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56

Estuvimos poco tiempo en la cama luego de haber estado juntos. Tuve que obligarlo a levantarse porque no tenía planes de hacerlo. Se alistó y bajó, quedó en esperarme abajo. Cada segundo que pasaba me sentía más nerviosa. No solo porque mostraré el traje que escogí a Akira, si no porque decidí darle la noticia de que va a ser papá. No saber cómo va a reaccionar, me preocupa un poco. Me siento un poco insegura. Ha sido muy bueno conmigo todo este tiempo y no sé si algo como esto le haga cambiar su actitud hacia mí. Si pudiera saber lo que piensa o siente, no me sentiría de esta manera.

Terminé de arreglarme para bajar. Akira ha estado esperando mucho. Al bajar las escaleras me encontré con Akira y Yuji esperándome. La expresión de Akira se veía impresionado y a la misma vez avergonzado. No sé si cumplo con sus expectativas o con lo de estar a su altura, pero ya no importa. El poder verlo y tenerlo cerca me hace feliz, ¿Qué importa la apariencia? Al bajar el último escalón, Akira me extendió su mano, así que le extendí la mía. Para mi sorpresa, Akira se arrodilló para besar mi mano. No pude evitar el asombro. Se veía tan guapo como siempre.

—Te ves hermosa, my queen—dijo con ese acento tan lindo y con esa dulce mirada.

Mi cara no sabía dónde meterla, siempre hace que me avergüence de esta manera. Con una sonrisa pícara salimos de la casa para la fiesta. Llegamos a nuestro destino. Habíamos venido ya una vez a este lugar para cerrar un negocio con su socio Jefferson; a diferencia que esta vez, había muchas más personas. La fiesta debe ser en grande, aunque no sé el motivo. Akira saludó a muchas personas y me presentó como su prometida. Aún no me acostumbro,  pero poco a poco podré hacerlo. La verdad es que me gusta como intenta presumir que tiene una prometida. Creí que los hombres como él le avergonzaría o hubiera querido mantenerlo en secreto, pero él es todo lo contrario, muestra seguridad en todo lo que hace. Admirando las virtudes de Akira, me quedé pensando por un tiempo, en lo que Akira se quedó mirándome.

—¿Te pasa algo, preciosa?

—No, solo estoy contemplando el lugar.

—¿Quieres tomar algo?— tomó una copa y me la ofreció.

—No, no quiero tomar esta noche—mis nervios estaban apareciendo.

—¿Por qué? ¿No quieres embriagarte para que no te haga lo de la otra noche?—con una sonrisa pícara en su rostro, se acercó a mí, sujetando mis caderas.

—Akira, aquí no—cada vez era más difícil negarme al tenerlo tan cerca. Es como si pudiera manejarme a su antojo.

—No lo haré ahora, pero esta noche dijiste que sí —me hizo un guiño.

Es muy insistente cuando se trata de eso. Será mejor que tome la delantera y le diga de mi embarazo, pero tendré que llevarlo a otro lugar. Hay demasiado ruido y personas alrededor.

—Tengo que reunirme con Mr. Jefferson, solo será un momento. No te vayas de aquí, ni mucho menos coquetees con nadie más—me besó el cuello y subió a mi oreja—, o no respondo— sonrió, y se fue.

Es demasiado celoso y posesivo, pero me gusta.

Akira

—Pensé que no te encontraría por aquí, Jefferson.

—Es un honor contar con tu visita esta noche, Akira. 

—Han pasado muchas cosas; ya pude entrar a la organización de los Carter. Tengo un único problema y es Kaiza. Ese pendejo quiere mi cabeza y, más ahora que maté a su perrita.

—¿Mataste a su esposa?

—Sí, esa vieja era un problema. Intentó hacerle daño a mi prometida.

—Estás metiéndote en un lío y no hablo solamente de Kaiza. Si entraste a la organización de los Carter, es porque aún tienes pensado tomar venganza hacia tu padre, ¿No es así?

—Ese siempre ha sido mi objetivo.

—Akira, siempre te he visto como un hijo; el hijo que nunca tuve y no quisiera que algo te pase. Estás entrando directo a la boca del lobo y, si entras como lo estás haciendo, tus emociones pueden acabar con todo. Tu padre no es una persona fácil de manejar y no tiene una, ni dos organizaciones, tiene varias. Aún si llegas a él, lo más seguro te exterminen en el intento. ¿Por qué no consideras vivir una vida tranquila con tu prometida alejado de toda esa venganza?

—Jefferson, agradezco tu aprecio y lo sabes, pero es algo que decidí hace muchos años y no es algo de lo que voy a cambiar de opinión. Ya llegué hasta aquí y ese era mi objetivo. Cuando tengo un objetivo entre ceja y ceja, no hay nada que me haga cambiar de opinión. Nada va a pasar y, si pasa me encargaré de que a mi mujer no le falte nada y, lo único que puedo pedirte es que, si eso ocurre, la cuides por mi. No puedo parar ahora que estoy tan cerca de matar a ese cabrón.

—Espero no estés tomando una mala decisión. De este negocio uno solo puede salir muerto o muerto, no hay de otra. Sé que no podré hacerte cambiar de opinión, pero sabes que puedes contar conmigo para todo y contra todo.

—Lo sé, y realmente aprecio tu apoyo. He logrado mucho gracias a ti.

—Sobre la mujer que estamos buscando tenemos datos nuevos. Está viva todavía. Ha pasado por más de tres dueños. Lo más seguro deba haber perdido la cabeza. ¿Aún así la piensas ayudar?

—Sí, tengo que traer de vuelta a su hermana, así sea lo último que haga.

—Seguiré buscando y, si consigo alguna otra información te la enviaré.

—Gracias, Jefferson. Siempre es un placer hacer negocios contigo— nos dimos un apretón de manos.

—Igualmente, Akira. No dejes a tu prometida tanto rato sola.

Lisa

Tenía náuseas y tuve que caminar al baño.

—Solo aguanta un poco más, pequeño. Mamá debe decirle a papá sobre ti.

Me estaba sintiendo muy mareada. No puedo marearme ahora. Si Akira regresa y no me encuentra, se preocupará. Salí del baño y tropecé con Akira.

—¿Estás bien? Estás pálida. ¿Quieres que nos vayamos?

—No, debes quedarte aquí. No puedo dejar que por mi tengas que irte otra vez.

—Nos vamos — me agarró la mano y nos dirigimos al auto.

No se despidió de nadie, solo me llevó molesto al auto.

—Si te sentías mal, ¿Por qué no me dijiste?— preguntó molesto.

—Lo siento— bajé mi cabeza.

—Te llevaré al médico.

—No, yo estoy bien. ¿Por qué no vamos a un lugar tú y yo solos?— evadí el tema.

—¿Mi corderito quiere estar sola conmigo?

—Tenemos que hablar—le dije nerviosa.

—Esta bien, conozco de un lugar donde podemos hablar.

Me trajo a un parque, pero estaba solitario. Este lugar se veía muy hermoso. Tenía una hermosa vista, me hacía recordar el lugar donde iba Akira con su madre, por lo lindo que se veía el cielo y las estrellas.

—La noche se ve hermosa, ¿No es así?—me preguntó.

—Se ve preciosa esta vista, Akira. Gracias por traerme.

—No hay de que, princesa. Muero de curiosidad por saber de lo que me quieres hablar.

Ahora que estoy sola con él aquí, no encuentro por dónde empezar. Mis manos estaban temblando y su mirada fija, me hacía sentir más nerviosa.

—Toma tu tiempo. Luego que no me digas que no quieres estar conmigo, todo estará bien— rio.

—Entonces si te digo eso, ¿Qué harías?

—Te mato— ni siquiera lo pensó para decirlo, cuando esbozó una sonrisa y se acercó.

A pesar de que su mirada no mostraba molestia, aún así, mi cuerpo tembló cuando dijo eso, ¿Realmente sería capaz de matarme?

—¿Serías capaz de eso?— pregunté nerviosa.

—No puedo estar sin ti, te lo dije. Prefiero verte muerta antes que verte en los brazos de alguien más—su mano cálida acarició mi mejilla.

—Eso es enfermo, Akira— desvié la mirada.

—Enfermo sería que lo permita. Tú me perteneces, corderito.

Necesito la fuerza para decirle. No importa cual sea su reacción, tengo que hacerlo. Me solté de sus brazos y lo miré fijamente; mis manos aún estaban temblando del miedo, pero no puedo soportarlo más.

—Akira, estoy embarazada— lo dejé escapar como me salió.

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