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Rara Durai adoraba a Wang Zheng ciegamente. Esta adulación no lo había hecho más débil como Titán, sino más fuerte. Sentía que Wang Zheng era una reencarnación de su dios, guiándolo.
Por eso cuando Wang Zheng quería que se hiciera algo, Rara Durai siempre ponía su confianza al 200% y lo llevaba a cabo, con resultados sorprendentes.
Cuando Rara Durai abrió los ojos, había estado emitiendo una luz plateada de sus ojos. Su cuerpo estaba envuelto en los suspiros del viento y los relámpagos, y había habido un ligero trueno.
—Ada, siento que mi cuerpo está cargado de fuerza. Y... parece que algo de afuera está tratando de hacerse amigo mío. Siento la Estrella Titatitan, la presencia maternal.
Los enormes ojos de Rara Durai brillaban con lágrimas.
Wang Zheng también estaba sorprendido. No había pensado que Rara Durai tendría una recepción tan positiva de sus técnicas. Eso era maravilloso.
Rara Durai se arrastró aún más bajo.
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