Gao Peng levantó la piel muerta de Rayitas; aún creía que la piel podía tener todo tipo de efectos mágicos, como en las novelas. Luego, se dio cuenta de que fantaseaba demasiado. La piel era demasiado débil, tanto, que con el más leve roce ya se hacía polvo, el cual ensuciaba el piso y Gao Peng gastaba tiempo limpiándolo.
Descubrió que Rayitas había logrado subir de nivel durante su ausencia. Había crecido mucho también y le dio palmaditas en la cabeza para felicitarlo.
—Sigue comiendo así, ¡muy bien! Es mejor si sigues comiendo y engordas un poco.
Las pupilas de Rayitas seguían brillando, mientras un sonido reverberaba en la mente de Gao Peng.
¡Sí, sí!, pensaba Rayitas.
—Espera a que engordes, entonces iremos a comer araña frita.
El monstruo se quedó helado y miró a su dueño. Después, miró la lata antes de soltarla, con culpa.
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