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EL OSCURO DESIGNIO (26)

Siéntate, Kazz dijo Burton. Ponte cómodo. Quédate aquí un minuto. Voy a irme. Luego vendrá Monat, y hablará contigo.

Entiendo.

Burton salió de la cabaña y aguardó un minuto. Hubiera debido adoptar la personalidad de Monat cuando empezó la sesión. Eso hubiera vencido la resistencia de Kazz más rápidamente, y Burton no hubiera tenido que recurrir al truco de Besst y el oso.

Volvió a entrar y dijo:

Hola, Kazz. ¿Cómo te encuentras?

Muy bien, Monat. ¿Cómo estás tú?

Estupendamente. Bien, Kazz. Voy a seguir allá donde se paró tu amigo Burton. Vamos a volver a esa primera vez en que hablé contigo, inmediatamente después de que te diera cuenta de que Frigate y yo no teníamos marcas en nuestras frentes. Ahora recordarás aquel momento, Kazz, porque yo, Monat, te pido que lo recuerdes.

»De modo que vas a volver al segundo después de que se lo dijeras a Monat. ¿Estás ya ahí?

Si, ahí estoy.

¿Dónde estáis tú, Monat, y Frigate?

Estamos cerca de una piedra de cilindros.

¿Qué día, o noche, es?

No comprendo.

Quiero decir, ¿cuántos días han pasado desde el Día de la Resurrección?

Tres días.

Cuéntame lo que ocurre después de que tú hayas dicho lo de la falta de la marca. Hablando monótonamente, Kazz describió los acontecimientos inmediatamente

posteriores a aquel momento. Monat había dicho que él y Frigate deseaban hablar en privado con él. Habían caminado cruzando la llanura y se habían dirigido a las colinas. Allá, tras un gigantesco árbol de hierro, Monat había clavado sus ojos en Kazz. Sin la utilización de ninguna ayuda mecánica, sin siquiera informar a Kazz de lo que estaba haciendo, Monat lo había hipnotizado.

Era como si algo oscuro fluyera de él hacia mí, algo oscuro e irresistible.

Burton asintió. Había visto a Monat demostrar su poder, su «magnetismo animal», como era conocido en tiempos de Burton. Era un mesmerista más fuerte que Burton, lo cual constituía una razón por la cual Burton nunca había permitido que el arcturiano intentara hipnotizarle. De hecho, Burton había tomado precauciones contra ser cogido desprevenido por Monat. A través de una elaborada autohipnosis, se había dicho a sí mismo que nunca debía permitir ser mesmerizado por Monat. Sin embargo, era posible que Monat fuera lo suficientemente poderoso como para vencer esa barrera, por lo que Burton se había mostrado siempre extremadamente cauteloso acerca de quedarse a solas con él.

Aquellas precauciones estaban basadas en el miedo a que Monat pudiera descubrir el secreto de la visita del Etico. Ese era el secreto de Burton, algo que deseaba que nadie conociera. Por aquel entonces no tenía ni la menor idea, por supuesto, de que Monat era uno de Ellos.

Se preguntó si Frigate no seria también un experto hipnotizador. Nunca había mostrado ningún indicio de que lo fuera. Sin embargo, siempre se había negado a permitir que Burton practicara el mesmerismo con él. Su excusa había sido que no podía soportar el pensar en perder su autocontrol.

Kazz recordó que, durante el transcurso de la sesión, Monat le había hecho notar a

Frigate la habilidad del Neanderthal para ver los símbolos.

«Nunca se nos ocurrió pensarlo. Tendremos que comunicarlo al Cuartel General tan pronto como tengamos ocasión».

De modo, pensó Burton, que Monat y Frigate estaban en comunicación de tanto en tanto con los Eticos. ¿Cómo lo conseguían? ¿Mediante aterrizajes preestablecidos de las máquinas volantes que Burton había entrevisto en una ocasión? ¿Esas máquinas que parpadeaban dentro y fuera de la visibilidad cuando cruzaban el cielo?

Los dos hombres debían haber estado observándole muy de cerca. Esa era una de las razones por las cuales el Misterioso Extraño lo había visitado de noche durante una tormenta. El Etico debía haber sabido que Monat y Frigate se hallaban en el grupo de Burton. Pero nunca los había mencionado, no lo había puesto en guardia.

Quizá tenía intención de hacerlo, pero le había faltado el tiempo. Había dicho que los Eticos llegarían pronto con sus máquinas volantes. Y se había marchado bruscamente. Pero pese a todo, hubiera debido mencionar un asunto tan grave. Unas pocas palabras lo hubieran puesto sobre aviso. ¿Por qué no lo había hecho? ¿Era posible que no supiera que Monat y Frigate estaban con él? Y Ruach también. No debía olvidar a Ruach.

¿Por qué había tenido tres agentes asignados a él? ¿No era bastante con uno? Además, ¿por qué el trabajo había sido encargado a alguien tan llamativo como el arcturiano?

Fueran cuales fuesen las razones, el asunto de la falta de signos en las frentes de los tres agentes era muy importante. Evidentemente, los Eticos, de primer o segundo orden, no tenían tales marcas. Ahora que eran conscientes de que los neanderthales podían observar este detalle, se habían asegurado de que Kazz no dijera nada al respecto.

Más aún, Monat le había dicho a Kazz que desde aquel momento vería las marcas en las frentes de él mismo y de sus dos colegas.

¿Por qué entonces no habían instalado también una orden de que Kazz viera esos signos igualmente en todo el mundo que no los llevara?

Quizá pensó que aquello no seria necesario. Las posibilidades de encontrarse con otros neanderthales, que nunca habían sido un pueblo numeroso, eran escasas. Y ya se encargarían ellos mismos de no ponerse a su alcance, sí se presentaba la circunstancia.

La explicación podía ser simple. Monat no había estado demasiado equivocado pensando que los encuentros con otros neanderthales iban a ser raros. De hecho, Burton

no habría visto más de un centenar. Todos ellos excepto Kazz y Besst habían pasado rápidamente y a una respetable distancia durante el día.

Pero habían encontrado a Besst.

Intentó recordar las circunstancias exactas bajo las cuales se había producido el encuentro. Hacía tres años de ello, y habían ido a la orilla una tarde. Era una zona poblada principalmente por chinos del siglo XIV después de Cristo y antiguos eslavos. Besst estaba viviendo con un chino, pero desde el primer momento se hizo evidente que deseaba irse al barco con Kazz. Era casi oscuro, así que no podía haber notado nada fuera de lo normal en Frigate y Monat... excepto el hecho de que el último no era humano, por supuesto.

Kazz y ella habían permanecido charlando hasta última hora de la noche. Cuando su compañero de cabaña ordenó a la mujer que entrara con él, ella se había negado. Hubo un momento de tensión cuando pareció como si el chino fuera a atacar a Kazz. La discreción venció. Se dio cuenta de que, aunque era más grande que el Neanderthal, también era mucho más débil. Aunque muy bajo, los masivos huesos y músculos de Kazz lo hacían más fuerte que cualquiera excepto los más poderosos de los hombres modernos. Además, su brutal rostro era suficiente para asustar a cualquiera.

Ambos se fueron a bordo para pasar la noche juntos. Debieron dormirse poco antes del amanecer. ¿Pudo haberla hipnotizado Monat entonces? Probablemente. Burton no sabia cómo podían haber ocurrido las cosas. Pero Besst nunca había hecho la menor alusión a las marcas de Frigate y Monat.

Kazz terminó su relato de la sesión. Era breve, y tal como Burton había esperado.

Envió a Kazz en busca de Besst, diciéndole que fuera muy discreto. A los pocos minutos estaba de vuelta con ella. Burton le dijo que satisfaría más tarde su curiosidad. Por el momento, ¿le dejaría hipnotizaría? Soñolienta, ella aceptó, y se sentó en la silla que había ocupado Kazz.

Tras decirle que él era Monat, la hizo retroceder hasta el momento en que fue mesmerizada por Monat. Como había supuesto, había ocurrido después de que ella y Kazz se hubieran dormido. Monat simplemente le había descrito las marcas que había hecho ver hipnóticamente a su compañero sobre las frentes de los tres agentes. Luego, le había ordenado que viera las mismas marcas. Todo el proceso se desarrolló muy rápida y tranquilamente.

Monat y su colega habían sido afortunados. Antes de que Kazz encontrara a Spruce, había visto a otras dos personas sin las marcas. Sin embargo, la primera vez había sido el Día de la Resurrección. Había llamado al hombre, preguntándole por que no llevaba marca. El hombre había huido, probablemente no debido a que comprendiera lo que Kazz estaba diciendo sino debido a que malinterpretó las intenciones del Neanderthal.

Más tarde, después de encontrarse con Burton, Kazz había intentado decirle lo que había visto, pero ninguno de los dos podía hablar todavía el lenguaje del otro. Y Kazz simplemente lo había olvidado los siguientes días, cuando todos estaban demasiado ocupados en sobrevivir.

La segunda persona a la que había visto sin la marca era una mujer, una mongola. El encuentro se había producido al mediodía, y la mujer simplemente había salido del Río, donde estaba bañándose. Kazz había intentado hablar con ella, pero el compañero de la mujer, que llevaba la marca en la frente, se la había llevado con él. Evidentemente, se sentía celoso. Una vez más, las intenciones de Kazz eran malinterpretadas.

En aquel momento, Burton y los demás estaban hablando con el jefe local en la casa del consejo. Kazz se había quedado fuera para vigilar el barco. Tras la marcha de la mujer, Kant recibió la oferta de algunos tragos de alcohol de líquenes por parte de varias personas que deseaban que les hablara un poco. Nunca antes habían visto a un Neanderthal, y el licor era una forma de desatar las lenguas. Kazz, fácilmente inducido y seducido por el alcohol gratis, estaba medio borracho cuando sus compañeros de

tripulación regresaron. Burton le recriminó tan ásperamente su estado que Kazz nunca volvió a emborracharse cuando estaba de guardia.

También olvidó a la mujer.

Tras sacar a Besst de su trance, Burton permaneció un rato sentado, pensativo. Besst y Kazz se agitaban nerviosos lanzándose miradas interrogativas. Finalmente, Burton tomó una decisión. No servía de nada seguir manteniéndolo todo en secreto. No tenía por qué ocultarle las cosas a Alice y a lo demás. No le debía nada al Extraño, y el hecho de que no hubiera vuelto a aparecer podía significar que él, Burton no tenía razón alguna para mantener el silencio. Además, aunque era por naturaleza reservado, en estos momentos sentía deseos de compartir sus experiencias.

Aunque planteó sólo las líneas generales, le tomó más de una hora. Besst y Kazz se quedaron desconcertados, e hicieron multitud de preguntas. Alzó una mano reclamando silencio.

¡Más tarde! ¡Mas tarde! Por el momento, las preguntas debemos hacérselas a ellos. El arcturiano es más duro, así que vayamos a por Frigate primero.

Les dijo lo que debían hacer. Kazz protestó:

¿Por qué primero no ponemos fuera de combate a Monat? ¿Y sí se despierta mientras nos encargamos de Frigate?

No deseo hacer más ruido del imprescindible. Si Loghu o Alice nos oyen, se organizará un buen barullo.

¿Un qué?

Un follón. Vamos.

Los tres emprendieron el camino de vuelta en medio de la bruma. Burton pensó en algunas preguntas que deseaba hacerle a Frigate. Por ejemplo, Monat, Frigate y Ruach debían haber sabido que Spruce era un agente. Habían tenido montones de oportunidades de hablar con él mientras eran esclavos. Y Monat había tenido muchas oportunidades, tras la revuelta, de hipnotizar a Kazz para ponerle una marca a Spruce.

¿Por qué no lo había hecho?

Si Monat no hubiera podido tratar a Kazz después de la revuelta, al menos hubiera podido decirle a Spruce que abandonara inmediatamente la zona. O como mínimo que se pusiera una banda en torno a la cabeza para evitar que se notara la falta de la marca.

¿Era posible que Spruce no hubiera sabido que ellos también eran agentes? Podían ser tan numerosos que cada uno de ellos sólo conociera a unos pocos. Pero seguro que todos conocían a Monat.

Se detuvo, y contuvo la respiración.

El Misterioso Extraño nunca había dicho nada acerca de tener sus propios agentes. Era un renegado, y era posible que hubiera alistado con él a algunas pocas personas escogidas. ¿Podía haber sido Spruce una de ellas? ¿Y podía de algún modo haberlo descubierto Monat? ¿Y se habría librado de él simplemente no diciendo nada de las habilidades visuales de Kazz?

Aquello no parecía probable. Si Monat había descubierto que Spruce estaba del lado del Extraño ¿y cómo podía haberlo hecho?, ¿por qué no había hipnotizado simplemente aSpruce? Eso le hubiera permitido identificar al Extraño suponiendo, por supuesto, que Spruce supiera quién era.

Pero había otra posibilidad. Monat conocía la habilidad de Spruce de suicidarse a través de la esfera en su cerebro. Así, no le había preocupado que Spruce se pudiera ver obligado a divulgar alguna información.

Además, podía utilizar así a Spruce como mensajero. Podía haberle entregado alguna información para que transmitiera al Cuartel General cuando Spruce fuera resucitado... siempre que el Cuartel General fuera el de los Eticos.

Monat había tomado parte en el interrogatorio de Spruce. Lo divertido que debía haberse sentido. Además, era Monat quien había hecho a Spruce algunas de las preguntas clave.

¿Había sido preparado Spruce por Monat para proporcionar las respuestas que había dado? ¿No serían todo ello mentiras?

Si así era, ¿para qué las mentiras? ¿Para qué mantener a todos los resucitados en la oscuridad?

Era muy posible que Spruce, actuando bajo las órdenes de Monat, se hubiera asegurado deliberadamente de que Kazz lo descubriera.

Por aquel entonces, habían llegado los tres a bordo del Snark. Los dos neanderthales se quedaron arriba. Burton se dirigió hacia las cabinas y, contando las puertas de los compartimientos, se detuvo ante la de Frigate y Loghu. Abrió suavemente la puerta y entró. El compartimiento era muy reducido, lo suficientemente amplio como para contener dos literas una encima de la otra y el espacio para subir y bajar de ellas. Estos compartimientos eran los únicos lugares donde era posible algo de intimidad. Incluso las defecaciones se hacían en ellos, en los orinales de bambú que se colocaban un lado sobre un estante.

Frigate dormía normalmente en la litera de arriba. Burton avanzó, la mano por delante. Lo despertaría suavemente, susurrándole que era su turno de guardia, y luego lo seguiría cubierta. Allí Kazz lo noquearía, y podrían llevarlo a la cabaña.

Puesto que sería imposible evitar que se suicidara cuando hubiera recuperado por completo el sentido, Burton había decidido intentar mesmerizarlo a medida que se recobrara Podía ser arriesgado, pero tendría que intentarlo. Frigate, al contrario de Spruce, podía no sentirse inclinado al suicidio ahora que ya no había más resurrecciones.

Sin embargo, Burton no estaba seguro de que los agentes de los Eticos no fueran resucitados.

Sus dedos tropezaron contra el blando borde de la litera. Reptaron por las toallas que servían de colchón. Se detuvieron.

Frigate no estaba en la litera.

Burton siguió palpando las ropas aunque sabía que no había nadie en la litera. Estaban todavía calientes. Se quedó inmóvil por un minuto. ¿Habría ido Frigate arriba a hacer sus necesidades para no desvelar a Loghu? ¿O se había despertado antes de tiempo y había decidido hablar unos minutos con su capitán antes de empezar la guardia?

¿O había...? Burton se sintió curioso. ¿Se habría deslizado fuera de la litera y ahora estaría con Alice?

Sintiéndose avergonzado de sí mismo, rechazó esta idea. Alice era honesta. Nunca lo traicionaría. Si deseaba otro amante, lo hubiera dicho. Se lo hubiera dicho a él, y luego lo habría abandonado. No creía tampoco que Frigate le hiciera nunca algo así, aunque lo considerara mentalmente.

Se inclinó hacia la litera inferior y adelantó la mano hasta sentir el contacto de la tela. Sus dedos exploraron, siguieron una curva el pecho de Loghu bajo las toallas y luego se enderezó y salió de la cabina cerrando la puerta tras él.

Silenciosamente, el corazón latiéndole tan aprisa que casi no podía creer que no se oyera por todo el barco, se dirigió al compartimiento de Monat. Con el oído pegado a la puerta, escuchó. Silencio. Se envaró, abrió la puerta, y palpó la litera superior. Monat no estaba allí, pero podía estar durmiendo en la litera inferior. De ser así, su respiración no era audible.

Sus manos recorrieron una cama que no había sido ocupada. Maldiciendo en voz baja, regresó a cubierta.

Kazz surgió de entre la bruma con el puño alzado.

¡WaIlah! ¿Qué ocurre?

Los dos se han ido dijo Burton.

Pero... ¿cómo puede haber ocurrido?

No lo sé. Quizá Monat sabía que algo no iba bien. Es la persona más sensitiva que jamás haya conocido; puede leer tu más ligera expresión, detecta la menor inflexión en tu voz. O tal vez te oyó despertar a Besst, investigó, y sospechó la verdad. Por lo que sé, puede haber estado escuchándonos en la cabaña desde el otro lado de la puerta.

Ni yo ni Besst hicimos el menor ruido. Fuimos tan silenciosos como una comadreja acechando a un conejo.

Lo sé. Busquemos por ahí. Mira si falta algún bote. Se encontraron al otro lado del barco.

Todos los botes están en su sitio.

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