El gerente miraba impaciente el periódico sobre la mesa, pensando que tendría que recorrer todo el pasillo para conseguir las hierbas que Lin Li le pidiera. Permaneciendo sentado, apretó su dedo contra la hoja de papel, la frotó dos veces de un lado a otro y ladeó la cabeza mientras miraba a Lin Li con desprecio.
—¿Quieres estas hierbas? ¿Sabes cuánto cuestan?
—¿Qué te parece?
Lin Li preguntó con el ceño fruncido mientras pensaba para sí mismo, ¿Por qué tienes tantas tonterías que decir? Date prisa, tráeme las hierbas que quiero y lárgate. No es asunto mío aunque te mueras durmiendo.
—Oye, joven. Será mejor que seas más pragmático. No puedes permitirte ser un farmacéutico.
El gerente le deslizó el papel y cerró los ojos para dormir una siesta.
Lin Li golpeó la mesa con la mano y le dijo: —¿Podría darse prisa y traerme mis hierbas?
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