Yu Lili sintió que ese día era espantoso. No solo Xu Jing la hostigaba y le pidió que le buscara su ordenador portátil, sino que también la atropelló un automóvil. Como si eso no fuera suficiente, inesperadamente se encontró con Ou Ming...
La vida siempre era así. Una vez que tuvieras mala suerte, todo se volvería agrio. Con una gasa envuelta por todas partes, ella se veía miserable.
Cuando regresó a la compañía, muchos guardias de seguridad la reconocieron. Uno de ellos tenía una buena relación con ella. Al ver que Yu Lili aparecía, se acercó rápido y preguntó con sorpresa:
—¿Qué te pasó? ¡Maldita sea, mírate!
Aunque había caminado a su lado, tenía miedo de tocarla. Con su mano en el aire, parecía sorprendido.
Yu Lili sonrió y agitó la mano.
—¿Qué es esa expresión tuya? ¿No has visto una víctima de accidente automovilístico como yo?
—¡No te creo! ¿Fuiste a ayudar a Xu a retirar el ordenador portátil y sufriste un accidente?
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