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Capítulo 16 – ¡Ven aquí!

編輯: Nyoi-Bo Studio

Las caras de los cultivadores circundantes se pusieron pálidas. El ataque de Meng Hao fue decisivo y también estaba lleno de un odio feroz que ni siquiera él notó. Ese tipo de cosas se estaba convirtiendo en una tendencia.

A los ojos de los espectadores, Meng Hao ahora era la persona número uno de la meseta. Tal vez en toda la Secta Exterior, ahora era una de las figuras más altas.

Muchos de los cultivadores pensaron en el pasado medio mes. Con una base de cultivo tan alta, Meng Hao podría haber robado y tomado a voluntad. Es cierto que los clientes de su tienda no estaban contentos, pero los trató con suavidad. La gente empezó a mirarlo con temor.

Ese día no hubo peleas en la meseta. Después de que Meng Hao se fue, la noticia de que la base de cultivo de Lu Hong fue rota se extendió como el viento. El hecho de que el nombre de Wang Tengfei fue especialmente mencionado, causó que la noticia se extendiese aún más rápido. Al caer la noche, todos en la Secta Exterior habían oído hablar de lo que pasó, y, en ese punto, todos sabían quién era Meng Hao.

La Montaña del Este, cubierta con mechones de coloridas nubes, era la montaña más alta de la Secta Confianza y también la base de la Secta Interior. Tenía más energía espiritual que las otras montañas, y era donde el Líder de la Secta He Luohua estaba en reclusión meditativa.

En el apogeo de la Secta Confianza, los cuatro picos habían sido completamente ocupados por la Secta Interior. Los discípulos de séptimo nivel de Condensación de Qi habían abundado. Ahora, sólo la montaña del Este fue ocupada, por los discípulos Xu y Chen, mientras que los otros picos fueron abandonados.

En la Montaña del Este había una Cueva del Inmortal que era mucho más grande que la de Meng Hao. En realidad era la mejor Cueva del Inmortal en toda la Secta Exterior, rivalizando incluso con los lugares de residencia de los discípulos de la Secta Interior.

Dentro había un manantial espiritual que no se había secado. De ese manatial gorgoteaba una energía espiritual densa y fragante.

Por supuesto, entre todos los discípulos de la Secta Exterior, el único calificado para ocupar tal lugar era el bendito Wang Tengfei.

Estaba sentado con las piernas cruzadas y vestido con su bata blanca, su cara era plácida mientras miraba a Lu Hong arrodillado frente a él. El rostro de Lu Hong era pálido y su cuerpo temblaba. Su base de cultivo ya había sido destruida por Meng Hao.

—...Ruego al hermano Wang que administre justicia —dijo con un aliento—. Está más allá de la astucia, más de lo que pueda imaginar. Va a huir de la secta.

Cada vez que Lu Hong veía al hermano Wang, no podía evitar sentir que el otro hombre era perfecto, más allá de lo ordinario. Ese sentimiento se había fortalecido cada vez más en los últimos dos años en los que la base de Cultivo de Wang Tengfei se hacía cada vez más poderosa.

—Si huye —dijo el hermano Wang después de un tiempo, resplandeciente en su perfección—. Será una violación de las reglas de la secta, y enviaré a algunas personas para matarlo.

Él llevaba una sonrisa amable que haría que cualquiera gustase de él, y habló con una ligereza que le hacía parecer aún más noble.

Lu Hong no tenía nada más que decir. Él se encogió de hombros, con su rostro lleno de súplica y su cuerpo temblando incontrolablemente.

—Muy bien —dijo Wang Tengfei—. Sus métodos son demasiado viciosos. Debe hacerse un ejemplo. Yo prevaleceré sobre el Hermano mayor Shangguan y haré un viaje allá, aunque tendré cuidado de no ofender a la Hermana Xu. Meng Hao paralizará su propia base de cultivo, distribuirá sus tesoros y se cortará un brazo y una pierna. Ésa será su disculpa. ¿Es lo suficientemente bueno? —habló como si dominase todos los asuntos de la Secta Confianza, como si con una sola palabra pudiese tomar el mando de la base de cultivo de Meng Hao, así como de sus brazos y piernas. Su sonrisa era tan amable como siempre, perfecta y sin fallas.

—Mi profundo agradecimiento. Ese tipo... él solo está lleno de perversidad... —rechinó los dientes, su corazón se llenó de enemistad.

—Entonces lo expulsaré de la secta —dijo Wang Tengfei con frialdad, como si estuviese hablando de un asunto increíblemente insignificante—. Puede irse a la selva, y las cosas seguirán su curso natural.

En ese mismo momento, Meng Hao se sentó con las piernas cruzadas en la Cueva del Inmortal en la Montaña del Sur, mirando la botella de calabaza de jadeíta en sus manos con una expresión oscura. Habiendo roto el cuarto nivel de Condensación de Qi, y luego de luchar esa batalla, había consumido casi toda su energía espiritual. No quedaba casi nada. Por lo menos había obtenido la calabaza mágica.

Parecía como que todo había ido bien desde su entrada en la Secta Confianza, pero, en realidad, fue sobre todo debido a su ingenio rápido y previsión. Si hubiese sido alguien más, lo más probable es que hubiese puesto su vida en peligro en su primer Día de la Distribución de las Píldoras.

Más tarde, adquirió la protección del espejo de cobre y su poder misterioso. Poco después, el Hermano Zhao empezó a codiciar la Cueva del Inmortal. Si no hubiese muerto, la situación de Meng Hao habría sido sombría, y habría perdido el control de todas sus pertenencias. Esa fue la primera vez que mató a alguien.

Si no hubiera empezado a hacer negocios con su tienda, no habría podido llegar a donde estaba ahora. Pero el viento que parecía impulsarlo desde atrás también ocultaba dentro de él las dificultades que desconocía.

Todo lo que había sucedido era como el trueno de una tormenta que se acercaba. Miró en silencio la botella de calabaza de jadeíta, pensando en el discípulo número uno de la Secta Exterior, el bendito Wang Tengfei. Pensando en él y en toda su perfección, sintió como si la presión de una montaña entera se hubiese apoyado en él. Casi no podía respirar.

Quería huir, pero sabía que no era un sirviente, sino un discípulo de la secta. Huir era una violación de las reglas. Eso despertaría la atención de los ancianos de la secta, y seguramente perdería la vida.

—Si hubiese sabido antes que Lu Hong tenía a Wang Tengfei respaldándolo... —murmuró. Momentos después, una inquebrantable determinación llenó sus ojos.

—Haría lo mismo. Si no lo atacaba, me habría matado. No lo obligué, el me obligó. El rencor se habría construido de cualquier manera. A menos que me hubiese topado con Cao Yang antes y hubiese estado dispuesto a dejar que me robase, las cosas habrían terminado en ese punto. Incluso si se trataba de matar, no podía impedir que la gente codiciase mi negocio.

Sus ojos brillaron mientras miraba sombríamente alrededor de la Cueva del Inmortal.

—Es una lástima que la Hermana mayor Xu esté meditando en aislamiento…

Lo primero que había hecho después de que la base de cultivo de Lu Hong fuese lisiada fue ir a buscarla. Pero se le había informado en la Secta Interior que los individuos en reclusión no debían ser molestados.

—Esta botella de calabaza de jadeíta...

Era increíblemente potente, tanto que, cuando lo probó con su base de cultivo, explotó con una fuerza que le dio un vuelco en el corazón. Sólo podía imaginar cómo podía ayudarlo. Tal vez ahora él finalmente sería capaz de romper a través del quinto nivel de Condensación de Qi. Lo extraño era que la botella de calabaza no podía colocarse en su bolsa de posesión, sino que tenía que colgarse en su cuerpo. Tristemente, no tenía más Piedras Espirituales. 

Había usado todas ellas para romper hasta el cuarto nivel de Condensación de Qi. De lo contrario, trataría de hacer una copia de la botella de calabaza.

—Esta secta no es del mundo mortal. Es fácil perder la vida aquí. Si puedo evitar el desastre mediante la entrega de la botella de calabaza, tal vez debería hacerlo...

No deseaba hacerlo, pero parecía que no tenía otra opción. Incluso mientras luchaba con esos pensamientos, una voz siniestra llegó desde la noche oscura, pasando por la puerta sellada de la Cueva del Inmortal.

—Yo soy Song Shangguan, estoy aquí para asistir al Hermano mayor Wang a cumplir la justicia. Meng Hao, por favor, salga de la Cueva del Inmortal e inclínese ante mí.

La voz oscura parecía llenar la cueva con una sombra fría y helada. Los ojos de Meng Hao brillaron y levantó la cabeza. No parecía ni un poco sorprendido; había anticipado que alguien iría a buscarlo.

Se quedó en silencio por un momento, luego dijo lentamente: —Es tarde en la noche, no es un momento conveniente. Hermano mayor, si tienes algo que decir, solo dilo.

—Qué arrogante —dijo la voz, claramente disgustada. Un resoplido frío resonó.

Meng Hao no dijo nada, manteniendo su silencio.

—Si no va a abrir la puerta, muy bien. Voy a transmitir las instrucciones del Hermano Wang. Meng Hao, discípulo de la Secta Exterior, no se ha centrado de todo corazón en el cultivo. Ha causado disturbios en la Zona Pública de Nivel Bajo, despertando quejas masivas de sus compañeros discípulos, y ha usado métodos viciosos en otros. Sin embargo, es joven, por lo que esos delitos no pueden ser considerados dignos de la pena de muerte. Entregue sus tesoros, perjudique su base de cultivo y abandone la secta. De ahora en adelante, no eres un discípulo de la Secta Confianza.

Mientras Meng Hao escuchaba la siniestra voz, su rostro se volvió sombrío. Entonces, cuando oyó las palabras finales, se llenó de indignación.

—Los decretos del Hermano mayor Wang no están de acuerdo con las reglas de Secta —dijo desafiantemente.

—Las palabras del Hermano mayor Wang son las reglas de la secta —dijo la persona de afuera, indiferente a la interrupción de Meng Hao—. Mañana es el Día de la Distribución de las Píldoras. Usted se dirigirá a Lu Hong y se disculpará, y luego aguardará su castigo.

Con eso, el hombre sacudió su manga, se volteó y se fue.

Meng Hao estaba sentado en silenciosa contemplación. El tiempo pasó, y el amanecer se acercó. Sus ojos estaban inyectados en sangre. No sabía qué hacer. Su oponente obviamente quería la botella de calabaza jadeíta, y también verlo muerto. Por supuesta misericordia, él paralizaría su base de cultivación, cortaría un brazo y una pierna, y luego lo expulsarían de la secta en las montañas salvajes. Si eso sucediese, realmente estaría desesperado.

—¿Qué debo hacer...? —dijo, con los puños apretados y los ojos rojos. De repente se sintió completamente débil e indefenso. Era la primera vez que deseaba ser más poderoso. Si fuese más poderoso, no sería intimidado así. Pensó en algo más.

—No me digas que mi única opción es huir...

Con sus ojos llenos de determinación, levantó la cabeza y salió de la Cueva del Inmortal. Pero mientras salía, se detuvo en seco, vacilando.

—No, eso no está bien... —bajó la cabeza por un momento en su pensamiento, luego regresó a la Cueva del Inmortal, donde se sentó con las piernas cruzadas.

A la mañana siguiente, abrió sus ojos inyectados en sangre. No había practicado ningún ejercicio de respiración, sino que había pasado toda la noche en contemplación. Pero su base de cultivo era simplemente demasiado baja. No podía pensar en otro método más que huir de la Secta Confianza. Pero seguramente su oponente había considerado que haría eso. Huir era lo mismo que la muerte, y luego sería recordado como un traidor.

Las campanas sonaron en la distancia. El Día de la Distribución de las Píldoras había llegado. Él sabía que, incluso si intentaba esconderse en la Cueva del Inmortal, la catástrofe aún le caería encima.

—La ley de la selva. Todos mis problemas son porque mi base de cultivo es demasiado baja. Un hombre verdadero no sólo toma el sufrimiento, él hace algo al respecto —dio un pequeño suspiro. Había sido empujado al borde y no tenía espacio para maniobrar. Se tranquilizó, luego se enderezó la ropa. Miró alrededor de la Cueva del Inmortal, abrió la puerta principal y miró hacia el cielo azul y el mar esmeralda de los árboles.

Pasó algún tiempo y luego dio un paso adelante. Sólo había dado algunos pasos cuando notó que una persona salía de la jungla detrás de él, mirándolo fríamente.

—No has huido. Así que no eres estúpido después de todo.

Meng Hao reconoció la voz de la persona: era Shangguan Song. Resultó que se había quedado esperando.

Él lo había visto antes. Era uno de los discípulos que caminaban con Wang Tengfei ese día por la Montaña del Este. Su abuelo era uno de los ancianos de la secta. Claramente se había quedado para ver si Meng Hao huía. Si lo hubiese hecho, habría sido calificado de traidor, y habría perdido su vida.

Se volvió y se dirigió hacia la Secta Exterior.

Shangguan Song rio fríamente, sus ojos se llenaron de burla. En realidad, él se había ido la noche anterior, se había ido para llamar a su abuelo Shangguan Xiu. Incluso si Meng Hao hubiese escogido huir en la noche, habría sido atrapado y sufrido una muerte horrible.

Siguió a Meng Hao todo el camino. Cuando llegaron a la Secta Exterior, otros discípulos los divisaron, uno por uno, y muchas expresiones diferentes llenaron sus rostros. A pesar de todo, parecía como que todo fuese lo esperado, y ninguno parecía tener piedad de Meng Hao. La mayoría se burlaba de él.

Pronto llegó a la plaza de la secta. Las columnas talladas con dragones brillaban intensamente, y los discípulos estaban por todas partes. A lo lejos, vio a Wang Tengfei, vestido de blanco, rodeado por una multitud de discípulos.

El sol brillaba sobre su túnica blanca, haciéndola brillar como la nieve, y su largo cabello pasaba por sus hombros. Parecía perfecto, impecable, como un ser inmortal de una pintura. Su actitud hizo que la gente quisiese conocerlo. Realmente parecía un Elegido.

Hablaba amablemente con los discípulos a su alrededor, amistosos con todos, sin importar su base de cultivo. Asentía con la cabeza, dando consejos sobre el cultivo, haciendo que todos lo tratasen con el máximo respeto.

Las discípulas parecían estar enamoradas de él. Parecía como que tenían que estar a su lado, como si cada acción pudiese volverlas locas.

Incluso los ancianos de la secta en lo alto de la plataforma lo contemplaban con cariño y admiración.

Dondequiera que fuese, se convertía en el centro de atención. Su buena apariencia, su dulzura, su perfección, se unieron en un resplandor deslumbrante que quemó los ojos de Meng Hao. Apretó fuertemente los puños.

Cuando todos los discípulos llegaron, y cuando concluyó la distribución de las píldoras, el cordial y amable Wang Tengfei ni siquiera miró una vez a Meng Hao. Sabía que Meng Hao lo observaba, pero no significaba para él más que si un grillo lo mirase. No se inclinaría tan bajo como para devolverle la mirada.

Cuando todo terminó, y los pilares tallados se oscurecieron, la suave voz de Wang Tengfei llenó el aire.

—¡Ven acá!

Era una frase simple, pero en el instante en que sonó, todo el mundo miró a Wang Tengfei, viendo como su mirada cayó sobre Meng Hao.

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