Apenas se cerró la puerta del auto, Zaki tomó los hombros de Hinari y la sujetó con fuerza. Ambos estaban respirando con dificultad, debido a sus intensos y, aparentemente, interminables besos. La cabeza de Zaki estaba borrosa mientras llegaba al límite de su autocontrol.
Al ver a Hianri allí recostada, con la cara completamente roja y el cabello esparcido sobre el asiento del coche, Zaki no pudo evitar tomarla con fuerza de la muñeca.
—Hinari... Quizás sigues pensando que mis reacciones a tus avances son diferentes a las de los hombres que odias —inquirió. Su mandíbula estaba rígida mientras hablaba, demostrándole que estaba al borde de su autocontrol y que podía perderlo en cualquier momento.
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