En el hospital.
Sheng Yize estaba afuera de una puerta con un ceño de lo más fruncido
—No te preocupes. Pepsi estará bien —una voz masculina tranquila vino de atrás. Él volteó y le asintió a la persona.
—Llegaste.
—Sip —Si Yan sonrió, de la mano de Si Bai—. ¿Cómo estuvo la tapadera que inventé por ti?
—Muchas gracias —sonrió burlonamente.
No quería que An Xiaxia se preocupara y le había ocultado el estado de Pepsi. Hoy, se había ausentado con ella diciendo que la llevaría a ver a Si Bai. Si Bai estaba serio y parecía malhumorado. Su madre le había dicho que el bebé que tomó el otro día, en realidad, era Pepsi. ¡Maldición! ¡Este señor lo había engañado! Miró mal a Sheng Yize, quien arqueó sus cejas, confundido.
—¿Qué pasa?
—No... está enojado contigo, sino consigo mismo por confundir las caras —dijo Si Yan a sabiendas.
Si Bai infló las mejillas y soltó la mano de Si Yan.
—Quiero ir a casa.
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