—¿Estás diciendo que Matthias sabe que estás en contacto conmigo? —frunció el ceño. No era una buena noticia para él.
—No, no, no. No creo que sea tan grave —negó con la cabeza, pero la expresión de su rostro se volvió ansiosa—. Pero podría decir que Matthias confía en mí menos que antes...
—Tal vez tu fracaso en la Cresta de Plumas de Fuego lo enfureció.
—Hmm, podría deberse a eso también... —respondió Argus.
—No te preocupes. Nadie más conoce este asunto. Como mucho, si no se lo contamos a nadie, será un secreto para siempre —aseguró mientras daba palmadas en los hombros de Argus. Sabía por qué estaba preocupado.
—Eso espero entonces... —forzó una sonrisa, pero su expresión no se volvió ni un poco mejor.
—Está bien, regresa ya. Búscame otra vez si es necesario. Pero no vengas al Gremio de la Magia, como hoy. Si Matthias se enterara, no podrías explicárselo —aconsejó después de darse cuenta de que el cielo se estaba oscureciendo.
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