—Xiaxia, toma asiento —Sheng Yize no saludó a Sheng Qingyi. No le dijo que saludara a su padre tampoco y solo le pidió que se sentara.
Sheng Qingyi se frotó las manos, sin atreverse a decir algo. Después de todo, su hijo había logrado mucho más de lo que él había hecho. Ya sea por sus capacidades o su carácter, Sheng Yize ya no era el chico que podía manejar.
—¿Qué les gustaría comer? Le pediré a la Señora Zhang que les haga la cena —dijo Sheng Qingyi nerviosamente.
—Señor Sheng, solo vinimos a hacerle algunas preguntas —An Xiaxia sacudió la cabeza.
—Em, claro.
—Señor Sheng, usted siempre ha querido una nuera con un origen parecido al suyo, ¿cierto? ¿Ahora soy una candidata lo suficientemente digna? —sonrió con frialdad.
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