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Akira

—Queda cancelado la entrega de la hija de Kaiza. Ese viejo me ayudará a dar con el paradero de Kanji.

—Entendido.

—No le hagan nada la chica, que se sienta como en casa— mi teléfono sonó—. Hablando del rey de Roma.

—¿Cuándo planeas entregarme a mi hija, desgraciado? Te di toda la información que me pediste.

—Hubo un cambio de planes.

—¿Qué? No me jodas. ¿Por cuánto más piensas utilizarme?

—Eso depende de ti y, de cuán eficiente seas.

—Eres un cabrón, Akira. Pagarás por esto.

—Ahorra las amenazas para luego. Tu objetivo será muy sencillo; me entregarás a Kanji Carter.

—¿Te has vuelto loco? Eso es demasiado.

—Entonces ¿La vida de tu hija no vale tanto?

—Eres de lo peor. ¿Cómo puedes mezclar a la familia en los negocios?

—Busca tener contacto con él, no creo que sea difícil, después de todo eres casi de su familia, ¿No es así?

—No soy un traidor como tú, Akira.

—¿Debería decirle a mis hombres que comiencen la diversión con tu hija?

—No se te ocurra, Akira. No puedo asegurarte nada, pero si algo le llega a pasar a mi hija, lo pagarás caro.

—Tomaré eso como un si.  Me mantienes al tanto de todo — colgué la llamada.

                      Lisa:

—Necesito que llames a Akira, mamá.

—¿Qué harás, hija?—preguntó preocupada.

—No haré nada, solo necesito hablar a solas con él.

—No creo que sea conveniente.

—No me cuestiones, solo tráelo.

—Está bien, lisa.

Mi mamá salió de las habitación.

Akira

                      

—Lisa quiere hablar contigo. Como le hagas algo a mi hija no respondo, Akira.

—Puede quedarse tranquila, eso no va a ocurrir.

Lisa

Akira entró a la habitación.

—No pensé que vendrías tan rápido.

—Eres tú quien estaba llamándome, por eso vine. ¿Cómo te sientes?—desvió la mirada.

—¿Cómo crees que me siento?

—Es una pregunta tonta, pero no quiero incomodarte; la verdad es que no sé qué decir.

—¿Por qué no me miras? ¿Te produzco repulsión?

—¿Qué mierdas dices, lisa? Jamás me producirías eso.

—¿Por qué quisiste matar a mi padre?

—¿De qué hablas?

—¿Te harás el imbécil? Preguntaré más directamente. ¿Por qué mandaste a golpear a mi padre para echarlo de la casa?

—Jamás hice eso.

—Muy cínico de tu parte, ¿no crees?

—La última vez que vi a tu padre fue cuando llevé el título de la casa y, tú estabas ese día conmigo.

—No gano nada preguntándote esto, no sé porqué pierdo tiempo.

—¿Por qué no puedes creerme ni tan siquiera eso?

—Porque eres un mentiroso y un asesino. En la palabra de una persona egoísta y mentirosa, es imposible confiar—respondí cortante, y suspiró—. ¿Qué pasa? ¿Te molesta que diga eso?

—Será mejor que me vaya. Espero que algún día puedas perdonarme, lisa.

—No he terminado contigo, no seas descortés. Tengo otras preguntas que quiero que me respondas.

—¿Para qué? Si no me vas a creer ni una sola palabra.

—Mi padre antes de morir me dijo unas cosas que quisiera que me respondas; entre esas cosas está mi hermana.

—¿Tu hermana? ¿Así que te habló de eso? No era tan cobarde como pensé.

—No hables así de mi padre. ¿Es cierto lo de mi hermana?

—Si él te lo dijo es porque es cierto.

—¡Eres un desgraciado! No vales nada, Akira. ¿Cómo fuiste capaz? Lo dices tan tranquilo, como si no te importara. Por eso me llevaste contigo, ¿Verdad?

—Sí, fue la mejor manera de sacarte de ahí.

—Te odio, Akira.

—Escucha, no sé qué te dijo tu padre, pero creo que estás confundiendo las cosas. ¿Por qué tenemos que hablar de cosas desagradables? ¿Por qué no empezamos de cero los dos?

—¿De cero? ¿Crees que puedo olvidar todo lo que pasó? Todo fue tu culpa, Akira. No sabes todo lo que sufrí y, ¿Tú dónde estabas? No me mires así, porque ya nada puede cambiar.

—Yo quiero cambiar. Yo quiero que estés conmigo.

—¿Planeas seguirme usando?

—No, no hablo de eso. Quiero...— hizo una pausa.

—¿Qué quieres? ¡Habla!

—Quiero que estés conmigo, pero no como una herramienta más, si no como mi mujer.

—Tu actuación ha sido maravillosa. Cualquier mujer que no te conozca te creería, pero yo no.

—Lisa, yo...— lo interrumpí:

—Somos enemigos, Akira. Te diría que me dejaras ir para hacer una vida lejos de ti y de tu porquería, pero no puedo. ¿Quieres ayudarme en algo? ¿Quieres que te perdone al menos? Entonces captura a Kanji.

—Estoy en eso, no creas que me he detenido.

—Lo dejaste ir, aún diciéndote y rogandote que lo mataras.

—No podía hacerlo, él te hubiera matado.

—¿Qué te hace pensar que no estoy muerta?

—Mantendré mi distancia y buscaré a Kanji.

—¿Es un trato?

—Sí, lo es.

—¿No pedirás nada a cambio? Eso es inusual.

—No—caminó a la puerta.

—Sácame de aquí, Akira.

Hizo silencio y sonreí.

—¿Ni siquiera puedes complacerme en eso?

—El doctor dijo que no puedes.

—Si quieres que me recupere, sácame de aquí. Eres tú quien decide cuando sacarme.

—No te prometo nada, lo pensaré.

—No hay nada que pensar, solo da la orden. Quiero estar en nuestra casa contigo, ¿no quieres lo mismo?

—Lisa...—evadiendo cualquier palabra que pudiera decir, quise añadir algo más:

—Esta bien, supongo que ya no me quieres contigo como dices— caminé a la ventana de la habitación y, miré al vacío.

—Está bien, pero con dos condiciones; irás a tus terapias y aceptarás cualquier tratamiento que el doctor crea necesario. De no hacerlo, te traeré de vuelta aquí.

—Seré una niña buena, como siempre quisiste— solté con sarcasmo.

—Lo sé—cabizbajo salió de la habitación.

No pensé que sería tan fácil convencerlo. Está firmando su sentencia y no lo sabe, pero primero caerá kanji y él me ayudará con eso.

Akira

—Sacaré a lisa de la clínica y la llevaré a la casa, doctor.

—¿Qué? Ella no debe salir de aquí todavía. Ella no está completamente recuperada, necesita descansar.

—Tomará sus terapias y tratamientos, pero en la casa. Quizás un cambio de ambiente le vendrá bien. Estar encerrada en este lugar, no creo que sea bueno para ella.

—Ella aún no está bien. Debe pensar un poco en ella. Su estado emocional y físico no está estable, ¿Cómo puede ser tan irresponsable?

—Ella me pidió sacarla de este lugar, y no quiero hacerle más daño. Quiero hacer algo por ella.

—Esta no es la manera, Akira, ¿Te estás dejando manipular?

—Ella solo quiere que la saque de aquí y eso haré.

—Espero no estés tomando una mala decisión, Akira.

—No lo sabré si no lo hago— salí de su oficina.

Lisa

—Quiero que te vayas de este lugar lo más lejos que puedas, mamá.

—No me voy sin ti, lisa.

—No compliques más las cosas y haz lo que te digo. No quiero que estés aquí.

—No te dejaré.

—Mamá, por favor. ¿Quieres que me sienta tranquila? Entonces haz lo que te digo.

—Pero lisa…— la interrumpí:

—Me preocupa que estés aquí. Te buscaré luego, pero por favor, haz esto por mi.

—¿Por qué haces las cosas más difíciles, lisa? No me queda de otra que confiar en ti, pero por ahora cuídate mucho, ¿Si? No quiero que nada malo te pase.

—Nada va a pasar, mamá. No lo permitiré y, sé que Akira tampoco. Confía más en mi.

Salimos de la clínica y nos dirigimos a la casa de Akira. Debo buscar la manera de que mamá se vaya. No quiero que él sepa el destino de mi madre. La quiero sacar cuanto antes de aquí.

—¿Podemos hablar, Akira?

—Sí, vamos a otro lugar.

Caminamos a su estudio.

—Quiero pedirte un favor. Quiero que dejes ir a mi mamá de aquí.

—¿Y eso por qué? Pensé que se quedaría contigo.

—No, no la quiero aquí. Con Kanji suelto corre peligro.

—¿Estás segura de esto o es porque dudas de mi?

—También. Si quieres que vea tu cambio, entonces permite que mi mamá se vaya.

Luego de un corto tiempo en silencio, respondió:

—Esta bien.

Caminé a la entrada donde se encontraba mi mamá.

—Será mejor que te vayas y no te preocupes por mí, yo staré bien— la abracé.

—No estoy segura de esto, hija. No quisiera irme y dejarte. Una madre está para su hija en los momentos que la necesita. Irme no es una opción que me guste, pero dado el caso que me lo pides, debo comprenderte, pero por favor, al menos llámame para saber que estás bien. Si ese hombre intenta hacerte algo, llama a la policía. Te amo, Lisa.

—Lo haré, mamá. Te amo, no lo olvides—me despedí dándole un beso y un último abrazo.

Me esaba sintiendo muy mareada, debían de ser las medicinas, pero no puedo descansar ahora. Debo pensar bien en los planes y en mi venganza. No puedo esperar más.

Caminé dentro de la casa y me encontré con Akira. Tengo que irme acostumbrando a encontrarme con él más a menudo. Desvié la mirada y continué caminando, ignorando su presencia. Los mareos cada vez eran más fuertes. Podía sentir mis piernas temblando, así que me sujeté de la baranda de la escalera, sin dar un paso más para no caerme.

—¿Te encuentras bien, lisa?—preguntó Akira preocupado.

—Sí—respondí evitando cualquier tipo de comentario más.

No quiero que me regresen a ese lugar.

Quise subir las escaleras rápidamente para mostrarle que me sentía bien, pero no contaba con que mi cuerpo me traicionaría. Sentí mi cuerpo muy pesado y todo daba vueltas. Pensé que iba a colapsar, pero en ese instante, sentí unas manos alrededor de mi cintura.

—Si te sientes mal, ¿qué te cuesta decírmelo?— aunque su tono fue molesto, su expresión no se mostraba de la misma forma, más bien se veía triste.

—No me pongas tus asquerosas manos encima—lo empujé con todas mis fuerzas, evitando que se me acercara.

Tenerlo tan cerca me pone nerviosa, no lo quiero cerca de mi. Aligeré el paso y subí a mi habitación.

Podía sentir mi cuerpo temblando, mi corazón lo sentía muy agitado. Los efectos de esa medicina me molestan. No quiero estar drogada así todo el tiempo. Pensando en esto me acosté en la cama y terminé dormida.

Han pasado dos semanas desde la vez que salí de la clínica. No han habido noticias de Kanji y convivir con Akira es desesperante. Cada día las medicinas y los efectos son más fuertes. Mi cuerpo aún no ha mejorado del todo. Mi paciencia se iba agotando y mis ganas de acabar con todo eran más. He asistido a varias terapias y tratamientos como quedé con Akira, aunque no puedo ver ningún cambio.

La actitud de Akira hacia mi ha cambiado, no nos dirigimos la palabra a pesar de vivir juntos y me trata como alguien más en la casa. Algo que realmente me mantiene un poco tranquila. Me comunico a diario con mi madre para mantenerla tranquila y distante, y así han sido mis días.

Akira

Estaba en mi empresa, cuando mi teléfono sonó.

—Tengo noticias de Kanji; estará asistiendo a una fiesta de inauguración en el antiguo bar que pertenecía a su padre está noche. Es todo lo que pude conseguir, Akira. Espero sueltes a mi hija — informó Kaiza.

—¿Qué me asegura que eso sea cierto? — pregunté incrédulo.

—Es lo único que pude conseguir. ¿Crees que pondría la vida de mi hija en juego por informarte esto? Solo espero que no le hayas hecho nada o lo pagarás.

—No seas pendejo, te dije que no la tocaría a menos que pudieras conseguir el paradero de él. Tan pronto tenga a Kanji en mis manos, te la devuelvo.

—Eres un….—antes de terminar la frase, colgué la llamada.

Te tengo en mis manos Kanji. Esta vez sí pagarás con creces todo lo que le hiciste a lisa. Me encargaré de que le hagas compañía a tu asqueroso padre.

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