka-san con una sonrisa bastante irritada—. Izumi-chan, Ino-chan, ¿ya pueden recoger los volantes que les quedan, por favor?

Nunca la había visto enojada, o lo que sea eso.

Da miedo.

—Ok, solo porque me dijiste Izumi-chan, Sotoka-chan —Izumi se levanta y recoge los volantes que quedan—. ¡Ahora sí vamos a repartirlos! —dice.

—Izumi-chan —Sotoka-chan dice y luego suspira—, así déjalo. No quiero que Fujimoto-san me grite otra vez, y podemos buscar otra forma de conseguir más miembros del club.

—Bueno, entonces vamos a los diferentes clubes y les hablamos del ANIME LIFE. Podemos empezar con las del club de futbol.

—Pero ellas ya están en un club —le digo—; no se pueden unir a otro.

Izumi me mira.

Ella no había pensado en eso.

¿Por qué no me sorprende?

—No importa —me dice—. Les dejamos volantes, y quizá algunas de ellas hablen del club con sus amigas, y quizá algunas de sus amigas no estén en ningún club, y quizá algunas de ellas quieran unirse a ANIME LIFE.

—De seguro se van a burlar de nuestro club. Y de nosotras —digo.

—Pero van a hablar, y quizá a alguien le interese. Vamos, Sotoka-chan —Izumi toma a Sotoka-san de la mano, y ella la termina siguiendo.

Y yo termino siguiéndolas a las dos.

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