—¡…auuuuuu!
Al ver esto, no importaba que fuera Lize, quien todavía no se había levantado; o Marlene, que estaba mirando a un lado; o Celia y Sereck, que apenas habían sacado el arma del cadáver del Caballero de la Muerte. Incluso Kudla y el resto estaban anonadados.
Rhode no era la excepción. Se levantó y miró fijamente al gigante lobo que aullaba en el desierto. Estaba impresionado.
En ese momento descubrió la verdadera identidad de Anne.
¡Medio bestia!
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