Llegué a mi casa diez minutos después entre estornudos a causa del frío y subí inmediatamente a mi cuarto para darme una ducha. Fue bastante renovador sentir cómo el agua caliente recorría todo mi cuerpo y al salir me puse mi pijama pues no tenía planeado ir a ningún otro lado, luego de comer me dedicaría el resto de la tarde a hacer mis deberes escolares.
Eran las siete de la noche en punto, ya había terminado mis deberes escolares y, aunque tenía el televisor encendido, no estaba poniendo mucha atención. Era el primer fin de semana que no pasaba con mi mejor amiga, había estado comportándose muy raro luego de nuestra última pijamada y yo no tenía idea del por qué, realmente no recordaba mucho de esa velada a causa del alcohol pero temía que le hubiera dicho algo equivocado. Estaba sumergida en mis pensamientos hasta que escuché pequeños golpes provenientes de mi ventana, al acercarme un poco más, me di cuenta de que alguien estaba lanzando pequeñas piedras hacia esta última pero no pude identificar de quién se trataba puesto que todo lucía bastante oscuro. Comencé a asustarme un poco cuando los rayos causados por la tormenta hicieron fallar la energía eléctrica y la luz comenzó a irse por unos segundos cada tantos minutos sin que el golpeteo en mi ventana cesara; mis padres no se encontraban en casa y mi hermana había salido. Era la cuarta vez que la luz se iba, mi respiración comenzó a agitarse y todo empeoró cuando reconocí una silueta masculina entre la penumbra situada en la esquina de mi cuarto más lejana de mí.
— ¡¿Quién está ahí?! — dije en voz alta pero no obtuve respuesta. En cambio, aquel sujeto comenzó a acercarse a mí lo cual provocó que me alterara más y comenzara a dar gritos de pánico pidiendo ayuda.
— Lizzy, tranquila, soy yo. — dijo Edward entrando por la puerta de mi cuarto agitádamente, momento en el que la luz volvió y la silueta desapareció. Edward se encontraba empapado y despeinado, incluso escurría agua de su cuerpo mojando mi alfombra; no creo que mi madre estuviera muy contenta con eso.
— ¡¿Edward?!, ¡¿Qué haces aquí?!, ¿Por dónde entraste?
— Por la puerta, estaba abierta, ten más cuidado o algún loco podría entrar a tu casa sin que te des cuenta.
— Lección aprendida. — respondí sarcásticamente refiriéndome a que él era ese loco que había entrado a mi casa sin permiso.
— Lamento venir aquí así pero creo que es hora de que hablemos. Las cosas entre nosotros no terminaron muy bien y me duele que estemos tan distantes. Perdón por irme sin aviso hace rato pero sentí una necesidad impulsiva de alejarme de ti.— dijo muy consternado.
— Tú fuiste el único que me pidió que me alejara, creí que estabas mejor sin mí.
— ¿No lo entiendes Lizzy? Quizá esté bien sin ti pero no quiero estarlo, yo aún te amo y me alegra ver que tú si puedas hacerlo pero al mismo tiempo me duele que hayas avanzado tan rápido y fácil sin mí.
— ¿Crees que esto es fácil para mí? Las apariencias engañan, sé que todos creen que estoy de maravilla pero la realidad es otra, me acostumbré tanto a ti que te extraño todo el tiempo aún si ya no lloro más, ¿Acaso crees que es fácil pasar sola todas las noches después de hacer estado contigo tanto tiempo? Pues no, no lo es por más que yo quisiera pero he tenido que fingir que sí para que esto no sea más complicado para ambos.
— ¿Y crees que eres la única que ha hecho cosas por ambos después de nuestra ruptura? Pues te diré qué, creo que no me había dado cuenta de lo que es realmente estar solo hasta que me puse a pensar realmente en lo mucho que confiabamos el uno en el otro, nuestra complicidad y nuestras reuniones secretas nocturnas habituales tal como esta. Sé que tú te has vuelto incapaz de confiar en mí y, aunque no entiendo tus razones, no quiero que nuestra amistad se pierda. — mientras hablaba se acercaba a mí lentamente y al estar frente a mí tomó mis manos gentilmente — Eres demasiado importante en mi vida como para abandonarte para siempre, he estado defendiéndote de todas las personas que te ponen en el papel de la villana poniéndome en ese papel yo mismo ante sus ojos con tal de que te dejen en paz. Así que, me di cuenta de que no me importa si tú ya no me quieres o si ya no confías en mí, quiero estar en tu vida aunque sea como tu amigo y haré lo que sea que tú me pidas con tal de lograrlo, ¿Qué dices Lizzy?, ¿Me dejarías estar en tu vida de nuevo? — dijo con una sonrisa gentil en el rostro mientras me extendía la mano en un gesto amistoso. Acto seguido, rechazé su apretón de manos y lo abracé con todas mis fuerzas mientras ambos llorábamos.
— Te amo tonto, por supuesto que quiero que estés de vuelta en mi vida y no necesitas hacer nada para lograrlo, sólo te dejaré entrar y te pido una disculpa por haber sido tan impulsiva e inmadura antes. Fue un completo error haberte dejado ir, soy una idiota y me arrepiento por ello, lo siento, en serio lo siento.
— Acepto tus disculpas pequeña, yo también te amo. — justo cuando dijo las últimas dos palabras, la luz se fue nuevamente y yo me aferré a él con terror como niña pequeña asustada por la tormenta eléctrica, momento del cuál él sacó provecho al robarme un beso en los labios, beso que correspondí con pasión.
— Sin importar qué pase, nunca quiero irme de tus brazos de nuevo.