—Ustedes, ustedes dos... —An Xiaxia los miró boquiabierta. Olvídense del agua. Ahora lo único que quería hacer era gritar.
Sheng Yize tomó una decisión de inmediato. Alejó a Qi Yanxi de una patada, se puso de pie y tapó la boca de ella.
—Silencio.
Ella respiró entrecortadamente y murmuró un poco, gesticulándole que la soltara.
—¿Qué estaban haciendo? ¿Por qué metió la mano en tu...? —ruborizada, apuntó a sus pantalones.
¡Era una imagen tan lasciva! ¡Su mundo se estaba desmoronando!
Sheng Yize se dio una palmada en la frente, resignado. Era mejor que Qi Yanxi bebiendo y no quedó borracho por tanto tiempo. Sin embargo, ese bobo actuaba como un cachorro, retorciéndose a su lado y pidiéndole que lo abrazara mientras dormía. Lo había tenido que patear varias veces para callarlo. No obstante, el chico empezaba de nuevo después de un rato, que fue con lo que An Xiaxia se encontró...
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