Lisa
Continuaba buscando alrededor del cuarto algo que pudiera ayudarnos, tenía la esperanza de que algo podría encontrar, pero no fue así.
—Escúchame, Kaori. Necesito que hagas todo lo que te digo. Debes ser una niña buena, no hagas nada de lo que vaya hacer enojar a ese hombre.
—No dejaré que te hagan nada, mamá.
—No te preocupes por mí, tu eres la más importante. Estás embarazada, no lo olvides. No dejaré que te ponga una mano encima, solo no lo provoques.
—¿Qué le harán a papá y a Lin?
—No sé, mi amor. Hay que salir de aquí para ir a buscarlos.
—Tengo miedo, mamá.
—No tengas miedo, todo va a salir bien— me acerqué a ella para tratar de soltarla, pero se escuchó el sonido de la puerta —. Actúa normal—me senté en la cama al lado de Kaori, y ese desgraciado entró a la habitación cerrando la puerta con llave. Tiene las llaves encima, eso es una ventaja.
—¿Me extrañaron, lindas?
Akira
—Parece que necesitas una ayudita, Akira.
—Por más que trates, no se va a levantar para ti, deberías resignarte y bajar la calentura con otro que si soporte tu asquerosa apariencia y peste.
—¿Me estás dando permiso para usar a mi amado Lin? Él tampoco se ve mal— se acercó a Lin y acarició su mejilla—. Nos parecemos tanto— acarició su pecho, y de un jalón, desgarró su camisa. Fue tocando su torso, hasta llegar a su pantalón—. Oh, parece que alguien sí tiene ganas.
—¡No sabía que eras tan maricon, cabrón!— le grité.
—Me encantan los niños bonitos. Ver el parecido que tienen, de alguna forma me excita.
—Que asco me das, ¿Estás muy necesitado para llegar a esto?
—No te preocupes, no será un problema, pues tengo todo lo que tiene una mujer; solo imagina que es tu esposa— se alejó, y caminó a la puerta—. Busquen un vaso con agua— le ordenó a sus hombres.
Minutos después traerán un vaso con agua.
—¿Te trae recuerdos esto?—sacó de su sostén una píldora blanca y la tiró en el vaso, se disolvió en un instante—. Recuerdo lo animal que te volviste, Akira.
—¿Así que fuiste tú quien me drogó, cabrón?
—¿Qué pasaría si lo hago otra vez? — se acercó con el vaso y lo llevó a mi boca —. Tómalo.
—No voy a tomar nada.
—¿Quieres que te obligue a hacerlo?— me quedé en silencio y giré la cara—. De acuerdo. Comencemos con tu querido Lin— él forcejeaba con las cadenas que lo aguantaban.
—No lo tomes, Lin — le dije, y giró la cabeza.
—Eres igual de terco que Akira, pues ni modo — le tapó la nariz y esperó a que Lin abriera la boca para hacerlo tomar del vaso—. Buen chico— Lin estaba tosiendo. Joder, esto está mal.
—¡Maldito seas, maricon!— le grité.
—Ahora es tu turno, Akira — se acercó y giré lo más que pude mi cara, pero no era mucho lo que lo podía hacer, me tapó la nariz y me dio un poco del agua, y lo escupí —. Que desobediente eres, me gustan los chicos malos y agresivos — me dio un puño en la cara y volvió a taparme la nariz, me dio a tomar del vaso y me tapó la boca hasta que me lo tomé—. Buen chico, ahora solo tenemos que esperar un poco para que surja el efecto. Veamos cuán salvaje te puedes poner.
Lisa
—Veamos, ¿Con quién comienzo?
—¿Por qué tienes que hacer esto?— le pregunté.
—Porque quiero. Empezaremos contigo, belleza. Quítate la ropa — Me levanté de la cama dispuesta a hacerlo y Kaori me aguantó el brazo.
—No, mamá.
—Tranquila, mi amor.
Él se quedó viéndome, mientras pasaba trabajo bajando el traje, me quedé en ropa interior delante de él.
—Muchas cicatrices y heridas de guerra, ¿eh? Que mujer tan interesante. ¿Y qué te pasó aquí? — me dio un golpe en la herida que tenía y me quejé—. ¿Duele mucho?— sonrió con malicia.
—¡Deja a mi mamá!— gritó Kaori.
—Cállate, niña. Luego será tu turno, no te desesperes.
—Kaori, ya no más — le pedí. Kaori es igual a Akira y no se queda callada, eso es lo más que me preocupa en este momento.
—Recuéstate en la cama y tócate.
—No lo haré frente a ella.
—Te dije que te recuestes y te toques — me empujó bruscamente a la cama. Yo no quería que Kaori viera esto, tenía las lágrimas asomadas en mis ojos, pero tengo que ser fuerte por ella.
—No mires, Kaori.
—Ella va a mirar, para que sepa lo que tiene que hacer cuando le toque. Ahora comienza, porque soy muy impaciente.
Akira
—Eres muy masoquista, hermanito. ¿Tanto te gusta que te golpeen?— me dijo dándome con un pequeño látigo en el pecho. Me quitó el pantalón, dejando visible su erección—. Estás muy dotado, Akira. No pensé que estarías así tan rápido, esa droga sí que es muy buena, es tiempo de divertirnos los tres.