Los alquimistas siempre habían considerado a las llamas de obsidiana de cielo y tierra objetos extremadamente preciosas. No había un alquimista que no deseara tener una. Cada vez que una llama de obsidiana de cielo y tierra aparecía, varios alquimistas le echarían un ojo.
La llama de obsidiana de cielo y tierra de Bu Fang era deslumbrante. Emitía una intensa luz dorada y se parecía a un sol dorado en miniatura. Incontables personas quedaron sumergidas en el resplandor dorado que brotaba de la dorada llama de obsidiana de cielo y tierra.
En los asientos de los jueces, varios grandes maestros instantáneamente se enderezaron, y sus pupilas se dilataron.
—¿Una llama de obsidiana de cielo y tierra? ¿Este pequeño chef en verdad tiene una llama de obsidiana de cielo y tierra?
—Increíble... ¿Cómo un chef logró dominar a una llama de obsidiana de cielo y tierra?
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