Ambos estaban teniendo una discusión acerca de un secreto de la Torre Mercurio en la que, como mucho, diez personas estaban calificadas para participar. Por consiguiente, se encontraban ocupados susurrando en una esquina, al punto que ni siquiera se dieron cuenta de que el laboratorio se había convertido en un bullicio causado por el ruido y el entusiasmo.
Ambos se quedaron atónitos cuando, por fin, prestaron atención a los demás.
—¿Qué ocurrió? —Griffith parecía molesto. A los ojos de aquel inflexible anciano, eso era una clara falta de respeto hacia las reglas.
Pero entonces, Griffith descubrió que todo se debía a aquellas dos gruesas pilas de papeles…
Estos habían pasado de los Maestros Alquimistas a los Grandes Alquimistas. Cada vez que cambiaban de mano, se producía un grito alarmado, como si hubieran estado viendo algo que normalmente no podían ver.
Todos comenzaron a discutir al respecto…
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