En la plaza sonaba música. Había una fuente y una estatua que representaba un gato. Se encontraba a una altura de cuarenta metros y estaba situado en el centro directo de la plaza. Parecía haber sido hecho de oro.
Han Sen estaba sentado al pie de la estatua y miraba todo con incredulidad.
Acababa de recuperar la visión y ahora parecía que todos los presentes lo estaban mirando. No con hostilidad, por suerte, sino con sorpresa y curiosidad. Era como si los animales se encontraran con uno de diferentes especies en un zoológico.
Lo más increíble de la multitud era que parecían en su mayoría humanos. Pero sus cabezas tenían orejas de gato y sus traseros colas. Los alumnos también eran como gatos. Eran redondos y lindos. El resto de sus cuerpos eran prácticamente humanos.
Todos los gatos estaban vestidos de manera individual. Había algunos con ropa elegante, algunos con ropa sencilla, algunos con ropa sexy y algunos con ropa muy varonil.
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