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DIOSES DEL MUNDO DEL RÍO (7)

Los iluminados pasillos que cruzaron estaban oscuros hasta pocos segundos antes de que llegaran a ellos. Detectores de calor en las paredes reaccionaban a sus cuerpos y activaban interruptores que encendían las luces frente a ellos y las apagaban detrás de ellos. Debido a esto, el desconocido probablemente sabía con toda exactitud dónde estaban. Todo lo que tenía que hacer era ordenar a la Computadora que le proporcionara imágenes de cada zona iluminada. Sin embargo, no podía pasar todo su tiempo contemplando las pantallas; tenia que dormir. De todos modos, si por algún medio los inquilinos conseguían ponerse sobre su pista, podía ser despertado por la Computadora.

Los dos hombres descendieron por un pozo vertical y salieron a un pasillo. A la mitad de él, detuvieron sus sillones y bajaron de ellos. Una pared transparente que se inclinaba hacia afuera cerraba un enorme pozo que brillaba fuertemente desde abajo. La parte superior del espacio así cerrado estaba vacío, pero a unos cuantos metros por debajo de ellos se hallaba la fuente de iluminación: una oscilante y danzante y girante masa de lo que parecían ser pequeños soles. De Marbot tomó una gafas oscuras de una caja en un saliente y tendió otro par a Burton. Burton se las puso y miró por doceava vez al mas espléndido espectáculo que jamás hubiera visto, más de dieciocho mil millones de almas recolectadas y visibles en un sólo lugar. Los Éticos las llamaban wathans, una palabra más precisa que la terrestre almas. Eran las entidades de origen artificial cada una de las cuales se unía a una persona terrestre en el momento en que la esperma y el óvulo se unían para formar el zigoto de esa persona. Permanecían unidas a la cabeza de cada individuo hasta que este moría, y eran lo que proporcionaba la consciencia al Homo sapiens y albergaba su parte inmortal.

Todas eran invisibles a menos que se las mirara con un dispositivo especial, en este caso el material polarizado de la pared del pozo. Eran brillantes esferas de muchos colores y matices, con tentáculos que se tendían y contraían mientras las esferas giraban. O más bien parecían girar. Burton y de Marbot no estaban viendo la realidad, la totalidad; estaban viendo lo que sus cerebros podían captar, una remodelación formada por sus sistemas nerviosos.

Los wathans, las almas, danzaban o parecían danzar, girando, resplandeciendo, cambiando sus colores, pasando unas a través de las otras, pareciendo ocasionalmente fundirse y formar un superwathan, que se escindía en las esferas originales al cabo de unos cuantos segundos.

¿Eran conscientes cuando estaban libres de los cuerpos humanos, sus anfitriones?

¿Pensaban cuando se hallaban en este estado libre? Nadie lo sabía. Ninguno de aquellos que habían resultado muertos recordaban nada de esa existencia cuando eran resucitados y el wathan se unía de nuevo al cuerpo físico.

Los dos hombres permanecieron absortos durante un tiempo delante de aquella absorbente maravilla sin igual en todo el universo.

Y pensar murmuró Burton que yo he formado parte de este espectáculo, de esta gloria, muchas veces.

Y pensar dijo de Marbot que si los Éticos no hubieran hecho esto, nuestros cuerpos estarían convertidos en polvo desde hace miles de años, y hubieran seguido siendo polvo hasta que incluso el polvo hubiera muerto.

Muy abajo, débilmente entrevista a través de la fulgurante nebulosa, había una gran masa gris. Parecía carecer de forma, pero Loga les había asegurado que no era así.

Es la parte superior de la titánica masa de proteína organizada que constituye la parte central de la Computadora

había dicho. Es el cerebro vivo pero no consciente cuyo cuerpo es la torre y las piedras de cilindros y la cámara de resurrecciones.

El «cerebro», sin embargo, no estaba modelado como el cerebro humano tal como estaba dentro del cráneo.

Se parece, más que a nada, a una de vuestras grandes catedrales góticas con sus alados contrafuertes y espiras y su exterior decorado con gárgolas y puertas y ventanales. Está rodeado por agua conteniendo azúcar en suspensión. El cerebro se degradaría y se convertiría en un rezumar gris si el líquido fuera extraído. Es algo digno de ver, y tendríais que hacerlo alguna vez.

Debía ser enorme, por supuesto, para ser visible desde allí donde estaban ahora, y a través de los resplandecientes wathans. Estaba a cinco kilómetros por debajo de ellos, y podían ver tan sólo una parte de su extremo superior como una nube gris. El resto de él ocupaba una parte expandida del pozo, un domo.

Hasta aquel momento, los inquilinos no se habían aventurado al nivel desde el cual podían ver al cerebro en su totalidad. Ni pensaba ir Burton ahora. En vez de ello, regresó a su sillón y condujo a su compañero al otro lado de la torre y bajando por un pozo. Burton contó los niveles que pasabanlos había contado durante su primera ascensión desde el nivel que era su destino, hasta que llegaron al que contenía la habitación oculta de Loga.

Antes de alcanzar la habitación, Burton detuvo su sillón. El francés se detuvo a su lado y dijo:

¿Qué ocurre?

Burton agitó la cabeza y apoyó un dedo sobre sus labios. No podía ver ninguna pantalla mural móvil, pero el desconocido podía tener otras formas de monitorizarlos. Aunque no estuviera observándoles en aquel momento, era probable que la Computadora estuviera grabando sus acciones para ser vistas más tarde.

Entraron en un gran laboratorio conteniendo equipo cuyas funciones Burton no conocía... excepto cuatro enormes armarios metálicos grises. Eran conversores de energía-materia. Sus paredes contenían todos los circuitos necesarios. De hecho, las paredes eran los circuitos. Su energía procedía a través de unos círculos anaranjados en el suelo, que eran semejantes a otros círculos anaranjados en el centro del fondo de los armarios. Dos armarios estaban permanentemente fijos en el suelo pero los otros podían ser sacados de la habitación. No, sin embargo, por el poder de los músculos de dos hombres solos.

Burton hizo girar su sillón y, seguido por de Marbot, salió flotando de la habitación y cruzó el corredor más allá de la pared tras la cual se hallaba la habitación oculta de Loga. Probablemente de Marbot se preguntó por qué Burton no se de tenía allí, pero no hizo ningún comentario. Cuando llegaron de nuevo al nivel de su suite, tras recorrer a toda velocidad pozos arriba y bajo y corredores elegidos al azar de uno a otro extremo, ya no parecía desconcertado. Parecía aburrido Pero cuando estuvieron en el salón, extrajo un bloc de notas de la bolsa al costado del sillón y escribió algo en una de sus hojas.

Burton tomó la nota y la mantuvo cerca de su pecho, cubriéndola parcialmente con su mano izquierda. Leyó: ¿Cuánto voy a tener que esperar antes de que me cuentes tus planes?

Burton escribió algo con una pluma tomada del contenedor en la parte lateral de su sillón.

En algún momento esta noche. De Marbot leyó y sonrió.

Ahora voy a tener que ocuparme de algo murmuró.

Rasgó la nota en pedacitos pequeños, los colocó en el suelo, y los quemó con su lanzador de rayos. Pisoteó las cenizas con el tacón de su sandalia y las esparció.

Aguardaron, y al cabo de un momento se abrió una porción de la pared y una máquina cilíndrica articulada montada sobre ruedas avanzó hacia ellos. Espolvoreó la zona sucia con un líquido que se secó rápidamente en muchas bolitas diminutas, y luego sorbió las

esferas y pareció tragárselas. Un minuto más tarde, se había retirado de nuevo a la cavidad de donde había salido, y la pared volvió a cerrarse.

De Marbot escupió en el suelo simplemente para ver de nuevo al robot en acción. Mientras regresaba a su madriguera después de su trabajo de limpieza, el francés le dio una patada. La máquina, imperturbable, desapareció en la cavidad.

Realmente, prefiero los robots de proteínas y huesos, los androides dijo de

Marbot. Estas cosas mecánicas me dan escalofríos.

A mí los que me preocupan son los de carne y sangre dijo Burton.

Oh, sí, si uno los patea, no por deseo de hacerles daño, ya entiendes, sino simplemente por el deseo de despertar alguna emoción, uno sabe que, puesto que son de carne y sangre, experimentan dolor. Pero no se sienten agraviados por el insulto o el daño, y eso los hace no humanos. Sin embargo, uno no tiene que pagarles ningún salario, y sabe que nunca van a ir a la huelga.

Son sus ojos lo que no me gusta dijo Burton. De Marbot se echó a reír.

No parecen tan terribles como los ojos de mis húsares al final de una larga campaña. Puedes leer en ellos una falta de vida que no existe. La falta, quiero decir. Sabes que carecen de cerebro, mejor dicho, para ser exactos, utilizan tan sólo una pequeña porción de sus cerebros. Pero uno puede decir lo mismo de algunos humanos que todos hemos conocido.

Uno puede decir muchas cosas dijo Burton. ¿Nos reunimos con los demás? De Marbot miró al reloj en su muñeca.

Falta una hora para la cena. Quizá consiga que Aphra se alegre de nuevo. No hay nada que estropee más la digestión de una persona que una compañía enfurruñada en la mesa.

Dile que participará en la siguiente fase del proyecto indicó Burton. Eso la animará. Pero no le digas lo que hemos hecho a menos que utilices esto.

Señaló el bloc de notas.

De Marbot hizo una mueca y dijo:

Este, el observador, debe estar preguntándose detrás de qué vamos. ¿Cómo podemos ocultarle nada? Uno no puede ni siquiera pedorrear sin que él se entere.

Burton sonrió.

Quizá consigamos que se ensucie sus pantalones dijo. Es una forma de hablar, por supuesto.

Los ocho habían decidido que cada uno de ellos por turno haría de anfitrión de todos los demás. Aquella noche le tocaba a Alice, y los recibió llevando un traje de noche largo y muy escotado color lincoln al estilo de 1890. Burton dudó que llevara también la numerosa ropa interior de aquel período. Estaba demasiado acostumbrada a las confortables ropas del Valle del Río, una toalla sirviendo como falda corta y un delgado y ligero trozo de tela como corpiño. Llevaba unos elegantes zapatos verdes de tacón alto y unas medias de seda, aunque estas últimas probablemente no le llegaran a las rodillas. Sus joyas, proporcionadas por un conversor e-m, eran una esmeralda engarzada en un anillo de oro, pequeños pendientes de oro, cada uno de ellos con una gran esmeralda, y un collar de perlas.

Luces espléndidas dijo, y se inclinó y besó su mano.

De los ochocientos noventa, ¿eh? El año de mi muerte. ¿Estás intentando decirme de una manera sutil que estás celebrando ese acontecimiento?

Si lo hago, es de una forma inconsciente dijo ella. No hagas más comentarios chistosos, ¿quieres?

Comentarios chistosos. Mil novecientos treinta y cuatro dijo Frigate a Alice. El año de tu primera muerte.

La única, gracias a Dios dijo ella. ¿Debemos hablar de la Parca? Frigate se inclinó y besó su mano extendida.

Eres absolutamente devastadora. Di una palabra, y soy todo tuyo. No, no necesitas decirla. Soy todo tuyo de todos modos.

Eres muy galante dijo ella. Y también muy insistente. Burton bufó y dijo:

Eso sí que no lo es. Excepto cuando ha estado bebiendo. El valor de la botella.

In bourbono veritas dijo el americano. Pero estás equivocado. Ni siquiera entonces. ¿Lo soy, Alice?

Alice es un castillo bien custodiado en una empinada colina, rodeado por un amplio foso dijo Burton. No intentes minarla. Tómala por sorpresa.

El americano enrojeció. Alice no perdió su sonrisa, pero dijo:

Por favor, Dick. No seas desagradable.

Lo prometo dijo Burton. Se volvió, y se sobresaltó. ¡Dios mío! ¿Qué...?

Dos hombres vestidos con librea aguardaban de pie cerca de la mesa de la cena. No. No hombres. Eran androides. Uno tenía el rostro de Gladstone; el otro, de Disraeli.

Nadie más ha tenido nunca a dos primeros ministros de la Gran Bretaña sirviéndole

dijo Alice.

Burton giró hacia ella, su rostro rojo y ceñudo.

¡Alice! ¡Hablamos acerca del peligro! ¡El Snark puede programarlos para que nos ataquen!

Ella se enfrentó calmadamente a su furia.

Sí, lo hicimos. Pero tú, o algún otro, dijo también que el Snark tiene un millar de formas de llegar hasta nosotros. Todavía no ha hecho nada, y si pensara hacerlo, ya lo habría hecho. Dos androides, un millar, no veo ninguna diferencia.

¡Estoy de acuerdo! dijo Li Po con su fuerte y chillona voz. ¡Bravo, Alice, por dar el primer paso! ¡Yo mismo tengo algunos planes para los androides! ¡Puede que los ponga en marcha esta misma noche! ¡Ah, esta noche! ¡Ya no sufrirás más, Li Po!

Burton tuvo que admitir, para sí mismo de lodos modos, que ella tenía razón. Sin embargo, no hubiera debido hacer aquello sin recabar el conocimiento de los demás. Al menos, hubiera debido consultarles al respecto.

Quizá, si el líder del grupo hubiera sido otro distinto a él, lo hubiera hecho. Tuvo la impresión de que ella aprovechaba ahora cualquier oportunidad para desafiarle. Bajo aquella suave conducta, detrás de aquellos grandes y suaves ojos oscuros, había una mujer terca.

De Marbot y Behn llegaron un poco enrojecidos y sudorosos, como si acabaran de abandonar la cama o se hallaran en medio de una disputa. Si era eso último, lo estaban disimulando muy bien. Sonreían y bromeaban y parecían perfectamente tranquilos.

Burton los saludó y se dirigió hacia una mesilla lateral llena de botellas y vasos y un cubo con hielo. Hizo un gesto al androide con el rostro de Gladstone para que se apartara, al ver que se le acercaba y le preguntaba si le servía alguna bebida. Alice había hecho un muy buen trabajo si había reconstruido los datos del primer ministro de memoria. Podía hacerlo, puesto que el hombre había cenado muchas veces en su casa cuando sus padres estaban vivos. Lo más probable, sin embargo, era que hubiera pedido a la Computadora que localizara la fotografía de Gladstone en los archivos y le proporcionara una copia. Luego le habría dado a la Computadora sus especificaciones, y ésta habría reproducido su ser vivo pero sin mente.

Buen Dios murmuró, ¡incluso tiene su voz!

Dio un sorbo a su whisky de centeno, más suave que el que había probado en la Tierra aunque debía haber sido reproducido a partir de algún modelo terrestre, y se puso a hablar con Nur. El pequeño moro ibérico sostenía un vaso de algún vino de color amarillo pálido, que iba a durarle toda la velada.

El Profeta no prohibe ninguna bebida alcohólica excepto el vino hecho de dátiles había dicho en una ocasión a Burton, que ya sabía aquello. Sus excesivamente celosos discípulos extendieron luego la prohibición a todos los licores. Sin embargo, creo que no

tengo por qué obedecer los dictados de esos ignorantes fundamentalistas, aunque nunca me han gustado los licores fuertes. De todos modos, me he aficionado a este vino chino. Además, aunque fuera un borracho, ¿qué podría hacerme Alá que yo no me haya hecho ya a mí mismo? En cuanto a Mahoma, ¿dónde está?

Burton y Nur hablaron durante un rato de la Meca, y luego el androide que tenía el aspecto de Disraeli anunció que la cena estaba servida. Puesto que cada huésped le había dicho a Alice por la mañana lo que él o ella querían para cenar, los menú: estaban en la memoria de la Computadora. Se necesitó un microsegundo para que la comida apareciera en el interior de un gigantesco conversor e-m; los sirvientes necesitaron un poco más de tiempo para disponer los platos sobre la mesa. Burton había ordenado una ensalada con salsa picante seguida por esturión fumé a la moscovita, y como postre dos tartas con relleno de ruibarbo. Con cada plato era servido el vino apropiado.

Burton, Behn, Frigate y Li Po tenían puros del más fino tabaco cubano. Nur se fumó su cigarrillo de después de la cena la única nicotina que se permitía.

Burlón se acercó al francés, que se echó hacia atrás.

¡Aparta de mis preciosos pulmones ese vil veneno! ex clamó.

Un hombre moriría feliz respirando esto dijo Burton De todos modos, como tú dices, non disputandum de gustibus ¿Has informado a Aphra de que puede unirse a nuestra próxima aventura si lo desea?

Sí, lo he hecho dijo de Marbot. Desgraciadamente, no he podido decirle exactamente de qué aventura se trataba.

Burton le tendió una nota. De Marbot la leyó y alzó la vista.

¿Qué...?

Se acercó al inglés y se puso de puntillas para hablarle a Burton al oído. Burton tuvo que inclinarse un poco, de lodos modos.

De acuerdo, yo al menos estaré preparado. Pero .. ¿no puedes darme ninguna indicación, ningún indicio, de lo que tienes en mente?

Es mejor que no.

Oh, qué intrigante dijo de Marbot. Espero que la realidad supere mis expectativas. Peligro, romance, astucia, una carga abierta contra el enemigo o un ataque artero y silencioso, aprensión, inseguridad, una tarea exigiendo todo nuestro valor y que tensemos al máximo nuestros nervios de acero.

Todo eso dijo Burton. Quizá.

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