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Si eres nuev@, te envío un cálido abrazo. Solo puedo advertir (aunque suelo hacer millones de advertencias, pero la mayoría las ignoran y luego se lamentan) El contenido de esta historia NO es bonito, no encontrarás unicornios, arcoíris, amor del bueno, relación perfecta e inquebrantable... Es una historia de mafia, venganza, torturas, crímenes; hablamos de la vida de una persona del bajo mundo, no de un galán perfecto de telenovela. Encontrarás una relación sumamente TÓXICA, violaciones, sangre, violencia, maltrato, el famoso SÍNDROME DE ESTOCOLMO, un círculo vicioso, y muchos temas más... Estarás en la mente de una persona que tiene millones de problemas, muchas altas y bajas, alguien INESTABLE. (Para hacer el cuento largo, corto) Si eres sensible a temas fuertes, favor de abstenerse a leer la historia. Agradezco que hayas tomado el tiempo de leer la advertencia. Ya habiendo dicho esto... Bienvenid@ ;) 

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Siempre he pensado que algo en mi anda mal; quizá porque soy demasiado buena con todos a mi alrededor. Mi vida no ha sido color de rosa como lo describen todos. Ni siquiera he aprendido a negar mi ayuda cuando alguien la necesita; a pesar de saber que solo me usan como herramienta para lograr lo que quieren.

«¿Desde cuándo mi vida se convirtió en un completo caos?»

Todas las mañanas al despertar, el aroma de las flores entran por mi ventana, mientras que el sol se asomaba, iluminando cada rincón de mi habitación y la refrescante brisa abría paso a un nuevo día.

—Buenos días, Lisa. Necesito que te arregles y bajes, por favor—dijo mi madre al tocar la puerta.

—Ya bajo, mamá—le respondí.

Es muy inusual que mi mamá toque a mi puerta tan temprano en la mañana, debe ser algo muy importante. Será mejor que me aliste y baje.

—Lisa, tenemos un problema con tu padre — soltó mi madre sin rodeos.

—¿Qué hizo papá esta vez? — pregunté directamente.

—Anoche se presentaron dos hombres con el título de nuestra casa; al parecer tu padre les entregó nuestra casa en una apuesta. Nos ordenaron a desalojar la casa hoy mismo—dijo mi madre entre lágrimas.

—¿Cómo es eso posible? No es la primera vez que por sus apuestas pagamos nosotras. ¿Cuánto más le piensas aguantar, mamá? — me sentía realmente molesta.

—Estoy segura de que fue un error, hija. Tu padre no sería capaz de hacernos esto.

—¿Dónde se supone que este papá?

—Debe estar en su estudio, lisa.

Me dirigí sin pensarlo dos veces al estudio; no toqué la puerta, solo la abrí de un halón.

—¡Exijo una explicación, papá! — le ordené.

—¿Por qué tendría que darte explicaciones a ti? Si tu hermana estuviera aquí, estaría buscando soluciones, no haciendo preguntas— su tono despreocupado, acabó de molestarme más.

—Ella no está y no hay nada que se pueda hacer. ¿Qué haremos con nuestra casa? ¡Nos quedaremos en la calle! — alcé mi voz.

—Con ellos no se puede negociar. Solo me salió todo mal, supongo que no estaba en mi día de suerte—dijo mientras se tomaba un trago.

Hubo un toque en la puerta y mi padre dejó pasar a la empleada.

—Sr. Xiao, lo están procurando dos personas— informó.

Caminé junto a mi papá a la sala, necesitaba tratar de negociar con estas personas, no puedo permitir que se queden con nuestra casa.

—Sr. Xiao, ¿Ya terminó de empacar sus cosas? El jefe debe estar por llegar y, si lo ve aquí, no creo que le haga muy feliz.

—Por favor, les pido que me permitan hablar con el Sr. Akira.

—Al parecer aún no le quedó claro que perdió. Ahora esta casa le pertenece a nuestro jefe y, no se acepta ninguna oferta —respondió acariciando el arma que tenía visiblemente en su pantalón.

¿Con qué tipo de personas se ha involucrado mi padre?

—¿Así que todavía no se han ido? —escuché una voz seria detrás de mí.

Al dar la vuelta y ver esa mirada tan penetrante, sentí un escalofrió que recorrió por mi espinal dorsal. Era alto, tez blanca, delgado y unos ojos azul claro. Estaba vestido con un gabán negro y su apariencia dejaba claro que no era cualquier persona. Su mirada penetrante, más ese tono de voz tan firme y autoritario, lo hacían ver muy imponente; era realmente una persona aterradora.

—Perdóneme, por favor—mi padre se arrodilló frente a él.

—Sabes mostrar tu lugar frente a tu superior — soltó con una expresión de burla.

—¿Por qué le hace esto a mi papá? — le pregunté, dedicándole una mirada llena de rabia.

Sus ojos se dirigieron directamente a mí; una mirada tan fria y cortante, que podría matarte de tan solo verla; aún así, traté de no mostrarle miedo.

—Disculpe a mi hija, por favor— le suplicó mi padre.

Él se acercó lentamente, sin alejar su mirada de mí.

—Parece que no te han educado correctamente, jovencita. ¿Nunca te enseñaron a no meterte en conversaciones ajenas?

—Es mi padre, por lo que tengo que interferir— lo encaré.

—Sr. Xiao, creo que es su día de suerte después de todo— ignoró por completo lo que dije, y caminó directamente a donde mí padre.

¿Será que nos va a permitir quedarnos aquí?

—¿Por qué dice eso, Sr. Akira?

—Le propongo una última y única oferta. No quiere quedarse en la calle siendo la burla de todos sus conocidos, ¿Cierto? A cambio de su casa, me vas a entregar a tu hija. ¿Qué te parece la idea? —puso su mano en el hombro de mi padre.

—¿¡Qué!?— pregunté sorprendida.

Es imposible que mi padre acepte esto, soy su hija.

—Eso es imposible, Sr. Akira—respondió mi padre.

Dejé escapar un suspiro de alivio, mientras tocaba mi pecho.

—¿No quieres tener el casino a tu disposición? Haré que puedas entrar sin tener que pagar nada; además te quedarás con tu casa y a tu hija no le faltará nada en la mía; así todos felices y contentos, ¿Qué te parece?

—¿¡Cómo se atreve a engañarlo de esa manera!? — le grité molesta.

—Sr. Akira, ¿Puede permitirme hablar con mi hija unos minutos, por favor?

—Adelante.

Caminé con mi padre a otra parte de la casa para poder hablar el asunto. Tenía que preguntar si realmente tomó en consideración las palabras de ese demonio.

—Hija, es nuestra única oportunidad para no perder la casa. Ese hombre no es tan malo como parece.

—¿Serías capaz de venderme por pagar tus deudas? — le pregunté, sin poder creer lo que estaba escuchando.

—Si tu hermana estuviera aquí, no hubiera dudado en ayudarme. Eres una egoísta, no sé porqué no saliste como ella. Hubiera preferido que fuera ella quien se quedara conmigo.

Sus palabras realmente me dolieron. Quería pensar que quien estaba mal era él, pero mis pensamientos empezaron a mezclarse. Siempre he sido descartada a un lado por los recuerdos de mi hermana; no soy nada comparada a ella. Sabía que no podía hacer nada por mis padres cuando ella se fue, pero quizás ahora si pueda ayudarlos. Nunca he cumplido con sus expectativas, nunca he hecho nada por ellos; tal vez todo este tiempo, sí he sido egoísta. He pensado en cómo me siento yo y no en lo que ellos sienten. Es la única oportunidad de que no pierdan la casa; si no hago algo ahora, quizá luego me arrepienta. Si tengo la oportunidad de ayudarlos lo haré; aunque eso signifique renunciar a mi felicidad y sacrificarme por mi madre. Después de todo, son lo único que tengo.

—Lo haré, papá— abracé a mi padre para que sintiera mi apoyo.

No sé lo que me espera en el futuro, pero no quiero arrepentirme de no haber hecho algo cuando tuve la oportunidad.

—Esa es mi chica— mi padre sonrió.

Aunque sea solo un instante; ver a mi padre sonriendo me hizo muy feliz, quizá no era el mejor momento de sentirme así, pero es la primera vez que me dedica una sonrisa y me mira a los ojos.

—Será mejor que hables con mamá a solas y le expliques, no quiero que se preocupe—le pedí.

No quisiera ver su rostro al saber sobre esto.

—Yo me encargo, Lisa.

Regresamos a la sala y, el Sr. Akira aún estaba esperando.

—Sr. Akira, disculpe la espera.

—¿Qué decidió?

—Acepto su oferta, Sr. Akira.

—Tomó la mejor decisión, Sr. Xiao. Tenga devuelta sus papeles. Hoy en la tarde enviaré a mi abogado con los documentos para que los firmes.

—Sí, señor.

—Llévenla al auto — ordenó el Sr. Akira.

—Adiós, papá. Dile a mamá que la amo y, que no se preocupe por mi, yo estaré bien —me despedí con lágrimas en los ojos.

No sé si tomé la mejor decisión, pero de algo estoy segura, y es de que no me arrepiento. Solo espero que mamá pueda entender, todo esto lo hice por ellos; no tenía otra opción. No sé cómo será mi vida de ahora en adelante, pero queda en mí la emoción de ver a mi padre sonreír por primera vez y, que la causa de ello, es por mí.

Todo el camino fue sido en silencio. Sentir su mirada encima de mí me causaba algo de incomodidad. Es lo que pensaba mientras me perdía en la hermosa vista que mis ojos contemplaban por la ventana.

—Ya hemos llegado, Sr. Akira — avisó el chófer.

—Llévenla a mi habitación — ordenó el Sr. Akira.

La casa era demasiado grande. ¿Cómo alguien tan joven como él, puede vivir en un lugar tan lujoso y amplio como este?

—¿Qué tipo de persona es el Sr. Akira? — le pregunté a la empleada.

Luego de un tiempo en silencio respondió:

—No es algo que deba decirle alguien como yo, señorita— respondió cabizbaja.

Supongo que hice una muy mala pregunta.

—Esta es la habitación del Sr. Akira. Siéntase cómoda, le traeré una muda de ropa para que se cambie y pueda disfrutar de un buen baño.

—¿Cómo podría tomar un baño en la habitación de un hombre que no conozco?

—Fueron órdenes estrictas del Sr. Akira —me alcanzó una toalla y la cogí.

Supongo que no tengo más opción. Accedí a esta oferta con tal de no dejar a mis padres en la calle, no puedo dar marcha atrás ahora.

Era muy relajante este lugar, ni siquiera en mi casa había disfrutado de un buen baño como este.

Al salir de la bañera, escuché la puerta del cuarto cerrarse, lo que hizo que saliera rápidamente a mirar.

—¿Quién anda ahí? — pregunté asustada.

Al ver al Sr. Akira, me espanté.

—¿Así que no me esperaste? Eso es de mala educación, Srta. Lisa —desajustó su corbata.

—¿Qué hace usted aquí? Creí que respetaría el que estuviera bañándome en esta habitación, ya que fueron órdenes suyas — me tapé bien con la toalla.

—Esta es mi casa y las reglas las pongo yo. ¿Por qué debería respetar a alguien que está en medio de mi habitación, solo vistiendo una toalla y totalmente húmeda? — se quitó los botones de su camisa, sin dejar de mirarme.

—Me iré a vestir de inmediato —al dar la vuelta, me sujetó fuertemente el brazo.

—¿Qué crees que haces, corderito? ¿Crees que puedes escaparte así nada más? —me tiró a la cama bruscamente.

—¡Suéltame, por favor! —grité, mientras trataba de soltar su fuerte mano de mi brazo.

Era tan fuerte, que no podía moverme. Él tenía todo su peso sobre mí, ¿Cómo podría soltarme?

—Por más que intentes soltarte, no vas a poder. Las chicas mal educadas son mi especialidad. Te enseñaré a respetar a tus mayores, jovencita— arrancó mi toalla, dejando mi cuerpo al desnudo debajo de él—. Tu cuerpo no parece al de una niña — acarició con su mano mi cuello, y fue descendiendo hasta mi ombligo.

Tiré patadas desesperada, pero no podía alcanzarlo.

—¡Suéltame, por favor! —le supliqué entre lágrimas, pero mi voz cada vez era menos.

—Para no disfrutarlo como dices, tu cuerpo es muy honesto— acercó su lengua para lamer mis senos.

—¡Por favor, detente! ¡No quiero esto!— le supliqué.

—Te gustan las cosas así, se ve en tu cara que lo estás disfrutando. No deberías de hacerte la difícil, porque por más que llores, que no se te olvide quien decide las cosas aquí— tocó lentamente mi vagina.

¿Por qué las cosas terminaron así? Mi primera vez quería que fuera con la persona que me casara, ¿Por qué me sucede esto a mi?

Mirando a mi alrededor, pude ver un objeto en su mesa de noche; traté con todas las fuerzas que me quedaban para alcanzarlo, pero mi esfuerzo fue en vano.

—Deja de hacer tanta puta fuerza. ¡Quédate quieta!— gritó, y puso sus manos alrededor de mi cuello.

Luchaba con tratar de respirar, pero en el intento, cada vez sentía menos aire.

—Parece que eres igual a todas esas perras — me dio una mirada escalofriante, antes de dejar ir mi cuello.

Hubo un toque en la puerta, pero estaba desesperada buscando aliento, que no me di cuenta de que él ya había dejado la habitación. Entre la desesperación y el miedo quise escapar de ahí, pero al salir a la puerta, me lo encontré de frente.

—¿A dónde crees que vas? —me agarró fuertemente el brazo.

—¡No más, por favor! ¡Haré lo que me pida, pero déjeme ir! — le supliqué, y bajé la cabeza en lágrimas.

—Eso será imposible. ¿Acaso quieres que tus padres se queden en la calle? —dejó escapar una risa espantosa—. El que entra a esta casa no sale. Eres la hija de la persona que me debe mucho dinero, de un maldito viejo que solamente es una maldita molestia. ¿Debería sacarlo de mi camino? —me miró fijamente.

—No lo haga, por favor— supliqué casi sin poder hablar.

—Bueno, entonces serás una buena niña de ahora en adelante y harás lo que yo te pida. Como trates de hacer una estupidez, ya sabes lo que voy a hacer; y quita esa maldita cara, solo sonríe— ordenó molesto.

Limpié mis lágrimas con ambas manos y con la última energía que me quedaba, le dediqué una falsa sonrisa.

—Discúlpeme, no lo volveré hacer—asentí con mi cabeza, y él soltó mi brazo.

Me miró por última vez y dio la espalda para irse.

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