Cuando la Puerta del Caos se derrumbó, la guerra finalmente terminó. Sin los interminables refuerzos, el número de diablos disminuyó mientras eran masacrados gradualmente. Poco después, los diablos se derrumbaron frente a ellos y, para empeorar las cosas, ni siquiera pudieron escapar ya que la distorsionante turbulencia espacial de la Puerta del Caos era como un agujero oscuro que succionaba todo dentro de ella. Lo mismo ocurrió con el Monarca de las Llamas. Aunque se esforzó al máximo para resistir la absorción del agujero oscuro, gruñó sin querer antes de romperse bajo el bombardeo del Arco Iris Delirante del buque de guerra mágico. Fue despiadadamente absorbido por el agujero oscuro, desapareciendo por completo dentro de él.
Esa guerra cruel, sangrienta y aterradora, finalmente llegó a su fin.
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