Gu Jingze dijo: —¿Qué pasa con esa mirada? No te voy a comer—. Lin Che era muy lenta y obviamente no quería ir con él. La cara de Gu Jingze se oscureció mientras miraba a Lin Che. Sus ojos eran penetrantes como cuchillos.
Lin Che permaneció de pie allí. Ella lo miró a los ojos y lentamente dio un paso adelante.
Gu Jingze no podía esperar más. Él extendió la mano y la llevó a la cama.
Lin Che cayó sobre él. Gu Jingze agarró sus manos y las puso sobre su pecho. Él la miró.
Sus ojos eran como antorchas que ardían en los de Lin Che.
—Pero, ¿Por qué? ¿Me tienes miedo porque te lastimaste la última vez? —Preguntó.
—No…—Lin Che no se sintió mucho la última vez. Fue mucho mejor el segundo día y, aunque después de eso fue un poco incómodo, ya no dolió.
Después de todo, en realidad no se rasgó mucho. Solo estaba muy preocupado.
Gu Jingze continuó agarrando sus manos, —Entonces, ¿por qué me has estado evitando?
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